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"Winter is coming"

Crónica de una crisis nuclear no anunciada

Fuentes: Agencia Paco Urondo

«Necesitamos la paz sin demora […] El establishment de la política exterior sigue intentando arrastrar al mundo al conflicto. La mayor amenaza para la civilización occidental no es Rusia. Probablemente sea más que cualquier otra cosa nosotros mismos… Debe haber un compromiso total para desmantelar todo el establishment neocon globalista que nos arrastra perpetuamente a guerras interminables, fingiendo luchar por la libertad y la democracia en el extranjero mientras nos convierten en un país del Tercer Mundo y en una dictadura del Tercer Mundo aquí mismo en casa. El Departamento de Estado, la burocracia de Defensa, los servicios de inteligencia y todo lo demás necesitan ser completamente revisados y reconstituidos. Para despedir a los ‘Deep Staters’ y poner a EE.UU. en primer lugar, tenemos que poner a EE.UU. en primer lugar”. (Donald Trump)

JUGANDO A LA RULETA RUSA

Finalmente ha ocurrido. El momentum de mayor complejidad geopolítica desde que el Proyecto Manhattan dio inicio a la era nuclear se ha precipitado. En recientes palabras de Scott Ritter, ex marine de élite de EEUU y ex inspector de armas de destrucción masiva de la ONU [el más importante de toda la historia, quizás, quien se negó a suscribir las infamias del Gobierno Bush contra Irak en 2003, razón por la cual es perseguido hasta el día de la fecha]:

«No estamos ante una escalada más del conflicto ucraniano, sino ante el inicio de una confrontación directa entre potencias nucleares. La diferencia es cualitativa y representa un salto al vacío en términos estratégicos».

Lo que nos trajo hasta aquí fue la decisión de ¿Joe Biden? de autorizar el uso de misiles balísticos avanzados contra territorio profundo ruso. Concretamente los ATACMS, de 300 km de alcance e imposibles de operar por las FFAA de Ucrania [por su tecnología de guiado satelital y otras capacidades avanzadas]. Lo cual implica sine qua non un ataque directo de EEUU contra Rusia al interior de sus fronteras. La postrera línea roja marcada por Putin, después de tantas otras intermedias que se dejaron traspasar, finalmente fue ultrajada. La historia no los absolverá.


CRONOLOGÍA BUMERÁN DE UNA PROVOCACIÓN

17 nov> 0* ‘Biden’ autoriza a Ucrania a usar misiles de largo alcance estadounidenses en suelo ruso. 18 \ 19 nov> 1º Ucrania y EEUU atacan por primera vez territorio ruso con misiles ATACMS, en el día 1k de la guerra [todos neutralizados por Rusia]. 19 nov> 2º Putin modifica la doctrina nuclear rusa, flexibilizándola. 19 nov> 3º Sabotaje y neutralización rusa de dos cables submarinos de telecos en el Mar Báltico. 19 nov> 4º Comunicado conjunto de los ministros de Asuntos Exteriores de España, Alemania, Francia, Italia, Polonia y el Reino Unido frente a Rusia. 19 nov> 5º EEUU envía ingentes cantidades de minas antipersonas a Ucrania transgrediendo una nueva línea roja. 20 \  21 nov> 6º Ucrania y Reino Unido atacan por primera vez territorio ruso con misiles Storm Shadows [todos neutralizados por Rusia]. 21 nov> 7º Ensayo exitoso del misil balístico hipersónico ruso ‘Oreshnik’.

La caja de Pandora se había abierto. Para muestras las primeras palabras oficiales rusas a cargo de Dmitry Medvedev, ex presidente y ex vicepresidente ruso, Nº2 del Consejo de Seguridad de la Federación:

«El uso de misiles de la OTAN contra Rusia califica ahora como un ataque del bloque completo. Esto da derecho a una respuesta con armas de destrucción masiva contra Kiev y las principales instalaciones de la OTAN, donde sea que estén. Y esto ya es la Tercera Guerra Mundial».

Así como las palabras del presidente serbio Aleksandar Vucic, maestro equilibrista del ‘sí pero no \ quizá ma non troppo’, entre Rusia y Occidente:

«De los 10 pasos hacia una catástrofe nuclear total, ya hemos dado 9. Si ustedes [la OTAN] creen que pueden atacar todo el territorio ruso con logística y armamento occidentales sin obtener respuesta, y que Putin no utilizará las armas que considere necesarias, entonces o no lo conocen o son anormales».


