El mundo cambia. Si no fuese porque aún hay un importante sector aferrado a los viejos conceptos (como el poder absoluto del imperialismo estadounidense, cada vez en un declive mayor al que arrastra sin compasión a sus tradicionales aliados), esta constatación no tendría que hacerse. Bastaría con un simple vistazo a la realidad. A este […]
El mundo cambia. Si no fuese porque aún hay un importante sector aferrado a los viejos conceptos (como el poder absoluto del imperialismo estadounidense, cada vez en un declive mayor al que arrastra sin compasión a sus tradicionales aliados), esta constatación no tendría que hacerse. Bastaría con un simple vistazo a la realidad. A este sector hay que aplicarle ese viejo aserto periodístico que dice «no dejes que la realidad te estropee un buen análisis».
Pero la realidad es tozuda, y en ella hay que tener muy en cuenta el cambio en geopolítica internacional iniciado por China hace un año cuando, con motivo de la crisis financiera, decidió jugar un papel más enérgico en la política internacional y acelerar el proceso de expansión y defensa de sus intereses en todo el mundo -África, Asia, América Latina- a través de lo que los académicos chinos denominan «el consenso de Beijing» y que no es otra cosa que la puesta en práctica de un modelo político y diplomático que prefiere desarrollar el «poder blando» -diplomacia, no injerencia y multipolaridad- en contraposición al modelo tradicional estadounidense de intervención militar, unipolaridad e interferencia política. Y de un año acá, también hay que añadir a la lista la cada vez mayor presencia china en Europa (compra de deuda de los diferentes países del continente, la última por ahora en Hungría) y el apoyo prestado a la candidata europea a la presidencia del FMI lo que, evidentemente, refuerza la presencia de China en Europa y consolida al país en el FMI puesto que se asegura la presencia de uno de los suyos, Zhu Min, en el nuevo organigrama del organismo multinacional en puestos de especial relevancia (1).
Este nuevo papel está siendo diseñado y alentado en gran medida por el Ejército. En el año transcurrido desde que se decidió tomar la iniciativa en el ámbito geopolítico, «porque cuando se enfrentan desafíos y provocaciones China debe mostrar su bandera y golpear fuerte» (2), se han producido tres hechos que evidencian que los militares chinos si no han asumido el control de la situación sí están desempeñando un papel protagónico.
El primero de ellos, por su importancia, es la aparición del caza de ultimísima generación J-20, apodado por los analistas occidentales como Stealth (sigilo) por el secreto con que se ha llevado su fabricación y por su capacidad para eludir radares. Este avión de combate rompe con el equilibrio regional en el juego de poder aéreo estratégico de Asia al hacer ineficaces no sólo los sistemas regionales de defensa sino el concepto de Ataque Global Inmediato -basado tanto en los misiles balísticos intercontinentales como en la superioridad aérea- que forma parte del diseño estratégico estadounidense desde 2003. Además, convierte en agua de borrajas la «venta del siglo» a Taiwan (4.900 millones de euros en armas) realizada por EEUU el año pasado y cuestiona seriamente un contrato similar que EEUU tiene previsto firmar con Filipinas.
El J-20 es el primer avión de combate diseñado íntegramente en China, con tecnología propia aunque basada en la estadounidense. Durante la guerra contra Yugoslavia un moderno avión, el F-117 Nighthawk, fue derribado por los serbios. Los restos de este aparato terminaron en manos chinas y esta es una de las razones por las que EEUU (amparado en las acciones de la OTAN) bombardeó la embajada china (27 de marzo de 1999) en Belgrado durante esa guerra, acción justificada como «un error». Se trataba de impedir que los restos del aparato saliesen de Yugoslavia. A lo que se ve, fue en vano. Los analistas militares rusos consideran que los chinos han fabricado el J-20 copiando, desarrollando y perfeccionando la tecnología del avión estadounidense derribado en lo que en la jerga militar se denomina «ingeniería inversa» (3). Los militares estadounidenses se jactaban que los chinos estaban «a décadas» de ellos en aeronáutica. Ya no es así. Los chinos han tardado sólo 12 años en poner en funcionamiento su modernísimo avión.
La conmoción que ha provocado el vuelo inaugural del J-20 ha sido mayúscula y es un importante hito estratégico para China. Más que cuando envió un hombre al espacio por primera vez (2003). El Ejército Popular de Liberación no ha hecho público ni los parámetros de las prestaciones que tiene el J-20, ni cuáles son sus sistemas ni las armas de que está dotado, lo que alimenta aún más la preocupación en EEUU puesto que se teme que sus prestaciones (velocidad, altitud, sigilo, agilidad) superen o al menos igualen a los aviones similares estadounidenses, perdiendo así su superioridad aérea.
