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La obra negativa del colonialismo francés en La Reunión

De la isla virgen al intento de cirugía social

Fuentes: Bouamamas (Blog)

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Si se presenta alguna colonia como no concernida por la cuestión de la descolonización es La Reunión. Según la narrativa ideológica colonial francesa, La Reunión no puede ser considera da una colonia porque no estaba habitada durante la ocupación francesa. Lo que se oculta aquí es la naturaleza de la relación que vincula la isla africana y la metrópoli en los planos económico y político. La segunda imagen de la narrativa es la de una sociedad que ha logrado un mestizaje ideal debido precisamente al hecho de que todos sus habitantes son inmigrantes desde hace más o menos tiempo. Lo que se oculta entonces es el carácter jerarquizado de la colonia según un criterio de color. Sin embargo, tanto la historia como el presente, tanto la geografía como la racionalidad económica plantean tanto en La Reunión como en las demás colonias francesas la cuestión de la descolonización.   Pensar lo contrario es reducir la colonización a una de sus formas, es decir, tener un enfoque esencialista de la cuestión. El enfoque materialista, por el contrario, plantea por una parte que la colonización como relación social de explotación adoptó unas formas específicas según los contextos locales y por otra parte que estas formas evolucionaron y evolucionan en función de las necesidades de los dominantes y de las relaciones de fuerza. Aunque la colonización sea consentida (por diferentes razones que van desde la alienación a la preocupación por la supervivencia inmediata pasando por el estado de la relación de fuerzas), sigue siendo una colonización. 

Isla virgen, esclavitud y «engagisme*»

Como atestiguan unas cartas de navegación de la época, los navegantes árabes conocen la isla desde el siglo XII con el nombre de «Dina Margabim» (Isla del Oeste). Posteriormente será redescubierta por los portugueses que la llamarán con el nombre de la santa del día en que se redescubrió (Santa Apolonia) en 1512 y después por los holandeses que la bautizarán «England’s forest» (Selvas Inglesas) en 1613. También llevará los nombres inglés de «Pearl Island» (por el nombre del primer barco inglés que atraca en ella) y francés de «Grande Mascareigne» y de «Isla Bourbon» antes de heredar su actual nombre en 1794 en referencia a la reunión de los Estados Generales. En el momento de estos redescubrimientos la isla está deshabitada y durante décadas seguirá siendo nada más que una escala de avituallamiento para las diferentes potencias. Solo a partir de 1638, bajo el ministerio del Cardenal Richelieu, llegan los primeros colonos, que son marineros, obreros o soldados a quienes las naves francesas dejan en la isla para formar ahí un puesto de avituallamiento en la ruta de la India. La inmigración francesa nunca fue masiva. Su estatuto confirma esta relación con la ruta de las Indias: en efecto, la Compañía de las Indias Orientales es quien gestiona la colonia de la siguiente manera:

» La Compañía organiza ahí una base de avituallamiento para sus barcos que trafican con Pondichéry: pide a los colonos […] que suministren víveres frescos . Ayudados por esclavos malgaches y después africanos los «habitantes» crían aves, cerdos, reses, […] cultivan trigo, verduras de Europa, arroz, plantas tropicales: arroz, caña de azúcar, cuyo zumo fermentado o «forangorin» sustituye al demasiado caro vino» (1).

El descubrimiento de un cafeto salvaje y después el éxito de la aclimatación de la moca abrirán una nueva era de la colonización. La Compañía desarrolla la colonización ofreciendo tierras a cambio de un pago en especie, es decir, en café que después comercializa. Al mismo tiempo la Compañía multiplica la importación de esclavos para la economía de plantación de se instala de forma duradera. La competencia del café antillano lleva a los colonos a reciclarse en nuevas producciones centradas siempre en los productos de exportación: canela, cacao, clavo, mostaza y después vainilla. Desde principios del siglo XIX esta era de las especies cede el paso a la de la caña de azúcar por las mismas razones lucrativas. Así, la superficie dedicada a la caña de azúcar pasa de 27.000 hectáreas en 1851 a 56.000 hectáreas en 1855 y a 62.500 hectáreas en 1860. Para esta fecha ya hay 116 fábricas que proporcionan 68.469 toneladas de azúcar (2).

El desarrollo de un monocultivo de caña de azúcar especulativo explica la evolución del poblamiento. En 1715, es decir, cuando se establece el cultivo del café, La Reunión solo cuenta con 1.500 habitantes. Un siglo después la colonia cuenta con 68.000 habitantes, un 75 % de los cuales son esclavos. La era del azúcar se traduce en una llamada aún más masiva a la esclavitud: «Durante la primera mitad del siglo XIX la rentabilidad de este cultivo destinado a abastecer a la metrópoli lleva a un nuevo reclutamiento masivo de esclavos a pesar de la prohibición de la trata en 1817. Se calcula que en esa época se introdujeron 45.000 esclavos en unos veinte años, frente a los 80.000 de todo el siglo XVIII», resume el demógrafo Frédéric Sandron (3).

Desde el inicio de la economía de plantación una de las formas de resistencia es el «marronnage**», que provoca una falta permanente de trabajadores para alimentar la demanda de esclavos. «El interior de los macizos, inaccesibles y boscosos, se había convertido en el refugio de los negros que huían […], contra los cuales la Milicia realizaba de vez en cuando expediciones punitivas» (4), resume el geógrafo Hildebert Isnard. Como en las demás viejas colonias la esclavitud es sustituida por el «engagisme», es decir, una nueva forma de «servilismo» (5). Así, hay 62.000 esclavos libres a quienes se les «proponen» contratos de «engagement». La mayoría de los esclavos los rechazan y a pesar de las presiones los colonos sintieron cruelmente la falta de mano de obra. Así es cómo un manual de la colonización describe este contexto en 1943:

«En La Reunión una cuarta parte de los esclavos, unos 15.000, aceptaron permanecer en las plantaciones a título de «engagés» [contratados]. Los demás quisieron disponer de su plena libertad, acudieron a las ciudades o vivieron de rapiñas en el campo ; las autoridades locales decidieron entonces equiparar al liberado sin domicilio con el vagabundo e imponerle un compromiso de trabajar, pero la mayoría se libró de esta obligación por medio de artimañas y, sobre todo, huyendo» (6) .

