El reciente debate de 2012 en torno de la Biotecnología Nacional, el proyecto de ley sobre Bioseguridad en Uganda y los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) ha sacado a la luz en todo el país otros temas relacionados con el acceso a los alimentos. Aunque el proyecto de ley fue presentado en el Parlamento a principios […]
El reciente debate de 2012 en torno de la Biotecnología Nacional, el proyecto de ley sobre Bioseguridad en Uganda y los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) ha sacado a la luz en todo el país otros temas relacionados con el acceso a los alimentos. Aunque el proyecto de ley fue presentado en el Parlamento a principios de este año, todavía es motivo de preocupación para los campesinos y pequeños agricultores ugandeses el rápido incremento del control de sus tierras y sus recursos, que podría resultar como consecuencia de su falta de organización.
El impulso dado a los OMG y el control corporativo sobre la agricultura no es privativo de Uganda, por no decir de África. Semillas patentadas, apropiación de tierras y dumping sobre productos alimenticios básicos han sido de rutina en las últimas décadas, lo cual ha conformado la estructura de un sistema económico transnacional que favorece la ganancia sobre la población rural y su derecho a un medio de vida sostenible. Desde América Latina hasta el Sudeste Asiático, los campesinos vienen sufriendo oleadas de desplazamientos y viendo además cómo los cultivos sanos se vuelven venenosos. Sin embargo, los pequeños agricultores y las organizaciones de base saben que tienen en común algo más que una situación compartida: son parte de una lucha organizada.
La Vía Campesina, un movimiento campesino internacional a favor de los pobres, formado por más de 200 millones de miembros en 79 países, lucha contra quienes pretenden convertir la producción de alimentos del mundo en grandes negocios. Este movimiento agrario lleva en general las voces de los pequeños agricultores a espacios internacionales donde se encuentran cada vez más reconocidos, tales como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. En la VI Conferencia de la Vía Campesina Internacional, que se realizó en el mes de junio último en Yakarta, el movimiento mostró todo lo que se ha logrado en estos 20 años de historia y afirmó su compromiso de intensificar su misión en África.
Los movimientos campesinos de Uganda – que ni siquiera integran la Federación de Campesinos de Uganda – aun no tienen representación como miembros de la Vía Campesina. Un número mayor de voces mostraría lo que una plataforma global por la lucha nacional podría hacer. «Ya que los OGM sólo han ganado protagonismo en Uganda, es buena idea hablar como un bloque unificado», dijo Margaret Najjingo Mangheni, profesora en el Departamento de Agricultura de la Universidad de Makerere. «Tenemos que identificar a los aliados que representen a los agricultores con quienes podamos trabajar más allá de las fronteras», añadió.
En África, el problema es urgente. Con la introducción de políticas agrícolas neoliberales y orientación de la agricultura hacia la exportación comercial, los precios de producción se han desplomado. Esto deja a los campesinos imposibilitados de sobrevivir en sus tierras y teniendo que enfrentarse al mismo tiempo a los altos precios de los alimentos, al hambre, al acaparamiento de la tierra y a los OGM. La introducción de semillas híbridas fue feroz, obligó a los campesinos a comprar semillas, cuando éstas habían estado en sus granjas familiares por generaciones. Además, con las semillas híbridas los campesinos también tuvieron que comprar fertilizantes y productos químicos, que no sólo los dejó sin un céntimo sino que además puso en riesgo la salud de las familias rurales. Asimismo, el empeoramiento de la situación se introducen cada vez más en las tierras agrícolas los cultivos comerciales en lugar de los cultivos de alimentos.
Este resultado combinado se traduce en mayores ganancias en el mercado mundial y un impacto devastador en países del Sur Global, lo cual contribuye a la crisis alimentaria. Estas políticas ponen a los campesinos africanos a merced de un mercado internacional fluctuante, mientras que lo que hace falta, por el contrario, son políticas que promuevan su capacidad de producir alimentos de calidad y de venderlo a precios justos y estables. Los gobiernos y representantes de las corporaciones ignoran a menudo a los campesinos o los ven como obstáculos para el desarrollo transnacional y no como componentes clave para la solución para el problema de la alimentación y para el enfriamiento del planeta.
Más de 3.000 kilómetros al sur de Kampala, la historia del Foro de Pequeños Productores de Zimbabwe (ZIMSOFF) [Zimbabwe Small Holder Organic Forum] proporciona un ejemplo de unificación de campesinos a nivel local, nacional e internacional.
Cuando Elizabeth Mpofu asistió a la Cumbre Mundial sobre desarrollo sostenible en África del sur, pudo observar qué era lo que sostenía a los campesinos de su Zimbabwe natal. Los participantes en la Cumbre fueron articulando sus preocupaciones como un movimiento unido. Tuvieron más éxito en transmitir su mensaje que los agricultores con los que ella trabajaba en casa que no están tan fuertemente organizados y a menudo expresan sus inquietudes en soledad. Gracias a esto, se comprometió en la creación de un foro donde los campesinos puedan elaborar estrategias y trabajar juntos. «Estamos cansados de estar representados por ONG y sindicatos de agricultores que no dan a los agricultores la oportunidad de hablar y decidir sobre su propio futuro. Los de afuera deliberan por nosotros y nos dicen que hacer», dijo Mpofu, quien también es agricultora. «Hemos decidido que ya es suficiente y hemos construido una plataforma para funcionar como campesinos», explicó Mpofu.
