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Contemplen el botín de Dick

Fuentes: Truthout.org

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Halliburton y su sucursal Kellogg, Brown and Root (KBR) están, desde hace varios años, haciendo su agosto bajo el ardiente sol iraquí. Desde luego, no es una mera coincidencia que el hombre que se sienta en la silla del vicepresidente jugara un papel clave, gracias a su influencia, para que la compañía de la que fue director ejecutivo antes de su autoproclamado nombramiento [como vicepresidente] obtuviera la parte del león de los contratos en Iraq. Aunque nada de eso es noticia.

 

Sin embargo, lo que sí es noticia es que los lazos que unen a Cheney con Halliburton también le vinculan con grupos que tienen intereses incluso más amplios en Oriente Próximo, y que están provocando que los civiles que están allí, al igual que los de EEUU, paguen el precio.

 

Cheney puso mucho más en juego que puro altruismo al asegurarse de que Halliburton/KBR obtuvieran tantos contratos fuera de licitación en el Iraq ocupado. A pesar de sus declaraciones de no tener ningún lazo financiero con Halliburton, el hecho es que tanto en 2001 como en 2002 ganó al menos dos veces el valor de un salario aplazado de su «antigua» compañía, de la que era director ejecutivo.

 

Pero no fue ése el principio. Cuando Cheney era Secretario de Defensa de EEUU en los primeros años de la década 1990 bajo la égida de Bush el Grande, a Halliburton se le encargó la misión de estudiar, y después llevar a cabo, la privatización de los trabajos rutinarios en el ejército, tales como limpieza y cocina.

 

Según este estudio, cuando Cheney terminó en su cargo en el Pentágono, consiguió el puesto de director ejecutivo de Halliburton, puesto que mantuvo hasta que se nombró a sí mismo para el cargo de amiguete de correrías de Bush el Pequeño en el 2000. Recuerden, fue a Cheney a quien se le encargó la tarea de encontrar un compinche para Bush. Tras buscar concienzudamente a lo largo y ancho de EEUU, Cheney terminó ofreciendo generosamente sus propios servicios para el cargo.

 

Como si Cheney no tuviera ya suficientes conflictos de intereses, es importante señalar que se encargó de fundar el think tank neo-conservador, «Project for the New American Century (PNAC), cuyo objetivo es «promover el liderazgo global estadounidense», lo que implicaba apropiarse del petróleo iraquí. Para complementar esto, Cheney también formaba parte del consejo de asesores del Jewish Institute for Nacional Security Affaire (JINSA) junto con John Bolton, Richard Perle y Paul Wolfowitz (todos ellos miembros del PNAC) antes de convertirse en vicepresidente. JINSA, que se autodefine como una «organización educativa no sectaria», hace cosas del estilo de nominar a John Bolton para el Premio Nóbel de la Paz 2006 y trabaja para «explicar el papel que Israel puede… jugar para reforzar… los vínculos entre la política de defensa estadounidense y la seguridad de Israel».

 

Su Declaración de Intenciones añade, «La inherente inestabilidad en la región (Oriente Próximo) causada fundamentalmente por las rivalidades inter-árabes y por las divisiones religioso/laicas en muchas de las sociedades musulmanas deja colgando el futuro de la región. Israel, con sus capacidades tecnológicas y sistema de valores compartido, tiene un papel fundamental que jugar como aliado de EEUU en la región», al parecer con objetivos muy similares para la región a los declarados por el PNAC, aunque yo difiero de esa opinión.

 

A finales de 2002, Cheney se apropió al menos de 433.000 derechos de compra sobre acciones de Halliburton por valor al menos de unos 10 millones de dólares. Y eso ocurrió antes de la invasión de Iraq, cuando la partida daba comienzo.

 

En marzo de 2003, el mes en el que la invasión empezó, el Pentágono concedió a Halliburton un contrato sin licitación por valor de 7.000 millones de dólares. La descarada concesión a Halliburton de ese contrato de «reconstrucción» llevó incluso al Congresista Henry Waxman a comentar: «El enfoque que la administración está dando a la reconstrucción de Iraq se cae por su base. No es más que una mascarada para enriquecer a contratistas privados.»