La falta de mano de obra se compensará con un llamamiento masivo a los trabajadores inmigrantes a quienes se les impone el «contrato de «engagement»» con una duración de entre tres y diez años. «La abolición de la esclavitud en 1848 tuvo como consecuencia la liberación de 62.000 esclavos y fue seguida de la contratación de una cantidad más o menos equivalente de trabajadores asalariados provenientes en su mayoría de India, a quienes se llamaba los «engagés»», recuerda el demógrafo Frédéric Sandron. Desde 1860 la cantidad de habitantes asciende a 175.000 personas. Aunque muchos contratados originarios de India, China, Madagascar, las Comoras, etc., vuelven a sus hogares miserables otros tienen descendencia y proporcionan el rostro multicultural de La Reunión contemporánea.

Otra transformación estructural modifica el paisaje de La Reunión en el periodo posterior a la abolición. Las plantaciones de caña de azúcar son objeto de una concentración de tierras que arruina a los pequeños propietarios de plantaciones y enriquece a las azucareras. Los pequeños propietarios de plantaciones sobreviven haciéndose dependientes de los grandes propietarios por medio de un sistema de aparcería. Otros prefieren acudir a los territorios antes ocupados por los negros cimarrones y después por los esclavos liberados que rechazan el «engagisme». Como sus predecesores, estos «pequeños blancos» (7) se instalan en terrenos ganados a la selva. En 1950 el geógrafo Isnard Hildebert resume así el reparto espacial de la riqueza y del color de la piel: «[La población] se compone de una minoría de blancos puros, los criollos, donde se recluta a la mayoría de los grandes propietarios de plantaciones, los industriales y los funcionarios, y de una multitud de mestizos y personas de color: empleados, tenderos, obreros agrícolas, colonos, pequeños propietarios, en cuyo seno unas comunidades étnicas (8) conservaron su homogeneidad, como los malabares y los «árabes» de Bombay» (9).

El carácter multicultural y mestizo de la sociedad de La Reunión data de los inicios del poblamiento y no hará más que acentuarse con el paso del tiempo. No obstante, sería erróneo concluir por ello que no había jerarquía. Por el contrario, se puede constatar una continuidad de la estratificación socio-racial, en particular en los dos polos opuestos de la jerarquía. El sociólogo Laurent Médéa escribe lo siguiente en la contraportada de una obra coordinada por él sobre el lugar de los «kaf» [«cafres» en la lengua de La Reunión, véase nota 8, N. de la t]: «Sesenta y tres años después de la departamentalización la isla de La Reunión sigue atormentada por su pasado colonial y esclavista, lo mismo que Francia. En La Reunión el «kaf» es ante todo negro y tiene dificultades para asumir su historia mientras siga sufriendo discriminación y racismo» (10). De manera más global la antropóloga Lucette Labache describe así las relaciones entre los diferentes grupos de La Reunión: «Los cafres, los malabares y los «pequeños blancos» forman un conjunto en cuyo seno la atracción se comparte y distribuye de forma equivalente. Los «grandes blancos» forman el único grupo en el que las fronteras permanecen herméticas y comparten preferencialmente afinidades positivas con los «zoreil» [metropolitanos]» (11). A pesar de ciertas aperturas de las «capas medias» a los «kaf», los malabar y los «pequeños blancos», la estructura social sigue siendo una jerarquía socio-racial con la especificidad de una colorización del grupo de los «pequeños blancos» (estos últimos son considerados y construidos como no blancos por los «grandes blancos» y los «zoreil»).

Mutaciones económicas y tentación de cirugía social

La departamentalización se vendió como promesa de salir de la colonización y como signo de una política voluntarista cuyo objetivo era la igualdad en la República francesa. Por medio de esta departamentalización el general de Gaulle trata de tener en cuenta las mutaciones del contexto local y mundial, y preservar al mismo tiempo el imperio colonial:

«La economía de plantación ha demostr ado ser incapaz de mantener a la población, pero la aristocracia de los grandes propietarios de plantaciones y de los dueños de las fábricas sigue siendo todopoderosa . Durante tres años nadie fue capaz de encarnar una resistencia que vendrá del exterior, aunque casi todo el mundo puede reprocharse haberse acomodado a Vichy . […] En África y Asia los vínculos coloniales se rompe n desde el interior del Imperio francés, pero desde febrero de 1944 la Conferencia de Brazzaville demostró que si bien la Francia Combatiente estaba dispuesta a redefinir algunos vínculos, no estaba en absoluto dispuesta a desmantelar el Imperio . […] Todos estos signos muestran que en 1945-1946 se vive un periodo de transición, pero ¿ haci a qué? ¿a beneficio de quién?» (12).

Por consiguiente, la departamentalización no se pensó como salida del vínculo colonial sino como medio de salvaguardar el Imperio. Es cierto que se traduce en una mejora de las condiciones de existencia en muchos ámbitos, pero en ningún caso en la desaparición del vínculo colonial. Se concretiza en una igualdad de los derechos formales y el mantenimiento de una desigualdad de los derechos reales. Para que esta operación de salvaguarda del imperio fuera creíble era necesaria una inversión por parte del Estado en materia de cobertura social, de acceso a la enseñanza, a la sanidad, a la vivienda, etc., es decir, una acción doble en términos de construcción de infraestructura por una parte y de redistribución de las rentas a las personas más pobres por otra. Aunque esta política permite acceder a la «sociedad de consumo», no cambia en nada el vínculo de dependencia entre los DOM [siglas en francés de Dominios de Ultramar, n. de la t.] y la metrópoli, ni su traducción en las desigualdades internas de la colonia. «El principal síntoma repetitivo de la sociedad de La Reunión y quizá de toda la sociedad de los DOM es el contraste entre la inmovilidad permanente de la estructura profunda y los cambios rápidos de los modos de vida en la superficie» (13), resume el psicólogo Jean-Pierre Cambefort.

Así, estas inversiones del Estado francés llevan a un aumento de la esperanza de vida, a la construcción de viviendas sociales dotadas de agua corriente y electricidad, al desarrollo de una red de carreteras y aérea, a una escolarización cada vez mayor, etc. Lejos de significar una lógica igualitaria, estos progresos ponen de relieve, por el contrario, el escandaloso estado en el que se encuentra la colonia en 1946, es decir, un siglo después de la abolición de la esclavitud. Por añadidura, las políticas económicas estructurales que se ponen en marcha reproducen las desigualdades internas de la colonia a beneficio de los «grandes blancos» y de los «zoreil». La «reforma agraria» iniciada en 1964 por medio de la SAFER (siglas en francés de Sociedades de Ordenación Territorial y Asentamiento Rural) se traduce rápidamente en una ayuda a la reconversión de los «grandes blancos». Se compran así con dinero público tierras a los grandes propietarios, lo que les permite reconvertirse en otras actividades lucrativas como la importación o la red comercial. «[La SAFER] les permitió vender sus tierras [y prioritariamente las menos fértiles] en unas condiciones muy favorables y abandonar el sector agrícola a beneficio de actividades más rentables» (14), resume la geógrafa Sonia Chane-Kune.