El ZIMSOFF fue formado en 2002, por Mpofu y unos 30.000 campesinos. «Lo iniciamos porque en ese momento vimos que los sistemas de producción centrados en la agricultura comercial utilizaban productos químicos». Vimos el suelo lleno de fertilizantes que agotan nuestras tierras desde la producción a su mejor potencial. «Cuando se realizó la reforma agraria en Zimbabwe y recibimos parcelas de tierra, decidimos tener prestar atención a las formas de agricultura indígena», dijo Mpofu, «Cuando nuestros antepasados cultivaban, el medio ambiente se mantenía intacto gracias a las prácticas orgánicas».
África es mayormente un continente de campesinos. En muchos de los países africanos, buena parte de la población vive en comunidades rurales y la agricultura es el principal contribuyente del PIB. Estas poblaciones forman la columna vertebral de los movimientos campesinos africanos, compuesto no solamente de pequeños y medianos productores, sino además de pastores y comunidades pesqueras. Muchos de los movimientos campesinos africanos son sindicatos compuestos por pequeñas organizaciones de agricultores locales que confluyen a nivel nacional y regional bajo el paraguas del Foro de Pequeños Productores del Este y Sur de África (formado por grupos de 13 países). Una de sus principales demandas es hacer respetar a las comunidades campesinas, cuyo principal propósito es producir alimentos para su propio consumo.
Por otro lado, las corporaciones agrícolas industriales, empresas de alta tecnología que producen costosos híbridos y riesgosas semillas genéticamente modificadas, o la industria alimentaria multinacional, buscan obtener sus propios beneficios a través de la exportación de cultivos comerciales en lugar de utilizar una agricultura sostenible para el consumo interno. La Vía Campesina sostiene que estas políticas son responsables de los 1.200 millones de personas que en todo el mundo pasan hambre, a pesar de la producción abundante de cosechas. Estas políticas económicas afectan no solo a comunidades rurales sino también a comunidades urbanas empobrecidas, donde suele ser más difícil para la gente organizarse y luchar por sus derechos. Muchos movimientos de campesinos y organizaciones se han unido bajo diferentes banderas para promover la soberanía alimentaria, un concepto que sostiene que, para llenar sus platos, los campesinos tienen derecho a producir por su propia cuenta alimentos sanos y apropiados a sus culturas, en lugar de depender de empresas transnacionales (o incluso organizaciones benéficas).
La Vía Campesina es el movimiento que acuñó por primera vez en 1996 el término de soberanía alimentaria, que difiere fuertemente del término más conocido de ‘seguridad alimentaria’; concepto este que sólo representa la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos. La Vía Campesina viene ganando impulso en África gracias a las organizaciones que se suman, desde Sudáfrica a Madagascar y Senegal, y las decenas de países que están entre ellos. Cada uno de estos movimientos reconoce que las corporaciones multinacionales ponen en peligro la agricultura campesina y representan a personas sin tierras.
Desde que el ZIMSOFF se convirtió en parte de la Vía Campesina, Mpofu ha contado con el apoyo de ese movimiento social global que la ha ayudado a ella y a otros compañeros agricultores por medio de capacitación, intercambios con otras organizaciones campesinas y talleres. Y ahora siente un gran honor de haber recorrido este camino: en Jakarta, Vía Campesina anunció que trasladaría su Secretaría Internacional de Indonesia a Zimbabwe. En su nuevo rol de Secretaria general, Mpofu será la primera mujer en liderar lo que tal vez sea el mayor movimiento político del mundo.
«¡Es una gran noticia para los campesinos africanos que la Vía Campesina esté llegando a Zimbabwe!», exclamó Mpofu sonriendo. «Las empresas de transgénicos y de la llamada revolución verde han puesto sus ojos en África porque su modelo ha fracasado en otras partes del mundo. Invierten miles de millones de dólares e imponen estas tecnologías a través de nuestros políticos y gobernantes. Una especie de recolonización de nuestro continente por parte de empresas transnacionales que no vamos a permitir», añadió firmemente. Cosma Bulu, una líder de las mujeres de la red Mtandao wa Vikundi vya Wakulima (MVIWATA), que forma parte de la Vía Campesina de Tanzania, informó que su organización campesina ya cuenta con más de 100.000 miembros y está creciendo rápidamente. Su lema indica orgullo: «el defensor de los campesinos es el propio agricultor». La organización fue formada por veintidós campesinos en 1993 (el mismo año de fundación de la Vía Campesina) con el fin de crear un foro de intercambio de agricultor a agricultor. MVIWATA defiende los intereses socio-económicos y capacita a sus miembros en mejores prácticas ecológicas.
«Nos oponemos al uso de fertilizantes químicos y buscamos educar contra los transgénicos que causan problemas en la salud, cuyos efectos secundarios son visibles, explica Bulu. «Preferimos la agricultura natural y animar al uso de fertilizantes naturales como el estiércol y la hierba».
Mangheni destacó que los movimientos ugandeses necesitan una voz internacional y que Vía Campesina ofrece ese escenario global. «El movimiento es algo nuevo, y nosotros debemos avanzar juntos como aliados en la identificación de los problemas que afectan a los agricultores en Uganda», dijo.
Como la Vía Campesina gana impulso a nivel mundial, los movimientos campesinos ugandeses son firmes candidatos a unirse a esa alianza estratégica africana, para hacer saber al mundo que el mayor continente y sus recursos no están en venta.