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Cuerno de África y el tráfico de armas

Fuentes: Rebelión

Desde hace poco más de 60 días el grupo wahabita somalí al-Shabaab ha intensificado sus acciones en Mogadiscio, la capital del país, con ataques casi cotidianos. Estas operaciones responden a los constantes bombardeos realizados por los Estados Unidos, contra diferentes blancos ubicados en las zonas rurales, donde la banda integrista se ha hecho fuerte en […]


Desde hace poco más de 60 días el grupo wahabita somalí al-Shabaab ha intensificado sus acciones en Mogadiscio, la capital del país, con ataques casi cotidianos. Estas operaciones responden a los constantes bombardeos realizados por los Estados Unidos, contra diferentes blancos ubicados en las zonas rurales, donde la banda integrista se ha hecho fuerte en los últimos años, tras haber sido expulsada de la capital en 2011.

Dichos ataques han disminuido en mucho la capacidad operativa y de movimiento, según lo ha declarado por el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres en un informe al Consejo de Seguridad (CdS), sobre la Misión de Asistencia de la ONU en Somalia (UNSOM).

En la reunión del Consejo de Seguridad, los representantes de Estados Unidos y Somalia han vuelto a criticar las restricciones a las importaciones de armas, impuestas por la ONU al gobierno somalí. Abukar Dahir Osman, el embajador somalí, ante la ONU explicó que los logros que se han conseguido contra al-Shabaab son difíciles de sostener dado que su país: «Está luchando con una mano atada a la espalda», en referencia a las limitaciones a la compra de armas. Por su parte, Jonathan Cohen, el embajador estadounidense ante la ONU, frente al CdS, dudó que el gobierno somalí pueda seguir respetando esas disposiciones, por el acoso permanente de los terroristas.

El embargo armamentístico, fue adoptado en 1992 por medio de la Resolución 733 del Consejo de Seguridad, en respuesta a la guerra civil que entonces se libraba, y que de alguna manera todavía continua por medio de otros implicados, y al deterioro de la situación humanitaria.

Desde entonces las restricciones has tenido algunas excepciones «legales» para permitir que algún tipo de armamento llegaran a las fuerzas de seguridad somalíes, condicionadas por un consejo de expertos de la ONU, que informan acerca de las necesidades de Mogadiscio respecto a la incorporación de nuevo armamento. En noviembre de 2018 se extendió el embargo de armas hasta el 15 de noviembre de 2019.

Aunque en realidad el embargo es violado de manera permanente y desde los inicios mismos de la sanción, con embarque de armamentos que entonces llegaban principalmente de Yemen y eran financiados por Eritrea.

De este tráfico ilegal no solo se han provisto los grupos insurgentes como al-Shabaab con entre 5 y 7 mil combatientes y la nueva franquicia del Daesh en la región con aproximadamente 300 muyahidines, sino también los legendarios «piratas somalíes» que entre 2005 hasta 2011 hicieron impracticable el tráfico marítimo por esa región y que a pesar de haber sido combatidos por distintas armadas internacionales, todavía hoy con alguna frecuencia siguen operando los antiguos pescadores somalíes obligados a reconvertirse en piratas debido a que diferentes empresas pesqueras de occidente y Asía han aniquilado sus ancestrales bancos de pesca.

Al-Shabaab que a lo largo de 2018 produjo 1515 ataques que han generado 3955 muertes, sigue operando y golpeando duró no solo en la capital sino también en Kenia donde más allá del ataque de enero último contra el complejo inmobiliario de 14 Riverside Drive en Nairobi (Ver: Kenia: El espanto otra vez en Nairobi), secuestró a los médicos cubanos Assel Herrera Correa y Landy Rodríguez Hernández, en la región de Mandera, en el noroeste del país junto a las fronteras de Somalia y Etiopia, el pasado 12 de abril y por cuyo rescate se estaría pidiendo un millón y medio de dólares. Sobre su actual situación la información es sumamente confusa, sin que la prensa internacional haya prestado la debida atención al caso.

El grupo terrorista ha intensificado sus operaciones en Mogadiscio donde en diferentes ataques en las últimas semanas ha asesinado a unas cuarenta personas, entre civiles y miembros de las fuerzas de seguridad e hiriendo a otras 120.