Del mismo modo, las subvenciones de la Unión Europea destinadas a la reestructuración del sector azucarero en la década de 1970 produjeron una concentración, una modernización y una mecanización una de cuyas consecuencias será el desarrollo masivo del paro. El efecto de estas políticas estructurales francesas y después europeas es la reproducción de la relación colonial:

«La moribunda economía azucarera está totalmente asistida y se mantiene artificialmente para conservar los intereses de las comunidades endógamas y dominantes directamente conectadas con el poder central. La obstinación en promover el sector de la caña de azúcar y ron es el signo por excelencia de la ceguera de las instituciones a la hora de contemplar una reforma completa de la agricultura manteniendo los feudalismos económicos y sociales . Todo un sistema de exenciones fiscales y de excepciones negociadas por las redes político-económicas que establecen estas familias con los ministerios parisinos y el Parlamento europeo mantiene los intereses monopolísticos de las dinastías azucareras de La Reunión . Y es que a pesar de sus aparentes adaptaciones modernas la economía de plantación representa mucho más que una simple economía. Es la perennidad de determinados modelos ancestrales de relación social basados en el dominio y el paternalismo de los notables de la tierra sobre una población de colonos y trabajadores temporeros a los que se mantiene en la dependencia y la ausencia de iniciativas» (15).

Tanto la reforma agraria como la reestructuración de la industria azucarera se establecen a partir de unos criterios al servicio de los «grandes blancos» y de los intereses de la metrópoli y de la Unión Europea. En efecto, estamos ante una economía extrovertida que sigue siendo uno de los signos principales de la lógica colonial. Uno de los resultados principales de esta lógica es la producción de una «superpoblación relativa» respecto a los empleos que puede proporcionar este tipo de economía. Destaquemos en primer lugar que la cuestión de la «superpoblación relativa» no se plantea antes de la departamentalización. Hasta mediados del siglo XX la falta de mano de obra es lo que domina y lleva primero a la importación de esclavos y después al «engagisme». Después de la Segunda Guerra Mundial la población conoce un crecimiento cada vez mayor bajo el efecto de la mejora de las condiciones de existencia. Así pasa de 274.400 habitantes en 1954 a 515.800 en 1982 (16). Elegimos esta fechas porque entre ellas es cuando se desarrolla un verdadero proyecto de cirugía social sobre la población de La Reunión por medio de diferentes herramientas: la esterilización desproporcionada, la exportación de niños «huérfanos y abandonados», la exportación de jóvenes por medio de la BUMIDOM (17) (siglas en francés de Oficina para el Desarrollo de las Migraciones en los Departamentos de Ultramar), la importación masiva de metropolitanos.

Por supuesto, los dirigentes parisinos no analizan la «superpoblación relativa» como una consecuencia de las decisiones económicas. Se aborda de manera esencialista como una constante histórica y cultural de los habitantes de La Reunión. Por lo tanto, no es sorprendente que la esterilización de las mujeres de La Reunión se haya podido convertir en un eje de política pública. El excelente libro de Françoise Vergès, Le Ventre des femmes (18), revela este escándalo de las entre 6.000 y 8.000 mujeres de La Reunión a las que se hizo abortar y/o se esterilizó al año sin su consentimiento en las décadas de 1960 y 1970. Recordemos que en esa misma época el aborto es delito en Francia, es decir, que estamos ante un trato de excepción, esto es, una de las características esenciales de la relación colonial.

Dentro de la misma lógica está el llamado caso de los «niños de Creuse***». Es un caso conocido: entre 1963 y 1982 se lleva a la metrópoli a 2.150 niños de La Reunión para repoblar los departamentos afectados por un fuerte éxodo rural. Oficialmente estos niños han sido «abandonados» pero de hecho se denunciaron las siguientes prácticas: «consentimientos obtenidos bajo extorsión a familias analfabetas, redadas en barrios de chabolas, acogida de oficio […]» (19). Más importante cualitativamente fue la exportación de la juventud de La Reunión organizada por la BUMIDOM. El geógrafo Wilfrid Bertile evalúa en 72.500 la cantidad de habitantes de La Reunión concernidos entre 1963 y 1981 (20).

Paralelamente el Estado francés organiza la llegada masiva de metropolitanos a La Reunión, que pasan de 37.000 personas en 1990 a 65.000 en 1999 (21) y 79.000 en 2006. En 1982 representan el 4.1 % de la población de la isla y en 2015 del 10.2 %. «Desde principios de la década de 1960 se observa una aceleración y la cantidad de metropolitanos se duplica prácticamente de un censo a otro» (22), resume Wilfrid Bertile. Una verdadera transferencia de población cuyo sentido viene determinado por el color de la piel que lleva a un lugar particular de los metropolitanos los cuales pasan, según Bertile, de una «migración de gestión minoritaria» a una «migración de poblamiento»: «Globalmente los metropolitanos constituyen una minoría dominante, un modelo social que hay que imitar, y tienen a modelar las realidades locales según su visión y sus sensibilidad» (23).

