Un reciente artículo de opinión publicado en el New York Times por Dambisa Moyo mantiene la firme posición de que el papel de la República Popular de China en África es positivo. Esto ocurre en medio de las crecientes intervenciones militares de EE.UU., Reino Unido y Francia en el continente que se ha traducido en […]
Un reciente artículo de opinión publicado en el New York Times por Dambisa Moyo mantiene la firme posición de que el papel de la República Popular de China en África es positivo. Esto ocurre en medio de las crecientes intervenciones militares de EE.UU., Reino Unido y Francia en el continente que se ha traducido en la destrucción masiva de Libia, Somalia y Costa de Marfil. Moyo señala en su artículo que «A pesar de todo el alarmismo, los motivos chinos para invertir en África son en realidad muy puros. Para satisfacer a su población y evitar una crisis de legitimidad de su gobierno, los líderes en Beijing necesitan mantener tasas de crecimiento económico alto y continúan sacando a cientos de millones de personas de la pobreza». (NYT, 27 de junio). También señala que China necesita las tierras cultivables, petróleo y minerales.
Las ambiciones imperiales o coloniales sobre las masas pobres en estos países es algo totalmente irracional y está fuera de sintonía con el con el actual pensamiento estratégico de China. «Sin embargo, a pesar de que los EEUU y otros países de la OTAN se enfrentas a la peor crisis económica desde la Gran Depresión con un alto desempleo y aumento de la pobreza, los objetivos imperialistas de Occidente están claramente orientados en su política exterior hacia África», dice Moyo. Su artículo es oportuno porque aparece un año después de que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, visitase Zambia, un país del África Meridional, donde arrogantemente le dijo al gobierno y al pueblo que «la ayuda exterior de China y las prácticas de inversión en África no siempre han sido coherentes con normas internacionales generalmente aceptadas de transparencia y buen gobierno, y no siempre ha utilizado los talentos de los pueblos africanos en la búsqueda de sus intereses comerciales». (Reuters, 10 de junio de 2011) Esta declaración se produjo al mismo tiempo que los EEUU junto con sus aliados de la OTAN estaban bombardeando Libia.
Libia era antes de la caída de Gadafi el país más próspero y estable del continente. A pesar de las objeciones de la Unión Africana, tal como está indicado en numerosas resoluciones y declaraciones públicas para exigir una solución negociada de la crisis de Libia, Washington y sus socios de la OTAN ignoraron totalmente la voluntad de los gobiernos y pueblos del continente y continuaron la guerra que dio lugar al cambio de régimen y el asesinato del coronel Muammar Gaddafi. Estas acciones en Libia siguen un patrón histórico del colonialismo, como cuando la esclavitud, el neocolonialismo, tal y como se refleja en los tiempos modernos a través de la oposición de Washington a todos los genuinos movimientos de liberación nacional y los gobiernos progresistas de África. Refutando la afirmación de Clinton, el presidente de Zambia, Rupiah Banda, señaló que «Nuestro país ha mantenido una relación estrecha con China desde antes de la independencia (en 1964)». El Presidente continuó diciendo que China había prestado asistencia a numerosos países africanos para hacer frente a la crisis financiera mundial, en diferencia a los EEUU. Más tarde, en la vecina Tanzania, Clinton advirtió que estaba en marcha un «nuevo colonialismo en África de los inversores extranjeros y los gobiernos interesados sólo en la extracción de los recursos naturales para enriquecerse». (China Daily, 17 de junio de 2011)
Aunque la jefa de la diplomacia de EEUU no mencionó a China por su nombre, las implicaciones eran obvias. Según China Daily, «Lo más irónico es que Hillary Clinton, al parecer, no sabe el significado de Dar Es Salaam, Tanzania, en la historia de relaciones chino-africanas. Es el lugar donde China construyó su primer ferrocarril de Tanzania y Zambia», durante la década de 1970 bajo el liderazgo del Presidente Mao. El periódico China Daily continúa diciendo que su gobierno invirtió en el proyecto que se ha beneficiado enormemente a la población local, y los trabajadores chinos soportaron las condiciones climáticas extremas y se sacrificaron para completar este proyecto ferroviario en los terrenos más difíciles. «Otras transferencias científicas tecnológicas tienen el potencial para hacer frente a la crisis agrícola en África. Se han enviado científicos a Níger y Nigeria para poner en práctica un programa de preservación de los recursos hídricos patrocinado por el gobierno chino y las Naciones Unidas». (Xinhua, 2 de julio)
Los científicos chinos están investigando y formando personal local en Niamey, Dosso, Tahousa, Maradi y Zinder, en el sur del Níger, así como en el estado de Kano, en Nigeria. El proyecto está diseñado para abordar el problema de los recursos hídricos que afecta el desarrollo agrícola y la cría de animales que es causado por la sequía y la expansión de los desiertos. EEUU, bajo la presidencia de Clinton, estableció lo que se conoce como la Ley de Oportunidad y Crecimiento de África (AGOA) pero ha sido inconsistente en el suministro de provisiones de inversiones por las empresas que han abierto fábricas en varios países. A pesar de que la Brookings Institution dice que la AGOA ha creado 300.000 puestos de trabajo en el continente, miles de estos empleos se han perdido debido a la torpeza burocrática por parte del gobierno de los EEUU. Nicholas D. Kristof, un defensor de larga data de la intervención de Washington en África, tanto militar como económicamente, intentó colocar la responsabilidad de la mayoría de los problemas de corrupción en el interior de varios Estados-nación en el continente.
Sin embargo, Kristof se vio obligado a admitir que «En Lesotho, cerca de 5.000 trabajadores de la confección han perdido sus empleos debido a este retraso exasperante del Congreso» en la renovación de la AGOA.
Mientras que Estados Unidos es percibido en gran parte de África como una zona de desastre, China es visto como la promesa en el continente». (NYT, 30 de junio)
En Zimbabue, el gobierno se ha visto negativamente afectado por las sanciones impuestas por EEUU, Reino Unido, UE y Australia. La razón de esta guerra económica contra Harare es que el partido gobernante ZANU-PF ha puesto en marcha un programa de reforma agraria integral, para recuperar el 50 por ciento de las tierras robadas por el imperialismo británico hace un siglo, durante el advenimiento del colonialismo.
Los imperialistas occidentales han negado comercio y la inversión a Zimbabue y han apoyado a las fuerzas de la oposición empeñados en socavar la reforma agraria y la soberanía nacional. China ha construido fuertes lazos económicos con Zimbabue, cuyo movimiento de liberación apoyó en los años 1960 y 1970 durante la guerra por la independencia contra los colonizadores británicos. China también ha defendido a Zimbabue y Sudán cuando ambos países fueron amenazados con nuevas sanciones por el Consejo de Seguridad de la ONU. Los estados imperialistas han continuado con sus políticas de oponerse a cualquier esfuerzo sincero por parte de los Estados africanos para buscar un desarrollo que sirva a los intereses de las personas. En consecuencia, Occidente seguirá siendo percibida como una fuerza negativa en África, mientras que el papel de China está creciendo en popularidad. Un informe de Pew Investigation indica que en 10 estados africanos la mayoría tiene una opinión favorable del papel de China en el continente. En Senegal, el 86% dijo que China hacer mejor las cosas, mientras que sólo el 56% tenía una opinión buena de EEUU en este sentido. Incluso en Kenia, cuyo gobierno es un estrecho aliado de Washington, el 91% de los encuestados dijeron que creían que el papel de China es positivo, cifra que baja al 74% en caso de EEUU.
Azikiwe Abayomi es el editor de Pan-African News Wire