La apuesta china al crecimiento económico estuvo a punto de arrasar con el valor cultural del antiguo barrio capitalino de Gulou, un tesoro urbanístico cuya demolición quedó en suspenso. En un frío pero soleado día otoñal cerca de las Torres del Tambor y de la Campana, dos de las principales atracciones turísticas de la capital […]
La apuesta china al crecimiento económico estuvo a punto de arrasar con el valor cultural del antiguo barrio capitalino de Gulou, un tesoro urbanístico cuya demolición quedó en suspenso.
En un frío pero soleado día otoñal cerca de las Torres del Tambor y de la Campana, dos de las principales atracciones turísticas de la capital china, Boss Liu tiene mucho trabajo.
Los empleados de su empresa de rickshaws (vehículos de tres ruedas) transportan a decenas de turistas nacionales y extranjeros por los históricos callejones de un vecindario que hasta octubre estaba destinado a la demolición.
En enero de este año, las autoridades chinas anunciaron planes de despejar Gulou. Se trata de 12,94 hectáreas encantadoras que rodean a las dos torres de ladrillos que durante siglos señalaron la hora en Pekín.
El objetivo de la demolición era dejar espacio para crear una «Ciudad Cultural Hora de Pekín». El proyecto, que requerirá una inversión de 73 millones de dólares, incluirá casas con jardines para los ricos, un «museo para preservar el tiempo» y un centro comercial subterráneo.
La noticia concitó la atención internacional. Pero en septiembre se descartaron esos planes, lo que resultó positivo para Boss Liu y otros que viven y trabajan en los estrechos callejones del vecindario, llamados «hutong». «Si se demuele Gulou, la antigua Pekín desaparecerá y se verá como todas las grandes ciudades. Y nosotros nos quedaremos sin negocio», dijo.
La reconstrucción de los barrios históricos no es nueva para los habitantes de Pekín. En el periodo previo a los Juegos Olímpicos de 2008, muchos de los vecindarios antiguos de la capital y sus características casas con patios fueron derribados para dar lugar a elevados edificios de apartamentos y oficinas, así como centros comerciales, incluso en áreas oficialmente designadas como zonas de preservación del patrimonio.
Otros barrios fueron demolidos y reconstruidos sin respetar demasiado la precisión histórica. Qianmen, otrora vibrante vecindario comercial de las dinastías Ming y Qing, cerca de la plaza de Tiananmen, se convirtió en una versión idealizada de lo que alguna vez fue.
Actualmente, flamantes trolebuses transportan a los visitantes por una impersonal avenida rodeada de comercios lujosos. «Ochenta por ciento de los jardines de Pekín han desaparecido a una velocidad sorprendente», dijo Zhang Wei, fundador de OldBeijing.org. «Si no hacemos nada para parar esto, los ‘hutongs’ y las casas con jardín de Pekín solamente se podrán ver en museos.Pekín puede transformarse en Nueva York en cinco décadas. Pero a Nueva York le llevaría 5.000 años convertirse en una ciudad como Pekín», añadió.
Sin embargo, Gulou parecía inmune a la escalada constructora de la ciudad, y la noticia de su reconstrucción desató protestas de historiadores y preservacionistas. El Centro de Protección del Patrimonio Cultural de Pekín (CHP) lideró la oposición, exigiendo que toda construcción preservara la integridad histórica del área.
He Shuzhong, abogado y fundador del CHP, organizó a los residentes de Gulou para que debatieran sobre los planes, pese a la oposición policial, e invitó a los medios de comunicación a cubrir los acontecimientos.
Actualmente el CHP trabaja en un plan para mejorar las condiciones de vida de los habitantes del barrio, aunque He no especificó detalles. «Confío en que se pueda preservar el vecindario. Gulou es valiosísimo», dijo a IPS.
Por ahora la ciudad parece estar de acuerdo, aunque nadie está demasiado seguro de por qué el plan se archivó. Algunos lo han atribuido a las complicaciones causadas por la fusión de los gobiernos distritales de Chongwen y Dongcheng. Según otros, simplemente era demasiado caro.
De todos modos, el futuro de Gulou sigue siendo incierto. Los medios de comunicación estatales citaron en septiembre declaraciones de un funcionario municipal que no se identificó y según el cual la Ciudad Cultural era «una cosa del pasado». También dijo que no estaba claro qué ocurriría con el lugar.
Incluso después de haberse suspendido la demolición del barrio, sus habitantes no pueden dejar de pensar lo que podría haberle ocurrido. «El plan es absurdo, demasiado caro», dijo Li Jian Xin, de 29 años, quien posee dos comercios en el cercano Nanluoguxiang, un popular «hutong» que alberga a decenas de bares, cafeterías y negocios. «Gulou es un área residencial, y hay demasiadas personas viviendo allí como para convertirlo en un área comercial», sostuvo. Pero a algunos habitantes, que viven en casas hacinadas y a menudo en mal estado, les decepciona la idea de que no los trasladen.
Chen Yi, de 64 años, vive con su hija y su nieto en un apartamento diminuto sin calefacción central ni retrete. La cocina también cumple la función de ducha, y su habitación está tan abarrotada de cajas, ropas y juguetes que apenas hay espacio para la cama de una plaza en la que ella duerme. El retrete público más cercano está a 40 metros, por el callejón. «Por supuesto que espero que tiren abajo esta área. No soy feliz aquí», dijo Chen, a quien le han negado tres veces una vivienda subsidiada.
Otros residentes de larga data dijeron que lucharán hasta el final para permanecer en sus hogares ancestrales. «Es imposible cambiar este lugar. Gulou es patrimonio de nuestro país», explicó una de varias ancianas que conversaban en un animado «hutong». «Es demasiado costoso» echar abajo el vecindario, dijo otra. «No queremos mudarnos. Hemos vivido aquí mucho tiempo», señaló la mayor del grupo, Gong, de 96 años.
Gong insistió en que su casa no es demasiado fría en invierno, así que no considerará la posibilidad de vivir en un apartamento elevado. Ella se crió en este barrio y considera que ha cambiado muy poco desde que era pequeña. «Es imposible derribar esto», ratificó. «Es un lugar muy especial».