El control del canal de Mozambique y de las Islas Dispersas

Basta con mirar un mapa para comprender la importancia estratégica de La Reunión para Francia y más ampliamente para la Unión Europea. La isla es de particular importancia por la presencia francesa y europea en el océano Índico y por su proximidad a África Oriental (la isla está a 800 kilómetros al este de Madagascar). Esta importancia militar y estratégica no es nueva. Desde 1964 la Conferencia de El Cairo del Movimiento de los No Alineados (MNA) propone la desnuclearización del océano Índico para acabar con el riesgo de enfrentamientos en la región entre los dos bloques. La pérdida de la base naval de Diego Suarez en 1973 y después la independencia de las Comoras en 1975 refuerzan aún más la importancia de La Reunión. El final de la Guerra Fría disminuye objetivamente la importancia estratégica de la isla, pero no la hace desaparecer. Sin duda la desaparición de la URSS significó durante un tiempo un dominio casi total del océano Índico por parte de Estados Unidos y sus aliados franceses al oeste y australianos al este. El mundo ciertamente ha cambiado, pero los objetivos siguen siendo los mismos: el petróleo del Golfo y la seguridad de los flujos marítimos. Sin embargo, rápidamente nuevas potencias como India, China, Sudáfrica o Rusia se dotan de una Marina importante y cuestionan la hegemonía occidental sobre este océano. La geógrafa Sonia Chane-Kune destaca lo siguiente al analizar la dimensión estratégica de la isla:

«Con esta isla Francia dispone de una base a partir de la cual puede ejercer su influencia en gran parte del océano Índico y particularmente sobre los demás territorios franceses de la región que, aunque no están habitados, tienen interés estratégico . Es el caso de las Islas Dispersas que, además, son muy codiciadas y permiten el control del canal de Mozambique. También es el caso de las Tierras Australes y Antárticas francesas que se había pensado utilizar como centro de experimentación nuclear para solucionar las tensiones suscitadas por Mururoa en el Pacífico» (24).  

La importancia geoestratégica de La Reunión se traduce en una fuerte presencia militar francesa, en particular de la Marina. La página web del ministerio del Ejército, por ejemplo, presenta así el papel de la base naval de «Port des Galets»: «La base naval de Port des Galets es el tercer puerto militar nacional. […] Es el principal punto de apoyo del dispositivo operacional en el teatro del «océano Índico». Su objetivo: disponer de una flota militar operacional en esta región del globo» (25). Así, hay 1.900 militares de los tres ejércitos estacionados en la isla.

Como los demás «confetis del Imperio» (26) La Reunión también implica la apuesta de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE). Se extiende por la colonia en 315.000 kilómetros cuadrados, pero se sitúa sobre todo en un lugar que permite, gracias a los militares estacionados en La Reunión, controlar el canal de Mozambique y sus «Islas Dispersas». Este es el nombre con el que se conocen una serie de pequeñas islas no habitadas situadas entre Madagascar y Mozambique ocupadas por Francia y que reivindica Madagascar. El canal de Mozambique constituye un auténtico paraíso petrolero y de gas al que dan acceso las Zonas Económicas Exclusivas de las Islas Dispersas. Esta es una de las principales razones de la determinación francesa por conservar la isla de Mayotte, aunque signifique entrar en la ilegalidad internacional. Es también uno de los nuevos retos de La Reunión para Francia. Un estudio del Centro de Estudios Estratégicos de la Marina fechado en 2015 presenta así el reto de los recursos del canal de Mozambique:

«Desde mediados de la década de 2000 se han concedido muchas licencias de exploración a operadores privados y las primeras prospecciones sugieren que la zona dispone de importantes yacimientos petroleros y de gas . L as empresas petroleras más grandes – ENI, Total, Exxon – están presentes, lo que justifica el calificativo de «próximo mar del Norte» . Se calcula que el subsuelo del canal de Mozambique alberga entre 6.000 y 12.000 millones barriles de petróleo y entre 3.000 y 5.000 millones metros cúbicos de gas . Como Francia cubre con su ZEE casi un tercio de la superficie total del canal, sería uno de los principales beneficiarios de esas reservas» (27).

El mismo estudio destaca también la presencia de una «densidad de nódulos polimetálicos por metro cuadrado que sería entre cinco y diez veces superior a la registrada en el Pacífico (que ya es muy importante puesto que se cifra en miles de millones de toneladas)».

Terciarización sin industrialización: la reproducción de la dependencia colonial bajo nuevas formas

La preservación de los intereses de los «grandes blancos» aliados a los grandes grupos industriales y la voluntad de controlar el canal de Mozambique (antaño estratégico debido a la Guerra Fría y la descolonización, y hoy debido a los yacimientos de petróleo y gas, y a los nódulos polimetálicos) explican el apego del Estado francés y de la Unión Europea por La Reunión. Desde la departamentalización de 1946 se opta por mantener una economía de trata colonial, es decir, por no desarrollar la isla. Una «terciarización sin industrialización» (28), resume la demógrafa Isabelle Widmer.

Algunos indicadores bastan para ilustrar el carácter colonial de la economía de La Reunión (29):

  • La base productiva de La Reunión se centra en los servicios y la agricultura. Así, los servicios comerciales representan el primer sector con el 35 % de las riquezas creadas y el 30 % de los empleos en 2016. La agricultura se centra en dos sectores: la producción azúcar de caña y la pesca. Se trata, en efecto, de una terciarización sin industrialización.

  • El comercio exterior sigue siendo característico de una economía de trata. Los principales productos de exportación son el azúcar (una cuarta parte de las exportaciones), la pesca (una quinta parte) y el ron. Así, un 62 % de las exportaciones son «bienes de consumo perecederos» (frente a solo un 17.5 % de «bienes de capital»). Por el contrario, las importaciones están constituidas en primer lugar por «bienes de capital» (30.2 %) y «bienes intermediarios» (20.6 %).

  • Las importaciones se llevan a cabo casi exclusivamente con Francia (60.5 %) y los demás países de la Unión Europea (14.1 %). A la inversa, las importaciones de las demás islas del océano Índico solo suponen el 1 % y las provenientes de África el 2.2 %.

  • Las exportaciones muestran la misma realidad de extraversión con un 35.8 % de las exportaciones a Francia y un 22 % a los demás países de la Unión Europea.

  • Las transferencias de fondos públicos alimentan fuertemente el «crecimiento sin desarrollo». Así, las principales partidas del PIB son el «consumo de los hogares» por valor de 11.750 millones de euros (de un PIB total de 18.200 millones de euros) y el «consumo de las administraciones públicas» por valor de 6.970 millones de euros. A la inversa, las inversiones solo ascienden a 3.760 millones de euros.

  • La monopolización del comercio y de las redes de distribución por parte de algunas grandes sociedades metropolitanas (Casino, Leclercq, Carrefour, Auchan) y algunas dinastías familiares de La Reunión (Caillé, Isautier, Apavou, etc) (30) lleva a un acaparamiento no desdeñable de estas transferencias, lo que se traduce en un desfase de los precios respecto a la metrópoli que el INSEE [siglas en francés de Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos] evalúa en el 7.1 % (31).

