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Chad, un minué en el Sahel

Fuentes: Rebelión [Imagen: El presidente del Consejo Militar de Transición, la junta militar que controla Chad, Mahamat Idriss Déby Itno, en una imagen de archivo.PRESIDENCIA DE CHAD / EUROPA PRESS]

Por fin en el Chad las cuestiones políticas se han resuelto y el panorama confuso que se cernió sobre el país tras la muerte en combate del presidente Idriss Déby en abril del año pasado se han aclarado. Y ahora sí, la república del Chad es gobernada por una dictadura en toda la norma. Mahamat Déby, un general de 38 años hijo del difunto presidente que gobernó el país durante treinta años, será presidente hasta el 2024.

El joven Déby, que hasta la semana pasada solo fungía como líder del Consejo Militar de Transición (CMT) que se hizo cargo del país tras la muerte de Idriss, abortando la asunción del presidente del Parlamento como lo establecía la constitución. Y por si a alguien le quedaba dudas del carácter dictatorial de la nueva junta militar, también clausuró el Parlamento y suspendió la Constitución.

Gracias al poder omnímodo que le da el control del ejército, a su pertenecía a la etnia zaghawa -si bien no es la más numerosa- a muchos de sus miembros que han conseguido escalar a posiciones de prevalencia en el ejército, el aparato político y del Estado, sumado a la sórdida aprobación de Francia, el pasado 12 de octubre ha asumido como presidente formal de los casi 17 millones de chadianos para dar continuidad a esta dictadura que, como la de su padre en cinco oportunidades, se encubrió en procesos electorales formales.

Para salpicar al nuevo Gobierno de algunas máculas democráticas, designó Primer Ministro al experiodista y líder de la oposición Saleh Kebzabo, quien fue derrotado en cuatro elecciones presidenciales por Idriss, reemplazando al primer ministro Albert Pahimi Padacke, un hombre del establishment, que había sido nombrado por el CMT poco después de que Mahamat tomase el poder en abril del 2021.

El Consejo Militar  había establecido originalmente una ruta hacia un proceso eleccionario en el término de un año y medio. Además aseguraba que el joven Déby no participaría en él, lo que no solo había sido prometido al pueblo chadiano, sino también a la Unión Africana (UA) y a la comunidad internacional.

A lo largo de este año y medio la aspiración de la junta se concentró en los resultados de la cumbre de Doha (Qatar), en la que por cinco meses discutió una delegación de los militares con una cuarentena de grupos y organizaciones opositoras que en agosto pasado lograron arribar diferentes acuerdos para pacificar el país, que desde hace décadas vive en un estado larval de guerra civil que por momentos escala a situaciones como la que le costaron la vida al presidente Idriss.

Más allá de los acuerdos de Doha, el punto importante es que algunos grupos armados no han aceptado lo resuelto, entre ellos el Front pour l’alternance et la concorde au Tchad (FACT), la fuerza insurgente más importante, lo que deja en evidencia que nada se ha resuelto en realidad y solo ha sido un vano intento de alejar un tiempo el estallido de la guerra civil.

Mientras tanto, en las calles de la capital, N’Djamena, las voces que más se escuchan son las opositoras al nuevo presidente Mahamat Déby, las cuales sostienen que todo seguirá igual en el país, incluso el apellido del dictador.

En el convulso marco político-militar que se está viviendo en el Sahel y otras regiones del continente, es poco probable que los militares chadianos alcancen el 2024 incólumes.

El país, que se encuentra entre los tres más pobres del mundo, está asediado por la crisis climática, que generó una emergencia alimentaria tras una larga sequía. La estación de lluvias fue la más intensa de los últimos 30 años, produciendo inundaciones en amplios sectores del país. Lo que se ha sumado a la disparada de los precios de los alimentos, profundizando todavía más el hambre crónica de millones de sus pobladores los que para el Banco Mundial representan cerca del 42 por ciento de la población, que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza.