Como las malas noticias (para EEUU) nunca vienen solas, la aparición del J-20 ha llegado acompañada de la confirmación que China está construyendo su primer portaaviones. Al contrario que el J-20, en esta ocasión sí se ha dado oficialmente la noticia con motivo de la conmemoración del 90 aniversario de la constitución del PCCh, el pasado 1 de julio. El triángulo del poder militar chino se cierra, por el momento, con la anunciada pretensión de contar con bases militares fuera de sus fronteras, especialmente navales y con capacidad para recibir submarinos (4).
China está equiparando su poderío militar a su potencial económico y a su influencia en el mundo. Este año 2011 ha aumentado su presupuesto militar hasta un 12’7% (ha pasado de 53.000 millones de euros el año pasado a 66.000 millones), aún lejos de los cerca de 400.000 millones de euros anuales que los EEUU destinan al gasto militar pero en una tendencia significativa hacia la equiparación con EEUU a medio plazo. No obstante hay que hacer una puntualización: los analistas occidentales asustan a su opinión pública cuando hablan de estas cuestiones para justificar el constante incremento del gasto militar en detrimento de las cuestiones sociales. Es algo parecido a lo que ocurría en la URSS, donde no se tenía en cuenta las diferentes escalas de pago, la eficacia de las armas y el hecho de que los soviéticos careciesen de armas de que sí disponía EEUU. Unos y otros lo justificaban para justificar la carrera armamentística.
Eso mismo había que aplicar a China, hasta ahora. Con un Ejército concebido de forma exclusivamente defensiva, todo lo que se decía del rearme chino no era más que un cuento para asustar a los niños. Sin embargo, la situación ha dado un vuelco. China es ya la segunda economía del mundo. Los planes iniciales del PCCh eran llegar a ser la primera economía mundial en 2027, pero ya hay analistas como Hu Angang, director del Centro de Estudios de China de la Universidad de Tsinghua, de gran prestigio en el país por lo habitualmente acertado de sus análisis, que piensan que ese momento llegará mucho antes, en 2020, y se apoya en datos como que el crecimiento de China es tan espectacular que le ha permitido colocarse con un PIB sólo tres veces menor que el de EEUU en 2010 cuando en el año 2000 era ocho veces menor. El continuado crecimiento económico, el hecho de ser la principal reserva de valores a largo plazo del Tesoro de EEUU, con un total de 1’16 billones de dólares (5), y la rápida expansión económica y comercial está comenzando a generar una dependencia respecto de las fuentes lejanas de recursos naturales y mercados emergentes. Eso obliga al país a garantizar, en primer lugar, las rutas marítimas. Y en segundo lugar, a asegurar la presencia del Ejército chino allá donde sea necesario en el futuro.
Alguien que conoce perfectamente la Administración estadounidense, como el ex Subsecretario de Defensa durante la etapa de Clinton en la presidencia, Joseph Nye, Lo dice de forma clara en su libro de reciente aparición: «el crecimiento económico chino ha sido natural y positivo para Asia, porque ha ayudado a millones de personas a salir de la pobreza, pero eso da lugar a temores de que China se convierta en una amenaza para EEUU porque a mediados de este siglo Asia representará la mitad de la población mundial y del PIB del planeta» (6). Esos temores se manifiestan ya expresamente en los círculos militares. Matthew Harper, capitán de corbeta de la Marina estadounidense, escribe en la última edición de la revista «Proceedings» del Instituto Naval de los Estados Unidos que a medida que el crecimiento del poderío chino gana la atención del mundo, más tiempo, energía y dinero serán empleados para preguntarse cómo los Estados Unidos contrarrestarán la creciente capacidad militar china (7).
A buen seguro, casos como el de Libia ya no volverán a repetirse si China tiene intereses. En este caso tanto el EPL como importantes sectores de intelectuales han manifestado su malestar por la falta de iniciativa del gobierno y han sugerido que habría que haber tenido un papel más activo en la crisis de Libia antes de la guerra (8). El debate crítico con la postura del gobierno chino respecto a Libia fue iniciado por Gu Di, experto del Instituto de Estudios Surasiáticos de la Universidad de Sichuan, quien opinó que una de las razones de la guerra es el intento por parte de EEUU de evitar que una potencia como China saque ventajas estratégicas de su situación en África. Para Di, EEUU ha dado este paso, alentando a la OTAN para que tenga un papel protagonista en la guerra, porque se ha visto forzado a reducir su papel estratégico en el Oriente Próximo.
Un debate similar dentro de China se está produciendo en estos momentos con el incremento de la marina de guerra estadounidense en el Mar Meridional y el anuncio de la realización de maniobras conjuntas EEUU-Vietnam (9), aunque en este caso los militares se están alineando con la dirigencia civil. Para Beijing la moderación frente a lo que considera «provocación» por parte de Vietnam al aceptar esas maniobras conjuntas es «esencial para mantener la estabilidad de la región».
