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Túnez

Cuando la izquierda prepara su fracaso en tono triunfalista

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Caty R.

Se acaba de constituir un Frente de Salvación Nacional, que va del Frente Popular a Nidé Tunis, con el objetivo declarado de imponer una nueva autoridad política en lugar de las instituciones nacidas de las últimas elecciones y apoyándose en amplias movilizaciones populares. El punto 6 de la plataforma constitutiva de dicho Frente llama al Ejército y a las fuerzas de seguridad a «respetar la voluntad popular, garantizar la protección de las luchas pacíficas del pueblo y proteger los bienes públicos y privados». Así, las diversas fuerzas del Frente de Salvación Nacional se comprometen en una lógica de enfrentamiento («pacífico»). Consideran que el poder actual se halla en un estado de descomposición lo bastante profundo como para permitirles ganar la batalla que se anuncia. Un diagnóstico semejante, desde el punto de vista de las fuerzas situadas en la izquierda del tablero político, solo puede apoyarse en:

1) La convicción de que en la actualidad es factible una gran movilización popular alrededor de los objetivos fijados por el Frente de Salvación Nacional.

2) La convicción de que las fuerzas de seguridad exteriores e interiores efectivamente podrían adoptar una actitud neutral en el conflicto actual, bien porque serían neutrales en esencia -lo que se suele pretender del ejército-, bien porque desde el punto de vista de sus propios intereses o de los intereses que defienden dichas fuerzas no verían diferencias entre un poder dirigido por Ennahda y un poder dirigido por la coalición que acaba de crearse o bien, finalmente, porque serían más bien favorables a esta última y preferirían «conformarse» con un papel de «arbitraje».

3) La convicción de que las múltiples redes procedentes del antiguo régimen: esferas políticas-mafiosas, seguridad y hombres de negocios, ya no constituyen uno de los obstáculos principales para la realización de los objetivos de la Revolución, incluso aunque la mayoría se convirtieran en aliados «objetivos» para contrarrestar el acaparamiento definitivo del poder por parte de Ennahda y la instauración de una «teocracia».

4) La convicción de que Nidé Tunis, expresión pública de esas redes, podría ser un aliado «democrático».

5) La convicción de que las potencias imperiales (con Estados Unidos y Francia a la cabeza) en la actualidad no tienen capacidad de intervención en la política interna tunecina o que serían favorables al derrocamiento de la Troika.

Si los cinco puntos citados arriba son efectivamente realidades y no, por lo menos algunos de ellos, puras ilusiones voluntaristas, enonces la iniciativa del Frente de Salvación Nacional tiene posibilidades de éxito. Sin embargo ese tipo de éxito corre un gran riesgo de ser amargo al conducir directamente a la dominación efectiva, o al menos aparente, de Nidé Tunis y las fuerzas similares.

Existen otras dos posibilidades: la primera es que por el camino Nidé Tunis abandone el Frente de Salvación Nacional para compartir el poder con Ennahda y otras corrientes (del tipo de Néjib Chebbi y quizás al-Massar); la segunda sería que la Troika disponga de medios para aferrarse al poder. Entonces entraríamos en un período de disturbios y conflictos desprovisto de referencias políticas claras que desembocaría en cualquier solución basada en la seguridad.

Finalmente, si el punto más importante de los mencionados arriba resultase una simple ilusión, si la gran movilización popular anti-Ennahda, o al menos la apariencia de una gran movilización popular, no acudiera a la llamada, el Frente de Salvación Nacional se desinflaría y el poder de la Troika saldría fortalecido.

En cualquiera de los casos señalados la izquierda pagaría el pato y la principal perdedora de esta empresa sería la Revolución. Con la trágica evolución de la revolución siria bajo los golpes de las fuerzas de Bachar y el golpe de Estado militar en Egipto, un fracaso de la Revolución tunecina podría matar la revolución árabe, o como poco sumergirla en un largo período de paralización.

En conclusión solo puedo recordar mi artículo del pasado 6 de julio donde precisé algunas ideas recordadas aquí.

Artículo del 6 de julio

¡Nunca pensé que me equivocaría tanto!

¿Todavía es posible esperar una rectificación de la línea del Frente Popular antes de que sea demasiado tarde? Me temo que no. La orientación que toma, cada vez con más precipitación desde lo que se puede definir claramente de golpe de Estado militar en Egipto, es al mismo tiempo aventurada y «derechista». Repito que no tengo ninguna simpatía por la política que sigue Ennahda, aunque no por eso pienso que ese partido actúe de forma despótica. En el período revolucionario no hice un fetiche de la legitimidad electoral. Por otra parte estoy convencido de que Ennahda ha perdido mucho del apoyo popular -ya débil- expresado en las elecciones a la Constituyente. Pero tampoco creo que ahora la relación de fuerzas esté a favor de los que, con razón, desean una profundización del proceso revolucionario iniciado el 17 de diciembre de 2010. Está claro que tampoco es ese el objetivo del Frente Popular. Lo que quiere es «echar» a la Troika del poder, cueste lo que cueste. 

Desde el asesinato de Chokri Belaïd, el Frente Popular ha multiplicado las ofertas de alianzas con fórmulas cada vez más centradas en «sacar» a la Troika que le aproximan inevitablemente a Nidé Tunis. En la actualidad presiona más que nunca para tener la iniciativa y ocupar el centro del escenario político; anuncia un enésimo plan, izquierdista-derechista, que presuntamente reagruparía a todos los opositores de Ennahda para disolver la Asamblea Constituyente, pretende confiar la redacción de la Constitución a un grupo de expertos (¡No a una nueva asamblea constituyente!, seguramente el pueblo no está bastante «maduro» para confiarle otra vez la elección de los constituyentes…) y la formación de un nuevo Gobierno, naturalmente sin Ennahda. Los demás puntos del plan son puramente demagógicos: ¿Qué medidas sociales urgentes se pueden tomar bajo la dirección de un nuevo Gobierno de consenso con los adeptos al liberalismo, sobre todo cuando dicho Gobierno debería abolir los acuerdos que socavan la soberanía económica de Túnez? ¿No es todavía más sorprendente desde ese punto de vista que para la realización de esa alianza anti-Ennahda una de las primeras organizaciones consultadas sea UTICA?

Pero admitamos que efectivamente se organice ese amplio Frente de Salvación deseado ahora por el Frente Popular. En las relaciones de fuerza reales, no en las que ilusoriamente pudieran existir, ¿en qué condiciones podría ser capaz hoy de derrocar a Ennahda? Con la condición, por supuesto, de captar a Nidé Tunis; con la condición también de haber captado (entre bambalinas) a una franja considerable de las redes del RCD, del Ministerio del Interior y, por qué no, de nuestro famoso «Ejército Republicano», es decir, como era de suponer con «carta blanca» de ciertas «partes» extranjeras. Ignoro si todas esas esferas políticas consideran en la actualidad si les interesa alejarse de Ennahda sin previo aviso. Si efectivamente es el caso y se constituye la alianza, ¿el Frente Popular es tan ingenuo como para pensar que seguirá teniendo la iniciativa? ¿Cree que la revolución habrá dado un paso adelante? Ciertamente no. El Frente Popular estallará y una parte de sus militantes y ejecutivos será absorbida por el aparato del Estado mientras las reivindicaciones populares se enviarán a las calendas griegas.

¡Bravo!

Fuente: https://www.facebook.com/notes/sadri-khiari/quand-la-gauche-pr%C3%A9pare-sa-d%C3%A9faite-sur-un-ton-triomphaliste/523539244379338