DOCTRINA NUCLEAR UPDATED

Como respuesta a la injustificada, desproporcionada e inédita escalada anglo, el 19 de noviembre Rusia oficializó la actualización de su doctrina nuclear. Promulgada ya a finales de septiembre y, ahora sí, suscrita como decreto por el presidente Putin. Los cambios que se introducen en dicha doctrina son sin duda significativos; flexibilizando, en general, los diversos escenarios que ameritan la utilización de sistemas estratégicos.

Algunos de estos cambios implican que Rusia pueda responder con armamento nuclear estratégico, a ataques convencionales que amenacen a su soberanía, a la de Bielorrusia y\o a la de otros países aliados. Aun cuando el agresor no sea un país nuclear pero sí cuente con el apoyo de un tercer país que lo es.

Asimismo las agresiones contra Rusia, por parte de un país socio de una coalición militar, podrán ser interpretadas como un ataque colectivo. Incluida la eventualidad de que estos ataques requiriesen de una respuesta estratégica. Por otra parte, se amplía el abanico de agresiones tipificadas como hostiles, como es el caso de ataques masivos de enjambre de drones, misiles y otros.


EL MOMENTO ORESHNIK

El día 21 de noviembre [de madrugada como casi todos los bombardeos, ataques con drones kamikaze y lanzamientos de misiles, por obvias razones de visibilidad], se ensaya el Oreshnik con pleno éxito. Esa misma tarde, Putin protagoniza una alocución televisada en la cual anuncia que, horas antes, las FFAA rusas habían destruido ‘el’ centro de producción misilístico clave del complejo militar industrial ucraniano, con un nuevo misil balístico furtivo.

Quedaba en evidencia así, frente al mundo, la gran ventaja tecnológica~estratégica con la que cuenta hoy Rusia. Literalmente, un orden de magnitud por encima de sus adversarios. Lo que, en realidad, no es ninguna gran novedad: pues el ‘momento Oreshnik 2024’ es algo así como la versión mini pero viral del ‘momento Avangard 2019’. Fue entonces, y es, desde entonces, que Rusia aventaja de forma linealmente inalcanzable a EEUU y a toda la OTAN.  

Más allá de esto, han sido ahora y para el Oreshnik los honores de evidenciar, a ojos del mundo entero, que la supremacía misilística está completamente hegemonizada por Rusia hasta nuevo aviso. Con particular énfasis y trascendencia a los ojos del Sur Global. Ya que brillaron y maravillaron, a lo largo y ancho de los variopintos altermundismos emancipatorios, esas nuevas habilidades rusas para golpear objetivos estratégicos de forma casi indetectable, completamente imparable y con precisión quirúrgica.

Aunque sin perjuicio de esto último, lo trascendentalmente relevante para Rusia es haberse podido mostrar de forma tan dura y a la vez aséptica. Demostrado en la práctica su capacidad autónoma y de plena disposición, para liquidar cualquier capital u objetivo europeo [sea éste de la OTAN o no] sin que la alianza noratlántica pueda hacer mucho más que nada.

En resumen, el sistema Oreshnik [‘avellana’ en ruso] es un misil balístico hipersónico intermedio, cuyo rango va desde los 1.000 hasta los 5.500 km. Lleva 6 vectores independientes que a su vez contienen otras seis submuniciones, en cada uno de estos casos con capacidades avanzadas.

La fuerza cinética de su impacto es capaz de penetrar la tierra hasta más de 100 metros de profundidad, sin búnker conocido que se le resista, pudiendo conseguir esto sin siquiera llevar carga explosiva en sus ojivas. De ahí su capacidad quirúrgica sin igual. Luego su potencia destructiva equivale al de una explosión nuclear pero sin serlo. Por lo que se lo ha catalogado, también, como armamento estratégico.

Además, el Oreshnik se encuentra en vías de ser producido en serie, según mandató e hizo público el propio Putin el pasado día 22 de noviembre, durante una reunión evaluatoria de la nueva y exitosa presentación. Por otra parte, el presidente ruso remarcó que este nuevo misil es parte integrante de toda una nueva familia de sistemas de corto y medio alcance, todavía en fase de pruebas.

