Recomiendo:
0

China como fuerza vital para África

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Hombres de negocios chinos que se despliegan por África estos días necesitan una piel de elefante. Son acusados demasiado a menudo de ser explotadores, empleadores brutales, y el insulto máximo – neocolonialistas, interesados solamente por despojar al continente de su riqueza en minerales.

¿Pero es justa esa idea?

No cabe duda de que lo que lleva a inversionistas chinos a África está bajo el suelo, no encima. Esto, sin embargo, no refleja toda la historia. El dinero comienza a ser destinado cada vez más en cualquier cosa, desde la construcción a la agricultura a la industria pesada.

Este mes, por ejemplo, la firma energética china Sinopec se asoció con su contraparte sudafricana PetroSA para estudiar la construcción de una refinería de petróleo por 11.000 millones de dólares en la costa oeste del país. Es sabido que las refinerías son poco lucrativas, con márgenes escasísimos. Ya que Sudáfrica no tiene reservas probadas de petróleo o gas, la planta propuesta dependería de importaciones, y tendría que servir el mercado local para ser viable.

Por ello, la planta servirá el mercado sudafricano y no será utilizada para procesar exportaciones a China. Es solo la última de inversiones semejantes que demuestran una disposición de inversionistas chinos por echar raíces e infraestructura en África. También muestra que el safari del dragón de China tiene que ver con más que el encuentro de materias primas para la exportación.

En 2007, Industrial and Commercial Bank of China (ICBC) pagó 5.500 millones de dólares por una participación de 20% en Standard Bank of South Africa, el mayor prestamista del continente. El acuerdo causó muchas quejas en Sudáfrica en su momento, sobre todo porque pocos en esta parte del mundo habían oído hablar de ICBC.

Hoy en día, sin embargo, la cooperación se ha desarrollado hasta ser una de las alianzas bancarias más exitosas en África. Standard tiene más de 500 sucursales en 17 países del continente, que en su mayoría ofrecen yuanes fácilmente cambiables por monedas locales. La disponibilidad de la moneda china facilita pagos para subcontratistas y la obtención de préstamos para empresas en las que participan corporaciones chinas.

Y lo hacen cada vez más.

«La agricultura, así como servicios como la banca, finanzas, y seguros, forman parte de los nuevos sectores en los que China invierte en el continente», dice Daoude Cisse, un asociado investigador del Centro de Estudios Chinos en la Universidad Stellenbosch en Sudáfrica.

La inversión directa de China en África llegó a 13.000 millones de dólares en 2011, dice Cisse, y el comercio total para el año fue de 155.000 millones. «China ha contribuido al crecimiento económico africano, convirtiendo a algunos países africanos en las economías de más rápido crecimiento en el mundo.

China tiene interés en exportar no solo bienes manufacturados, sino ideas; planea construir seis o siete «Shenzhens africanos» – una referencia a la zona económica especial de aldea a mega ciudad en el sur de China- lo que está siendo considerado en varios países de todo el continente. En Mozambique, uno de los países más pobres de África, patrocinadores chinos financiaron un parque industrial por 26 millones de dólares para establecer un centro de manufactura textil y de vestimenta.

Esto no ha impedido un progresivo resentimiento contra la creciente influencia económica china. El año pasado, Zambia, rica en cobre, eligió a Michael Sata como presidente, un candidato que hizo campaña con una plataforma fuertemente cargada de retórica anti china.

«Los chinos son muy astutos. Los conozco muy bien», dijo Sata en una entrevista muy publicitada en una estación de radio danesa durante los preparativos para su elección. Había aprovechado un sentimiento generalizado entre zambianos comunes y corrientes de que los chinos eran competidores, en lugar de ser inversionistas, dentro del país.

Después de hacerse cargo de la presidencia, Sata ha calmado su ardiente lenguaje y se ha esforzado por reparar la malograda relación. Semejantes contratiempos se han hecho más frecuentes a medida que más y más chinos participan en el tejido económico de África. Una parte de las críticas son justificadas – los zambianos todavía se irritan por los disparos y heridas de 11 mineros que protestaban contra el pago por supervisores chinos hace varios años.