Las protestas contra el CMT, se han irradiado desde N’Djamena a ciudades y pueblos del interior, exponiéndose a una solución brutal del ejército, uno de los mejor preparados y armados de África. En el noreste, las milicias del FACT golpean al ejército de manera intermitente. Combatiendo en una de esas irrupciones es donde encontró la muerte el presidente Idriss. Dichas milicias ya han amenazado con avanzar hacia la capital. En la región del lago los grupos takfiristas nigerianos Boko Haram y el ISWAP (Islamic State West Africa Province) desde hace años operan libremente, atacando bases y campamentos del ejército y comunidades y aldeas de la cuenca del lago Chad próximas a la frontera con Nigeria.

Mientras el Consejo Militar de Transición, se aferra a Francia, la expotencia colonial que ha mantenido a Chad como gendarme de toda la región, en las protestas se incrementa el odio a la vieja metrópoli, como ya ha sucedido en Mali, Burkina Faso y Níger. Por lo que París deberá monitorear, con extrema atención, las corrientes políticas en el interior del ejército intentando evitar que se repita lo que ya sucedió en Mali y Burkina Faso, donde las juntas militares no solo se alejaron de la influencia francesa, sino que se han acercado de manera abierta a Rusia, país que en el continente está incrementado fuertemente su presencia.

Quizás estas sea razón por la que Unión Africana, (UA), que se ha convertido en un operador más de las potencias occidentales en el continente, ha decidido no sancionar a N’Djamena, como si lo hizo en los casos de Bamako y Uagadugú, tras los respectivos golpes militares.

Una de las muy pocas fuentes de financiación del país son los beneficios que dejan las compañías extranjeras que explotan el petróleo, pero desde siempre la élite gobernante junto al ejército, que cuenta con la escalofriante cifra de 500 generales, han usufructuado esos beneficios sin que derramen a los millones de desangelados del país.

Un camino sinuoso a la concordia

Saleh Kebzabo, un hombre de 75 años con una importante trayectoria como político y periodista, a su llegada al cargo de Primer Ministro ha declarado que la “unidad (nacional) es la única solución para salir de la crisis”, por lo que será fundamental para el país apaciguar a la insurgencia armada e iniciar un amplio diálogo político, por lo que está intentando acercar a la mesa de negociaciones a Mahamat Mahdi Ali, jefe del FACT, quien contestó que las condiciones para el diálogo, seguían siendo “elecciones libres y justas sin participación de los militares”, además de exigir la liberación de sus camaradas detenidos tras la muerte del presidente Idriss.

Tras conocerse la designación de Kebzabo al cargo, muchos lo han acusado de oportunista, mientras en un comunicado de las FACT, se dijo que “deberá soportar todas las consecuencias de su engaño”.

Mientras Brice Mbaimong Guedmabaye, exsocio político de Kebzabo y actual líder del Movimiento de Patriotas Chadianos por la República, uno de los partidos más importantes del país, declaró que “Hay grupos de presión que están haciendo todo lo posible para mantener a la junta en el poder en contra de la voluntad del pueblo”, refiriéndose esencialmente a sectores del ejército y a Francia, que se ha convertido en algo así como un gerente de las petroleras que operan en el país.

Mientras que los resultados de las conversaciones de Doha parecen desmoronarse, la oposición se aleja de las últimas decisiones de la junta y ha comenzado a accionar políticamente en el exterior, por lo que una delegación de la coalición opositora, Wakit Tama (Ahora es el momento), que ha sido una gran animadora de las protestas ciudadanas desde abril 2021, inició una gira por Europa en procura de apoyo para presionar a los militares. Al mismo tiempo Les Transformers, el partido más radical de la oposición, continúa alentado más protestas tras el impulso anímico que consiguió cuando los tribunales militares desistieron de convocar a su líder, Succes Masra, para interrogarlo tras una serie de enfrentamientos callejeros con la policía y organizar manifestaciones no autorizadas.

Es claro que hoy tanto el presidente Mahamat Déby como el Consejo Militar de Transición, que lo apoya, tendrán que hacer un drástico movimiento político si no quieren precipitar al país a un baño de sangre.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.