En forma coincidente y a tres días de la transcendental cumbre de Trump y Putin, el polémico fiscal especial Robert Mueller -anterior director del FBI vinculado al nepotismo dinástico de los Bush- enjuició a 12 funcionarios del espionaje militar ruso que presuntamente hackearon el Comité Nacional del Partido Demócrata.
El ‘Deep State’ -estructura burocrática del complejo militar industrial de EEUU y sus omnipotentes agencias de espionaje-, no ocultó su furia mediante el bombástico enjuiciamiento , ni su deliberado propósito de mancillar la cumbre de Trump y Putin y quizá hasta obligar a su cancelación, como han exigido varios senadores del Partido Demócrata. Los pletóricos multimedia en EEUU dependientes del ‘Deep State’ no disimulan su disgusto y llegan hasta catalogar a la tormentosa cumbre de la OTAN como un regalo para Putin, en donde Trump regañó a sus miembros por no cumplir con sus gastos militares del 2% del PIB que luego deberá ser duplicado. La compra de armas beneficia naturalmente a EEUU.
El presidente galo, Emmanuel Macron, tuvo que salir a desmentir la amenaza de Trump de abandonar la OTAN en caso de que no incrementen sus gastos militares.
El incremento militar que exige Trump a la OTAN es más complejo de lo visible, ya que la mayoría de los países de la Alianza forman parte también de la Unión Europea con la que el presidente estadounidense tiene contemplada una guerra comercial de gran envergadura.
En la guerra comercial de Trump y la Unión Europea, encabezada por su principal potencia geoeconómica Alemania, no tiene nada que ver Rusia. De allí que haya sido impactante la filípica que lanzó Trump a la canciller Angela Merkel a cuyo país acusó de ser «cautivo» de Rusia debido a su conexión energética mediante el gasoducto Nord Stream 2.
En una entrevista incendiaria al rotativo The Sun, Trump arremetió contra la primera ministra británica, Theresa May, por su deslactosado Brexit cuando el mandatario de EEUU desea la ruptura fehaciente de Gran Bretaña con la Unión Europea para así poder formalizar un acuerdo de nacionalismo económico entre Washington y Londres.
Queda claro que Trump no acepta las fantasías noratlánticas de que Angela Merkel sea la nueva líder del «mundo libre» cuando EEUU se ha encapsulado en la etapa de Trump con su mantra de «Primero EEUU».
Trump le ha hecho saber claramente a Alemania de que su paraguas nuclear frente a Rusia tiene un alto precio, por lo que no puede aspirar a ser una superpotencia geoeconómica sin plegarse a los dictados comerciales de EEUU.
The New York Times, rotativo anti Trump, opera una sesgada colección de opiniones de «expertos europeos» quienes vislumbran que detrás del «caos trumpiano» se encuentra su estrategia de «dividir y conquistar»: «socavar la solidaridad europea en la OTAN y en la Unión Europea para que EEUU pueda ejercer su poder económico y militar con el fin de configurar las relaciones con países individuales, como China y Rusia buscan hacer».
La realidad es que Europa necesita más a EEUU de lo que EEUU a Europa. El problema real de Europa es su dependencia militar con EEUU.
Trump ha referido que su cumbre con el presidente Vladímir Putin será «laxa» y comentó que Rusia y EEUU son «competidores» y Putin «no es su enemigo«: «Nos llevaremos bien, pero en última instancia es un competidor. Representa a Rusia y yo represento a EEUU. Así, en un sentido somos competidores, no es una cuestión de amigos o enemigos. No es mi enemigo».
Nada menos que Susan Rice, exasesora de Seguridad Nacional de Obama, expone su desasosiego en The New York Times, rotativo dependiente del ‘Deep State’: «Trump no debe capitular ante Putin» cuando «EEUU tiene mucho que perder y muy poco que ganar».
Exagera Rice con el verbo «capitular» y después expone su aburrida letanía en la que «un presidente de EEUU presionaría a Rusia en múltiples frentes». Su compulsiva obsesión estuvo a punto de llevar a Obama a una tercera guerra mundial nuclear contra Rusia.
Le perturba a la fantasiosa Rice -una de las peores exasesoras de Seguridad Nacional de EEUU- que Trump se encuentre a solas con Putin, «más experimentado, conocedor y preparado», lo cual es «una receta para el desastre».
Para Rice «la cumbre de Helsinki parece encaminada a marcar un punto de inflexión en la retirada integral del presidente Trump del liderazgo global de EEUU» que se subsume en el socavamiento a la OTAN y su guerra comercial «contra nuestros más cercanos aliados«.
Susan Rice se da el lujo de detallar lo que Trump «se prepara a conceder»: «el retiro de algunas Fuerzas estadounidenses de Europa; suspender la participación en los principales ejercicios militares de la OTAN; profundizar las dudas del compromiso estadounidense para la defensa de nuestros aliados; el retiro prematuro de las Fuerzas de EEUU en Siria, lo que concede la victoria total a Rusia, a Assad y a Irán».
Muy emotiva, Rice define que el «mayor riesgo» sea que Trump, «a pedido de sus socios foráneos favoritos -Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita- opere el trueque de reconocer la anexión de Crimea por Rusia y el finiquito de las sanciones impuestas a Rusia después de su invasión a Ucrania, a cambio de la promesa de Rusia de limitar la influencia iraní en Siria y en la región».
Nada es más apremiante que el abordaje de la agenda nuclear por encima de cualquier otra consideración. El Boletín de los Científicos Atómicos, que cuenta entre sus miembros a 16 Premios Nobel -y que ha colocado su ‘reloj del día del Juicio Final‘ a dos minutos de medianoche-, consagra artículos alusivos a la crucial cumbre en Helsinki, como la «nube nuclear» bajo la que se reúnen Trump y Putin.
Allí Grace Vedock expone que «el debilitamiento de la cooperación nuclear de EEUU y Rusia en las pasadas dos décadas significa que las armas nucleares de ambos constituyen una amenaza creciente a la seguridad global».
Considera que EEUU y Rusia -los mayores poseedores de armas nucleares y principales arquitectos del tratado de no proliferación de armas nucleares– «tienen una responsabilidad inherente en presentar un frente unificado contra la proliferación de armas nucleares».
Los multimedia de Occidente oculta la visita de seis congresistas estadounidenses aliados de Trump al Parlamento ruso donde recibieron una estruendosa ovación para estimular las deterioradas relaciones.
El plausible acercamiento de Trump y Putin sembrará en el camino a muchas víctimas que habían gozado confortablemente de sus discordias.