Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe, editado por Gabriela Díaz Cortez y Democracy Now! en español
¿Se acuerdan de «freedom fries» o «papas fritas de la libertad»? Ese es el nombre que los representantes republicanos, la última vez que tuvieron la mayoría, le dieron a las papas fritas (que en inglés se llaman «French fries«), luego de que Francia se negara a apoyar la invasión a Irak. Parecería que el cambio de nombre de las papas fritas es lo único que en materia de regulación alimentaria están dispuestos a apoyar algunos miembros del Congreso.
La nueva mayoría republicana amenaza con impulsar una avalancha de investigaciones. El congresista republicano por California Darrell Issa es el nuevo presidente del Comité de Control y Reforma del Gobierno. Issa ha estado diciendo vía Twitter cuáles son los temas que tiene intenciones de investigar. Esta es una de sus publicaciones más recientes en Twitter: «Lista de investigaciones de control iniciales y continuas: las filtraciones de WikiLeaks, la seguridad alimentaria y de medicamentos estadounidenses y la eficacia de los retiros de productos del mercado por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés)…»
El momento que escogió para anunciar que controlará la seguridad alimentaria fue impecablemente oportuno, justo un día antes de que el Presidente Obama promulgara, según estaba previsto, la Ley de Modernización de Seguridad Alimentaria de la FDA, uno de los últimos proyectos de ley aprobados por la Cámara Baja antes de que el Congreso iniciara el receso a fines de diciembre. La nueva ley otorga a la Administración de Alimentos y Medicamentos autoridad para ordenar el retiro de productos del mercado, entre otras facultades orientadas a proteger a los estadounidenses de enfermedades transmitidas por los alimentos. Aunque no lo crean, hasta ahora, la FDA sólo podía recomendar un retiro del mercado, pero no ordenarlo.
Esta nueva ley no llegará a tiempo, sin embargo, para ayudar a Shirley Mae Almer, que murió el 21 de diciembre de 2008 tras haber contraído salmonella al ingerir crema de maní contaminada. Almer y al menos otras ocho personas murieron a causa de la enfermedad que contrajeron por consumir la crema de maní King Nut y otros productos hechos con el maní contaminado de Peanut Corporation of America. Almer falleció hace dos años y su familia acaba de entablar una demanda federal. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) informan de que por lo menos 714 personas contrajeron la enfermedad durante ese brote en 46 estados. Este organismo afirma que anualmente millones de personas contraen enfermedades que se transmiten a través de los alimentos, de las cuales, 128.000 deben ser hospitalizadas y 3.000 pierden la vida, lo que representa más de ocho personas diarias.
La Asociación Estadounidense de Salud Pública, integrante de la coalición por la seguridad alimentaria Make Our Food Safe, celebró la nueva ley que, según dice: «finalmente comenzará a ocuparse de los peligrosos vacíos que ha dejado el lamentablemente obsoleto sistema de seguridad alimentaria de nuestro país.» Pero que un proyecto se promulgue y se convierta en ley no significa que vaya a recibir financiación. Los republicanos del Congreso todavía pueden impedir el financiamiento (como parece que van a hacer con algunos artículos de la ley de reforma del sistema de salud aprobada el año pasado). El congresista republicano Jack Kingston de Georgia, integrante del Subcomité de Gastos de la Cámara de Representantes que financia la FDA, declaró al periódico The Washington Post: «Nadie quiere que la gente enferme, y deberíamos esforzarnos siempre por garantizar que los alimentos sean seguros. Sin embargo, eso no es motivo para un gasto de 1.400 millones de dólares.»
¿De veras? Es un consuelo saber que Kingston no quiere que nadie enferme, pero eso no cambia el hecho de que millones de personas sí enferman. Cuando se trata de seguridad alimentaria, así como de seguridad aérea, seguridad minera, o cualquier industria, las regulaciones salvan vidas.
Sin embargo, según informó Político, Darrell Issa envió cartas a 150 asociaciones de comercio, compañías y grupos de especialistas pidiendo que le aconsejaran sobre qué regulaciones debe investigar. Un fragmento de la carta, que fue publicada por NBC News, dice: «Solicito su colaboración para identificar aquellas regulaciones existentes y propuestas que hayan tenido un impacto negativo en el crecimiento de la tasa de empleo dentro de la actividad industrial de sus miembros. Se agradecen además sugerencias para la reforma de las regulaciones que se identifiquen y del proceso legislativo.»
El enfoque de Issa es similar al del nuevo jefe del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes, el congresista republicano Spencer Bachus de Alabama. Bachus declaró a The Birmingham News: «En Washington, la opinión es que se debe regular a los bancos; en mi opinión Washington y los reguladores deben estar al servicio de los bancos.»
Debería estar claro ahora por qué la Cámara de Comercio de Estados Unidos y las corporaciones que la integran pusieron tanto dinero en las elecciones. Una nueva encuesta realizada por el grupo Union of Concerned Scientists revela que muchos científicos e inspectores del gobierno creen que los intereses corporativos están socavando la seguridad alimentaria en Estados Unidos.
Darrell Issa es el miembro más rico de la Cámara de Representantes y cuenta con un capital neto de 160 millones de dólares que ganó con el sistema de alarmas para autos Viper, ese que dice a todo volumen (con la voz del mismo Issa) «Aléjese del auto.»
Señor Presidente del comité Darrell Issa, proteja a los estadounidenses, aléjese de las corporaciones.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
Fuente: http://www.democracynow.org/es/blog/2011/1/6/darrell_issa_aljese_de_las_corporaciones
rCR