Traducido por Griselda Piñero Nueve meses después del anuncio altisonante de los ocho países países más industrializados (G8) en Londres, el Banco Mundial acaba de revelar las modalidades de la anulación de la deuda que 17 países pobres y muy endeudados (PPAE) tienen con la institución. El acuerdo, calificado como histórico por su presidente, Paul […]
Traducido por Griselda Piñero
Nueve meses después del anuncio altisonante de los ocho países países más industrializados (G8) en Londres, el Banco Mundial acaba de revelar las modalidades de la anulación de la deuda que 17 países pobres y muy endeudados (PPAE) tienen con la institución. El acuerdo, calificado como histórico por su presidente, Paul Wolfowitz, concierne a 13 países de África y 4 de Latinoamérica.[1]. Al 1º de julio de 2006, la deuda de estos 17 países con el Banco Mundial debería anularse. El Banco Mundial adelanta la cifra total de 37.000 millones de dólares en 40 años.
Pero, al contrario de lo que proclama el Banco Mundial, no hay en ello nada nuevo. Esta decisión se limita a concretar tardíamente la que tomó el G8 el año pasado. Además, en el curso de los últimos diez años, el Banco Mundial no ha gastado más que 2.600 millones de dólares para reducir la deuda de estos 17 países en tanto que éste posee más de 38.000 millones de dólares de fondos propios. Está, por lo tanto, muy lejos de haber hecho un esfuerzo financiero significativo, lo que no le impide proclamar año tras año una generosidad infundada y usurpada.
Lanzada en 1996, la iniciativa PPAE debía resolver definitivamente el problema de la deuda de 42 países muy pobres y muy endeudados. Pero dicha iniciativa resultó un fiasco: la deuda de estos países pasó de 218.000 a 205.000 millones de dólares, o sea, una reducción de apenas un 6 % entre 1996 y 2003 [2]. A pesar de que la mayor parte de estos países han aplicado las recetas económicas draconianas exigidas por el FMI y el Banco Mundial, el peso de la deuda sigue siempre presente. ¿Por qué continuar confiando en quienes ya han fracasado y quieren repetir los mismos errores?
El CADTM afirma que para el Banco Mundial la deuda constituye una herramienta de dominación muy valiosa. En efecto, para arrancar esta anulación, los 17 países involucrados han tenido que cumplir las etapas de la iniciativa PPAE y realizar una auténtica travesía sembrada de obstáculos: reducción drástica del presupuesto social, privatizaciones masivas, apertura de los mercados, liberalización de la economía para mayor beneficio de las sociedades multinacionales y de los inversores internacionales. Han sido otros tantos golpes muy duros asestados a las condiciones de vida de la población pobre. Todos estos países ya han pagado muy caro, en términos de sufrimiento humano, el derecho de ser elegibles (por la iniciativa).
Para el CADTM, la decisión del Banco Mundial es a la vez inadecuada e inadmisible. Inadecuada porque no concierne más que a un reducido número de países (17, que representan menos del 5 % de la población de los 165 países denominados «en desarrollo»); inadmisible porque refuerza la dominación que los acreedores imponen al planeta entero por intermedio de la deuda. El doctor Banco Mundial finge recetar estrategias de reducción de la pobreza (en los hechos, unas magras sumas espolvoreadas sobre algunos escasos proyectos sociales) mientras oculta los graves efectos secundarios: en países donde más del 40 % del presupuesto se dedica al pago de la deuda, prohibe a los gobiernos reclutar y formar un número suficiente de maestros, de enfermeros, de médicos, etc., en nombre de sacrosantos principios, tales como la reducción de la función pública y el equilibrio presupuestario.
En fin, el comunicado deja numerosas preguntas en suspenso: ¿Cuál es la fecha tope para el cálculo de la anulación? ¿Fines de 2004, como en el FMI, o del 2003, como corre el rumor, lo que reduciría el alcance del acuerdo? Mauritania, que por ahora está excluida de la lista, ¿será reintegrada? ¿Qué pasa con los numerosos países muy pobres olvidados por la iniciativa PPAE -como Haiti, Eritrea, Nepal- que no tienen derecho a ninguna reducción de la deuda? ¿No ha introducido el Banco Mundial, subrepticiamente, condicionalidades suplementarias que comprueben la docilidad económica de los países involucrados?
El CADTM considera que el paso dado por el Banco Mundial, y en general las medidas tomadas por el conjunto de los acreedores, no es más que un señuelo para desviar la atención de la opinión pública. Las reivindicaciones esenciales siguen siendo la anulación de la deuda externa pública de todos los países en desarrollo y el abandono definitivo de las políticas de ajuste estructural. Esta deuda desangra la riqueza de los países del Sur para enviarlas a los ricos acreedores, arrasa regiones enteras, reparte miseria y corrupción. Para el CADTM, su anulación total e incondicional es irrenunciable.
Contacto: Damien Millet, presidente del CADTM Francia, [email protected] 00 33 (0)6 60 54 27 13 Eric Toussaint, presidente del CADTM Bélgica, 00 32 486 74 47 52 [email protected] Aminata Touré Barry, presidente del CAD /Mali [email protected] Victor Nzuzi, NAD RD Congo [email protected]
Notas
[1] Benín, Bolivia, Burkina Faso, Etiopía, Ghana, Guyana, Honduras, Madagascar, Malí, Mozambique, Nicaragua, Níger, Uganda, Ruanda, Senegal, Tanzania y Zambia. [2] Cálculo del CADTM según las cifras publicadas por el Banco Mundial en 2005.