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Opresión y racismo en el sistema educativo ecuatoriano

Crear las instituciones que demandan los reclamos indígenas

Fuentes: Rebelión

La Independencia de las colonias americanas no significó el mejoramiento de las condiciones de vida de los pueblos indígenas. Pronto se olvidaron las consignas de Bolívar y San Martín de acabar con el régimen colonial.

Estado nacional

El antecedente del Estado ecuatoriano como único poder frente a las diferentes conformaciones nacionales que hay en su seno, proviene de la Colonia y la conquista española. El  Tawantinsuyo, el  estado incásico que había  articulado a los diversos pueblos que existían en su vasto territorio, fue el escenario de la opresión colonial. Para el incario esta implicó la anulación de la clase gobernante indígena así como de sus instituciones religiosas y militares.

La redistribución de los ingresos en beneficio de la corona española y del aparato burocrático colonial impuesto, arruinó la economía  y las  formas superiores de la cultura urbana originaria. Gran parte de la población de las ciudades tuvo que incorporarse al agro. Además, se instituyó un sistema de elevados tributos, la aplicación del trabajo forzado de la población, el establecimiento de la propiedad privada de la tierra, la usurpación  de los recursos naturales, la destrucción parcial de la comunidad y la explotación compulsiva de la agricultura.

Luego  de la muerte de Túpac Amaru II, que había desafiado como nadie al poder colonial, se prohibió el uso de los ropajes, atavíos y símbolos incásicos. Se proscribieron las pinturas o retratos de los soberanos incas, la escenificación de dramas como el Apu Ollantay y todos los escritos que hicieran referencia a las antiguas glorias del Tahuantinsuyo, incluyendo los Comentarios Reales de los Incas, del inca Garcilaso de la Vega. También se prohibieron los emblemas y las banderas, los instrumentos musicales y los rituales religiosos. Incluso  pasó a ser ilegal el uso de la lengua quechua.  El primer modelo colonizador fue la encomienda que contemplaba exigencias de orden económico, jurídico y religioso. El exterminio de la población nativa alcanzó las características de un verdadero genocidio.

La Independencia de las colonias americanas no significó el mejoramiento de las condiciones de vida de los pueblos indígenas. Pronto se olvidaron las consignas de Bolívar y San Martín de liquidar el régimen colonial y hacerles justicia. Aunque de sedimento nacional escaso, los estados andinos se basaron en un nacionalismo criollo amnésico en relación a los pueblos originarios. En la práctica resultaron ser aparatos burocráticos que fijaron la territorialidad y el funcionamiento administrativo de la nación mestiza excluyendo a los pueblos indígenas e ignorando sus derechos históricos y políticos. La Iglesia, que obedecía al poder de la metrópoli, pronto se constituyó  en un organismo sustentador de las clases dominantes en formación. Con el tiempo fue el factor de mayor explotación al indígena, la mayor acaparadora de las tierras que habían pertenecieron a los ayllus. El quechua, simplificado y deformado, se convirtió en el medio más importante de la imposición ideológica. Los excesos del régimen servil se manifestaron sobre todo en las zonas rurales y en el trabajo agrícola de los latifundios. Sin embargo, aunque deformadas, las comunidades (ayllus) perduraron. Sólo en Ecuador se calcula que ahora hay más de 2.000.

En las primeras décadas del siglo XIX, se establecieron los estados nacionales, en los que se expresó la voluntad de los criollos de tomar en sus manos los destinos de los nuevos países. Los estados nacionales se mostraron como órganos incapaces de garantizar la paridad étnica ya que no captaron ni recogieron las características peculiares de los pueblos originarios ni tampoco hicieron ningún intento de integrarlos en estados multinacionales.

El Estado,  fue la estructura idónea para consolidar la institucionalidad de las naciones criollas que pasaron a ser naciones-dominantes, mientras los pueblos indígenas quedaron como dominados. Esta situación se expresa en el rol del español como lengua oficial,  lengua de la política, la ciencia, la educación , el arte, los medios de comunicación colectiva, la iglesia,  mientras las lenguas de los pueblos originarios fueron desplazadas a funciones y ámbitos mínimos, los de la familia y el trabajo.

