Con los demócratas tomando tibiamente la ofensiva y logrando establecer un límite a las operaciones de combate en Irak en 2008, el repudio más concreto hasta la fecha de la política bélica de la Casa Blanca, y por otro lado los escándalos políticos que empiezan a dañar seriamente al Poder Ejecutivo, el presidente George W. […]
Con los demócratas tomando tibiamente la ofensiva y logrando establecer un límite a las operaciones de combate en Irak en 2008, el repudio más concreto hasta la fecha de la política bélica de la Casa Blanca, y por otro lado los escándalos políticos que empiezan a dañar seriamente al Poder Ejecutivo, el presidente George W. Bush se encuentra cada vez más sitiado.
El Senado está a punto de aprobar una legislación para financiar la guerra en Irak que establece, en una medida no obligatoria, una fecha para el retiro gradual de las tropas que culmine con un retiro pleno para finales de marzo de 2008. La Cámara baja ya aprobó un proyecto parecido, aunque éste con una medida obligatoria, que requiere el retiro de la mayoría de las tropas de combate de Irak para septiembre de 2008.
Bush reiteró hoy su rechazo a una fecha límite para retirar las tropas y afirmó que anulará la legislación con un veto. Imponer una fecha «arbitraria», dijo, es socavar a las tropas y sería «desastroso», algo que sólo beneficia a los «enemigos» de Estados Unidos. Acusó que algunos legisladores «creen que al postergar el financiamiento para nuestras tropas, pueden obligarme a aceptar restricciones sobre nuestros comandantes que yo creo harían más probable el retiro y la derrota. Eso no va a ocurrir».
El liderazgo demócrata respondió que Bush es quien pone en riesgo a las tropas. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder de la mayoría demócrata del Senado, Harry Reid, enviaron una carta al presidente declarando que la Casa Blanca está promoviendo «una estrategia política que demorará innecesariamente el financiamiento de nuestras tropas» en lugar de trabajar con el Congreso.
Así, cada lado busca culpar al otro de «no apoyar a las tropas». Pero en los hechos, la mayoría de los estadunidenses e importantes corrientes militares y de expertos no apoyan al comandante en jefe, y las noticias desde el frente de guerra no ayudan en lo más mínimo al argumento de la Casa Blanca.
Y es cuando esto a veces es más bien una tragicomedia. Hoy el presidente citó a dos «bloggers«, y a un sargento estadunidense, para ofrecer pruebas «alentadoras» de que su propuesta de enviar una «oleada» de hasta 30 mil tropas más está brindando resultados. ¿Y quiénes son los bloggers? Son dos dentistas iraquíes que escriben en inglés y que conocieron al presidente hace un par de años. Hasta los reporteros se quedaron sorprendidos y preguntaron a voceros si la Casa Blanca depende ahora de dentistas bloggers para saber lo que pasa en el terreno de la guerra.
A la vez, el gobierno de Bush enfrenta una serie de problemas de imagen y comportamiento que continúan minando su credibilidad. Desde el juicio al jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney al desastre por las revelaciones de las condiciones del centro médico militar Walter Reed, a las investigaciones de relaciones corruptas con cabilderos, al asunto por el despido de ocho fiscales federales aparentemente por motivos políticos, se está nublando cada vez más el panorama político para Bush, lo cual está causando alarma aun entre los círculos leales al presidente.
Todo indica que la crisis política en torno al íntimo amigo de Bush, el procurador general Alberto Gonzales, está por culminar. Como reportó ayer La Jornada, Gonzales está indicando por primera vez que considera la posibilidad de retirarse del cargo; este jueves podría haber más motivos para que el encargado del Departamento de Justicia empiece a empacar sus pertenencias, cuando sus ex subordinados empiecen a comparecer ante comités legislativos que investigan el asunto.
Legisladores republicanos se han visto obligados a criticar y/o distanciarse de su propio presidente por estos problemas y temen que el asunto del procurador general como el trato a las tropas, y sobre todo la guerra, tendrá un grave costo político-electoral para su partido. Por lo tanto, algunos están abandonando -o por lo menos no defendiendo- al máximo líder de su partido en varios de estos frentes.
No ayudan al gobierno revelaciones de casos como el de Pat Tillman.
Tillman, estrella de futbol americano quien decidió dejar un contrato multimillonario con un equipo profesional y sumarse al ejército para cumplir con su deber patriótico después de los atentados del 11-S, fue muerto en Afganistán el 22 de abril de 2004. Le otorgaron una medalla póstuma -la Estrella de Plata- por su valor frente al enemigo. Sin embargo, resultó que fue acribillado por «fuego amigo», o sea, de las fuerzas estadunidenses, algo que se sospechaba desde un inicio pero que fue encubierto.
Después de varias investigaciones del Pentágono, esta semana se concluyó que varios oficiales, incluidos cuatro generales, habían cometido una serie de acciones indebidas. Sin embargo, aún no se sabe quién cambió el guión de una muerte accidental de balas de sus propias filas, a una historia inventada de heroísmo.
«Inventaron una historia… y creemos que lo hicieron para promover la guerra», acusó ayer la madre del soldado, Mary Tillman. Su familia, en una declaración pública, denunció que el otorgamiento de la medalla fue «parte de un diseño cínico para encubrir los eventos reales a la familia y al público, mientras explotaban la muerte de nuestro querido Pat como un póster de reclutamiento».
En tanto, se debate sobre calendarios. «Los calendarios para el retiro no sólo son moralmente reprensibles en el caso de una ocupación brutal… pero lógicamente insensatos», escribe el historiador Howard Zinn en la revista The Progressive. «Si nuestras tropas están previniendo la guerra civil, ayudando a la gente, controlando la violencia, ¿entonces por qué retirarse? Pero si de hecho están haciendo lo opuesto -provocando la guerra civil, dañando a la gente, perpetuando la violencia- deberían retirarse tan pronto que los buques y aviones los puedan regresar a casa».