Hong Kong Corrían tiempos en aquellos primeros años de la década de los años 80 del siglo próximo pasado por las laderas que circundan a la «Ciudad Prohibida» en la populosa ciudad de Beijjing (R. P. China) cuando los más de 70 historiadores expertos en la Historia del Partido Comunista Chino (PCCh) asignados a sus […]
Hong Kong
Corrían tiempos en aquellos primeros años de la década de los años 80 del siglo próximo pasado por las laderas que circundan a la «Ciudad Prohibida» en la populosa ciudad de Beijjing (R. P. China) cuando los más de 70 historiadores expertos en la Historia del Partido Comunista Chino (PCCh) asignados a sus respectivas Embajadas cuando aún existía aquella realidad de la URSS y China comenzaba a dar sus primeros pinitos en sus políticas de «reforma y apertura», aquella política que impusiera e impulsara Deng Xiaoping, se presentaba una realidad histórica supremamente interesante cuando Beijing recurría la realidad jurídica de un «Tratado desigual» pero en el marco de las realidades suscritas en aquel texto jurídico que permitió al imperio británico en el marco de su proceso imperialista imponerle a China una extensión de aquel tratado que le beneficiaba en la extensión de las realidades geográficas coloniales de la «Isla de Hongkong» hacia las interioridades continentales en aquello que se denomina aún en las actualidades geopolíticas como Kowloong pero con las particularidades de estar sustentada, esa extensión, por un lapso temporal jurídico de, exactamente, 99 años al mejor estilo británico de los «lease». (Convention between Great Britain and China signed at Peking on the 9th of June 1898).
En el marco de aquella muy interesante realidad en proceso inevitable de diálogo entre Beijing y Londres era para los diplomáticos expertos, es decir, los sinólogos, el referente del proceso de negociaciones entre ambas Cancillerías según los novísimos parámetros de negociación entre dos culturas disímiles y antagónicas: la china tradicional y marxista y la muy inglesa victoriana; por cierto para nada presente en aquellas realidades la presencia escocesa que había manejado las realidades del tráfico del opio y las finanzas y el comercio desde la isla de Hongkong desde el Tratado de Nanjing (1856).
Aquellas realidades de negociación impuesta durante la segunda mitad del siglo XIX hasta, prácticamente, 1949, fecha del triunfo del Partido Comunista Chino sobre el partido nacionalista-derechista del Guomindang del General Chiang Kaishek, gracias y por derechos imperialistas que le otorgaba el lógico desarrollo del sistema capitalista a los gobiernos imperiales tanto de Europa como los EEUU de América y Japón, se habían desarrollado en el marco de unas «negociaciones en una sola dirección», es decir, «negociaciones impuestas sin discusión posible» por la contraparte china como dicta la norma de la juridicidad del imperialismo capitalista como, por ejemplo, en las actuales circunstancias en pleno desarrollo, Washington y sus «aliados y socios» de la OTAN vienen conviniendo «all over the world just right now» en el marco de la imposición de la democracia capitalista, aka, liberalismo pleno y total.
¿Estaba consciente y preparada «10, Downing Street» para confrontar aquellas difíciles negociaciones que pusiera sobre la mesa de conversaciones el líder chino, Deng Xiaoping, referidas al retorno de «Hongkong» a la «madre patria»?; mas aún, ¿se esperaba el Parlamento británico que China exigiría comenzar las negociaciones del retorno de «Hongkong» sobre la realidad contenida en aquella Convención firmada el 9 de junio de 1898? Pero, ¿Cómo se desarrollaría el proceso de negociar no solo sobre la base del complimiento temporal en referencia a aquello suscrito que contemplaba un «lease» de 99 años sobre aquella extensión territorial continental china denominada Kowloong y cómo se iría a desarrollar la devolución de la propia isla de Hongkong?