Volver a Mao
Todo esto tiene, también, un innegable papel en la política interna. El ex presidente Jiang Zemin puso en marcha una reforma militar que despojaba al Ejército de gran parte de los negocios que controlaba con la promesa de incrementar el presupuesto de defensa. El EPL controlaba industrias y gran parte de los beneficios que conseguía -su gestión ha sido más limpia y menos corrupta que la de los civiles- iban a parar a apoyar las necesidades de defensa local y regional. Con la reforma de Zemin, el EPL se vio prácticamente limpio de acusaciones de corrupción, lo que le granjeó una mayor estima y respeto entre la población, y pasó a experimentar con la tecnología de doble uso, civil y militar, especialmente en la industria marítima y aeroespacial reorientándose hacia una mayor capacidad para proteger los intereses nacionales.
Así, en el ámbito civil se ha producido otro anuncio importante, también coincidiendo con el 90 aniversario del PCCh: se ha superado con éxito la prueba de un submarino tripulado que ha llegado a los 3.759 metros de profundidad, con lo que China se coloca al frente del exclusivo club de países (EEUU, Francia, Rusia y Japón) que han sido capaces de llegar a los 3.500 metros (10). El submarino, de nombre Jiaolong, va a realizar una segunda prueba para llegar hasta los 5.000 metros de profundidad y está fabricado para alcanzar los 7.000 metros, lo que deja muy atrás a sus competidores en la exploración del fondo marino. Eso significa que el 99’8% de las profundidades marinas están a su alcance. Aunque de carácter civil, téngase este logro en cuenta a la hora de recordar el incremento de la capacidad naval y la pretensión de contar con bases de submarinos.
Todo esto hace que el EPL tenga cada vez una voz más fuerte en temas nacionales y de relaciones internacionales. Sus críticas hacia la excesiva dependencia del capital exterior para el desarrollo de China y los casos de Corea del Norte y, en menor medida, Irán así lo ponen de manifiesto (11).
Cuando se produjo el hundimiento de la fragata de Corea del Sur «Chenoan» (en marzo de 2010), EEUU y los surcoreanos realizaron unas maniobras navales «en defensa de la región de Asia y del Pacífico» que fueron respondidas por el EPL, en contra de la opinión del gobierno, partidario de no tensar la cuerda con EEUU, con otras de una envergadura mayor. El EPL las aprovechó para probar sus nuevos misiles anti-buques, algo que no pasó desapercibido para EEUU que decidió responder tirando por elevación: aprovechar el roce entre el EPL y el gobierno para presionar a éste sobre la «nacionalización» del Ejército chino, es decir, eliminar la dependencia del EPL respecto del PCCh. A ello se han sumado con entusiasmo sus aliados europeos y asiáticos, de forma especial Japón. Fabricando tensiones internas lo que se intenta es retrasar en lo posible los pasos dados por el EPL para lograr la paridad estratégica militar con EEUU a medio plazo.
Estas presiones se han acelerado tras la noticia del caza J-20 y de la construcción del portaaviones. Pero el EPL ha respondido a las mismas alto y claro: «Fuerzas hostiles nacionales y extranjeras tienen el propósito de criticar el principio de liderazgo del Partido y hacen llamamientos a la nacionalización de las FFAA en un intento de separar al EPL de la dirigencia del PCCh con el fin de acabar con la posición dominante del PCCh y subvertir el sistema del socialismo con características chinas» (12). Y algo más: «es absoluto el liderazgo del PCCh sobre las Fuerzas Armadas e importante para la estabilidad y la seguridad de largo plazo de China, ya que las Fuerzas Armadas tienen la responsabilidad de garantizar la paz para el desarrollo del país durante un período importante de oportunidades estratégicas» (13).
La mención a las «oportunidades estratégicas» hay que tenerla muy en cuenta. China es ya el primer consumidor mundial de energía (14), lo que pone de manifiesto su superioridad industrial ante la evidente recesión en EEUU y Europa. Por consiguiente, China refuerza su papel dominante en la escena internacional y comienza a marcar el rumbo del futuro global. Pero también China es consciente que precisamente por ello va a tener que hacer frente a medio plazo a dificultades de crecimiento económico, por lo que necesita consolidar su presencia en los tres continentes, productores de materias primas, donde ya es el principal motor: Asia, África y América Latina. Y asegurar el buen cauce de las relaciones económicas en ellos. En Beijing se está planteando la hipótesis de la «conclusión natural del milagro económico» en una línea similar a la ocurrida con los llamados «tigres asiáticos» durante la última década del siglo XX. Una división entre militares y civiles significaría para China el desastre en su intento de lograr la paridad estratégica política, económica y militar con EEUU. Por eso el EPL está recuperando la historia y recordando que los principales dirigentes políticos, tanto Mao como Deng Xiaoping, fueron militares. Por el contrario, sus sucesores en la presidencia del país Jian Zemin y Hu Jintao (actual presidente) no lo fueron.