A la postre, la cultura occidental católica ha predominado en todos los  ámbitos sociales, y las culturas indígenas son tomadas como residuos vetustos, interesantes  para mostrar algo “exótico” a los turistas. El territorio estatal es resguardado y defendido como suelo patrio y sagrado, en cambio  los territorios indígenas se sobrentiende que son simplemente regiones del páramo, la montaña o la selva amazónica. Se trata de remotos parajes, a lo mejor inhabitados, escenarios aptos para volver invisibles a sus presuntos pobladores. La idea de integrar a los pueblos indígenas en un estado multinacional no pasó ni pasa por la cabeza de ningún presidente ecuatoriano, ni por la mayoría de políticos del país, ni siquiera por la conciencia de la mayoría de ecuatorianos, sometidos a los dictámenes  la nación-estado ecuatoriana.

Las clases sociales son solo una de las  formas históricas de  desigualdad social, el Estado- nación o estado uninacional es una de sus formas. Aunque en el 2008 se declara al Ecuador Estado Plurinacional, en la práctica se considera que los pueblos originarios no están capacitados para, de verdad, integrarlo, por lo que, a unos pocos de sus representantes se los sume en los laberintos burocráticos oficiales, y hasta se reconocen sus servicios destinándoles a continuarlos en la diplomacia o en pasajeras funciones ministeriales.

Este equívoco tratamiento se manifiesta, por ejemplo, en el Ministerio de Cultura que denomina a las culturas indígenas “saberes ancestrales”. En el de Educación aún considera que la única lengua del país es la española, mientras que las lenguas indígenas merecen el calificativo de “dialectos”. Esta es la realidad, que contradice la letra de la carta política. Otro tanto  ocurre con el  Ministerio del Ambiente, que no logra impedir la tala de los bosques primarios. El de Gobierno no garantiza los derechos de los pueblos indígenas y más bien los agrede. El de Defensa recurrió a los shuar, conocedores de su selva, para enfrentarse a sus hermanos shuar del Perú en las guerras limítrofes libradas entre los dos estados, ambos de estirpe oligárquica y explotadora de los pueblos indígenas. Por su parte, la Asamblea se muestra incapaz de legislar sobre la consulta previa para la explotación de los territorios indios.

La  educación propia de acuerdo al artículo 57, numeral 14 de la  constitución vigente es un derecho que se reconoce a los indígenas. 800 niños indios, por iniciativa del director de la Educación Intercultural Bilingüe, Mariano Morocho, estuvieron presentes en la Asamblea Constituyente de Montecristi para defenderlo.

La desigualdad en la globalización

El  Estado tampoco protege a los indígenas de los daños sociales y culturales que les causa el capital industrial. En el capitalismo global  la dominación a los pueblos indígenas se agrava, pues se invaden y destruyen sus territorios con el consiguiente desmedro ecológico. Los espacios vitales están amenazados y se reclama, en vano, la protección del Estado nacional que favorece al mercado y al usufructo económico de los recursos indígenas.

Necesidades y demandas

Instituir las necesidades y demandas indígenas implica una serie de decisiones  que en Derecho debe tomar el Estado. Los pueblos indígenas necesitan instituciones que expresen las necesidades y requerimientos de estos y no de formas abstractas, generalistas o copiadas, sino de las que se desprendan de los contenidos histórico-culturales concretos que definen a sus sociedades.  

La opresión nacional se evidencia principalmente en el sistema de enseñanza y en la Historia. Vamos a tomar aquí el más importantes empeño indígena por institucionalizar su derecho a la enseñanza,  la Educación Intercultural Bilingüe, que surge de la convicción de que se tiene derecho a la igualdad, razonamiento político claro y propio de un nivel espiritual e intelectual de pueblos que han madurado en su desarrollo cultural, lo que implica un tácito acuerdo e intención de aceptar a otras culturas.

La Dineib, Dirección Nacional de Educación Intercultural bilingüe,  creada en 1988,  otorgó a la lucha indígena, por fin, un  espacio de autonomía. El organismo se formalizó como un convenio entre el Ministerio de Educación y la Conaie y fue un testimonio de la libre y pacífica expresión de un particularismo cultural e histórico, según Luis Montaluisa Chasiquiza, lingüista quichua y director fundador de la Dineib.

