Karim Wade, hijo del presidente de Senegal y en el centro de las críticas porque la reforma constitucional se ajusta a suseción familiar, se encuentra en París. Desde la capital francesa vio ayer por televisión lo que ocurrió en Senegal. Y la distancia entre los que protestan y él es tal que sólo su apellido […]
Karim Wade, hijo del presidente de Senegal y en el centro de las críticas porque la reforma constitucional se ajusta a suseción familiar, se encuentra en París. Desde la capital francesa vio ayer por televisión lo que ocurrió en Senegal. Y la distancia entre los que protestan y él es tal que sólo su apellido suena a farsa democrática. Estados Unidos ha movido ficha y se ha posicionado en contra de Wade y la reforma, para sorpresa de Francia que puede verse forzada a traicionar a un fiel escudero en África, Abodulaye Wade. ¿Lo hará?
Karim Wade está en el centro del huracán. Nacido en 1968, poco después de que su padre lograse ser presidente del país, hace 11 años, se coló en las esferas del poder senegalés con idas y venidas constantes a Francia, consciente de que la política interna senegalesa, tal y como está configurada hasta el momento, se diseña en París. Y Wade jr lleva mucho tiempo trabajándose ser el mirlo blanco de su padre, el hijo capaz que pudiera sustituirle en caso de que, dada su edad, Abdoulaye Wade no pudiera seguir en el cargo.
Pero no tiene la suficiente valentía para liderar el cambio, sino que se escuda en su anciano padre y va de tapado. Similar al caso de Teodorin Obiang, hijo de Teodoro Obiang, Karin Wade ha vivido a todo tren, siendo una personalidad en París y continuamente halagado por empresarios y políticos europeos que veían en su familia un patriarcado para Senegal.
Pero la sociedad civil senegalesa no lo tiene claro. Wade jr ha estado siempre en el centro de la crítica y la jugada que han diseñado para que él pueda llegar a ser presidente sin pasar por las urnas, con un método de ticket, junto a su padre, y sin necesidad de una segunda ronda electoral ha encendido los ánimos de quienes en él ven a una persona alejada de la sociedad, con una pierna en París y otra en Dakar y sobre todo una extensión de los problemas que acaudala su padre.
Y con la situación así, aparece la figura de Estados Unidos. Su embajada en Dakar, ávida, lanzó esta semana un comunicado en el que dejaba claro que no apoya la reforma constitucional que promueve el actual Gobierno y que repercutiría en una sucesión familiar. Un mensaje muy duro dado el creciente interés americano en la región. Según lo que se ha podido saber en este periódico, habría habido varias reuniones entre distintos miembros de la oposición y los diplomáticos americanos, en los que la oposición de Wade habría pedido ayuda ante una reforma tan personalista de la Constitución.
Y, mientras tanto, Francia permanece en silencio. Por mucho menos, su departamento de Exteriores se ha puesto a trabajar para favorecer el cambio. Pero Senegal y la familia Wade son la vaca sagrada, una pieza fundamental. Más que Compaoré, quizás, que, por cierto, tampoco pasa por el mejor momento en Burkina Faso. El reinado de Francia en África se tambalea y el país galo, además, es pirómano y bombero en Europa.
117 heridos
El balance tras los disturbios producidos ayer en Dakar es que se consiguió paralizar la votación de la reforma y costó 117 personas heridas, entre las que hay 13 policías. La sociedad civil senegalesa lo ha tomado como una victoria, pero no puede bajar los brazos porque la reforma ya se está trabajando en el Gobierno y en cualquier momento se puede volver a votar.
Parlamentarios partidarios de Wade se mostraron reacios a votarla ayer jueves y eso encendió al presidente del país que en una alocución televisiva llamó irresponsables a algunos parlamentarios del país.
Fuente original: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=3&id=2067