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El auge de los multimillonarios en África oculta la crisis de la mayoría de la población

Fuentes: Rebelión [Foto: El multimillonario nigeriano Aliko Dangote]

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

El auge de los multimillonarios africanos significa más una conquista de la élite que progreso económico, puesto que encierra a millones de personas en la pobreza.

El 9 de julio de 2025 me sentí abrumado por un profundo sentimiento de desesperación y desilusión tras leer un informe de Oxfam Internacional, una ONG reconocida en todo el mundo, en el que revelaba que solo cuatro de los multimillonarios más ricos de África acumulan una fortuna de 57.400 millones de dólares. Según Oxfam, esta cifra es superior a la riqueza total de unos 750 millones de personas de África, aproximadamente la mitad de la población del continente. Es más, el 5% de africanos que ahora están situados en lo más alto controla casi 4 billones de dólares, esto es, más del doble de lo que posee el 95% restante.

El informe, que lleva el título de Africa’s Inequality Crisis and the Rise of the Super‑Rich [La crisis de desigualdad de África y el auge de los superricos], describe a los cuatro individuos más ricos del continente. El primero es Aliko Dangote de Nigeria, cuya riqueza se calcula en 23.300 millones de dólares. El siguiente es Johann Rupert y su familia, de Sudáfrica, con una riqueza de unos 14.200 millones de dólares. A continuación están Nicky Oppenheimer y su familia, también de Sudáfrica, con una fortuna de 10.200 millones de dólares. Por último, el egipcio Nassef Sawiris posee una riqueza neta de unos 9.400 millones de dólares.

Yo me sitúo entre el 95% de la base, los individuos esperanzados aunque con escasos recursos que han trabajado a cambio de unos ingresos modestos mientras anhelan una transformación socioeconómica. En el año 2000, a principios del siglo XXI, no había multimillonarios en África; hoy se contabilizan 23 mutimillonarios, sobre todo varones, el conjunto de cuya riqueza se ha disparado un 56% en los últimos cinco años hasta alcanzar la astronómica cifra de 112.600 millones de dólares.

A día de hoy ninguna nación ilustran mejor que Nigeria y Sudáfrica la enorme disparidad de riqueza que hay en África y el dominio de la oligarquía, y ningún líder empresarial ilustra mejor que Aliko Dangote el ascenso del capitalismo clientelista en el continente africano.

Veamos por qué.

Hace 25 años Dangote era simplemente un ambicioso hombre de negocios multimillonario. Entonces, el 23 de febrero de 1999, hizo una generosa donación para la campaña presidencial del general Olusegun Obasanjo. Esa inversión al parecer benévola resultó decisiva para su trayectoria en el mundo de los negocios.

Un año más tarde el gobierno del general Olusegun Obasanjo emprendió una brutal privatización de las empresas estatales con el objetivo de liberalizar la economía, atraer la inversión privada y fomentar el espíritu emprendedor local bajo la Backward Integration Policy (BIP, Política de integración regresiva). Dangote adquirió Benue Cement en 2000 y Obajana Cement en 2002, sobre las que se creó Dangote Cement, actualmente el mayor productor de cemento de África.

Al parecer, entre 2010 y 2015 Dangote Cement pagó una tasa impositiva efectiva de menos del 1% por unos beneficios de aproximadamente un billón de nairas nigerianos (que equivalen a aproximadamente 6.000 millones de dólares al tipo de cambio de 2025). Dangote se convirtió en el empresario más rico de Nigeria en 2007 y logró el estatus de multimillonario con la rápida expansión de su empresa.

Desde entonces las estrategias de quid pro quo entre Dangote y el gobierno se han convertido en una parte habitual de la vida política y de los negocios de Nigeria, aunque una parte controvertida.

Las voces críticas argumentan que la BIP ha suprimido la competencia y ha fomentado las prácticas monopolísticas en sectores claves como el del azúcar y el del cemento, lo que ha beneficiado de forma desproporcionada a las élites relacionadas con la política, Dangote incluido, a expensas de empresas más pequeñas y de la población nigeriana ordinaria.

Nigeria es un país rico en recursos naturales y cuenta con un capital humano de primer orden. Sin embargo, vive en la pobreza más de 112 millones de personas, casi la mitad de la población de Nigeria que, según los cálculos más recientes, tiene una población de unos 227 millones de personas. Al mismo tiempo, los cinco individuos más ricos del país, que dominan sectores como el petróleo y el gas, la banca las telecomunicaciones y el sector inmobiliario, han amasado una fortuna total de 29.900 millones de dólares.

El sistema disfuncional que ha hecho posible que existan «cinco grandes» empresarios de Nigeria y fomentado modelos oligárquicos no es exclusivo de Nigeria. Sudáfrica, la nación más industrializada de África, se enfrenta a unos retos similares aunque diferentes en la era posterior al apartheid.

Una vez que desapareció el apartheid el 27 de abril de 1994 el Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) implantó las iniciativas Black Economic Empowerment (BEE, Empoderamiento Económico Negro) y Broad-Based BEE (BBBEE, Empoderamiento Económico Negro de Gran Alcance). El objetivo de esas políticas era aumentar la participación real de la población negra en la economía, un mayor crecimiento, aumentar la tasa de empleo y garantizar una distribución más justa de los ingresos.

