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Entrevista a Francisco Báez Baquet sobre "Amianto: un genocidio impune"

«El colmo de la incoherencia: un mismo partido político puede asumir actitudes sobre este asunto abiertamente contradictorias»

Fuentes: Rebelión

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de Rebelión.org).

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Estamos en el apartado 2.2. «Tratamiento mediático». Le pregunto antes por esto. «Magnífico reportaje filmado, realizado por el bufete Col-lectiu Ronda: https://www.youtube.com/watch?v=ZTWxxQq-r4Y&feature=youtu.be» ¿Nos lo recomienda? ¿De qué va el reportaje o documental?

Lo recomiendo rotundamente. El reportaje versa sobre el testimonio de las víctimas y de sus abogados, en relación con la fábrica de amianto-cemento, de la firma «Rocalla», que estuvo instalada en Castelldefels (Barcelona). Testimonio que versa fundamentalmente sobre dos cuestiones: las patologías padecidas y sus mortales consecuencias, y sobre sus peripecias judiciales, con tal motivo, incluyendo el enorme cinismo de la empresa demandada, negando siempre, negando lo obvio, por sistema, hasta el extremo de llegar a hacerles llorar.

¿Alguna noticia más de estos días que me quiera comentar?

La televisión «Canal Sur» emitió recientemente una entrevista efectuada al doctor Alfredo Menéndez Navarro, sobre los riesgos del amianto. Por su rigor científico y su alto nivel didáctico, resulta muy recomendable su visionado, accesible a través del enlace: https://drive.google.com/file/d/0B-D_hfHvc0MFTzJnMmp3U3RWR2s/view?usp=sharing

Gracias. España, afirma usted de entrada en el apartado, es una sociedad indolente para la salud pública y el medio ambiente. ¿Por qué? ¿De dónde nos viene esta deficiencia?

Yo creo que la clave explicativa la podemos tener en lo dicho en el artículo, de los doctores Alfredo Menéndez Navarro y Monserrat García Gómez, titulado: «Las víctimas dobles del amianto», en el que, haciendo alusión a los resultados del trabajo, ya mencionado en nuestra inmediata anterior entrevista, de los doctores García-Gómez, Menéndez-Navarro y Castañeda López, titulado «Cánceres profesionales relacionados con el amianto, compensados bajo el Sistema Nacional Español de Seguro, 1978-2011», en donde se afirma: «El sub-reconocimiento de tasas fue estimado en 93’6% (hombres) y 99’7% (mujeres), para el mesotelioma pleural, y en 98’8% (hombres) y 100% (mujeres), para el cáncer de los bronquios y del pulmón», en ese segundo artículo se manifiesta: «Por último, el masivo infra-reconocimiento de las víctimas provoca una grave distorsión de las estadísticas de enfermos profesionales. ¿Adoptaría la ciudadanía una posición diferente respecto a este problema si las estadísticas oficiales de reconocidos por cánceres del amianto reflejaran los 700 fallecimientos que se producen anualmente en nuestro país por esta causa? La concienciación de la ciudadanía, lograda gracias a estadísticas oficiales que reflejan cifras cercanas al número real de afectados y que otorgan visibilidad social al problema, es uno de los factores que ha posibilitado en países de nuestro entorno enfrentar este problema sin agravar el dolor de las víctimas».

Añadiré por mi parte, que la duda que subsiste, es por qué existe ese infra-reconocimiento. Retrocediendo en el encadenamiento causal, al final desembocaríamos en los condicionantes históricos, culturales, económicos, políticos y sociales, que nos singularizan negativamente, respecto de las otras naciones de nuestro entorno más inmediato. Condicionantes que siguen plenamente operativos en sus efectos, puesto que ese infra-reconocimiento persiste a día de hoy.

¿Hay mejora en el tratamiento en los medios de los asuntos relacionados con la industria del amianto desde que usted editó el libro?

Sí, por lo que respecta a la reiteración y amplitud de la información suministrada; no tanto, en lo relativo a su calidad, en lo que no hay una regla fija; hay de todo. De todas formas, no perdamos de vista que el lanzamiento de mi libro es relativamente reciente; no ha pasado tiempo suficiente como para que haya podido cambiar mucho la situación desde entonces.

