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Reseña de “Bienvenido, Míster Mao” (Akal), de Xulio Ríos

China, los claroscuros del gigante

Fuentes: Rebelión

No se trata hoy de una mole geopolítica, de 9,5 millones de kilómetros cuadrados y 1.300 millones de habitantes, opaca y silenciada. Pero tampoco resulta sencillo encontrar fuentes que aborden la realidad China con rigor, en todos sus matices y claroscuros. Una de estas fuentes son los informes anuales del Observatorio de la Política China, […]

No se trata hoy de una mole geopolítica, de 9,5 millones de kilómetros cuadrados y 1.300 millones de habitantes, opaca y silenciada. Pero tampoco resulta sencillo encontrar fuentes que aborden la realidad China con rigor, en todos sus matices y claroscuros. Una de estas fuentes son los informes anuales del Observatorio de la Política China, coordinado por Xulio Ríos, que aporta claves de comprensión sobre este país frías y desapasionadas, además de asequibles para el lector medio. Ocurre en el informe de 2015, recientemente publicado. Puede así matizarse el esquemático lugar común que dibuja a China exclusivamente como a una brutal dictadura, que se desarrolla a costa de salarios baratos y agresiones ambientales, y que exporta capitales y compra deuda pública como cualquier otra potencia imperialista. Una visión plana y monocorde que los informes del observatorio trascienden.

Sobre la recesión en el gigante asiático, el informe reconoce «claras muestras de fatiga estructural» (enfriamiento del mercado inmobiliario, deuda o aumento de los costes laborales), que marcan el fin del modelo de crecimiento de las últimas décadas. Ahora bien, ¿qué se entiende por «enfriamiento»? Implica una tasa de crecimiento económico del 7,4% en 2014, sólo tres décimas por debajo que el de 2013, y la más baja en los últimos 24 años. Y eso, mientras las exportaciones aumentaron en 2014 un 6,1% (por primera vez en la historia, China se convirtió además en exportador neto de capital). Unos índices en todo caso envidiables para los países de la vieja Europa. Se destaca en el informe, asimismo, que la conciencia ambiental está dando un «vuelco importante» en el país (por necesidad, ya que en 2011 la esperanza de «vida sana» se situó en los 66 años, diez menos que en la mayoría de países del G-20). El sistema nacional de seguridad social ha quedado básicamente establecido, pero también se apunta la oleada de huelgas, por ejemplo, en las factorías a lo largo del río de las Perlas. En materia de derechos humanos, «avances con mucho por hacer», señala el informe en uno de sus titulares. En definitiva, la complejidad de una potencia que escapa a clichés de una pieza.

Publicado en la edición «A Fondo» de Akal, coordinada por Pascual Serrano, el libro «Bienvenido, Míster Mao», de Xulio Ríos, viene a ser una prolongación de los trabajos del Observatorio, tal vez con una perspectiva más amplia. Porque sólo con una mirada que trascienda la pequeñez del día a día puede abordarse la realidad de la segunda potencia del planeta (en 2001 era la sexta), el primer exportador global de mercancías (superó a Alemania en 2009), el principal consumidor de petróleo del mundo y que, además, se sitúa en el primer lugar de producción y consumo en sectores industriales estratégicos. Todo ello, en medio de «profundas desigualdades sociales», «desequilibrios territoriales» y un «marcado deterioro ambiental».

Más allá de condenas, adhesiones entusiastas u opiniones inconsistentes a partir de fotografías parciales, Xulio Ríos explica y aporta copiosa información estadística. Introduce argumentación de peso, interpretación y proyecciones: «La pérdida de presencia y significación del poder público en sectores clave de la economía china redundará en el avance de los sectores privados, muchos de ellos también afines al PCCh, en una proporción que por el momento no parece poner en cuestión la naturaleza fundamental de la propiedad».

El capítulo tercero de «Bienvenido, Míster Mao» se centra en las inversiones chinas en el exterior. Las empresas del país utilizan la gran acumulación de capitales de los últimos años para una política de compras globales estimulada por el gobierno de Beijing. En los últimos años se ha producido un viraje en las prioridades de China, al pasar de las tradicionales inversiones en recursos energéticos, mineros o alimenticios, a las predominantes hoy: manufacturas, acuerdos financieros, tecnología, talento o marcas. ¿A qué se refiere el autor con la expresión «apoyo oficial» a esta política inversora en el exterior? En primer lugar, al respaldo político, financiero y fiscal a las empresas autorizadas. Además, «la gran mayoría de las empresas (en torno al 70%) que han salido al exterior son de propiedad estatal», explica el autor de «China en 88 preguntas», «China pide paso. De Hu Jintao a Xi Jinping» y «Las relaciones hispano-chinas. Historia y futuro».