Eso se ha traducido en un hecho que trasciende el simbolismo: por primera vez en mucho tiempo, los chinos han celebrado el natalicio de Mao con manifestaciones masivas y peregrinaciones a su ciudad natal. Desde el último trimestre del año pasado y hasta la celebración del nuevo año millones de chinos de todo tipo, universitarios, obreros, campesinos celebraron por todo el país reuniones para conmemorar «el legado del presidente Mao» y el 9 de febrero de 2011 (día de entrada del Año Nuevo chino) 700.000 personas acudieron a Shaoshan, la ciudad natal de Mao, para «rendirle respeto y homenaje». Lo interesante es que ha sido una celebración espontánea y en muchas ocasiones desafiando a los poderes locales. El hecho fue tan sorprendente para el poder que el Diario del Pueblo tuvo que hacerse eco de este fenómeno (15).
El EPL es, para los chinos, una institución de gran respeto. Se le considera en gran parte el sucesor de Mao. Y Mao vuelve a estar en la mente de muchos chinos, cada vez más descontentos con la deriva capitalista de la dirigencia «civil» del PCCh. La generalización de huelgas en las provincias orientales, las reivindicaciones anticapitalistas de una parte cada vez mayor de la población, los llamamientos a retornar a una universidad «patriótica» que deje de lado la enseñanza burguesa y retome «el socialismo, la moral, la actualidad y la historia» (sic) y las peticiones de una «re estatalización» de la industria y otros sectores estratégicos hacen de China el país a seguir en el futuro próximo.
No sólo por lo dicho hasta aquí, sino por el hecho que la afiliación al PCCh no se incrementa de la forma que les gustaría a los dirigentes actuales. Aunque es elevada (en 2011 se han alcanzado los 80 millones largos de militantes) ya no son los clásicos oportunistas quienes se arriman al Partido para medrar o enriquecerse, sino que cada vez se refuerza más con estos sectores que critican con fuerza la deriva capitalista. Lo más significativo es que el 40% de los nuevos afiliados son universitarios, obreros, agricultores y trabajadores migrantes (16). Es decir, los sectores que más impulsan el retorno a Mao. Tal vez debido a ello es por lo que el presidente Hu Jintao ha tenido que hacer un llamamiento al combate contra la corrupción y contra la «incompetencia» de ciertos dirigentes en los diferentes escalones del PCCh en los fastos conmemorativos del 90 aniversario del PCCh.
Notas:
(1) Urgente 24, 11 de junio de 2011.
(2) Yang Li, general del Ejército Popular de Liberación y miembro de la Universidad Nacional de Defensa, citado por The Asia Times el 9 de marzo de 2010.
(3) Ria Novosti, 24 de enero de 2011.
(4) Alberto Cruz, «China inicia el cambio en la geopolítica internacional» http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article793
(5) La posesión extranjera de valores de largo plazo estadounidenses refleja la demanda de obligaciones y otros activos del Tesoro de EEUU, incluyendo acciones y deuda de agencias gubernamentales, un elemento clave para financiar el enorme déficit de la balanza de pagos estadounidense en relación con el resto del mundo. Xinhua, 28 de febrero de 2011.
(6) «El futuro de la energía». Una reseña del libro, que dedica al poder chino un extenso capítulo titulado «¿Debe China ser contenida?», apareció el 8 de julio de 2011 en Proyect Sindicate.
(7) Diario del Pueblo, 9 de julio de 2011.
(8) Global Times, 25 de abril de 2011.
(9) Global Times, 21 de junio de 2011.
(10) Xinhua, 2 de julio de 2011.
(11) Alberto Cruz, «China, Rusia y las sanciones a Irán» http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article885
(12) Li Jinai, general, miembro de la Comisión Militar Central y director del Departamento Político General del EPL en la Agencia Xinhua, 21 de junio de 2011. La agencia se hace eco de un artículo aparecido en el diario del EPL firmado por el citado general.
(13) Ibid.
(14) Faith Biol, economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía en declaraciones al The Wall Street Journal, 20 de julio de 2010.
(15) Diario del Pueblo, 10 de febrero de 2011.
(16) Xinhua, 23 de junio de 2011.
Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su último libro es «Pueblos originarios en América. Guía introductoria sobre su situación», editado por Aldea con la colaboración del CEPRID.