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“Gramsci pasa el verano en el Bronx”

El autor de los Quaderni en el Bronx

Fuentes: Rebelión

«Gramsci pasa el verano en el Bronx». Así titulaba Andrea Aguilar [AA] su crónica del pasado lunes en el global-imperial [1]. «El artista Thomas Hirschhorn resucita al revolucionario italiano con una instalación en Nueva York» era el subtítulo. Un pelín peor expresado: el revolucionario sardo no puede haber resucitado, ni siquiera en EEUU, porque nunca […]

«Gramsci pasa el verano en el Bronx». Así titulaba Andrea Aguilar [AA] su crónica del pasado lunes en el global-imperial [1]. «El artista Thomas Hirschhorn resucita al revolucionario italiano con una instalación en Nueva York» era el subtítulo. Un pelín peor expresado: el revolucionario sardo no puede haber resucitado, ni siquiera en EEUU, porque nunca ha muerto, nunca han conseguido que sea un «perro muerto».

Las Forest Houses, señala AA, ocupan 15 edificios de 14 pisos de altura; 1.300 apartamentos destinados a vivienda social. Un área de cerca de 7 km2 en el corazón del Bronx. «El complejo fue levantado a mediados de los cincuenta», unas dos décadas después de la muerte de Gramsci. «El artista suizo Thomas Hirschhorn [TH] se propuso conectar estos dos dispares puntos y decidió plantar un monumento en honor al pensador marxista entre estas casas del Bronx.»

TH, ayudado por un grupo de vecinos, «planeó y levantó una precaria estructura de madera con pasarelas, terrazas y varias habitaciones en uno de los parques que comunican las Forest Houses». Una pancarta de tela clama contra la indiferencia. En el monumento suena jazz, comenta AA, «y un cartel rojo a la entrada de esta peculiar residencia veraniega de Gramsci» anuncia que una conferencia estará dedicada a Wittgenstein. No es imposible que el gran amigo y camarada de Gramsci, Piero Sraffa, llegara a conocer al autor de las Investigaciones filosóficas.

«Charlas sobre filosofía al aire libre, un bar-restaurante, una sala de ordenadores, una biblioteca, una emisora de radio o un periódico son algunas de las actividades que desde el 1 de julio y hasta el 15 de septiembre han dado vida a esta pieza-centro comunitario de Hirschhorn». Es la última de una serie con la que el artista suizo ha llevado a barrios humildes de Ámsterdam, Avignon y Kassel monumentos dedicados a Spinoza, Deleuze y Bataille. Gramsci no era Deleuze precisamente pero ahora no importa

En el Bronx, según AA, una pequeña exposición en uno de los habitáculos del monumento «presenta objetos pertenecientes a Gramsci como sus pantuflas, los cubiertos de madera que usó en prisión o su peine, prestados para la ocasión por la Casa Museo Gramsci y la fundación dedicada al filósofo». El proyecto ha sido una iniciativa de la fundación DIA de Nueva York.

«Todo ser humano es un intelectual», un filósofo más bien, reza otro de los carteles del espacio. Saquen Scott, cuenta AA, «es un joven adolescente afromericano hoy está encargado del periódico donde a diario recogen textos de artistas, hacen breves perfiles de los vecinos y reproducen algunos de los artículos que la prensa ha dedicado al monumento». En la biblioteca, una completa colección sobre fascismo y filosofía. También, desde luego, Las cenizas de Gramsci de Pier Paolo Pasolini «o el poemario Yes Thing, No Thing» de Edwin Torres.

Hirschhorn dice no poder evaluar el calado que las ideas del revolucionario italiano están teniendo en el barrio. Admite que algunas de las conferencias sólo cuentan con media docena de personas como público. No se desanima. «Es un reto, quizá algo utópico, pero eso también es arte, es un gesto, una reafirmación de poder», asegura. De otro poder por supuesto, del poder popular, del ciudadano, del democrático. Lo más inesperado, prosigue el artista suizo, «de esta experiencia ha sido la simpatía de los vecinos, la respetuosa acogida que han dado al que fuera líder y uno de los fundadores del PCI».

La obra de Hirschhorn también ha atraído inusuales visitas a las Forest Houses. Críticos de arte, estudiantes de filosofía llegados de Manhattan o Brooklyn. «La gente que vive en estos barrios es muy interesante, las visitas de gente de otros lugares no es uno de los objetivos de mi obra, más bien algo que tengo que aceptar. Puede generar algo de escepticismo entre los vecinos, pero no hostilidad. Lo que de verdad busco es que venga la gente que reside en estas casas y lo disfruten y a veces resulta más difícil que atraer a la gente de Manhattan». Gramsci en sus Cuadernos, recuerda AA, ya dijo que: «La realidad existe independientemente del individuo pensante».

No es, por supuesto, la reflexión más interesante y singular de un filósofo comunista que también amaba a Pascoli.

 

Notas:

[1] http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/29/actualidad/1377799829_074574.html

 

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.