Tanto la magnitud de las transferencias como su acaparamiento privado configura una nueva cara de la dependencia colonial que ya no se puede resumir con la imagen de la «isla del azúcar». El investigador Mauricien Jean Houbert resume así estas mutaciones de la dominación colonial:

«Y, sin embargo, la propia magnitud del esfuerzo estatal en este contexto de subdesarrollo condena a La Reunión a vivir de la asistencia y a exportar a sus hijos. La departamentalización ha elimin ado toda posibilidad de creación de una burguesía nacional y la plantocracia se ha transformado en c lase compradora del capital comercial metropolitano . […] Incapaz de cr e ar empleos productivos, la departamentalización hincha el sector terciario y organiza la emigración a la metrópoli […] para paliar el paro estructural y neutralizar el descontento de los jóvenes   y sus consecuencias políticas » (32) .

Las mutaciones de las formas coloniales no menoscaba la constatación de que se mantiene la relación y la dependencia colonial.

De la cafritud y la criollidad a la emergencia de una nación

A menudo se aduce el hecho de que la isla estuviera deshabitada en el momento de su ocupación por los primeros franceses para argumentar la ausencia de una cuestión nacional reunionesa. Dicho argumento simplemente olvida que la nación es una producción social histórica que tiene como base material la vida sobre un mismo territorio. Sin duda la ausencia de un pueblo autóctono, lo mismo que la diversidad de los grupos étnicos reunioneses surgidos de la esclavitud y después del «engagisme», pueden ser factores que frenen la emergencia de una conciencia nacional, pero no pueden impedir el efecto lógico del tiempo y de la convivencia. La existencia de relaciones desiguales entre la metrópoli y su colonia, lo mismo que la jerarquía prevaleciente entre los metropolitanos y los «grandes blancos» por una parte y los demás grupos étnicos por otra no podían sino desencadenar lógicamente un proceso de construcción nacional que no por ser inevitablemente largo es menos real.

En el contexto de la relación de fuerzas mundial y francesa surgida de la victoria contra el nazismo y de la Resistencia el debate sobre la departamentalización en 1946 es para la metrópoli el medio de mantener su imperio colonial presentando el objetivo de una descolonización sin independencia. En la isla esto provoca inmediatamente la oposición de los «grandes blancos» (y de los partidos de derecha que les apoyan) que denuncian un separatismo encubierto. Para el resto de la población lo que se frena es la promesa de una salida de la era colonial. «Solo los grandes propietarios de plantaciones se oponen a este proyecto de departamentalización de la isla» (33), destaca la geógrafa Isabelle Widmer. Las figuras de los diputados reunionenses Raymond Vergès y Léon Lepervanche**** simbolizan este periodo caracterizado por la esperanza de una igualdad de trato en el seno de la República francesa.

La decepción no tardó en llegar dado que la igualdad no es posible en el marco de una relación colonial. Daniel Guérin hace un balance de la departamentalización para el caso de las Antillas una década después de su adopción, balance que también es pertinente para La Reunión: fraudes electorales, represión de los movimientos, falta de aplicación de la misma legislación social que en Francia, mayor poder discrecional del prefecto, afluencia masiva de funcionarios metropolitanos, obligación de aprovisionarse en Francia y efecto inflacionista de esta obligación, etc. Saca la siguiente conclusión: «De hecho la ley de 1946 no convirtió a las Antillas francesas en departamentos metropolitanos, sino solamente en «departamentos de ultramar», es decir, en departamentos de segunda clase, en parientes pobres. Solo produjo una «departamentalización» bastarda en la que subsiste una parte de la antigua legislación colonial, mientras que la legislación metropolitana no se introdujo integralmente» (34). Ya dos años antes, el 26 de marzo de 1954, Aimé Césaire elaboraba un acta de acusación exhaustiva de la departamentalización para caracterizarla de «política de trampas y engaño s » (35).

La decepción respecto a la promesa de igualdad tiene inevitablemente unos efectos sobre la representación de uno mismo, sobre las identidades individuales y colectivas que se concretizarán progresivamente en una afirmación identitaria reunionense. Esta afirmación identitaria adopta primero unas formas culturales. Como en todas partes aparecen mutaciones en la relación con la lengua. Así, el gran esfuerzo de la lengua criolla es uno de los indicadores de una identidad reunionense en construcción. El criollo, una lengua nacida de las mezclas desde el siglo XVI, toma prestados términos de las diferentes poblaciones de La Reunión (francés, malgache, tamil, etc.). Sus progresivos esfuerzos a partir de la década de 1960 reflejan un movimiento más profundo y vasto que el etnólogo Gilles Gauvin propone llamar «criollización»:

«Si los procesos de aculturación son una realidad social, no hay que olvidar qu e en toda interacción puede emerger algo nuevo […]. A unque e n La Reunión la sociedad insular estuvo sometida desde su origen a la voluntad metropolitana de hacer asimilar los modelos culturales y sociales franceses, a pesar de esta presión aculturadora los diferentes componentes étnicos de la isla operaron a través de sus interacciones unas adaptaciones, unos ajustes, unas re formulaciones y unas resistencias características de l a criollización » (36) .

La traducción política de este profundo movimiento cultural la llevó a cabo en la década de 1960 el Partido Comunista Reunionense y su reivindicación de una «autonomía» para la isla. Este partido dirigido por Paul Vergès (hijo de Raymond Verges) nació de la autonomización de la federación del PCF en mayo de 1959 que estuvo precedida de una serie de desacuerdos, sobre todo acerca de la cuestión de la independencia de Argelia (37). «Paul Vergès prepara metódicamente la evolución de la federación comunista a un partido […]. Su cultura comunista presenta una dimensión internacionalista y tercermundista susceptible de hacer que la evolución política de La Reunión avance un paso más» (38), explica el historiador Gilles Cauwin. El PCR, que ya era influyente antes de su autonomización, sobre todo en el movimiento sindical, adquiere con esta reivindicación autonomista un lugar fundamental en el tablero político reunionés: «La creación del Partido Comunista Reunionés y su lucha por la evolución del estatuto de la isla suponen un nuevo escenario y obliga al gobierno a unos cambios de orientación y de comportamiento», resume el historiador Yvan Combeau (39).

