Traducido por Caty R.
Una filial del Banco Mundial multiplica las dádivas a un grupo internacional especializado en el saqueo de las riquezas forestales africanas.
La cuenca del Congo acoge la segunda masa forestal de bosques tropicales del mundo. Exactamente después de la Amazonia. A este respecto, su conservación representa una apuesta capital en la lucha contra el calentamiento climático provocado por las emisiones de CO2, lo que el Banco mundial reconoció expresamente e hizo, en 2005, una llamada a las autoridades de la República Democrática del Congo y a las empresas concernidas para poner en marcha un «compromiso político para una gestión duradera del bosque». Y afirmaba en su sitio web: «El Banco no financia la explotación forestal en ninguna parte de África y recomendamos al gobierno de la República Democrática del Congo que no amplíe las actividades de explotación industrial del bosque»…
300.000 hectáreas de bosque afectadas
Esa petición se hizo exclusivamente de cara a la galería y nada más. El verano pasado Greenpeace revelaba que la International Finance Corporation (IFC), sociedad filial del grupo del Banco Mundial, financia a OLAM International Ltd, empresa forestal con sede en Singapur, para operaciones de explotación ilegal de los bosques de la provincia de Bandundu. Una superficie superior a 300.000 hectáreas estaría afectada, en violación de la moratoria instaurada en mayo de 2002 por el ministerio congoleño de Asuntos territoriales.
Inicialmente el Banco Mundial lo negó con indignación, después se resignó a reconocer, con la boca pequeña, que una «investigación interna» corroboraba desgraciadamente la acusación presentada y añadía, contra toda verosimilitud, que la IFC «no sabía que la empresa con la que trabajaba en el Congo poseía una licencia cuestionable». Una ignorancia aún menos creíble porque OLAM ya se había hecho famosa por su desprecio de las leyes tanto en otros países africanos como en el mercado americano. De paso, el Banco Mundial dio una satisfacción a la dirección del grupo OLAM, que también habría llevado a cabo una «investigación interna», revelando un secreto desconocido hasta entonces por su consejo de administración. ¡Para echarse a reír!
En diciembre de 2003, la IFC invirtió 15 millones de dólares en esa empresa de administradores tan ingenuos; al año siguiente se aprobó una garantía parcial de 50 millones suplementarios y finalmente, durante el ejercicio fiscal 2006, el IFC reconoció que poseía en la sociedad 11,2 millones de dólares en calidad de préstamos y garantías. No está mal para un grupo cuyas operaciones, tan generosamente financiadas, no se conocían con certeza… El responsable de comunicación de la oficina de África del IFC (basada en Johannesburgo) mantiene que: «Las financiaciones del IFC no se referían a una actividad específica», y así lo asegura en respuesta al periodista africano Déo Mugongo.
Sigue esta frase elíptica: «El IFC mantiene sus acciones en OLAM». No se sabrá más sobre esto. Lo único que Desmond Dodd ha tenido el pudor de ahorrarle a su interlocutor es el sempiterno discurso de las instituciones financieras internacionales que proclaman que sus subsidios están condicionados por la «buena gobernanza» y la voluntad de la «lucha contra la pobreza» que animan, o no, a los dirigentes africanos. Éstos, en este caso concreto no pueden hacer nada: Déo Mugongo revela que el puñado de funcionarios encargados de que se respete la ley en los bosques de Bandundu están poco o nada formados y sobre todo no disponen de medios de transporte ni equipos dignos de este nombre. Exactamente algunas bicicletas y una (vieja) máquina de escribir. Si tenemos en cuenta los cientos de miles de hectáreas que hay que controlar y añadimos la inseguridad que persiste en gran parte de la República Democrática del Congo, tendremos el cuadro completo.
Texto original en francés:
*Jean Chatain es escritor y periodista del diario comunista francés L’Humanité. Especialista en el genocidio de Ruanda, ha escrito el libro Paysage après le génocide. Une justice est-elle possible au Rwanda , Paris, Le Temps des Cerises, 2007.
*Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.