 

Desde luego, la invasión y ocupación de Iraq no estaban motivadas sólo por petróleo.

 

Recuerden, fue el mismo Cheney quien, en agosto de 2002, en una convención de VFW [Veteranos de las Guerras Exteriores], dijo: «Muchos de nosotros estamos convencidos de que Saddam adquirirá armas nucleares bastante pronto. Cuán pronto será, es algo que no podemos realmente calibrar.»

 

Cheney, pues, únicamente, y por supuesto para proteger los intereses de los pueblos estadounidense e iraquí, se aseguró de que EEUU fuera a Iraq y se ocupara de ese creador de problemas nucleares que era Saddam Hussein.

 

Sólo por precaución, a Halliburton se le pagaron 40 millones de dólares por proporcionar alojamiento y transporte a los equipos que buscaban las no existentes armas de destrucción en Iraq. Con cada contrato que se le concedió, y se le concede, a Halliburton, las cuentas bancarias de Cheney crecen.

 

El único lugar donde había vestigios de programa nuclear en Iraq, aunque eso fue veinte años antes de la invasión estadounidense, eran las Instalaciones de Investigación Nuclear de Osirak, en las afueras de Bagdad. Aviones de combate israelíes fabricados en EEUU lo bombardearon el 7 de junio de 1981, y cuando visité el lugar en enero de 2004, todo lo que encontré fueron almacenes vacíos que los militares estadounidenses no se preocuparon de impedir que fueran saqueados.

 

Los habitantes de la cercana ciudad de al-Tuwetha, ignorantes de la existencia de deshechos radioactivos almacenados en viejos bidones, los saquearon en el caos que siguió a la invasión y han estado usándolos como contenedores de agua – irradiándose así todo el pueblo.

 

Un ejemplo de las consecuencias sobre el terreno del fracaso de Halliburton a la hora de cumplir sus obligaciones contractuales es la vida de Adel Mhomud. El apicultor de 44 años de al-Tuwetha me dijo: «Tengo cáncer y sé que me estoy muriendo. Tengo 14.000 glóbulos blancos, y no tengo suficientes glóbulos rojos. Estamos todos enfermos; nos duelen las articulaciones, las caderas me están matando y mi sangre es mala. Pero nadie nos ayudará aquí.»

 

Desde luego, no será Halliburton quien les ayude.

 

Cheney, que consiguió al menos cinco prórrogas militares durante la Guerra de Vietnam a pesar de ser un partidario de la misma (¿no les suena familiar?), había dicho descaradamente a los veteranos de la VFW: «Está claramente establecido, no hay duda que Saddam Hussein tiene ahora armas de destrucción masiva. No hay duda que las está acumulando para utilizarlas contra nuestros amigos, nuestros aliados y contra nosotros.»

 

Esa fue la puerta que Cheney abrió para llevar su Halliburton a Iraq.

 

Y, desde luego, Halliburton, una vez atravesada la puerta, se puso a trabajar con diligencia.

 

Aparte de la anteriormente mencionada concesión de contratos sin licitación por valor de miles de millones de dólares aportados por los contribuyentes estadounidenses, allá por diciembre de 2003, el ejército estadounidense averiguó que Halliburton estaba cobrando de más al gobierno por valor de 61 millones de dólares en transporte de fuel y por 67 millones de dólares por los servicios alimentarios en Iraq. Recuerdo que estaba en Bagdad cuando ocurrió eso – teniendo que contemplar las extremadamente largas colas de iraquíes para recoger gas en las gasolineras mientras que, conociendo como se mueve Halliburton, no sólo no proporcionaba a los iraquíes su propio petróleo, sino que además estaba cargándoles a los contribuyentes estadounidenses 3 dólares por galón de fuel que las compañías locales podían haber importado por menos de un dólar.

 

Pero esos hechos apenas eran el comienzo.

 

Echemos un vistazo a algunas de las más recientes pillerías de Halliburton/KBR:

 

  • 27 de febrero de 2006: el ejército de EEUU decide rembolsar a KBR casi todos sus cuestionados costes en un contrato sin licitación por 2.410 millones de dólares para entregar fuel y reparar equipamiento en Iraq, a pesar de que los auditores del Pentágono han identificado que alrededor de 250 millones de dólares en los cargos pueden ser «potencialmente» excesivos.