Las «tesis constitutivas» adoptadas durante el congreso de creación mencionan «una realidad típicamente colonial», «el monocultivo que obstaculiza el desarrollo económico», «la discriminación racial consagrada oficialmente en el función pública», «una personalidad criolla» que refleja «una verdadera toma de conciencia de un destino común», el «carácter asimilador del colonialismo francés», «la lucha del pueblo reunionés» (40), etc. Estas afirmaciones políticas van acompañadas de una afirmación cultural y en particular la utilización de la lengua criolla en las reuniones públicas. El campo autonomista se estructura en torno al PCR con la Union des Femmes de la Réunion (UFR [Unión de Mujeres de La Reunión]), el Front des Jeunesses Autonomistes de la Réunion (FJAR [Frente de las Juventudes Autonomistas de La Reunión]), Témoignage Chrétien de la Réunion (TCR [Testimonio Cristiano de La Reunión]), la Confédération Général du Travail de la Réunion (CGTR [Confederación General del Trabajo de La Reunión]), la Union Générale des Etudiants Créoles de la Réunion (UGECR [Unión General de Estudiantes Criollos de La Reunión]), la Union Générale des Travailleurs Réunionnais en France (UGTRF [Unión General de Trabajadores Reunionenses en Francia]), etc.

La dinámica en torno a la consigna de la autonomía en La Reunión se articula con unas dinámicas similares en varias de las demás colonias. Una serie de declaraciones comunes jalonarán las décadas de 1960 y 1970: en 1963 «el Manifiesto de la Mesa Redonda de los Guadalupeños, Mariniqueses y Reunioneses» (firmado por 24 organizaciones políticas y sindicales de los DOM, siete de las cuales reunionesas, y por el PSU francés ), en 1968 el «Manifiesto por el derecho de autodeterminación y contra toda solución neocolonialista» (41), en 1971 la «Convención de Morne Rouge». De forma significativa esta última habla ahora de «Entidad nacional» y de «Estado autónomo», y no solo de autonomía: «Estos principios fundamentales reconocidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Carta de las Naciones Unidas y el preámbulo de la Constitución francesa llevan a los signatarios de la Convención a plantear: – que el futuro estatutario de los cuatro territorios concernidos solo se puede considerar a la luz del hecho nacional y del hecho colonial; – que estas entidades nacionales deben estar constituidas en el marco jurídico de un Estado autónomo» (42).

Aunque las reivindicaciones autonomistas se sitúan en el marco de la República francesa, reflejan indudablemente una progresión significativa del proceso de construcción nacional. Este proceso se irá profundizando entre las décadas de 1970 y de 1990 siguiendo un doble eje: la afirmación identitaria y la articulación con los movimientos sociales que lógicamente están en el contexto reunionés y unido indisociablemente a los movimientos anticoloniales. La primera se concretiza en una multitud de producciones, de escritos, de movimientos culturales: «La Créolie» (43), la Cafridad o Kafritud (44), etc. Más allá de las diferencias y divergencias el punto común es la búsqueda y la afirmación de una identidad nacional.

El segundo eje se traduce en vastos movimientos sociales que paralizan el país. Los llamados disturbios del «Chaudron» (por el nombre de un barrio de Saint-Denis) en febrero y marzo de 1991 tras la prohibición de la cadena de televisión ilegal «Télé freedom» se saldan con ocho muertes en el incendio de la tienda «Géant du Meuble». La etno-socióloga Eliane Wolff explica así el apoyo popular a esta televisión y a la radio que la precedió: «Una población que hasta entonces se ha tenido alejada de la escena y del debate públicos se reconoce en esta radio que le permite tomar la palabra y debatir en su lengua, y según las modalidades que le son propias» (45). Un año más tarde el historiador Hubert Gerbeau titula significativamente su artículo publicado en L‘Encyclopédie Universalis » La Réunion. Émeutes du «mal-vivre» ou escarmouches pour l’indépendance?» [La Reunión, ¿disturbios del «mal vivir» o escaramuzas por la independencia?] (46) . En marzo de 2009 una huelga general contra la carestía de la vida se transforma en enfrentamientos con las fuerzas del orden durante varios días. En las grandes manifestaciones que se llevan a cabo en Saint-Denis y en Saint-Pierre se puede leer en las pancartas « Ti kréol kont gro profitèr » («Pequeños criollos contra grandes aprovechados»). Entre 2012 y 2016 cada año está marcado por unos disturbios que tienen diversos detonantes pero cuyas causas son claramente estructurales: la imposibilidad de disociar la cuestión social y la cuestión colonial.

En este contexto era inevitable que emergiera una reivindicación independentista que no por ser extremadamente minoritaria es menos significativa. Emerge primero en el seno del PCR entre una minoría que concibe tácitamente la autonomía defendida por este partido como una etapa hacia la independencia. «Creo que el combate del Partido Comunista en las décadas de 1960, 1970 y 1980 fue importante para La Reunión. El PCR defendía la lengua criolla, la cultura, al pueblo, a la clase obrera. […] Yo estuve en el PCR de 1979 a 1982, en la sección minoritaria independentista y cuando se abandonó la consigna de la autonomía dimití, el 1 de septiembre de 1982. Vergès nunca quiso la independencia», recuerda uno de los líderes independentistas (47).

En el mismo periodo la reivindicación independentista se traduce en organización con la creación en 1975 de la OCMLR (siglas en francés de Organización Comunista Marxista-Leninista de La Reunión), que en 1979 se convertirá en el MPLR (siglas en francés de Movimiento Para la Liberación de La Reunión). En septiembre de 1981 nace el MIR (siglas en francés de Movimiento para la Independencia de La Reunión). En junio de 2008 el MIR se transforma en LPLP («Lorganizasion Popilèr po Libèr nout Péi – Frente Popular de Liberación Nacional) que reagrupa a todos los movimientos independentistas y nacionalistas de La Reunión. En noviembre de 2017 se proclama solemnemente un Estado reunionés con su «Gran Konsey Kontkolonial» (Gran Consejo Anticolonial), su «Gran Lasanblé Kontkolonial» (Gran Asamblea Anticolonial) y su «Shef Gouvernman Kontkolonial» (Jefe de Gobierno anticolonial) en la persona de Bernard Grondin, líder del LPLP. También simbólicamente el Gobierno anticolonial promulga unos decretos, el primero de los cuales decide el «cierre de las construcciones a la orilla del mar que no respetan el medioambiente ni a los reunioneses» (48).

