Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El así llamado grupo de contacto Libia -ese eufemismo que define la minúscula «coalición de los dispuestos» Occidental/Emiratos del Golfo- se reúne en Doha, Qatar, antes de reuniones ministeriales de la OTAN en Berlín, en medio de una atmósfera de farsa total.
El ex ministro de exteriores libio y actual desertor a Gran Bretaña, Musa Kusa es un partidario incondicional de la reunión de Qatar y trata de convencer a los «rebeldes» del Consejo Nacional Interino (INC, por sus siglas en inglés) de que la única solución posible por el momento implica que el coronel Muamar Gadafi se mantenga en el poder.
Es también, por coincidencia, exactamente lo que dice el mediator, Turquía. No es una maravilla que los «rebeldes» y sus patrocinadores -la briosa pareja anglo-francesa liberadora de árabes del presidente Nicolas Sarkozy y del primer ministro David Cameron – están furiosos, e intrigados.
El jefe de la misión de la Unión Africana (UA) a Libia, el presidente sudafricano Jacob Zuma – cuyo país es el único miembro del grupo BRICS que apoyó la resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Brasil, Rusia, India y China se abstuvieron) – estaba convencido de que Gadafi había apoyado el mapa de ruta de la UA, que comenzaba por un cese al fuego. Pero no ha habido cese al fuego hasta ahora. El muro de desconfianza entre Gadafi y el tándem rebeldes/OTAN ha alcanzado proporciones himalayescas. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, subraya permanentemente que Gadafi «no cumple sus promesas». Gadafi no está bastante loco como para dejar de combatir mientras la OTAN siga bombardeando.
En cuanto a EE.UU., la secretaria de Estado Hillary Clinton -quien junto a sus amazonas: la enviada ante la ONU, Susan Rice, y la asistente del Consejo Nacional de Seguridad, Samantha Power, impusieron esta lamentable aventura a la renuente Casa Blanca – también subrayan ahora un cese al fuego (pero siempre que incluya un «cambio de régimen»).
Es bastante útil comparar el enfoque de la UA -desarrollado por Sudáfrica, Uganda, Mali, Mauritania y Congo-Brazzaville- con el de la OTAN. Una vez que haya un cese al fuego respetado por ambas partes, vendrá el establecimiento de corredores humanitarios; civiles, gente del país y extranjeros (especialmente trabajadores migrantes africanos) pueden ser protegidos; y podrá comenzar un diálogo político nacional, que represente «las legítimas aspiraciones de democracia del pueblo libio».
El INC no está en condiciones de dictar sus condiciones a Gadafi. Existe ciertamente un riesgo de que se llegue a un cese al fuego después del actual impasse, que cristalice la balcanización de Libia – este y oeste. Pero parece que virtualmente ningún libio desea apoyar esa posibilidad. La UA se muestra simplemente pragmática. Libia -junto con Argelia, Egipto, Nigeria y Sudáfrica- financia un 75% del presupuesto de la UA.
Gadafi es amigo de la mayoría de los 53 miembros de la UA: Mauritania, Mali y Congo-Brazzaville, se beneficiaron considerablemente de grandes inversiones libias (en los hechos, no menos de 31 países africanos lo hicieron).
Además, los mediadores son africanos – no neocoloniales europeos. Zuma de Sudáfrica, sería el primer en repudiar visceralmente una Libia dominada por anglo-franceses. Hubo amplias sospechas sobre los motivos de Zuma cuando Sudáfrica votó por la resolución 1973 de la ONU. En todo caso, el hecho es que ahora Zuma dice que los cuatro principales BRICS más Alemania decían antes del voto: esta resolución redactada por los anglo-franceses es ilimitada. Y abre la puerta para que Occidente deponga a cualquier líder africano que se le ocurra, cuandoquiera lo desee.
El presidente ugandés, Yoweri Museveni, también ha sido esencial en esta mediación. Considera a Gadafi un verdadero nacionalista – y como la mayoría de sus pares africanos, para no mencionar al Medio Oriente y al Movimiento No-Alineado (NAM) en el mundo en desarrollo, favorece a nacionalistas en comparación con títeres extranjeros al estilo del INC.
Valores comunitarios
La mediación de la UA destruye finalmente el mito de que sea la «comunidad internacional» la que lucha contra el mismo viejo «cruel dictador» satanizado en Libia. A menos que uno considere que la «comunidad internacional» está formada por siete miembros de los 28 miembros de la OTAN (Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Dinamarca, Noruega, Canadá y EE.UU.) más esos dos parangones de la democracia en el Golfo Pérsico, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Un «Cambio de régimen» (que no forma parte de la resolución de la ONU) cuenta con apoyo; pero sólo en Washington, Londres, París and Bengasi.
Ahora comparemos el realismo de la posición de la UA -similar a la de Turquía- con la patética trifulca entre los anglo franceses y la OTAN. Londres y París quieren que la OTAN siga adelante con su demencial campaña de bombardeo – como si las bombas de la OTAN pudieran ser programadas para solo diezmar a libios favorables a Gadafi.
Viniendo de dos enanos políticos como el secretario de exteriores británico, Willian Hague y el ministro de exteriores francés Alain Juppe, no es ninguna sorpresa. Por su parte el brigadier general de la OTAN, Mark van Uhm, trató de intervenir en Bruselas, advirtiendo -correctamente- que las fuerzas de Gadafi se adaptaron a los ataques aéreos favoreciendo «tácticas de pegue y corra por columnas motorizadas de camionetas a fin de desgastar psicológicamente a las fuerzas de oposición en lugar de ganar terreno».
De modo que la OTAN reconoce que no puede causar choque y pavor al enemigo sin provocar un genocidio. Y los adultos en el cuadro son los africanos – que han presentado una fase final plausible. Sólo París, Roma y Doha han reconocido al INC como gobierno libio de facto (no puedo resistir la comparación con que sólo Arabia Saudí, Pakistán y los EAU reconocen a los talibanes).
Es significativo que Washington ha sido por lo menos más realista. Ahora depende de que los «rebeldes» infestados por la CIA, cargados de oportunistas, marginalmente vinculados a al-Qaida, y a sus patrocinadores anglo franceses, despierten y huelan el café arábigo.
Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge«. Su último libro es «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: [email protected].
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