A todos estos procesos no es ajena la condición de China como mayor reservorio de divisas del planeta, que rondan ya los 4 billones de dólares (buena parte de esta suma está invertida en deuda pública, de hecho, China es el mayor tenedor de bonos estatales de Estados Unidos). Los capitales chinos también se han destinado a la adquisición de deuda pública de la periferia europea (en un contexto de asfixiante crisis de la deuda soberana), por ejemplo, en 2011 se comprometió una suma de hasta 6.000 millones de euros en la compra de títulos españoles. Las inversiones exteriores responden asimismo, explica Xulio Ríos, a los nuevos patrones internos: «el cambio en el modelo de crecimiento chino, donde el consumo cobra creciente protagonismo y donde el ritmo de crecimiento se ralentiza, fuerza a las empresas en muchas ocasiones a buscar mercados fuera».

El presupuesto de defensa chino aumentó un 12,2% en 2014, pero continúa situándose muy por detrás del que presentan los Estados Unidos (responsable de la mitad del gasto militar en el mundo). El porcentaje oficial (cuestionado) de inversión militar de China es del 1,4% del PIB (la media mundial se eleva al 3%). En todo caso, la explicación a los gastos en defensa remite a las disputas territoriales que el gigante chino mantiene especialmente con Japón (sobre todo en los mares de China oriental y meridional), pero también con Filipinas, Vietnam y Malasia. ¿Gasto militar y política imperialista? Xulio Ríos introduce de nuevo explicaciones medulares: «China basa la pugna por la influencia no en la promoción de alianzas militares sino en el fomento del comercio, las inversiones, los acuerdos de integración o los corredores económicos». Los números -casi siempre excesivos, elefantiásicos- ponen precisión a esta realidad. En 2013 China contribuyó a más del 50% del crecimiento económico de Asia.

El análisis de la realidad China aproxima, casi sin quererlo, a la lógica de contrarios, a la dialéctica de extremos, a que sea verdad una afirmación y su contraria. Es cierto que «Bienvenido, Míster Mao» analiza la posición de una gran potencia «emergente» en el siglo XXI, pero no es menos cierto que esto fue así durante siglos: hasta las tres primeras décadas del XIX mantuvo China el liderazgo mundial por valor del PIB (el inicio de la decadencia llegó con las Guerras del Opio en 1839-1842 y 1856-1860). No puede ocultarse tampoco que las reformas aplicadas en los últimos 35 años, hicieron posible que cerca de 600 millones de ciudadanos chinos abandonaran la pobreza, pero también es verdad que el país ocupa el lugar 101 del mundo en las ratios de desarrollo humano. No puede negarse que el gobierno de Hu Jintao (2002-2012) introdujo «correcciones» que derivaron «en la adopción de políticas más atentas a las exigencias sociales y ambientales, y que buscaban un desarrollo más justo». Pero Xulio Ríos destaca los graves accidentes laborales (singularmente en las minas de carbón), los suicidios relacionados con las condiciones de trabajo extremadamente duras, o los efectos nocivos que implica la dependencia energética en un 67% del carbón.

La misma complejidad dialéctica se aprecia respecto a los adversarios geopolíticos de China. A la vez que antagonista, Estados Unidos es el segundo socio comercial de China, tras la Unión Europea. Además, expone Xulio Ríos, «el ritmo de compras de bonos del tesoro estadounidense desde comienzos de 2014 es el mayor desde que se tiene registro, hace tres décadas». Esto no es óbice para que Estados Unidos desarrolle «una política rígidamente preservadora de sus intereses» cuando China pretende adquirir activos estratégicos, tecnología o aumentar cuotas de mercado. Por otro lado, América Latina no sólo se ha convertido en un destino prioritario de la inversión China, sino uno de los territorios donde el crecimiento ha sido más rápido. El autor también cita la cooperación con Rusia, sobre todo el los sectores del petróleo, gas natural, recursos minerales, energía y electricidad. El último capítulo del libro se dedica a las relaciones económicas entre China y España. «Las inversiones en nuestro país son todavía modestas», concluye.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.