Más en concreto: ¿aparecen noticias e informaciones de interés y documentadas en las televisiones públicas o privadas? ¿Sigue estando totalmente ausente? ¿No hay distinción en función de los partidos en el gobierno?

Se observa frecuentemente que las noticias sobre negligencias en la gestión del amianto instalado, se utilizan preferente o exclusivamente por parte de las formaciones políticas que están en la oposición, en el momento de formular su denuncia. Formaciones políticas que (entren todos, y sálvese el que pueda), en cuanto acceden al poder, se olvidan de sus pasadas inquietudes. El colmo de la incoherencia lo tenemos, cuando, según de qué institución local o autonómica se trate, un mismo partido político puede asumir actitudes sobre este asunto, abiertamente contradictorias.

En general, últimamente se observa una presencia casi diaria del tema «amianto» en los medios, ya sea a causa de las demandas judiciales, ya sea por los vertidos incontrolados, ya sea por la ausencia o defecto en la retirada del asbesto instalado, ya sea por las actividades de asociaciones de víctimas, de sindicatos, de los bufetes de abogados, o de quienes, en general, podemos considerarles activistas de la causa, a título individual, u organizados de alguna manera.

En todos estos años, ¿algún programa que valga la pena recordar?

Si hemos de atenernos a la eficacia a la hora de concienciar sobre la índole del problema, yo considero que el hito marcado en su día por el reportaje «Alicia, una lucha por la vida», no ha llegado a ser superado. Cuando sucesivas hornadas de aprendices en oficios con riesgo de entrar en contacto laboral con el amianto instalado, resultan, quizás, huérfanas de toda información al respecto, la reposición de ese reportaje, que aquí jamás se ha llegado a producir, considero que sería un revulsivo de muy alto valor didáctico. Si no se produjese esa reposición, con carácter general para toda la población, estimo que al menos en el ámbito de las escuelas e institutos de la formación profesional, sí que se debería producir.

Me adentro en el apartado 2.3.: «Guerra sucia». ¿Nos habla ahora de los GAL?

Por guerra sucia ha de entenderse, las amenazas, las represalias, las exclusiones, las descalificaciones injustas, etc. Las «manos negras», en suma. Yo recomiendo vivamente la lectura del trabajo de Laurie Kazan-Allen, titulado «Guerra del amianto», y accesible, en su versión íntegra en castellano, en el siguiente enlace: www.abrea.org.br/23laurieka.pdf

¡No se lo pierdan!

¡No nos la perderemos! Habla usted aquí de India y Australia. ¿Por qué precisamente estos dos países?

En el caso de India, al tratarse de una gran nación, en la que no existe prohibición de todas las variedades de amianto, y en la que quienes pugnan por alcanzarla, se enfrentan a poderosos intereses económicos contrapuestos, que priorizan la obtención de sus beneficios, por encima de la salud y la vida de sus compatriotas, todo ello ha sido determinante de sonados casos de guerra sucia contra los científicos que, con su actitud personal e institucional, y con la publicación de sus estudios, han «osado» poner en cuestión la viabilidad de esos suculentos negocios, de tan trágicas consecuencias para los trabajadores y trabajadoras, para la vecindad de esas industrias contaminantes, y para quienes son los usuarios finales de sus productos, incluyendo a la contaminación difusa de todo el medio ambiente.

Por lo que respecta a Australia, me remito literalmente a lo escrito en mi libro: «En la obra «Killer Company», de Matt Peacock, cuya referencia incluimos entre nuestras citas bibliográficas, el autor nos relata cómo, en Australia, la empresa «James Hardie» se dedicó a subvertir las instituciones destinadas a proteger a los ciudadanos. Una minuciosa investigación, incluyendo documentos recientemente descubiertos, entrevistas con más de un centenar de ex empleados y con otras figuras clave, así lo corroboraban».

Habla usted de que la industria del amianto ha emprendido acciones contra algunos científicos. ¿Nos da cuenta de algún ejemplo destacado? ¿También en el caso de España? ¿Y cuál ha sido la reacción de las comunidades científicas?