 La existencia en adelante duradera de un movimiento independentista y su carácter extremadamente minoritario resumen la situación y el estado de la construcción nacional reunionesa . Su existencia refleja los considerables progresos de este largo proceso de construcción nacional. Su carácter extremadamente minoritario ilustra la magnitud del camino que queda por recorrer . Los pueblos y las naciones son construcciones históricas, la duración de cuyo proceso depende de una serie de factores específicos de cada situación : las especificidades históricas, la magnitud de la alienación, la   situación de la relación de fuerzas mundial y regional (49), la magnitud de las apuestas de la potencia colonial, etc.   Indudablemente no es posible acelerar artificialmente la historia, pero a largo plazo la existencia de la desigualdad colonial planteará inevitablemente la cuestión de la independencia. 

Notas:

* «Engagisme» es un concepto jurídico que se remota el Antiguo Régimen y que tras ser abolido por la Revolución francesa se convirtió, como explica el autor más adelante, en una forma de trabajo asalariado de los trabajadores nativos de las colonias (antiguos esclavos) o inmigrantes provenientes sobre todo de África y Asia y destinados a las grandes plantaciones de las colonias escasas de mano de obra tras la abolición de la esclavitud en Francia en 1848. A cambio de la promesa de una vida mejor firmaban un contrato [contrat d’engagement] cuya duración variaba según el origen y la colonia a la que está destinado. La palabra está formada sobre el verbo «engager», que significa «contratar» (N. de la t.).

(1) Isnard Hildebert, « La Réunion: aspects de la colonisation de peuplement» , Les Cahiers d’Outre-mer, n° 10, abril-junio de 1950, p. 103.

(2) Ibid, p. 105.

(3) Frédéric Sandron, «Dynamique de la population réunionnaise (1663-2030)», en Frédéric Sandron (coord.), La population réunionnaise : analyse démographique, IRD éditions, París, 2007, p.

** «Marronage» era el nombre con el que se designaba el hecho de que una persona esclava huyera de la propiedad de su amo. A esta persona se le denominaba en francés «nègre marron», «negmarron» o incluso «cimarron», por el término original en castellano, cimarrón. (N. de la t.).

(4) Isnard Hildebert, « La Réunion: aspects de la colonisation de peuplement» , op. cit., p. 103.

(5) Véase al respecto mi último artículo dedicado a «la obra negativa del colonialismo francés en Guayana. De la búsqueda del «rey dorado» a la «Montagne d’or», https://bouamamas.wordpress.com/2018/07/02/loeuvre-negative-du-colonialisme-francais-en-guyane-de-la-recherche-du-roi-dore-a-la-montagne-dor/, [en castellano http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243977]

(6) Georges Hardy, Histoire de la Colonisation française, Larose, París, 1943, p. 190.

(7) Por ello el concepto de «colono» adquiere una connotación particular debido a las relaciones que los «pequeños blancos» establecen con los demás grupos dominados.

(8) Los principales son los cafres (descendientes de esclavos procedentes del este de África o de Madagascar [«kaf» en la lengua de La Reunión, N. de la t.]), los malabares (indios del sudeste de India, esencialmente tamiles), los «yabs» o «pequeños blancos» o criollos blancos (descendientes de los pequeños colonos arruinados), los «grandes blancos» (criollos blancos que constituyen lo esencial de la clase dominante), los «zoreil» (metropolitanos), los chinos (sur de China), los «z’arabes» (musulmanes indios procedentes del oeste de India), los comorenses y mahorais [habitantes de Mayotte, N. de la t.] y los malgaches.

(9) Isnard Hildebert, « La Réunion: aspects de la colonisation de peuplement» , op. cit., p. 114.

(10) Laurent Médéa (coord.), Kaf étude pluridisciplinaire, Zarlor, Sainte Clotilde, 2009, contraportada.

(11) Lucette Labache, » L’ethnicité chez les jeunes Réunionnais» , Agora débats-Jeunesses, n° 9, 1997, p. 100.

(12) Bernard Marek y Guy Bourau-Glisia, Une île dans la guerre. La Réunion de la Mobilisation à la Départementalisation (1939-1946), Azalée éditions, Saint-Denis de La Reunión, 1992, pp. 106-107.

(13) Jean-Pierre Cambefort, «L’héritage de la violence à La Réunion», en Christian Ghasarian, (coord.), Anthropologies de La Réunion, Éditions des Archives Contemporaines, París, 2008, p. 74.

(14) Sonia Chane-Kune, La Réunion n’est plus une île, L’Harmattan, París, 1996, p. 52.

(15) Jean-Pierre Cambefort, Enfances et familles à la Réunion. Une approche psychosociologique, L’Harmattan, París, 2001, pp. 252-253.

(16) Frédéric Sandron, «Dynamique de la population réunionnaise (1663-2030)», op. cit., p. 33.

(17) Sobre este aspecto véase nuestro artículo dedicado a las Antillas, » L’œuvre négative du colonialisme français aux Antilles. La production et la reproduction d’une pigmentocratie»,   https://bouamamas.wordpress.com/2018/06/15/loeuvre-negative-du-colonialisme-francais-aux-antilles-la-production-et-la-reproduction-dune-pigmentocratie/ [en castellano, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=243678].

(18) Françoise Vergès, Le ventre des femmes. Capitalisme, racialisation, féminisme, Albin Michel, París, 2017.

*** Creuse es un departamento francés situado en la región de Nueva Aquitania en el centro de Francia. (N. de la t.)

(19) William Luret, TI ! Paille-en-queue : les enfants déportés de la Réunion, Anne Carrière, París, 2004, contraportada.

(20) Wilfried Bertile, « La Réunion sur la voie du développement ?» , Annales de Géographie, n° 533, 1987, p. 47.

(21) Isabelle Widmer, « La Réunion et Maurice. Parcours de deux îles australes des origines au XXème siècle «, Les Cahiers de l’INED, n° 155, 2005, p. 74.

(22) Wilfried Bertile, La Réunion: Les problèmes réunionnais : la thérapeutique de la responsabilité, Océan éditions, Saint-André, 2006, p. 588.

(23) Ibid, p. 588.

(24) Sonia Chane-Kune, Aux origines de l’identité réunionnaise, L’Harmattan, París, 1993, p. 9.

(25) Marine Nationale, «La Réunion : une île parmi les îles», https://www.defense.gouv.fr/marine/magazine/l-ocean-indien-a-portee-de-main/la-reunion-une-ile-parmi-les-iles, consultado el 5 de julio de 2018 a las 19 h 00.

