Nunca sabremos en cuanto el establishment ha conseguido quebrar la mano de Donald Trump, si alguna vez genuinamente se había propuesto instalar en los hechos el discurso con que se alzó con la presidencia de los Estados Unidos. Un discurso anti sistema, convocando a los blancos pobres y desocupados, a quienes justamente las políticas económicas, […]
Nunca sabremos en cuanto el establishment ha conseguido quebrar la mano de Donald Trump, si alguna vez genuinamente se había propuesto instalar en los hechos el discurso con que se alzó con la presidencia de los Estados Unidos. Un discurso anti sistema, convocando a los blancos pobres y desocupados, a quienes justamente las políticas económicas, pensadas y ejecutadas desde los grandes lobbies financieros dejaron fuera de carrera.
Si alguna vez fue la verdadera voluntad del magnate de disponerse a enfrentar a estos poderes, deja muchas dudas y según lo vemos en el armado de su gabinete y algunas señales que ha dado hacia el exterior. Parece que nada va a cambiar para mejor en Washington a partir del próximo 20 de enero.
Como con cierta admiración y alegría, muchos medios ya han titulado que el gabinete de Trump será el más rico de la historia de los Estados Unidos, por lo que se descarta cualquier medida que podría incomodar a los poderosos de siempre.
Entre los nombres que más resaltan figura el de Betsy DeVos, en la Secretaria de Educación, ella pertenece a una familia, que según la revista Forbes cuenta con una fortuna de US$5.100 millones. Bestsy alienta la privatización de la educación, eliminado de cuajo la responsabilidad del Estado, que solo tendría la obligación de dar un subsidio para estos fines a las familias que lo necesitaran. Entre otros méritos, cuenta con estar casada con otro mega millonario, Dick Prince, hermano de Eric, fundador de la empresa de seguridad privada Blackwater, que ha llevado a la actividad mercenaria al paroxismo. Blackwater fue protagonista de aberrantes crímenes de guerra y es perseguida por varios tribunales del mundo. Gracias a los cambios de nombres y la cobertura del Pentágono, Blackwater ha conseguido diluirse de las tapas de los diarios y seguir operando por ejemplo en la guerra de Yemen, asistiendo a Arabia Saudita.
El empresario Wilbur Ross, para la Secretaria de Comercio, dueño de una fortuna que según Forbes es de más de US$2.900 millones. Roos, además de poseer Fondos Buitres, se ha especializado en la compra empresas en banca rota y reestructurarlas, con extrañas alquimias financieras, que comienzan con despidos masivos de empleados.
Como Secretario del Tesoro, aparece Steven Mnuchin, casi un homeless que cuenta con solo 50 millones de dólares. Ejecutivo del gripo Goldman Sachs, el fondo de inversiones más influyente de Wall Street, donde trabajó diecisiete años. También estuvo vinculado al banco OneWest Bank, que durante la crisis del 2009, consiguió hacerse de las hipotecas de miles de familias a quienes se les han quitado sus casas.
El ultra conservador republicano y ex candidato presidencial Mitt Romney, que en 2012, compitió contra Barack Obama, a pesar de la pirotecnia mediática que cruzó con Trump, ha sido tentado para la crucial cartera del Departamento de Estado. El ex gobernador del estado de Massachussetts, cuenta con una modesta fortuna de US$250 millones. Romney ha sido grabado en conversaciones privadas, refiriéndose de manera peyorativa sobre los sectores más pobres de la sociedad norteamericana, paradójicamente los mismos que le han dado el triunfo a su posible futuro jefe, Donald Trump.
Dos chicos duros
Entre los nombres conocidos, que van a acompañar a Trump a partir del el 20 de enero, figuran, dos personajes altamente cuestionables en dos cargos de suma responsabilidad, ya no solo para los Estados Unidos sino también para el resto del mundo el Pentágono y la CIA.
El general retirado James «Mad Dog» Mattis, que dirigió los primeros contingentes que invadieron Afganistán en 2001 e Irak en 2003, es el gran candidato de Trump para que se haga cargo de la Secretaria de Defensa, aunque en este caso, tendrá que ser confirmado por el senado, ya que el general Mattis, no cumple con los siete años que se necesitan desde su retiro para ocupar el cargo. Mattis, recién en 2020 estaría en condiciones de asumir la jefatura del Pentágono.
Mattis de 66 años, como el comandante de las fuerzas de vanguardia de la Infantería de Marina, fue uno de los primeros hombres en llegar a Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre.