 

  • 17 de febrero de 2006: La ejecutiva de KBR que alquiló aviones de carga para Iraq ha sido declarada culpable de inflar facturas por valor de 1,14 millones de dólares para cubrir «recargos por riesgo de guerra» fraudulentos.

 

  • 6 de febrero de 2006: Un empleado de KBR, hablando bajo anonimato, dice: «Pagamos por nuestros locales (en Iraq) entre 5 a 16$ al día y puedes ver como [KBR] pone [las auditorías militares así lo recogen] hasta 60$ al día». Las auditorías militares revelan que KBR está pagando de 5 a 16$ al día en salarios a trabajadores del tercer mundo en Iraq mientras que pasa facturas a los contribuyentes estadounidenses de entre 50 a 80$ al día.

 

  • 30 de enero de 2006: La administración Bush resuelve la disputa entre el Pentágono y Halliburton acordando pagar a la compañía 199 millones de dólares por los controvertidos cargos en gasolina en Iraq. Hasta la fecha, KBR ha obtenido casi 16.000 millones de dólares en ingresos totales por los contratos en Iraq.

 

  • 23 de enero de 2006: Halliburton falla a la hora de alertar a las tropas estadounidenses y a los contratistas civiles en la base estadounidense en Ramada de que su agua estaba contaminada. A pesar de las alegaciones que los expertos de Halliburton hicieron luego sobre la calidad del agua, la compañía niega que había un problema de contaminación.

 

  • 27 de diciembre de 2005: KBR, vinculada a las preocupaciones por tráfico con seres humanos por su trabajo en Iraq (por casos relativos a trabajo y prostitución forzosos), Halliburton se beneficia del rechazo del Departamento de Defensa a adoptar políticas que prohíban traficar con seres humanos.

 

  • 1 de diciembre de 2005: UPI informa que los trabajadores de KBR en Iraq (nacionales de «terceros países») están recibiendo la miseria de 50 céntimos a la hora.

 

  • 5 de noviembre de 2005: Una junta auditora de Naciones Unidas encuentra que EEUU debería liquidar al gobierno iraquí 208 millones de dólares de los ingresos de petróleo iraquíes a causa de contratos de trabajo fraudulentos.

 

En esos ejemplos queda claro, pues, cómo las «políticas» que Halliburton está siguiendo afectan a los soldados estadounidenses y a los contratistas, incluidos sus propios empleados.

 

Con contratos en Iraq hasta ahora por un valor de hasta 18.000 millones de dólares, no hay nada que impida que Halliburton detenga sus abusos, debido a la ausencia de supervisión y al conflicto obvio de intereses entre su libre reinado y sus lazos con el vicepresidente.

 

Un ejemplo de esto lo vemos en Jim Spiri, que fue contratado por Halliburton/KBR en enero de 2004 para trabajar como coordinador de logísticas. Enviado al Campo Anaconda, en Balad, Iraq, trabajó en la línea de vuelos encargándose de los movimientos de pasajeros, ya que Spiri tenía 20 años de experiencia en la aviación.

 

» Durante el tiempo que pasé allí, ayudaba en horario nocturno en operaciones de evacuaciones médicas y fui muy respetado entre todos los compañeros médicos militares», me dijo esta semana. «Allí donde trabajé, conseguí que me respetaran».

 

Pero los problemas se le hicieron evidentes enseguida.

 

» Presencié mucho abuso del alcohol en un entorno donde el alcohol está estrictamente prohibido. Tomé nota de eso y se lo informé a mis superiores, que eran los que más abusos cometían. Era obvio que era el zorro el que guardaba el gallinero, por decirlo de forma una forma gráfica».

 

Me dijo que todas las operaciones de su línea de vuelo era «dirigida con formas de actuación propias de una banda de gangsters» y «el trabajo nunca se hacía de forma eficiente». En vez de esto, según Spiri, la consigna era: «Haz lo mínimo que puedas durante el máximo tiempo que puedas».