(26) Expresión utilizada por Jean-Claude Guillebaud como título de una obra consagrada a las últimas colonias francesas: Les Confettis de l’Empire : Djibouti, Martinique, Guadeloupe, Réunion, Tahiti, Nouvelle-Calédonie.

(27) Clément Fernandez y Léo Philippe, » Les Eparses : Des îles si convoitées» , Centre d’Etude Stratégique de la Marine, Cargo Marine, n°3/2015, p. 10.

(28) Isabelle Widmer, « La Réunion et Maurice. Parcours de deux îles australes des origines au XXème siècle «, op. cit., p. 271.

(29) INSEE, Bilan Economique 2016- La Réunion, INSEE Conjoncture Réunion, n° 3, junio de 2017.

(30) » Les grandes dynasties économiques réunionnaises»,  Réunionnais du monde, junio de 2017, http://www.reunionnaisdumonde.com/spip.php?article20402, consultado el 6 de julio de 2018 a las 11 h 00.

(31) INSEE Analyses, n° 14, abril de 2016, p. 1.

(32) Jean Houbert, « Décolonisation en pays Créole, l’île Maurice et la réunion» , Politique Africaine, n° 10, junio de 1983, pp. 87-88.

(33) Isabelle Widmer, « La Réunion et Maurice. Parcours de deux îles australes des origines au XXème siècle «, op. cit., 54.

**** Raymond Vergès fue un médico y político comunista reunionés nacido en 1882. Fue diputado por La Reunión de 1945 a 1655. Junto con otro diputado comunista, Léon de Lepervanche, propuso la ley de departamentalización, que se aprueba en 1946 con lo que La Reunión accede a su estatus de «departamento francés de ultramar». En 1944 fundó el diario Témoignages. (N. de la t.)

(34) Daniel Guérin, Les Antilles décolonisées, Présence Africaine, París, 1956, p. 157.

(35) Aimé Césaire, «Intervention lors du débat sur la » politique du gouvernement dans les départements et les territoires d’outre-mer «», Journal Officiel de la République Française, 27 de marzo de 1954, 4e.republique.jo-an.fr/numero/1954_i28.pdf, consultado el 7 de julio de 2018 a las 9 h 30.

(36) Christian Ghasarian, « La Réunion : acculturation, créolisation et réinventions culturelles,»  Ethnologie Française, Volumen 32, 2002/4, p. 666.

(37) Emeline Vidot, La construction d’une identité réunionnaise de 1959 à nos jours : représentations culturelles et constructions discursives, Tesis de sociología, Universidad de La Reunión 2016, p. 94.

(38) Gilles Gauwin, « Créolisation linguistique et créolisation politique à la Réunion. Enjeux géopolitiques autour d’une revenndication identitaire» , Hérodote, n° 105, 2002/2, p. 75.

(39) Yvan Combeau, « De Bourbon à la Réunion, l’histoire d’une île (du XVIIe au XXe siècle)»,  Hermès, n° 32-33, 2002/1, p. 97.

(40) Parti Communiste Réunionnais, Les thèses constitutives, Île de la Réunion, 1ER juin 1959.

(41) Texto íntegro del manifiesto, https://www.temoignages.re/politique/actualites/manifeste-pour-le-droit-a-l-autodetermination-et-contre-toute-solution-neocolonialiste,93050, consultado el 7 de julio de 2018 a las 19 h 00.

(42) Declaración final de la Convención de la Morne Rouge, http://www.montraykreyol.org/article/paul-verges-rapporteur-de-la-convention-du-morne-rouge-pour-lautonomie-des-4-dom, consultado el 7 de julio de 2018 a las 19 h 15.

(43) Movimiento literario y de afirmación cultural (simbolizado entre otras personas por Jean Albany, Gilbert Aubry, etc.) que afirma una identidad reunionesa común en el respeto por las identidades propias de los diferentes grupos sociales arraigados en la isla.

(44) La Cafridad («Cafrité») o Kafritud («Kafritude») es un movimiento literario y de reivindicación del arraigo africano de la identidad reunionesa (impulsado, entre otras personas, por Philippe Bessière, Georges Lazarre, etc.). Este movimiento insiste en la necesidad que tiene la criollidad de integrar la cafridad sin la que el discurso sobre el mestizaje seguiría siendo un enfoque que niega la parte africana de la identidad reunionesa.

(45) Eliane Wolff, « Les (nouveaux) territoires de la radio, Radio FreeDom et ses éditeurs»,  Radiomorphose, n° 1, 2016, p. 3.

(46) Hubert Gerbeau, « La Réunion. Émeutes du » mal-vivre » ou escarmouches pour l’indépendance ?» , Encyclopédie Universalis, París, 1992, pp. 264-267.

(47) Entrevista a Bernard Grondin, 28 de noviembre de 2017, « Un jour la Réunion sera indépendante», https://www.clicanoo.re/Etat-Reunionnais/Politique/Article/2017/11/26/Un-jour-La-Reunion-sera-independante_502556, c onsultado el 8 de julio de 2018 a las 9 h 55.

(48) «Promulgation de la première loi réunionnaise», https://www.inforeunion.net/Promulgation-de-la-premiere-loi-reunionnaise_a14039.html, consultado el 8 de julio de 2018 a las 10 h 30.

(49) La cuestión de la independencia de La Reunión se ha abordado varias veces, por ejemplo, en el seno de la Organización de la Unidad Africana (OUA) en su Comité de Liberación: en febrero de 1973 durante la reunión del Consejo de Ministros de este Comité en Tripoli, aunque la resolución fue minoritaria; en cambio, en junio de 1978 la cumbre de la OUA en Dar El Salam afirma la necesidad de descolonizar La Reunión y preconiza la adopción de «medidas apropiadas para acelerar la independencia» (Edmond Jouve, L’Organisation de l’Unité Africaine, PUF, París, 1984); en 2004 la Unión Africana incluye en su plan estratégico a La Reunión como parte de los «territorios ocupados por potencias extranjeras» (Vincent Capdepuy, « La R éunion, Madagascar, îles d’Afrique ?» , Revue du Centre d’Histoire de l’Université de La Réunion, n° 14, 2011, p. 52).

Fuente: http://bouamamas.wordpress.com/2018/07/08/loeuvre-negative-du-colonialisme-francais-a-la-reunion-de-lile-vierge-a-la-tentative-de-chirurgie-sociale/

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