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Cuando la degradación y el desprestigio de los DDHH se instalan en las instituciones internacionales

Fuentes: Rebelión

En el siglo pasado el mundo, la comunidad internacional y los países se volcaron en crear y desarrollar organismos y mecanismos para la protección universal de los derechos humanos (DDHH).

Los DDHH se convirtieron en la piedra angular de la política internacional y Salvo escasos países, como las monarquías árabes y unas pocas dictaduras  que se resistían a respetar los derechos más elementales de las personas. En el resto del mundo, se avanzó de forma importante en la protección y vigilancia de los derechos humanos.

Sin embargo, aquellos que en su día abogaban por la protección de los DDHH y por convertirlos en una prioridad de la política internacional, son los mismos, que hoy  andan chapoteando en el fango  de las graves violaciones de los derechos humanos en el mundo. 

Occidente, que durante dos siglos se había distinguido como el estandarte de la implantación en el mundo del respeto a los DDHH. En los últimos tiempos se ha transformado en el principal provocador, ejecutor y protector de las más importantes violaciones de los DDHH.  Las huellas del llamado mundo Occidental, en las principales violaciones de los DDHH, ocurridas en el mundo,  han dejado un reguero de sangre, masacres, dolor y sufrimiento de diferentes pueblos que habitan este nuestro planeta. 

Tan solo hay que hacer un recorrido por Irak, Afganistán, Siria, Yemen, Somalia, Sudán, Ruanda, Burundi, Haití, Congo, Sahara Occidental, Palestina, Ucrania y un larguísimo etc. Para percatarse de esa doble moral occidental de defender los DDHH a su conveniencia e intereses.

Sumados a los millones de víctimas como consecuencia de las guerras montadas, apoyadas y ejecutadas por los países Occidentales. Hay que añadir sus cambalaches, en los últimos tiempos, en los organismos internacionales de protección de los DDHH. Cómo hemos visto hace apenas cuatro dias; con la elección de Marruecos como presidente del Consejo de derechos humanos de las Naciones Unidas.

Cómo es posible, que salga elegido Presidente del máximo órgano internacional de protección de los DDHH, uno de los países donde menos se respetan los derechos más básicos y elementales de las personas. En Marruecos las personas no son ni siquiera  ciudadanos, son súbditos de un rey y un sistema, están obligados a rendir pleitesía a una monarquía feudal.

Es totalmente incomprensible y contrario a la lógica de los DDHH que a un país feudal de las características de Marruecos se le permita presidir un ente cuya misión fundamental es proteger y denunciar los DDHH.

Los trapicheos que se traen entre manos las potencias occidentales, con decisiones como esta de poner al lobo a vigilar las ovejas, es el resultado de esa doble moral y esa doble vara de medir establecida por ellos mismos, ajustada a sus intereses y conveniencias.

También constituye la degradación y prostitución total y absoluta del concepto de los derechos humanos. Los países occidentales, desde hace varias décadas se han puesto a jugar a la realpolitik, que es un término inventado para para tapar las fechorías y la política de intereses turbios. 

Según ha trascendido, todos los países occidentales votaron a Marruecos, para que no saliera elegida Sudáfrica, país cuna de una de las historias más negras de la época contemporánea, en cuanto a violaciones de los derechos humanos, que es el apartheid.

 Resulta que Sudáfrica acusó a Israel de genocidio ante la Corte Internacional de la Haya. Los países occidentales, con tal de que Sudáfrica no presida el Consejo de Derechos Humanos, se han puesto manos a la obras y como siempre jugando a proteger a sus allegados y amigos que violan sin escrúpulos los derechos humanos y cometen genocidios como son los casos de Israel y Marruecos. De está forma querían impedir que el país que preside el Consejo de Derechos Humanos sea el mismo que lleva un proceso en la Corte Penal Internacional contra Israel que es el protegido del mundo occidental.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.