Sin embargo, con el tiempo el propio ANC reconoció que estos programas de acción positiva no han beneficiado perceptiblemente a la mayoría de la población negra sudafricana, menos aún a las mujeres. En los 31 años transcurridos desde el final del apartheid, las condiciones económicas solo han mejorado ligeramente. Aunque han surgido unos pocos líderes empresariales negros, siguen teniendo éxito dentro de de un sistema fraguado para favorecer a una élite exigua.

Un ejemplo de ello es Patrice Motsepe, un magnate de la minería y uno de los individuos más ricos de África, cuya riqueza neta se calcula en unos 3.000 millones de dólares. Sus partidarios lo consideran un claro beneficiario de la trasformación económica tras el apartheid, pero sus críticos, entre los que se incluye el economista Moeletsi Mbeki, argumentan que su riqueza es un reflejo de un capitalismo clientelista más que de un amplio espíritu empresarial. Patrice Motsepe, que también es cuñado del presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, sigue siendo una rara excepción en un sistema marcado por la apropiación de la riqueza por parte de la élite.

En abril de 2025 la tasa oficial de paro de Sudáfrica era del 32,9%, lo que equivales a unos 8,2 millones de personas que buscan activamente un trabajo, mientras que hay una tasa mayor que incluye a personas que han desistido de buscar trabajo y asciende al 43,1%. En ese mismo momento aproximadamente 34,3 millones de personas sudafricanas (o más de la mitad de la población) vivían en la pobreza.

Mientras tanto, la familia Oppenheimer, cuya inmensa fortuna en minas de diamantes se enraíza profundamente en el pasado colonial de Sudáfrica, sigue aumentando su riqueza. Un estudio de Harvard Growth Lab publicado en noviembre de 2023 concluía que tres décadas después del final del apartheid, la economía [sudafricana] se caracteriza por el estancamiento y la exclusión, y que en la práctica las estrategias actuales no logran la inclusión ni el empoderamiento.

No es de extrañar que los principales beneficiarios de las iniciativas de BEE sean personas que pertenecen al ANC y personas pertenecientes a las élites de los negocios y cercanas al ANC, como el presidente Ramaphosa, Tokyo Sexwale (exprimer ministro de la región de Gauteng), Saki Macozoma (exparlamentario del ANC) y Bridgette Radebe (hermana de Motsepe y esposa del incondicional miembro del ANC Jeff Radebe).

Esta élite bien definida contrasta fuertemente con los supuestos beneficiarios del BEE, las personas sudafricanas ordinarias. En vez de beneficiarse, estas personas luchan con las persistentes consecuencias de la apropiación del Estado por parte de la oligarquía, la corrupción generalizada, una mala prestación de servicios y los continuos recortes en los presupuestos de educación y de sanidad.

El modelo nigeriano es similar. La vasta riqueza de Dangote debería representar, como mínimo, la cima del éxito en una próspera economía africana, sin embargo es el ejemplo de la oligarquía más destacada y rica, lo que demuestra que la cercanía al poder puede crear unas controvertidas vías hacia la riqueza. Por desgracia, casi todos los países africanos tienen su Dangote o Motsepe cuya influencia obstaculiza un crecimiento económico justo e inclusivo.

El capitalismo clientelista rompe radicalmente con los ideales del libre mercado, y las relaciones políticas prevalecen sobre el mérito y la innovación. Esta distorsión alimenta la corrupción, la falta de eficacia económica y la desigualdad social. También debilita las normas democráticas al permitir que los intereses privados influyan excesivamente en las política públicas.

Un estudio de 2015 de la Universidad de Columbia concluía que la riqueza acumulada por oligarquías vinculadas políticamente tiene un fuerte impacto negativo en el crecimiento económico, mientras que las fortunas de multimillonarios no relacionados entre sí tiene poco efecto. Esta conclusión sugiere que las economías africanas podrían crecer más rápido si se redujera la enorme influencia que tienen las élites relacionadas políticamente entre sí.

Es el momento de llevar a cabo una reforma en profundidad.

La naciones africanas deben imponer un impuesto a la riqueza a aquellos individuos que tiene ingresos muy elevados y emplear lo recaudado en servicios esenciales para las zonas empobrecidas.

Según Oxfam, una modesta subida de impuestos consistente en un impuesto sobre la riqueza del 1% y un impuesto a la renta del 10% a los individuos más ricos podría generar 66.000 millones de dólares anuales (el equivalente al 2,29% del Producto Interior Bruto de África) y contribuir a acabar con lagunas críticas de financiación en la educación y el acceso a la electricidad.

Sobre todo, los países africanos deben adoptar políticas económicas centradas en la equidad para reducir la pobreza y mejorar el bienestar de su población.

Nosotros, el 95% abandonado y privado de sus derechos, nos oponemos a la oligarquía.

Tafi Mhaka es un comentarista social y político que tiene una Licenciatura con Honores de la Universidad de Ciudad del Cabo.

Las opiniones expresadas en este artículo son del autor y no reflejan necesariamente la línea editorial de Al Jazeera.

Texto original: https://www.aljazeera.com/opinions/2025/8/1/africas-billionaire-boom-masks-a-crisis-for-the-many

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.