Ningún país de África, Asia o América Latina y el Caribe ha mejorado su sistema de salud al ritmo requerido para reducir tres cuartos la mortalidad materna en 2015 respecto de 1990, uno de los ocho Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio. Así lo advirtió la División Estadísticas del Departamento de Asuntos […]
Ningún país de África, Asia o América Latina y el Caribe ha mejorado su sistema de salud al ritmo requerido para reducir tres cuartos la mortalidad materna en 2015 respecto de 1990, uno de los ocho Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio.
Así lo advirtió la División Estadísticas del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La actual crisis de los sistemas de salud del mundo por la falta de trabajadores capacitados podría darle un golpe fatal a la campaña global contra la pobreza acordada por los líderes mundiales hace seis años, advirtieron expertos de la ONU en el Día Mundial de la Salud.
«La población mundial está creciendo, pero la cantidad de trabajadores de la salud en muchos de los países más pobres está cayendo», señaló este viernes el secretario general de la ONU, Kofi Annan, este viernes.
«El acceso a los servicios está limitado por la inequidad y la pobreza», dijo a IPS la presidenta de la sección Salud Reproductiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Población (Unfpa), Arletty Pinel.
Según estimaciones de la ONU, solamente África requerirá un millón de nuevos funcionarios para lograr los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio relativos a la salud.
Los ocho objetivos fueron aprobados en la Cumbre del Milenio celebrada en Nueva York en 2000, para abordar varias de las principales barreras para el desarrollo, y se plantearon como plazo el año 2015.
Entre los mismos figuran reducir a la mitad respecto de 1990 la proporción de personas que viven en la indigencia y padecen hambre, así como lograr la educación primaria universal, promover la igualdad de género y reducir la mortalidad infantil en dos tercios y la materna en tres cuartos.
También se propone combatir la propagación del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, la malaria y otras enfermedades, asegurar la sustentabilidad ambiental y crear una sociedad global para el desarrollo entre el Norte y el Sur.
«Abordar la escasez de parteras a través de la educación, el entrenamiento y las áreas con menos cobertura nos acercaría mucho más a lograr el objetivo de mejorar la salud materna», dijo la directora ejecutiva del Unfpa, Thoraya Ahmed Obaid. Y también el de reducir dos tercios la mortalidad infantil.
«Se necesitan urgentemente esfuerzos concertados para solucionar la escasez de parteras y otros trabajadores de la salud, que es severa en los países más pobres y pone en peligro millones de vidas», afirmó Obaid.
Las parteras juegan un rol central en salvar la vida y mejorar la salud de las madres y los niños, «pero, pese a su importancia, a menudo deben hacer frente a malas condiciones de trabajo y suministros y apoyo inadecuados. Aemás, como fuerza laboral femenina de la salud, están sujetas a la discriminación de género», advirtió la funcionaria.
Se necesitan unas 700.000 parteras más para brindar acceso universal calificado en el momento del nacimiento, según el Unfpa.
«Contrariamente a la supervivencia infantil, que mostró aumentos notorios con el paso de los años, las muertes maternas se mantienen en aproximadamente el mismo nivel, y en algunos países han crecido», dijo Pinel.
Las posibilidades de que una mujer muera por causas relacionadas con el embarazo y el parto es de una en 17 en los países menos desarrollados, una en 61 en los países en desarrollo y una en 4.000 en los países industrializados, según Family Care Internacional, una organización no gubernamental patrocinada por la ONU y con sede en Nueva York.
La medida más crítica para una maternidad segura es que un trabajador sanitario con capacidad de partero esté presente en cada nacimiento y que haya transporte disponible para mejorar los cuidados obstétricos en caso de emergencia, según el Unfpa.
Hoy en el mundo en desarrollo sólo 58 por ciento de todos los partos tienen lugar con la asistencia de un asistente formado a tales efectos.
Los parteros profesionales obtienen su título luego de pasar, con éxito, por un programa de entrenamiento que es aprobado en el país donde ellos ejercen. En algunos países esto puede implicar hasta cinco años de formación universitaria, explicó Pinel.
