Varios injustificables sucesos apuntan a que últimamente en el mundo se han pisoteado las leyes del derecho internacional, casi siempre de la mano de Estados Unidos, cuyo decadente imperio se niega a desaparecer.
En esta ocasión me referiré a solo cuatro de esos hechos que atestiguan las violaciones a la Carta de Naciones Unidas, la Convención de Viena (establece la inmunidad de las misiones diplomáticas) y cualquier tratado de orden mundial. Es el “orden basado en reglas” que quiere imponer Occidente al resto del mundo.
El 26 de septiembre de 2022 ocurrió un sabotaje a los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2 y varias investigaciones, entre las que se encuentra las del periodista norteamericano Seymour Hersh, señalan que con el afán de controlar a la Unión Europea y sobre todo a Alemania, Joe Biden autorizó la voladura de los gasoductos.
Las tuberías que van por el fondo del mar Báltico divididas en dos ramales, tenían como objetivo transportar hasta 110 000 millones de metros cúbicos de gas natural por año desde Rusia a Alemania, pasando por las aguas territoriales de Dinamarca, Finlandia, Alemania, Rusia y Suecia.
Desde mucho antes del inicio de la operación militar especial de Rusia contra Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden y el Pentágono apostaron por debilitar económicamente a Moscú, utilizar a Kiev como punta de lanza, controlar aún más a la Unión Europea y sacar grandes dividendos con las ventas de armas y del gas que produce en su territorio con la técnica de esquisto.
Bajo presión estadounidense, Suecia, Dinamarca y Alemania han desechado continuar con la investigación.
Desde el punto de vista del derecho internacional, el atentado contra los Nord Stream es ilegal, aunque se cometiera en el marco de un conflicto bélico, según explicó el especialista en derecho internacional Stefan Talmon, quien significó que «los gasoductos son un proyecto de infraestructura civil, y de acuerdo con los estatutos de Roma, del Tribunal Penal Internacional, la destrucción de infraestructura civil es incluso un crimen de guerra”.
El segundo deleznable hecho ha sido el genocidio que comete Israel desde el 7 de octubre de 2023 contra la indefensa población civil palestina que ha arrasado con sus indiscriminados bombardeos la Franja de Gaza y provocado cerca de 34 000 muertos, más de 100 000 heridos y alrededor de 10 000 desaparecido bajo los escombros.
Una gran parte de la comunidad internacional lleva meses pidiendo un alto al fuego que detenga el genocidio que comete Israel contra los palestinos en la Franja de Gaza.
Washington lleva décadas impidiendo todo tipo de castigo a Israel o lo que es igual, permitiendo una completa impunidad a las masacres que realiza el régimen sionista.
Estamos ante el genocidio más grande contra un pueblo ocurrida en el siglo XXI mientras la ONU ha sido incapaz de detenerla a la par que Estados Unidos se ha convertido en el principal gestor de esa masacre al ofrecerle enorme financiamiento y de armamento a Israel para que continúe asesinando a mujeres, niños y ancianos indefensos.
Un tercer evento inaceptable ocurrió el primero de abril cuando aviones de combate israelíes bombardearon la sección consular de la embajada iraní en Damasco, Siria. El ataque dejó 13 muertos, entre ellos siete miembros del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán que se encontraban en una misión de asesoramiento.
La embestida terrorista violó la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, que garantiza en sus artículos la inviolabilidad de los locales consulares.
De acuerdo al tratado internacional, promulgado en abril de 1961, los locales de las misiones diplomáticas son inviolables, es decir, los edificios o las partes de los edificios, sea cual fuere su propietario, utilizados para las finalidades de la misión, incluyendo la residencia del jefe de la misión, así como el terreno destinado al servicio de esos edificios o de parte de ellos.
El ataque provocó la muerte de miembros de alto rango del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC, por sus siglas en inglés), vinculado al ejército de Irán, incluidos los generales de brigada Mohammad Reza Zahedi y Mohammad Hadi Hajj Rahimi. En el edificio del consulado se ubicaba la residencia del embajador iraní Hossein Akbari, quien no resultó herido durante el ataque.
El cuarto acontecimiento fue el asalto de la policía ecuatoriana a la embajada de México, ordenado por el presidente derechista Daniel Noboa, con el objetivo de detener al exvicepresidente ecuatoriano, Jorge Glas quien había recibido asilo político en esa sede diplomática.
Durante el asalto, el jefe de Cancillería y Asuntos Políticos de la embajada mexicana en Quito, Roberto Canseco, fue empujado y maltratado por los agentes. Además, varios diplomáticos resultaron heridos.
En este contexto, el Gobierno de México rompió relaciones diplomáticas con Ecuador, denunciando «la flagrante violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y las lesiones sufridas por el personal diplomático mexicano en Ecuador”.
Son solo cuatro ejemplos de ese orden mundial basado en reglas que quieren imponer los dirigentes de Estados Unidos y de la Unión Europea que de lograrlo desaparecería el derecho internacional para la mayoría de los países y pueblos del planeta.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano, especialista en política internacional.
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