En el marco de aquella realidad, los diplomáticos nos preguntábamos: ¿cuántos diplomáticos británicos podrían expresarse en idioma chino para poder desarrollar unos niveles de negociación enmarcados no solamente en la política y lo jurídico sino en lo económico y social y cuántos eran expertos tanto en el «tema Hongkong» cómo en las realidades que se desarrollaban en China con la nueva política de «apertura y reforma»? ¿Era Chris Patton el diplomático, el político o el negociador para dirigir aquellas tortuosas negociaciones de la aspirada transición y en cuáles términos se firmaría el «final draft» del acuerdo obligado a alcanzar? ¿Cómo serían las nuevas realidades en los planos de la institucionalidad gubernamental, las realidades empresariales, las realidades financieras incluida la moneda en circulación, las realidades socio-económicas de una sociedad compleja y adicta al «dólar» y al consumo, las realidades religiosas, las realidades de las mafias hongkonesas; es decir, cómo serían las realidades de las futuras relaciones entre Beijing y los habitantes de Hongkong y Kowloong?
En las conversas entre diplomáticos se ponían sobre la mesa todas las opciones posibles sobre los desarrollos de las negociaciones novedosas porque, sobre aquellas realidades, todos los expertos podrían abstraer cómo se negociaría con la oficialidad china en cualquier tipo de negociación bilateral que se discutiera desde los típicos temas que saltan en las relaciones bilaterales diplomáticas y consulares como en realidades que irían a imponerse en un mundo globalizado. Pero no solo eran los temas precedentes sino aquellos temas relacionados con dos realidades en objetividad: el rol del Ejército Popular de Liberación y las realidades correspondientes con la seguridad marítima no solo de las líneas marítimas sino del propio uso del interesante y estratégico puerto de Hongkong. Todos temas complejos pero que irían a imponer nuevas realidades globales obligantes para la comunidad internacional. Aquellos inevitables escenarios movieron Cancillerías y el propio GRULAC se motivaría en sus reuniones semanales.
Los acuerdos se acordaron y se firmaron y Beijing, en el marco del respeto de la Convención firmada, aplicó la muy interesante política para Hongkong y Kowloong de «un país, dos sistemas» que significaba que el sistema de vida socio-económica global que imperaba en esta región especial de China se enmarcaría en un desarrollo en etapas acordadas por ambas partes. Pero como nadie es adivino, la globalización está marcando sus propias crisis socio-económicas en el marco de las realidades del sistema capitalista ha obligado a Washington y «sus aliados y socios», en sus actitudes de kow-tow hacia el imperio, a actuar sobre realidades globales en función de rediseñar todos los escenarios internacionales.
En ese marco referente, además de las obligadas y necesarias decisiones económico-financieras post-Wall-Street, se han venido imponiendo «el caos y la anarquía», globalmente, en función de alcanzar equilibrios con lo fabril-militar en lo que nos, nos permitimos calificar como la «renovación del colonialismo». Para ello ha sido y es necesario sustentar desarrollos de desequilibrios sociales sobre las realidades sociales que se expresan en el diálogo «juventud-consumo-desempleo-alienación liberal» como lo hemos observado recientemente en Ucrania, Venezuela, Brasil y, en estos momentos, Hongkong con la «Revolución del Paraguas».
En alguna ocasión un sacerdote habitante de Hongkong nos comentaba sobre la «alienación de la juventud hongkonesa hacia el dólar» y, curiosamente, en contraparte, el surgimiento de un movimiento juvenil interesado por «sus problemas espirituales ante la maquinaria consumista» de la sociedad ex-colonial británica. Aquella dualidad en permanente contradicción tenía que alcanzar su propio «cul-de-sac» buscando expresar sus propias angustias socio-sicológicas cuando se confrontarían con aquella propuesta política de «un país, dos sistemas». ¿Qué busca alcanzar la juventud hongkonesa con sus solicitudes políticas?
Es fácilmente demostrable que en el marco ideológico en curso están presentes dos realidades: la alienación ideológica de la juventud hongkonesa a esa matriz de opinión que impuso la Corona británica durante sus estancias coloniales en territorio hongkonés; y, al tiempo, las políticas geoestratégicas que viene desarrollando, particularmente, Washington y Londres sobre sus propias angustias imperiales cuando se confrontan con varias realidades globales: China, Rusia y lo real-significativo de la CELAC. «Sorry that we didn´t include the European Community in its permanent crisis».
Pero ¿cuál es realmente el futuro de la «Revolución del Paraguas»?