Finalmente Putin apostilló, a modo de notificación y advertencia a Occidentel:

«Hoy en día no existen medios para contrarrestar este tipo de armas. Los misiles atacan objetivos a una velocidad de Mach 10, es decir, entre 2,5 y 3 kilómetros por segundo. Los sistemas de defensa antiaérea disponibles actualmente en el mundo y los sistemas de defensa antimisiles que están creando los estadounidenses en Europa no pueden interceptar tales misiles. Es simplemente imposible».


OCCIDENTE: DEL SHOCK INICIAL A LA BRAVATA ULTRAMONTANA

Semejante potencia efectiva real, sumada al factor sorpresa de esta inesperada respuesta por parte del Kremlin, produjeron una onda expansiva no prevista en la esfera mediática del orbe atlantista. Los principales medios occidentales no pudieron ocultar la gravedad de la situación. Llegando en algunos casos, incluso al amarillismo en exceso alarmista. A continuación algunos de los titulares de las cabeceras más influyentes del mundo [por supuesto que de la Anglosfera]:

> Washington Post: «El discurso de Putin es una advertencia no solo para EEUU, sino también para todos los aliados occidentales de Ucrania.»

> Associated Press: «Rusia tiene la capacidad de superar a Occidente en la carrera armamentista, ‘¿seguro que queremos participar?»

> Financial Times: «El ataque demostró la ineficacia de los sistemas de defensa antiaérea a disposición de Kiev.»

> Forbes: «Es irónico que el ‘misterioso’ misil ruso impactara contra un objetivo en la ciudad ucraniana de Dniepropetrovsk, ‘el centro de la industria de misiles de Ucrania”.

Mainstream mediático al margen  y una vez superado el primer shock inicial, el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, reconocía públicamente ]las limitaciones militares de la OTAN:

«Las armas y municiones que Rusia produce en tres meses, la UE las produce en un año. Vladimir Putin convirtió la economía rusa en una de guerra completamente, por lo que los integrantes de la Unión Europea deben prepararse».

Sin embargo, esta honestidad repentina apenas si le alisaba la cancha a la diatriba que se avecinaba. Así, el siguiente en aclimatar los subconscientes era el titular de Defensa británico, John Healey. Blanqueando ya de forma un poco más clara, la delirante posición euroatlántica:

«La guerra en Ucrania ha entrado en una fase crítica y ha llegado el momento de que Europa empiece a hacer más para garantizar su seguridad y su defensa colectiva. Estamos reforzando conjuntamente las fronteras orientales de la OTAN, intensificando la cooperación en materia de defensa aérea y desarrollo de misiles de largo alcance».

Por último, el mismo 21 de noviembre a última hora, The New York Times informaba ya que algunos representantes de EEUU y de sus socios europeos, propugnaban ‘devolverle’ a Kiev las armas nucleares a las que había tenido que renunciar tras la caída de la URSS. Poco después, una muy  alarmada senadora republicana, Marjorie Taylor Greene, afirmaba que «esto es una locura y completamente inconstitucional, posiblemente un acto de traición».

Y aún faltaba lo peor; a cargo del Jefe del Comité Militar de la OTAN, el almirante Rob Bauer, en la víspera de la reunión aliancista convocada de urgencia a raíz del Oreshnik:

«Ahora debemos reponer nuestras reservas de armas operativas, que se han agotado. También debemos invertir más en defensa aérea, así como en sistemas de ataque de precisión. Me alegra que se haya iniciado un nuevo debate en la OTAN y que haya cambiado la actitud hacia la idea de que somos una alianza defensiva y que nos sentaremos y esperaremos a que nos ataquen, para luego reaccionar. Sería más prudente no esperar, sino apuntar a los sistemas de lanzamiento en Rusia. Es necesaria una combinación de ataques de alta precisión, que debería inutilizar los sistemas que se utilizarían contra nosotros, y debemos atacar primero».

