Traducción: Enrique García
Mike Whitney ha escrito un excelente relato de la impactante historia del «Rusiagate«, utilizada políticamente por Obama en relación con la seguridad nacional para ayudar a su partido frente a los republicanos. La vigilancia encubierta de políticos de la «lista de enemigos» de Obama, al estilo de Nixon, ha durado demasiados años, pero es ahora cuando se ha denunciado como consecuencia del fracaso de su famoso artículo* («No espiábamos a nuestros enemigos; sólo a los rusos para proteger a Estados Unidos»).
Los medios de comunicación que se hacen eco de las filtraciones de los demócratas han recogido la versión de los hechos escrita por ex funcionarios de la administración Obama, encabezados por el director de la CIA John Brennan, el director del FBI James Comey, el DNC, y el representante demócrata Adam Schiff. Como se ha demostrado ya, los cabos sueltos de este encubrimiento son solo calumnias y rumores político, hasta el punto que sólo el 13% de los republicanos se creen semejante patraña. Pero, según una encuesta, el 67% de los demócratas si se la creen.
Whitney asegura que Comey comenzó la investigación en julio de 2016. Hasta el viernes pasado (31 de marzo 2017) no se ha presentado una sola prueba. Lo que no impidió a Comey declarar ante el Congreso que Putin «odiaba a la secretaria Clinton tanto que la otra cara de la moneda era que tenía una clara preferencia por la persona que se enfrentaba a ella en la carrera presidencial». Así que los rusos supuestamente «iniciaron una campaña multifacética para socavar nuestra democracia».
Comey apoya esta conclusión en lo que se ha convertido en una hilarante prueba de credulidad. Los rusos, dijo, han sido «inusualmente públicos en su intervención. Casi como si no les importara que lo supiéramos, como si quisieran que supiéramos lo que estaban haciendo».
Al mismo tiempo, alguien quería que los investigadores infiriesen que los rusos eran los que estaban hackeando. Cuidadosamente dejaron por todas partes la firma del fundador del GPU-NKVD Felix Dzerzhinsky para que cualquiera la pudiera encontrar. Como demuestran las filtraciones de Wikeleaks Vault 7, la CIA puede piratear ordenadores y dejar la huella de otras personas. Debido a la falta de seguridad, la tecnología cibernética de la CIA terminó circulando por Internet.
«Volverán. Volverán, en 2020. Pero pueden volver a hacerlo en 2018 «, advirtió el señor Comey. Pero, ¿quienes son «ellos»? «Ellos» parece que somos «nosotros», o al menos lo que numerosos ex funcionarios de seguridad nacional han sugerido: o bien el Consejo de Seguridad Nacional, la CIA o su socio «Cinco Ojos», el MI6 británico.
El editorialista del Wall Street Journal Kimberley A. Strassel plantea la verdadera pregunta: ¿Por qué la administración Trump no ha ordenado al servicio secreto arrestar a Comey, Brennan, Schiff, el DNC y Hillary por intentar derrocar al Presidente de los Estados Unidos?». El señor Nunes ha dicho que ha visto pruebas de que la Casa Blanca de Obama había espiado a la administración entrante -sobre temas que no tenían nada que ver con Rusia- y que denunció (identificándolos con sus nombres) a varios responsables de la transición de poderes. Esto va mucho más allá de un simple escándalo. Es un delito potencial».
Lo que estamos presenciando es el descubrimiento de las pistas de un complot contra un gobierno elegido por el pueblo estadounidense. Las denuncias del presidente de la comisión de seguridad nacional de la Cámara de Representantes Devin Nunes han sido contrarrestadas con la exigencia de sus potenciales víctimas de que sea recusado para impedir que revele cómo «el equipo Obama espiaba en términos generales a la administración entrante».
Al parecer viene sucediendo desde hace muchos años. El ex Representante Dennis Kucinich ha dejado caer una bomba sobre lo que parece haber sido la vigilancia ilegal a la que ha estado sometido bajo el NSC de Obama.
«Cuando el presidente planteó la cuestión de las escuchas telefónicas en sus teléfonos en la Torre Trump, se le desafío a que probase que podía suceder. Me pasó a mi».