 

El 5 de febrero de este año, mientras hacía el turno de noche que tuvo durante los dos últimos años, Spiri presenció algo por lo que se le hizo intolerable el pensamiento de seguir trabajando para KBR.

 

Después de presenciar como un soldado muerto era subido a un avión sin la adecuada ceremonia de honores, Spiri me dijo que «escribió un relato de todo lo que había sentido esa noche». Después de esto, «lo publiqué y todo el infierno me estalló encima 36 horas después».

 

Spiri fue despedido por KBR tras escribir un artículo en el que detallaba el suceso y criticaba las políticas de Halliburton en Iraq.

 

Ahora quiere arrojar luz sobre cómo KBR actúa en Iraq. «Lo que no quieren es que se sepa el tipo de trabajadores que mantienen allí, esa es la operación de chollos más grande que se pueda imaginar, es el mayor sistema de asistencia social que he visto en mi vida. Es patético», dijo Spiri en una reciente entrevista añadiendo que alrededor de la mitad de la gente que KBR empleaba en Iraq estaban «extremadamente mal preparados y excesivamente sobrepagados».

 

Su trabajo implicaba la colaboración de tres personas, pero en la época en que se fue había diez en su equipo, la mayoría de ellos «dedicados a escuchar sus iPods y sus reproductores de DVD.»

 

Sin embargo, despedir a un empleado por preocuparse por la corrupción y cuestionar políticas es un problema menor comparado con el trato que la compañía dedicaba a los iraquíes.

 

Cuando en mayo del pasado año estuve en Ammán, me encontré con Ahlam al-Hassan una joven iraquí que había trabajado para KBR en Diwaniya.

 

Recibió dos tiros de unos agresores que la atacaron, dejándola ciega, por colaborar con las fuerzas de ocupación y sus antiguos patrones no respondieron a sus llamadas ni solicitudes de ayuda.

 

Durante sus tres meses de trabajo para KBR le pagaron 475$, habiendo aceptado el empleo para poder mantener a su familia. «Mis dos jefes en KBR, el Sr. Jeff y el Sr. Mark, eran muy buenos y amables conmigo», me explicó en Jordania. «Me dijeron que no era peligroso trabajar para ellos». Pero tras pasar meses en hospitales por lo que le ocurrió cuando iba camino a su trabajo: «Después del suceso, no hicieron ningún intento de contactar conmigo».

 

Fíjense que el 31 de mayo de 2004, un e-mail del Cuerpo de Ingenieros de la Armada revelaba que el despacho de Cheney «coordinaba» el contrato por valor multi-milmillonario obtenido sin licitación por Halliburton. Cheney, como la mayoría de los criminales vulgares, negó tener nada que ver con ese contrato.

 

Más recientemente, el 26 de enero pasado, Halliburton anunció que sus beneficios en 2005 eran los «mejores en sus 86 años de historia», al igual que todas sus seis divisiones que contabilizaron resultados que suponían un record. El precio de la acción de Halliburton se dobló durante el pasado año, y la declaración de la renta de Dick Cheney indica que ganó 194.862 dólares por sus acciones en Halliburton sólo durante el pasado año.

 

¡Saquea, Dick, saquea!

 

¿Queda suficientemente claro?

 

Todo lo analizado nos lleva a plantear la siguiente cuestión: ¿Vds aprueban que los dólares de sus impuestos se estén utilizando de esta forma?

 

Si no lo aprueban, entonces, ¿Qué están dispuestos a hacer para evitarlo?

 

Dahr Jamail es un periodista independiente que pasó ocho meses informando desde el Iraq ocupado. Presentó pruebas de lso crímenes de guerra estadounidenses en Iraq ante la Comisión Internacional de Investigación de Crímenes Perpetrados contra la Humanidad por la Administración Bush, celebrada en Nueva York el pasado enero. Escribe regularmente en TruthOut.org, Inter Press Service, Asia Times, TomDispatch, y mantiene su propia página en Internet: dahrjamailiraq.com

 

 

Texto original en inglés:

www.truthout.org/docs_2006/030806Z.shtml

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[*] Veterans of Foreign Wars