Tremendo. La primera en devolver gentilezas al Jefe del Comité Militar de la OTAN fue la portavoz de Exteriores rusa, Maria Zakharova, quien afirmaba con indisimulada ironía que «vemos que alguien no ha leído completamente la versión actualizada de la doctrina nuclear rusa». Horas más tarde, ya en la mañana del 26 de noviembre, el director del FSB [ex KGB] Alexander Bortnikov daba el primero de tres avisos muy serios, en el vigésimo Foro de Seguridad e Inteligencia de la Comunidad de Estados Independientes [CEI, orbe de países ex miembros de la URSS]:

«La amenaza militar de la OTAN no deja de aumentar. La Alianza Atlántica está ganando terreno en las fronteras del Estado de la Unión de Rusia y Bielorrusia, acelerando su infiltración en las regiones del Ártico y el Báltico, tratando de ampliar sus capacidades en el mar Negro y buscando formas de acceder al mar Caspio. Los países de la OTAN intentan reforzar su influencia en el espacio de la CEI creando focos de tensión y ofreciendo sus servicios para solucionarlos».

Llegaría a continuación el turno del canciller Sergei Lavrov, en el mismo foro post soviético e igual de tajante que Bortnikov:

«La OTAN se pasó de la raya al permitirse hacer declaraciones sobre la posibilidad de ataques preventivos en territorio de Rusia. Occidente está utilizando activamente una amplia red de organizaciones no gubernamentales para desestabilizar la situación política interna en los Estados del Sur y del Este».

Ya como colofón, el director del SVR [Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia] Sergei Naryshkin, señalaba en tan sugestiva cumbre:

«Moscú dispone de información sobre la implicación directa de saboteadores profesionales de los servicios especiales anglosajones en el atentado contra los gasoductos Nord Stream. Occidente no está dispuesto a aceptar la pérdida de su antiguo poder y desestabiliza deliberadamente la situación en las regiones clave del mundo».

Esta última y trascendental declaración implica, en los hechos: confirmar frente al mundo que Rusia cuenta [a saber desde cuándo] con pruebas más que suficientes para demostrar y legitimar ‘su’ casus belli contra EEUU y el Reino Unido como mínimo [+países escandinavos, +bálticos, +…], a colación del Nord Stream. 

Y todavía faltaba la guinda. La cual llegó a última hora de la tarde de ayer día 26, al comunicar Rusia oficialmente sobre dos ataques enemigos, que “no quedarían sin respuesta”. El primero con cinco misiles ATACMS, en Kursk, el día 23, dañando una estación de radar y causando heridos. Y un segundo ataque de mayor envergadura, calificado como ‘ofensiva de ocho misiles ATACMS’ más, el pasado 25 de noviembre, con el saldo de dos militares lesionados. 


EN EL MUNDO DEL REVÉS NADA ES COMO LO VES

En suma, la situación es grave, sin lugar a dudas. Aunque, quizá todavía más, sea en extremo frágil. EEUU es un polvorín interno. A la expectativa de la preanunciada respuesta rusa a las últimas tropelías de los ATACMS, desde el flanco estadounidense la única garantía de límite fundado en el sentido común y los conocimientos técnicos [en pos de interponerse frente a una eventualmente excesiva estupidez política del ‘demoglobalismo neocon’ al mando, y en supuesta retirada] es el Pentágono. 

De hecho llevamos ya varios meses en los que, siempre que la ocasión lo amerite de forma clara, el Pentágono realiza declaraciones institucionales o evaluaciones bélico~técnicas en disonancia con la versión oficial de la Casa Blanca [la primera ocasión fue para desmarcarse de unas aseveraciones cuanto menos infantiloides y desinformadas por parte de Anthony Blinken, en las que negaba ridículamente las nuevas capacidades demostradas por Irán en su ataque hipersónico a una base aérea estratégica de Israel, nada menos].

Por supuesto que estas distancias prudenciales se realizan con la voz muy baja y en estricto arreglo a la cordura intrínseca del asunto en cuestión. Sólo cuando la ignorancia insolente de algún personero del ‘Deep State’ se excede hasta lo absurdo. En alguna de sus recurrentes derogaciones, siempre inconsultas, claro, del más elemental principio de realidad. Lo cual ha sucedido más veces de lo deseable, según ellos mismos, en estos últimos seis\ocho meses de escalada geomilitar multidimensional y acelerada.