Según los expertos esta nueva operatividad de los terroristas se relaciona con la fabricación de explosivos por parte de la propia organización terroristas, según lo detectado en los análisis de laboratorio posteriores a la explosión, que indican el abandono de explosivos de uso militar, para pasar abiertamente a la construcción de los HME (explosivos hechos en casa), según el informe los análisis se basaron en la selección de unos 20 ataques producidos desde julio de 2018, han utilizado nitroglicerina, mezclándola con nitrato de amonio o de potasio, utilizados como fertilizantes, y carbón. El informe no explica de donde los artilleros de al-Shabab, obtienen esos químicos.

En una operación cerca de Elasha Biyaha, a unos 16 kilómetros de Mogadiscio, en un almacén soterrado de al-Shabab, el siete de abril, las autoridades decomisaron grandes cantidades de precursores químicos, entre los que se encontraba pasta de aluminio, para mejorar el efecto térmico de las detonaciones. Además de incautar un gran alijo de armas, que incluían granadas, minas terrestres, cartuchos, cinturones suicidas y detonadores remotos.

 

Djibouti, la nueva estrella del tráfico de armas

La actual guerra contra Yemen que ha lanzado Arabia Saudita en 2015, ha hecho que el contrabando de armas y drogas desde allí hacia el Cuerno de África se haya vuelto imposible, no obstante, al-Shabab y el ejército somalí se siguen abasteciendo prácticamente de los mismos proveedores, que ahora operan desde Djibouti.

Los traficantes de armas siguen teniendo a Somalia y sus regiones semiautónomas Somalilandia, Puntlandia y Galmudug, como el mercado más atractivo de la región, poniendo en peligro, cualquier intento por poner fin al largo conflicto.

En los últimos años, Djibouti se convirtió en un centro cada vez más importante para la distribución de armas ilegales a los grupos armados en la región y se cree que también abastecen a las fuerzas de seguridad somalíes, salteando las restricciones impuestas por la ONU, los traficantes desde Djibouti, envían las armas a la región de Awdal, en el norte de Somalia.

Muchas empresas que participan en los negocios del sector portuario de Djibouti han sido denunciadas por el comercio ilegal de armas, lo que aumenta los riesgos para el país de la posibilidad de nuevas inversiones en el área marítima, carrera que el gobierno del Primer Ministro Abdoulkader Mohamed esta lanzado para incorporar nuevas inversiones.

Hasta ahora ninguno de los socios internacionales de Djibouti, se han referido a esas acusaciones. Ni tampoco las naciones que están estableciendo bases militares en ese territorio (Ver: Djibouti A la sombra de las armas .) dada la importancia geo-estratégica del pequeño país del Mar Rojo, ni siquiera potencias como Estados Unidos o Francia han reprochado a Mohamed las acusaciones, dado la importancia de sus bases en el país. Desde que Djibouti, tomó el control del puerto de Doraleh, el tráfico de armas ilegales ha ido en aumento. Aunque todavía la mayoría de los alijos de armas son trasportados por los dhows que operan los pescadores de la costa sureste hacía el puerto somalí de Garacad.

La evidencia involucra a altos funcionarios del gobierno de Abdoulkade Mohamed con el comercio de armas, parece no ser lo demasiado contundente para que ninguna organización internacional, ni siquiera Naciones Unidas, inicie algún tipo de investigación, que pudiera sancionar al país o a los funcionarios implicados.

Todo está dado para que Djibouti, se convierta en la nueva estrella del tráfico regional de armas, a medida que el conflicto somalí sigue creciendo, que Eritrea y Etiopía no terminen de acordar una paz duradera (Ver: La extraña contradanza eritrea) y los grupos armados que operan en Etiopía, Chad, Sudán y Sudán del Norte, sigan incrementado sus acciones.

Históricamente había sido Eritrea, quien suministrar las armas para los distintos conflictos de la región, Pero a medida que Asmara siga procurando regresar a la comunidad internacional, su lugar central en el tráfico de armas se reducirá de manera importante. No importa quien fabrique, trafique o compre las armas, los muertos siempre seguirán siendo los mismos. 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.