Popular por sus dichos que le han dado el nombre de «Perro Loco» y se conocen como Mattismos, dijo por ejemplo en Irak en 2003: «Vengo en paz. No traje artillería. Pero con lágrimas en los ojos, les digo esto: si me fastidian, los mataré a todos».
Desde Afganistán fue asignado a Irak a cargo de la Primera División de la Infantería de Marina, en 2004 participó de la sangrienta batalla de Faluya, capital del sunismo iraquí.
En 2007, fue promocionado a general de cuatro estrellas, y en 2010 fue nombrado jefe del Mando Central, encargado de las operaciones en Oriente Medio, en reemplazo del general David Petraeus, cuándo este fue nombrado por Obama director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Mattis, entiende a la Republica Islámica de Irán, como la mayor amenaza en la región, todavía por encima del Daesh y al-Qaeda: «Considero al Daesh como una excusa para Irán, para continuar causando daño». Irán ha declarado Mattis, en más de una oportunidad y en la misma dirección apunta: «La República Islámica, no ha mostrado cambios en sus políticas desde la revolución de 1979».
Por su férrea oposición a las políticas de la administración Obama, respecto a la retirada de Medio Oriente, fue que finalmente se vio obligado a pedir su baja en 2013.
Aunque ha respaldado, en algún momento el acuerdo nuclear con Irán, quizás cuando empezó a sonar su nombre el año pasado como posible candidato a la presidencia por el Partido Republicano, se ha adscripto de inmediato, a su nuevo jefe respecto a la voluntad de echar para atrás los acuerdos nucleares con Irán.
Trump, comenzó a pensar en Mattis, para el Pentágono, tras sus declaraciones ante el Congreso norteamericano, donde había responsabilizado a las políticas de Obama y su intento de abandonar la región (Medio Oriente), por en el crecimiento del extremismo fundamentalista.
Mattis será el primer militar de carrera en ocupar el cargo de secretario de Defensa desde 1951, cuando el general George Marshall, fue elegido por el presidente Truman.
Además, a pesar de su sobrenombre, Mad Dog, es un profundo conocedor de historia y estrategia militar. Mattis, es investigador en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford, su mentada biblioteca de unos 7 mil volúmenes, le ha dado un aura de intelectual que el mismo ha promovido con declaraciones tales como: «Gracias a mi lectura, nunca me he visto atrapado en ninguna situación. No me da todas las respuestas, pero ilumina lo que a menudo es un oscuro camino por delante».
Es habitual conferencista en el Center for Strategic and International Studies, (CSIS) una institución cercana a la industria del petróleo, financiada principalmente por Arabia Saudita, para más datos.
En sus conferencias en el CSIS, se mostró más que escéptico frente a la resolución de los conflictos de Medio Oriente, denunciando que el peligro se centra en Teherán. Con lo que pareciera desempolvar las teorías de la administración de George W. Bush, a la que se tuvieron que renunciar por la oposición de muchos generales.
Otro de los muchachos duros, que ha seleccionado Trump es Mike Pompeo como jefe de la CIA. Pompeo, ha responsabilizado directamente a Hillary Clinton y sus políticas respecto al movimiento que en 2012 controlaba la ciudad libia de Benghazi. Que terminó con el ataque y muerte del embajador estadounidense Chris Stevens y otros tres estadounidenses.
Tanto Trump como Pompeo, son entusiastas defensores del waterboarding, un método de tortura expresamente prohibido por Barak Obama, que consiste en colocar un lienzo sobre la boca y nariz del sospechoso inmovilizado, para después derramar agua sobre el trapo dando «sensación» de ahogamiento.
Obama prohibió el uso del waterboarding, ampliamente utilizado en los tiempos de la administración Bush contra cualquier sospechoso, tras su asunción en 2009. Durante la campaña electoral Trump, prometió restablecer esta tortura y ha encontrado a un perro malo como Pompeo, dispuesto a implementarla.
Otro giro, más que llamativo, ha sido el llamado del presidente electo este último viernes a la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, en el primer contacto de ese nivel desde 1979, cuándo Washington rompió relaciones diplomáticas con Taipei. La conversación sin duda tiene una dedicatoria que es a la República Popular China, que de inmediato ha presentado su queja ante la Casa Blanca.
Según pasan los días, se va dibujando con más claridad la hoja de ruta a seguir por la nueva administración de Trump, que deja ver claramente que son caminos ya trillados.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.