Bajo ningún concepto se incluye en esta caracterización al señor Lloyd Austin, actual Secretario de Defensa en funciones y ex empleado y lobbysta de Raytheon: la contratista militar del Pentágono que fabrica los misiles Patriot y Tomahawk. Además de ser la fallida responsable de desarrollar las capacidades hipersónicas de la supuesta mayor potencia militar del mundo. Y que sólo ha conseguido ser el hazmerreír de la industria en general y de Rusia y China en particular.

Téngase presente, en resumen, que este reconocimiento al sentido común castrense de EEUU, hace exclusiva referencia a un muy reducido grupo de generales cultores de la independencia y la lucidez personal. Quienes, llegado el caso, activan sus mecanismos de influencia en pos de no hacer el ridículo ni exponer a su país a brechas de seguridad inadmisibles.

No así pues, al resto del escalafón militar, entregado el auto refuerzo mutuo evasivo en el mejor de los casos. Ya que en general, el drama de la infiltración corporativa privada hace tiempo que ha hecho metástasis tanto vertical como transversalmente. A través de la burocratización, lobby, tráfico de influencias y en general la corrupción masiva, en favor de algunos contratistas específicos. 

Como es a todas luces evidente, estas últimas afirmaciones taxativas no surgen de un conocimiento personal directo. Sí surgen, en cambio, del susto que se puede llegar a sentir cuando un oficial de alto rango [e incluso algún general] del Ejército imperial estadounidense [crítico o disidente, claro, pero que dice creíblemente actuar por patriotismo] tiene perspectivas de análisis mucho más cercanas a las propias que, digámoslo alegóricamente, las de ‘mi vecino el progre de acá a la vuelta’.

Empezando, a partir de este shock, a indagar en mayor profundidad; ya sin el sesgo retardatario que todo reduccionismo personal conlleva.

ANEXO FINAL: ¿QUIÉNES AZUZAN LA ESCALADA ILIMITADA?

La crisis geopolítica y nuclear actual representa, en última instancia, el traumático fin de la efervescente [por estruendosa y fugaz] ‘Pax Americana’. 
Así como también, y en simultáneo, el doloroso nacimiento de un nuevo ordenamiento multipolar; cuya vertebración se encuentra precisamente en disputa. 

La estrategia deliberada del ‘Deep State’ es aplicar una política de ‘tierra quemada’ asimétrica, como lo demuestra el modesto alto el fuego libanés recientemente iniciado. En clave prospectiva, cualquier ensayo de previsión se antoja de antemano especulativo, ya que los giros del libreto han sido hasta ahora en exceso disparatados. Es por esto que, incluso si se superan los peores escenarios y el MAGA RETURNS se hace realidad, restará aún por ver cuál es la versión de Trump que finalmente logra coronar. 

Valdría recordar las no menores concesiones ya realizadas: desde el neocon Marco Rubio para la Secretaría de Estado [en cierto modo esperable], hasta la ingrata sorpresa de Scott Bessent para la Secretaría del Tesoro. Un globalista multimillonario cuyo mayor mérito es el de ex gestor de fondos de George Soros. Que hará las veces de caballito de Troya para los intereses del transhumanismo.

En definitiva: los ‘caminantes blancos’ del globalismo imperial van por todo. Queda claro que la apuesta de quienes se agazapan detrás de Biden es hacer añicos, a toda costa, la preanunciada política pacifista

[y a priori negociadora]

del outsider quijotesco de Trump. Y a sus tres mosqueteros díscolos [a saber Elon Musk, Robert Kennedy Jr. y Tulsi Gabbard]. Y a su Secretario de Defensa [Pete Hegseth]. Las garantías, justamente, de que con el ‘Señor del Peluquín’ algo pueda cambiar.

En palabras del reputado Alastair Crooke, ex diplomático británico y fundador del Foro de Conflictos, sito en Beirut: 

«Estamos presenciando un intento deliberado de crear caos de forma controlada por parte de unas élites globalistas que, con esto, esperan mantener cierto control sobre el proceso de desintegración en marcha del orden mundial actual.»

Winter is coming. Que Dios nos quiera abrigados.

Fuente: https://www.agenciapacourondo.com.ar/internacionales/winter-coming-cronica-de-una-crisis-nuclear-no-anunciada