En el proceso de rescate de las lenguas y culturas tradicionales aplicables a la educación, muchos indígenas se formaron como no solo  profesores sino también como investigadores. Han escrito sobre sus lenguas, memorias, prácticas culturales, conocimientos ambientales.

Libre y pacíficamente se iban fortaleciendo sus identidades culturales. Se sacaron a la luz datos de enorme importancia científica que muestran un proceso concreto de la evolución del pensamiento humano. Se pudo constatar cómo se reflejan en las estructuras de las lenguas originarias las relaciones más variadas que se dan entre las cosas y entre los hombres y las cosas. Así también, se aprendió  a recordar los momentos heroicos vividos por los pueblos en sus luchas reivindicativas.    

Sin embargo, prevaleció una vez más el rechazo a una educación y una historia propia, dejando ver la verdadera ideología del Estado-nación ecuatoriano. La desestabilización de la Dineib comenzó  en 2006[L1] . El ministro de Educación de turno, Raúl Vallejo encuadrado en la idea de que el Estado debe colonizar a las naciones indígenas, la intervino, a pesar de la tenaz oposición Indígena, y la reemplazó con la Subsecretaría para el Diálogo Intercultural[L2] , arrebatando así a las organizaciones indígenas su espacio autonómico.

De por medio se había desatado una campaña para acabar con la Dineib: se le acusó de politizar la educación por publicar textos sobre los levantamientos indígenas, que son parte de la historia de los pueblos originarios, y se llegó al extremo inquisitorial de ordenar que se los  quemara. Más aún, se dispuso que la policía ingresara a las oficinas de la Dirección para sacar por la fuerza al director en funciones, legalmente elegido por  las organizaciones.

La Dineib no cejó en su resistencia, pero en 2007 llegó Rafael Correa al poder y ratificó en sus funciones al ministro de Educación que la había sustituido por la Subsecretaría antes mencionada. En consecuencia, el movimiento indígena se fragmenta  y el Estado impone una política hegemónica que niega a los indígenas el derecho a manejar su educación en sus  propias lenguas y culturas.

La Constitución  del 2008[L3]   garantiza los derechos colectivos, entre ellos la Educación Indígena propia. Pero en los hechos no se obedece el texto constitucional,  sino que se plantea que la alternativa de otras lenguas ser el inglés y no las lenguas nativas. Correa centraliza la Educación Indígena, los directores provinciales ya no son escogidos por líderes indios sino que pasan por la elección del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social.

El principal objetivo  de la Educación Indígena  fue, ante todo, apoyar la escuelitas familiares y comunitarias. En ellas debía resonar el mismo acento con el que le habla al niño su mamá. Sin embargo se las sustituyó por las Escuelas del Milenio, a las que no pueden acceder los niños indígenas. A pesar de que la Constitución señala que la lengua principal de instrucción y alfabetización debe ser la de la nacionalidad correspondiente, los niños tienen que aprender el español. En el fondo se trata de que se olviden, o por lo menos, que se devalúen las lenguas indígenas. Se quiere que el niño indígena solo tenga ante sus ojos  la imagen de la nación dominante.

La antropóloga Marta Cruz Rodríguez sostiene que  lo que ocurre con la Educación Intercultural Bilingüe se resume en el momento cívico: “… cantar el himno nacional a nuestra bandera, debemos ser buenos ecuatorianos, buenos ciudadanos, alzar nuestras manos y sentirnos orgullosos de nuestra nación”. Resulta irónico para un Estado Plurinacional, declarado como tal por la Constitución.

El Estado que ahora tenemos no es irreparable. Es posible aún recuperar identidades y proyectarlas en la política.

Notas:


 [L1]El ministro en 2006 fue Raúl Vallejo.

 [L2]El Subsecretario del Dialogo intercultural fue Ariruma Kowi, quien con Raúl Vallejo era docentes de la Universidad Andina.

 [L3]En la Constitución del 2008 se intentó quitar el derecho colectivo de la educación bilingüe. Ya en el borrador de Constitución que hizo el CONESUP en 2007, habían eliminado el derecho colectivo de la EIB. Solo por la movilización a Montecristi, inclusive de niñas y niños, liderado por Mariano Morocho, Director de la DINEIB, obligó a que la Constituyente incluya en los derechos colectivos, el de la EIB.