Contestaré auto-citándome, haciendo referencia a un caso que, aunque no es arquetípico, sí resulta, en cambio, sumamente condenable: «Pero antes nos ocuparemos de un caso concreto -ver: Bartrip (2003)- especialmente artero, puesto que se esperó a que el vilipendiado estuviese ya fallecido, y cuando, por consiguiente, ya no se podía defender, para llevar a cabo ese vil ataque. Especialmente artero, además, por la propia entidad científica de la persona objeto de ese asalto póstumo a su prestigio científico: el doctor Irving J. Selikoff. Nada sorprendente, por lo demás, viniendo de quien tuvo el inmenso descaro de hacerlo, sin el más mínimo fundamento, y dada su trayectoria como historiador privilegiado por el solícito amparo de la industria del amianto, o, mejor dicho, del núcleo más duro de esa siniestra industria.»

Lo habitual es que las amenazas, las represalias, los ostracismos, las descalificaciones injustificadas, etc., se lleven a cabo cuando quien es objeto de esas maniobras de guerra sucia, esté en pleno ejercicio de su profesión, y no ya fallecido, como fue el caso del doctor Selikoff, antes mencionado.

En España, que yo sepa, no se ha producido ningún suceso de esa índole.

La reacción de la comunidad científica mundial ante tal tipo de situaciones, ha sido, lógicamente, de denuncia pública, de rechazo, y solidaridad con el colega objeto del ataque.

Hace usted referencia al Congreso de la Unión Mundial para la salud y la seguridad celebrado en Corea del Sur en 2008. Habla de escoltas de protección. ¿De quién, de los participantes? ¿Por qué?

Vuelvo a auto-citarme, con «propina» añadida: «Análogamente, en el Congreso de la Unión Mundial para la Salud y la Seguridad, celebrado en Corea en Julio del año 2008, se proporcionaron escoltas de protección, debido a que la atmósfera se agrió, a causa de los ataques difamatorios contra la Unión y contra los activistas frente a las enfermedades originadas por el asbesto; esos ataques, fueron realizados por los portavoces de las asociaciones de la industria.

En otra conferencia sobre la prohibición del amianto, organizada por la federación mundial de los sindicatos de la construcción, los asistentes se encontraron, a su llegada, el vestíbulo del hotel, «adornado» con materiales de propaganda pro-asbesto. Los delegados fueron intimidados en la conferencia, y, en algunos casos, en el origen de sus vuelos de desplazamiento para la asistencia al evento».

También habla usted de activistas contra el uso del amianto que no visitan determinados países, porque temen por su vida. ¿En esas seguimos estando? ¿Nos da cuenta usted de alguna agresión o amenaza reciente?

No dispongo de informaciones actualizadas sobre la situación, pero me atrevería a conjeturar que nada indica que se haya producido ninguna mejora.

El caso Patterson. Habla de él. ¿Qué pasó con esta investigadora?

La investigadora Clair Patterson había asumido un papel fundamental y pionero en el esclarecimiento de la presencia masiva del plomo en el medio ambiente, singularmente a causa de la incorporación de un compuesto de plomo en la gasolina, como anti-trepidante. Las industrias petroleras habían fundado la empresa «Ethyl Corporation», para la fabricación de dicho aditivo. Sus directivos ofrecieron financiación al Instituto de investigación en el que trabajaba Patterson, si procedían a su despido.

¡Los negocios son los negocios dicen algunos! Entramos en el apartado 2.4. El lobby en acción: el cloro. ¿Qué tiene que ver el cloro con el amianto?

Esta cuestión ya la hemos abordado antes, en las entrevistas número uno, veintidós, y treinta.

Lo siento. Otra vez mi mala e indocumentada memoria.

En la fabricación del cloro, se usan cubas electrolíticas, que son forradas con amianto crisotilo, para protegerlas de la acción corrosiva del líquido que tales cubas han de contener, pero actualmente existen ya alternativas, que permiten prescindir del crisotilo, con viabilidad técnica y económica para permitir esa substitución, lo cual no significa que la misma haya de resultarles gratis a las industrias que se vieran constreñidas a realizarla, en virtud de una prohibición, sin excepciones, del amianto blanco.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.