Gran parte del descontento, sin embargo, es desubicado. En parte se puede culpar a expectativas poco realistas. Cuando numerosas compañías chinas comenzaron a aparecer en países desde Angola a Ruanda, su capacidad de tolerar un alto nivel de riesgo, para no hablar de la incomodidad, las destacó en contraste a competidores occidentales.

En lugar de oficinas con aire acondicionado y campamentos de expatriados que serían esperados por sus contrapartes estadounidenses, británicas y francesas, los ingenieros chinos sudaban en el calor y se alojaban en tiendas de campaña o remolques.

Aunque las compañías chinas puedan ser menos opuestas a los rigores de África que otras, hay límites a lo que puedan aceptar – un punto que muchos críticos olvidan frecuentemente. Por ejemplo, existe una evidente preferencia por la inversión en países en los cuales la infraestructura es buena, y las leyes, especialmente las regulaciones referentes a la propiedad, son respetadas.

No es sorprendente que la mayor parte de la inversión china siga teniendo lugar en Sudáfrica, la economía más grande y mejor desarrollada del continente. Recibió 4.150 millones de dólares en inversión china, más de la mitad del total del continente.

«Los requerimientos políticos para atraer inversiones chinas son en realidad muy similares a aquellos para otros inversionistas», dice Cisse. «Desarrollo de la infraestructura, estabilidad política y económica, integración comercial y económica regional entre diferentes países africanos».

La agricultura es un ejemplo; hasta ocho de cada diez africanos viven de la tierra, y la pobreza rural se equipara a la de China durante gran parte del Siglo XX. La mejora autosuficiente del sector agrario de China es atractiva para numerosos africanos, pero la idea de vender sus apreciadas tierras ancestrales a extranjeros sigue siendo un tema delicado.

Para los inversionistas chinos, la mala protección de los derechos de propiedad se suma al riesgo de invertir dinero en la agricultura. Esto explica en gran parte el motivo por el cual la agricultura representó menos de un 4% de la actividad de inversión china en África en 2009, según cifras de la Oficina de Información del Consejo Estatal (IOSC).

A pesar de todo, los chinos no dejan totalmente de lado la agricultura. Más de 150 proyectos agrícolas de diversos tipos están repartidos por todo el continente. Considerando el vasto apetito de China por importaciones de alimentos, semejantes acuerdos probablemente aumentarían exponencialmente si se concretaran los temas legales en relación con la propiedad de la tierra.

Otros sectores también experimentan un sustancial interés chino. Según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional, Etiopía, uno de los países más pobres del mundo y carente de recursos minerales significativos que valga la pena mencionar, ha atraído substanciales inversiones chinas. En Occidente, Etiopía es vista como un símbolo de hambruna y pobreza; para los chinos, parece, Etiopía es un país de oportunidades con 80 millones de consumidores.

«El financiamiento chino (inversión directa extranjera -o FDI- y préstamos) en Etiopía no rica en recursos es impulsado primordialmente por un mercado grande y creciente (con más de 80 millones de personas, la segunda población por su tamaño en África sub-Sahara), y por las oportunidades de participación en grandes proyectos de inversiones públicas, en lugar de una busca de recursos», dice el informe.

«De hecho, el sector manufacturero es responsable por la mayor cantidad de FDI chino en Etiopía, atraído por la mano de obra de bajo coste y el alquiler de tierra en gran escala, fuera del tamaño del mercado etíope».

Incluso ha habido informes que sugieren que fabricantes chinos, particularmente de calzado, están relocalizando instalaciones de producción en Etiopía para escapar de los crecientes costes dentro de China.

En 2009, la manufactura representó un 22% de toda la actividad económica china en África, según IOSC. No es mucho menos que la minería, que recibe cerca de un 29%.

Desde la tercera Conferencia Ministerial del Foro sobre Cooperación entre China y África, realizada en Beijing en noviembre de 2006, Beijing ha acelerado las cosas en el continente. Como resultado, África, que fue otrora el centro de preocupación del mundo, comienza a emerger como una fuerza económica por derecho propio.

………

Gavin du Venage es un escritor especializado en el mundo de los negocios en Sudáfrica, sobre todo en el análisis de materias primas e inversiones.

(Copyright 2012 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/China/NF08Ad01.html