Esto es lo que ocurrió, que fue revelado dos años después de que dejase el cargo en 2013 cuando los demócratas se alegraron cuando los republicanos de Ohio volvieron a definir los límites de los distrito electorales para deshacerse de su candidatura. El Washington Times le pidió que autentificara una grabación secreta de una llamada de teléfono móvil «de un Saif el-Islam Gadafi, funcionario de alto rango del gobierno de Libia e hijo del gobernante del país, Muamar Gadafi».
Antes de aceptar la llamada, el Rep. Kucinich «comprobó con el abogado general de la Cámara que semejante contacto de un miembro del Congreso con una potencia extranjera estaba permitida por la ley».
«Se me garantizó que bajo la Constitución un legislador tenía el deber fundamental de hacer preguntas y reunir información, actividades expresamente protegidas por las cláusulas del artículo I que tratan de la separación de poderes y las intervenciones y debates en el Congreso».
Dada la excelente calidad de las grabaciones en ambos extremos de la llamada, Kucinich llegó a la conclusión de que «la cinta fue grabada por una agencia de inteligencia estadounidense y luego se filtró al Times por razones políticas. Si es así, este episodio representa una grave violación de la separación de poderes».
Sus repetidas peticiones de documentación al amparo de la Ley de Libertad de Información realizadas en 2012, antes de dejar el cargo, fueron bloqueadas por las agencias de inteligencia durante cinco años.
Ahora estamos en condiciones de ver lo que de verdad hay detrás del «Rusiagate». No se trata de Rusia, excepto con alguna excepción. La Administración Obama abusó de los poderes de vigilancia del gobierno y espió a Donald Trump y otros republicanos con el fin de construir un expediente sobre la DNC que pudiera filtrar a la prensa en un intento de calumniar o comprometer Trump y volcar la elección a favor de Hillary.
Les han pillado, pero podemos ver como adoptaron medidas para protegerse en caso de que fueran descubiertos. Prepararon el artículo de prensa de marras. Pretenden que no estaban espiando a Trump, sino a los rusos – y solamente por una casualidad fortuita aparecieron pruebas incriminatorias contra Trump.
Este artículo fue reforzado con el falso reportaje realizado por el profesional independiente, ex- MI6, Christopher Steele. Como informa Whitney, Steele «fue contratado como un investigador en junio pasado para desenterrar información negativa sobre Donald Trump». Esa información no verificada y en bruto comprada a supuestos informantes «de alguna manera» llegó y se aposentó en los informes de la agencia de inteligencia estadounidense. Y estos informes fueron filtrados a los medios de comunicación pro-demócratas.
Aquí es donde radica el delito. El régimen de Obama y el DNC estaban usando estos organismos para uso político interno, como si fueran la KGB.
El artículo de portada* de Obama/Clinton se está cayendo ahora a pedazos. Eso explica el ataque desesperado de Adam Schiff, el demócrata de mayor rango en el Comité de Inteligencia de la Cámara al presidente del Comité Devin Nunes para bloquear las denuncias. El «Rusiagate» no es una colusión Trump/Putin, sino una operación de espionaje interno llevada a cabo por los demócratas.
La ley requiere que Trump detenga a los responsables y los someta a juicio por traición y conspiración para derrocar al gobierno de los Estados Unidos. Si Trump tiene miedo de procesar a los agentes de Obama en el «estado profundo», intentarán con mas ahínco atacarlo hasta el punto de forzar su cese, o al menos desacreditarlo a él y otros republicanos para allanar el camino para las elecciones legislativas de 2018.
Paul Craig Roberts fue Secretario Asistente del Tesoro en la Administración Reagan. Fue Editor Asociado de la página editorial del Wall Street Journal y Editor colaborador de la National Review. Es coautor de The Tyranny of Good Intentions.
Michael Hudson es un antiguo economista de Wall Street. Distinguido profesor e investigador de la Universidad de Missouri, en la ciudad de Kansas (UMKC), es autor de numerosos libros, incluidos Super Imperialism: The Economic Strategy of American Empire (nueva edición en Pluto Press, 2002). Su nuevo libro es: Killing the Host: How Financial Parasites and Debt Bondage Destroy the Global Economy (edición digital de CounterPunch).
*Nota de Rebelión: Sobre la frase «famoso artículo»; en el original en inglés dice «cover story», cuyo significado en este contexto es: historia falsa para desinformar o tapar la verdad.
Fuente del original en inglés: http://www.counterpunch.org/2017/04/04/the-real-russiagate/
Fuente de la traducción al español: http://www.sinpermiso.info/textos/ee-uu-el-autentico-rusiagate