En China, que carga con una historia de hambruna y cuyos campesinos todavía se saludan con un «¿has comido?», los alimentos son prácticamente sagrados. Alimentar a la enorme población del país es una de las mayores amenazas al futuro crecimiento económico y a la estabilidad social, advierten varios expertos. Desde 1997, China ha perdido unas […]
En China, que carga con una historia de hambruna y cuyos campesinos todavía se saludan con un «¿has comido?», los alimentos son prácticamente sagrados.
Alimentar a la enorme población del país es una de las mayores amenazas al futuro crecimiento económico y a la estabilidad social, advierten varios expertos.
Desde 1997, China ha perdido unas 8,2 millones de hectáreas de tierra arable a causa de la urbanización, la industrialización, la reforestación y el daño causado por los desastres naturales.
Treinta y siete por ciento del territorio de China sufre degradación. Y la tierra disponible por persona en el país representa 40 por ciento del promedio mundial.
«China ha logrado destacables avances económicos y sociales en las últimas tres décadas, sacando a varios cientos de millones de la pobreza, y la seguridad alimentaria se ha beneficiado mucho de este progreso general», dijo Olivier De Schutter, relator especial de la Organización de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, cuando visitó China en diciembre.
«Sin embargo, la reducción de la (superficie de) tierra arable y la enorme degradación de la tierra amenaza la capacidad del país de mantener los actuales niveles de producción agrícola, mientras que la brecha cada vez más amplia entre habitantes rurales y urbanos es un importante desafío al derecho de la población china a la alimentación», agregó.
El derecho a la alimentación requiere que la gente tenga ingresos que le permitan comprar alimentos, y que los sistemas alimentarios sean suficientemente sostenibles para que satisfacer las demandas actuales no ponga en riesgo las necesidades futuras.
«Es obvio que estas dos condiciones enfrentan importantes desafíos hoy», dijo De Schutter.
Los recientes aumentos en los precios de los alimentos pueden ser una señal de lo que está por venir, señaló el relator de la ONU, urgiendo a China a pasarse a prácticas agrícolas más sustentables. Sin acciones de mitigación que incluyan un viraje hacia una agricultura baja en carbono, el cambio climático hará caer entre cinco y 10 por ciento la productividad agrícola para 2030.
En 2010, China registró su séptimo récord consecutivo en materia de cosecha de granos, con una producción de 546 millones de toneladas, según informes de medios estatales. El gobierno dijo que las actuales reservas de granos exceden 200 millones de toneladas y que la autosuficiencia de estos alimentos fue de 95 por ciento en la última década.
China se comprometió a mantener la autosuficiencia de los granos en más de 90 por ciento en la próxima década, desarrollando tecnologías agrícolas y mejorando el uso de la tierra, declaró al China Daily He Bingsheng, presidente de la Universidad Agrícola de China y uno de los principales economistas del país.
Pero He advirtió que la reducción de la tierra agrícola y el desigual uso de la misma plantean desafíos a los productores de granos del país.
«Es necesaria cierta cantidad de importaciones. Pero todo el país tiene que tener garantizada su seguridad alimentaria, porque el mercado internacional no alcanza para satisfacer la demanda de una nación tan grande como China», enfatizó.
El investigador Li Guoxiang, del Instituto de Desarrollo Rural de la Academia China de Ciencias Sociales, dijo que por ahora la seguridad alimentaria del país se mantiene estable.
Según Li, China ha desarrollado una política de seguridad alimentaria que es en buena medida autónoma, con apenas un pequeño porcentaje de productos agrícolas importados, lo que significa que este gigante asiático resulta apenas levemente afectado por el aumento de los precios mundiales.
«Hemos tenido una cosecha récord de granos durante siete años consecutivos, con un crecimiento de tres por ciento en 2010. Aunque los precios internacionales de los granos aumentaron durante el año pasado, en general en China se mantuvieron estables. La vida de la mayoría de al gente no sufrió el impacto», dijo Li a IPS.
Sin embargo, Li admitió que las amenazas a la seguridad alimentaria del país persisten, también a raíz de la degradación de los suelos y la desertificación. El gobierno ha tomado medidas para abordar este asunto, señaló, citando como ejemplo el aumento de la cuota de inversiones fijas asignadas a las áreas agrícolas y el incremento de los subsidios agrícolas. En 2010, el gobierno central invirtió unos 120.000 millones de dólares en el sector, cifra que se espera aumente este año.
Pero Li cree que el gobierno todavía tiene mucho por hacer, por ejemplo proteger las tierras agrícolas y mejorar su productividad y la infraestructura hídrica.
«Los alimentos son el arma política más poderosa», aseguró Li.
«No hay ningún sustituto para el consumo de alimentos. Nadie puede vivir sin ellos, por lo que la seguridad alimentaria es la base de la seguridad nacional. La falta de seguridad alimentaria dificulta el desarrollo social y desata el malestar social», agregó.
Zhao Xiaofeng, de la Universidad Huazhong de Ciencia y Tecnología, dijo que las sequías, que a menudo son consecuencia de la instalación de una gran represa, siguen siendo una amenaza importante para la seguridad alimentaria del país.
Lugares como la oriental provincia de Henan, una de las principales regiones productoras de granos de China, han resultado muy afectados por las sequías, dijo Zhao, agregando que el gobierno tiene que mejorar la infraestructura en torno a ríos y reservas hídricas para proteger a las tierras agrícolas cercanas.
El riesgo que corre la seguridad alimentaria de China alcanzará registros peligrosos si más de 10 por ciento de los suministros son importados, declaró Zhao a IPS. Actualmente esa proporción es de cinco por ciento.
«China es el país más poblado del mundo. Imagínese lo que ocurrirá si su población no tiene suficientes alimentos», planteó.