John Bolton, embajador de los Estados Unidos ante la ONU hasta el pasado mes de diciembre, revela en su libro «La rendición no es una opción» que el presidente de los Estados Unidos George Bush no apoya el referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental, porque sabe que los saharauis se pronunciarán mayoritariamente por la independencia. […]
John Bolton, embajador de los Estados Unidos ante la ONU hasta el pasado mes de diciembre, revela en su libro «La rendición no es una opción» que el presidente de los Estados Unidos George Bush no apoya el referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental, porque sabe que los saharauis se pronunciarán mayoritariamente por la independencia. John Bolton, conocido en la política estadounidense por sus posiciones de extrema derecha, escribe en su libro que el mayor obstáculo para lograr la celebración del referéndum de autodeterminación ha estado siempre planteado por el Departamento de Estado que, con el apoyo del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense, ha hecho lo imposible para impedir que éste se celebrara. «Ellos- reconoce Bolton- aceptaban el argumento marroquí de que la independencia del Sahara Occidental desestabilizaría a Marruecos y podría desembocar en una toma del poder en ese país por los islamistas extremistas».
Bolton, que fue el brazo derecho del Secretario de Estado James Baker en sus gestiones en el Sahara, dice en su libro que hizo «numerosos esfuerzos» para encontrar apoyos en otras áreas del Gobierno estadounidense que permitieran que la consulta se realizara». Con una sinceridad poco común entre los políticos norteamericanos, Bolton se pregunta en su recién editado libro «qué ha pasado con el apoyo de la Administración Bush a la democracia en el Gran Oriente Próximo, si ni siquiera respalda un referéndum libre».
Aunque ya era sabido que el principal obstáculo para la celebración del referéndum no se encuentra sólo en la negativa inflexible de la monarquía alauita sino, sobre todo, en la influencia del gobierno de los Estados Unidos que la apadrina, las manifestaciones de John Bolton ayudan a comprender ahora las prisas de los grandes empresarios canarios por comenzar a realizar grandes inversiones en el Sahara ocupado.
De igual manera, tras estas revelaciones puede comprenderse con mayor claridad si cabe quienes son los que están financiando los cambios de posicionamiento experimentados por conocidos políticos canarios del establishment, en relación con el proceso de autodeterminación exigido reiteradamente por las Naciones Unidas.
Las recientes y estrechas conexiones entre la burguesía del Archipiélago y la Administración Bush, así como sus íntimas relaciones con las Cámaras de Comercio norteamericanas, son una clara muestra de hacia donde se desea orientar las relaciones entre Canarias y el norte del continente africano. Las grandes fortunas del Archipiélago, acumuladas a lo largo de los dos últimos decenios en base a los negocios especulativos e inmobiliarios, se han sentido envalentonadas con la posición norteamericana en relación con el norte de África. El apoyo norteamericano a las tesis «autonomistas» marroquíes es considerado por los inversores isleños como una sólida garantía para la recolonización económica de ese territorio ocupado. No obstante, el ministro saharaui de los Territorios ocupados, en unas declaraciones realizadas a los medios de comunicación de las islas, ha hecho una seria advertencia a los empresarios canarios: «En las presentes circunstancias, las inversiones canarias en el territorio ocupado del Sahara son ilegales».
Los lazos entre estos sectores empresariales canarios y la Administración norteamericana se han hecho tan estrechos que el propio presidente Bush invita frecuentemente a sus fiestas a Ángel Luis Tadeo, uno de los más relevantes empresarios del negocio del ladrillo y la especulación en Canarias. Destacados políticos de la derecha canaria, como el ex presidente del gobierno autónomo Lorenzo Olarte y el actual alcalde de Las Palmas Jerónimo Saavedra, forman parte del lobby promarroquí en las islas. Conocidos políticos del PSOE, como el senador Arcadio Díaz Tejera, son asiduos asistentes a las fiestas organizadas por el cónsul marroquí en el Archipiélago. El fortalecimiento del lobby llega últimamente a tales extremos, que las tesis promarroquíes encuentran amplios espacios en la prensa de las islas. En una intensa campaña orquestada en algunos de los principales rotativos de las Islas, destacados amanuenses de la pluma han puesto su tinta al servicio de los intereses marroquíes. Este es el caso, por ejemplo, del militante socialista y director de La Provincia Ángel Tristán Pimienta. Otra de las plumas complacientes con los intereses marroquíes en las Islas es la de Juan Rodríguez Betancor, «teórico» de la Cámara de Comercio de Las Palmas. Con desafortunado malabarismo argumental este «ex progre» trata de convencer a sus lectores de la supuesta «evolución democrática» de la monarquía feudal alauita. El propósito de los «sesudos análisis» de Tristán Pimienta y Rodríguez es el de sembrar, a través de los medios de comunicación, argumentos envenenados que descoyunten la amistad histórica entre saharauis y canarios.
La ofensiva promarroquí se ha convertido en hegemónica en unas islas en las que la solidaridad con el pueblo saharaui fue siempre muy intensa. No son pocos los que empiezan a plantearse ya si no ha llegado la hora de que sean las organizaciones sociales las que asuman, con independencia, la solidaridad con el pueblo saharaui, prescindiendo de determinadas servidumbres partidistas, cuyos compromisos políticos no hacen más que entorpecerla.