En 76 países el Unfpa apoya capacitación para personal de la salud en varios aspectos de la atención a las madres, incluyendo habilidades para salvar vidas en casos de emergencia.
Muchas mujeres embarazadas, especialmente en África, dan a luz con la ayuda de asistentes tradicionales para el nacimiento. Esta práctica demostró ser peligrosa, según Family Care International, porque hasta 15 por ciento de todos los nacimientos se complican por una enfermedad potencialmente fatal que las comadronas no están capacitadas para manejar.
Es más probable que las mujeres atendidas por asistentes entrenadas reciban tratamiento temprano, cuando la situación todavía puede ser controlada.
En la mayoría de los casos, las reducciones de la mortalidad materna se lograron donde los países introdujeron parteras profesionales, mientras que al mismo tiempo fueron eliminando paulatinamente a las asistentes tradicionales, sin criminalizarlas, según Pinel.
Por ejemplo, Malasia utilizó campañas para persuadir a las mujeres a solicitar ayuda de parteras, pero también establecieron mecanismos para que las asistentes tradicionales también se asocien con parteras.
La vinculación entre parteras tradicionales y profesionales fue implementada en varios países, incluyendo Bangladesh, Indonesia, Irán, México, Nigeria y Uganda, señaló Pinel.
En Yemen se producen ocho muertes maternas por día, uno de los registros más elevados del mundo. Setenta y siete por ciento de los yemenitas residen en aldeas aisladas, ya sea en las montañas o en el desierto. Se estima que los partos en el hogar ascienden en ese país a 84 por ciento.
«Las principales razones de mortalidad materna son las difíciles circunstancias en que viven las mujeres en estas regiones», dijo la encargada de programa del proyecto, Asia Makwi.
El año pasado, el Unfpa comenzó un proyecto en colaboración con el Ministerio de Asuntos Sociales y Trabajo de Yemen, para dar a las parteras las herramientas necesarias para ayudar a los bebés a nacer de modo seguro, y para distribuir «equipos de nacimiento sano».
Estos equipos incluyen, entre otros elementos, máscaras y guantes esterilizados, jabón para manos, algodón, afeitadoras e hilo esterilizados. Y también un folleto en que las parteras pueden aprender diversos procedimientos.
Los países que invierten en entrenamiento de alta calidad, en ubicación y retención de las parteras y en instalaciones adecuadas para brindar atención obstétrica de emergencia mostrarán una drástica reducción de la mortalidad materna, aseguró Pinel.
«El tiempo para actuar es ahora», dijo Kathlyn Ababio, representante de la Confederación Internacional de Parteras en la Cumbre Mundial celebrada en Nueva York del 14 al 16 de septiembre de 2005, cuando los líderes mundiales reafirmaron su compromiso con los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio.
«En África y Asia, sólo entre un cuarto y un tercio de las mujeres dan a luz con una asistente calificada, e incluso menos tienen acceso a atención obstétrica y neonatal de emergencia. Esto debe cambiar y pronto», enfatizó Ababio.
La Confederación Internacional de Parteras es una organización no gubernamental que reúne a 85 asociaciones nacionales de parteras de unos 75 países.
Se estima que en África subsahariana hay unos 750.000 trabajadores de la salud en una región que alberga a 682 millones de personas.
La relación es de 10 a 15 veces mayor en los países ricos, según el médico Tim Evans, director general asistente de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
«Sin un aumento drástico en capacidad, las inmunizaciones pediátricas no se administrarán, los brotes infecciosos no se frenarán, las enfermedades curables seguirán sin ser tratadas y las mujeres continuarán muriendo en el parto», dijo Annan.
«Las madres muertas no hablan, y quienes las rodean a veces ven esto como un proceso ‘normal’ de la vida. Pero la mayoría de las muertes maternas podrían haberse evitado si el sistema no les hubiera fallado a estas mujeres», agregó.
«La persistencia de la mortalidad y morbilidad materna, cuando las medidas para impedirlas son bien comprendidas, representan una violación a los derechos humanos y una injusticia social», destacó