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EE.UU., Corea y la disuasión nuclear

Fuentes: Rebelión

Fiel a su estilo amenazante, escandaloso e irreflexivo, el presidente de Estados Unidos canceló hace una semana el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), lo que dejaba en peligro de deportación a 800 mil jóvenes indocumentados, los llamados dreamers o soñadores, que llegaron a EE.UU. […]

Fiel a su estilo amenazante, escandaloso e irreflexivo, el presidente de Estados Unidos canceló hace una semana el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia o DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals), lo que dejaba en peligro de deportación a 800 mil jóvenes indocumentados, los llamados dreamers o soñadores, que llegaron a EE.UU. siendo menores de edad.
El escándalo y la oposición a la medida fueron, desde luego, mayúsculos. Y a las pocas horas de haber emitido esa orden, el propio Donald Trump dio señales de empezar a recular. Y casi inmediatamente llegó un acuerdo con el Congreso para comenzar un proceso de legalización, nacionalización y ciudadanización de esos muchachos.
De modo que se trata de otro acto de gobierno fallido. Un nuevo echarse para atrás ante la magnitud de la oposición a la injusta, inhumana y absurda medida antimigratoria. Un nuevo echarle agua a su vino. Un nuevo fracaso de su gobierno.
Pues una cosa semejante cabe esperar de los destemplados gritos de Trump contra la República Popular de Corea. Un mínimo análisis del historial del magnate desde que llegó a la Casa Blanca es indicativo de que los desplantes y las amenazas contra Norcorea van a quedar, como se dice popularmente, en agua de borrajas, es decir, en nada.
¿Va Donald Trump (o «sus» tres generales: James Mattis, Herbert Raymond McMaster y John Kelly a lanzar un ataque, ya nuclear, ya convencional, contra el pequeño país asiático?
Nada apunta en ese sentido. Estados Unidos sólo agrede a países en los que calcula que no habrá mayor resistencia. Y no es este el caso de la pequeña Norcorea. EE.UU sabe, por experiencia propia, que una agresión contra la nación asiática encontraría una feroz y prolongada resistencia popular, y que esa agresión sería saldada con una muy costosa y muy vergonzosa derrota. ¿Querrán Trump y sus tres generales repetir la desastrosa aventura de los años 1950-1953?
Y esa agresión se dio en momentos en que Corea no contaba con armamento nuclear. Ahora, 67 años después, la situación es muy distinta. Norcorea está en posibilidades de responder con un ataque atómico a cualquier tipo de agresión, ya nuclear, ya convencional.
Desde que en 1949 la Unión Soviética dispuso de la bomba atómica se redujo a cero la posibilidad de que EE.UU. pudiera repetir las matanzas de Hiroshima y Nagasaki. A esta entonces novedosa situación bélica se le llamó y se le sigue llamado «disuasión nuclear».
Desde ese 1949, bajo el mando de José Stalin, la URSS se puso a salvo de una nueva agresión imperialista, ahora atómica. Y lo mismo puede afirmarse de China. Obviamente, Norcorea aprendió la lección y adoptó la estrategia defensiva de la disuasión nuclear.
EE.UU. con la complicidad de la ONU y de otros países imperialistas puede presionar, chantajear, amenazar y bloquear económicamente y diplomáticamente a Norcorea. Pero, como ya lo dijo el presidente ruso, Vladimir Putin, esas «sanciones» no sirven de nada.
Mientras tanto, y a despecho de la fanfarronadas de Trump, Corea del Norte sigue adelante con su evidentemente exitosa estrategia defensiva de disuasión nuclear. Esa es su salvaguarda contra una nueva agresión estadounidense. Y la garantía de su independencia para evitar convertirse en una nación ocupada por tropas extranjeras, como son los tristes casos, entre muchos otros, de Corea del Sur, Japón, España y Colombia.
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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.