Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Los misterios más entretenidos son los que tienen protagonistas convincentes, antagonistas enigmáticos y conclusiones sorprendentes o impactantes. En efecto, sin estos elementos esenciales es poco probable que pueda entenderse bien la historia. Sin embargo, en lo que se refiere a la política y geopolítica, de alguna manera nuestros escritores de los medios de comunicación de masas -los montones de periodistas, militares y «expertos» en contraterrorismo, así como los portavoces del establishment– no consiguen siquiera orientarnos en la buena dirección. No sólo no develan los hilos de la historia sino que sencillamente prefieren fingir que no existen.
Y lo mismo ocurre con el gran «misterio» de Boko Haram, un grupo que en sólo unos pocos años se ha convertido en una de las entidades terroristas más perceptibles del mundo. Tras haber perpetrado atroces masacres de hombres, mujeres y niños, secuestrado a miles de inocentes y destruido ciudades enteras, Boko Haram simboliza ahora precisamente esa mezcla perfecta de barbarie, fundamentalismo religioso e ideológico y piel no blanca, que se unen para conformarles, especialmente a los ojos de los occidentales, como la manifestación del mal, el diablo encarnado que sólo puede destruirse mediante las fuerzas del bien. Ya saben, de los «chicos buenos».
Pero, ¿qué sucede cuando no pueden encontrarse «chicos buenos»? ¿Qué sucede cuando al seguir la historia sólo encuentras la más cínica de las intenciones en todos los actores implicados? Eso es lo que ocurre con la historia de Boko Haram, así como con la política y geopolítica regional de África Occidental en su conjunto.
Al intentar desenmarañar la laberíntica red de hilos políticos, económicos y estratégicos que conectan a toda una serie de destacados actores, se hace evidente que no merece la pena leer ningún análisis de Boko Haram si no consideramos la cuestión desde tres ángulos muy diferentes aunque íntimamente conectados.
En primer lugar, tenemos la política interna de Nigeria, la cuestión de Boko Haram y la percepción de la responsabilidad de la oposición y del gobierno en el caos que ha desencadenado. Con elecciones programadas para el mes de febrero, Boko Haram y la seguridad nacional se han convertido, muy comprensiblemente, en cuestiones dominantes en la mente del público. Las acusaciones mutuas proporcionan un importante telón de fondo para entender cómo Boko Haram se ajusta tanto al discurso público como a las estrategias de las redes políticas que se mueven entre bastidores en Nigeria y en la región en un sentido más amplio.
Segundo, es el tablero económico y político regional más importante. En África Occidental -un área rica en recursos estratégicos-, hay unas cuantas partes interesadas que esperan obtener muchas ventajas de los continuos ataques de Boko Haram, que pueden llegar a desestabilizar completamente al Estado nigeriano. El Chad, vecino de Nigeria, está siendo desde hace poco tiempo estrechamente vigilado por el aparato militar de Nigeria a causa de su supuesto papel en la financiación y facilitación de la expansión de Boko Haram. El Chad considera que en Nigeria puede obtener potenciales beneficios petrolíferos mientras amplía sus capacidades propias de extracción de petróleo por toda la cuenca del lago Chad, una región geográfica que incluye amplios territorios del Chad, Nigeria, Camerún y Níger. Desde luego, las grandes corporaciones del petróleo, por no mencionar a poderosas naciones occidentales como Francia, tienen un interés particular en mantener los beneficios que consiguen del petróleo de África Occidental.
En tercer y último lugar, y quizá sea el aspecto más importante, debemos considerar la perspectiva continental y global. Nigeria, como la economía más dinámica de África que es, presenta importantes oportunidades y desafíos para las principales potencias mundiales. Para China, Nigeria representa uno de sus principales puntos de apoyo en África. Nigeria, un socio comercial clave para Pekín, se ha ido moviendo cada vez más fuera de la órbita directa de Occidente, transformándose de un aliado occidental fiable y servil en un obstáculo a superar. Coincidiendo con estos desarrollos, la presencia militar estadounidense ha ido extendiéndose continuamente por toda África, concentrándose de forma creciente en África Occidental, aunque sin grandes fanfarrias en los medios aparte de la historia del Ébola.
Los medios internacionales se han apoderado de la desgarradora historia de las niñas de Chibok -el ubicuo latiguillo en Internet «Devolvednos a nuestras niñas»- y para la mayoría de la gente eso es todo lo que saben sobre Boko Haram. Sin embargo, ese conocimiento superficial de una de las historias internacionales más complejas de los últimos años añade muy poco al discurso y no propicia una resolución. Además, un conocimiento más matizado sitúa a Boko Haram en un contexto internacional más amplio que puede ayudar a desmantelar la organización y el aire de misterio que la rodea. Aunque en el mejor de los casos muchos de los detalles siguen constituyendo una nebulosa, con actores poderosos actuando tras las bambalinas, pueden entreverse los contornos de una desestabilización regional y una guerra por poderes.
La política de Boko Haram
Con elecciones generales fijadas en menos de un mes, las facciones en competición del establishment político de Nigeria están muy ocupadas tratando de culpar a sus oponentes y cada una de las partes está insinuando que la otra tiene vínculos con Boko Haram, tratando deliberadamente de capitalizar la situación. Los dos partidos principales -el gobernante Partido Democrático Popular (PDP), dirigido por el Presidente Goodluck Jonathan, y el Congreso de Todos los Progresistas (CTP)- han convertido a Boko Haram en una patata caliente política, pasándosela una y otra vez con la esperanza de que los votantes la identifiquen con sus oponentes.
El pasado septiembre, antes de que Boko Haram se apropiara de nuevo de los titulares internacionales con sus más recientes ofensivas, la difamación política era ya feroz. El Presidente del Foro de Cancilleres del Partido Democrático Popular, Collins Onogu, afirmaba que:
«La mayoría de los que se han quedado sin hogar en la parte nororiental del país a causa de Boko Haram son miembros del PDP. ¿Cuál es su ofensiva? El portavoz del CTP… ha descuidado su deber y está ahora haciendo declaraciones en nombre de Boko Haram… El CTP ha estado utilizando a los medios para chantajear al Presidente Goodluck Jonathan, su plan es conseguir que el país se vuelva ingobernable; tienen planes para desviar la atención de los nigerianos, pero no van a funcionarles.»
Aunque la caracterización que hace Onogu de la cuestión puede realmente ser objeto de debate, está muy claro que el PDP considera la cuestión de Boko Haram como un lastre político importante para su partido y para el Presidente Jonathan. Es por esta razón que Collins y otros dirigentes del PDP han amenazado repetidamente con «revelar los nombres de los miembros del CTP que están patrocinando a Boko Haram». Es muy posible que el PDP pueda estar haciendo esto únicamente para sabotear a sus oponentes en la campaña. Sin embargo, es igualmente verdad que el PDP está intentado desesperadamente desviar de sí la culpa por una crisis que se ha desarrollado mientras el gobierno estaba bajo su control. De cualquier manera, el PDP está difamando al CTP culpándoles de asociación.
A la inversa, el CTP no sólo ha negado todos los cargos sino que ha lanzado sus propias contrainformaciones afirmando que hay personalidades del PDP que están íntimamente implicadas en la financiación de Boko Haram. John Oyegun, presidente nacional del CTP dijo el septiembre de 2014:
«El Dr. Stephen David, un hombre contratado por el gobierno federal del Presidente Jonathan para negociar con Boko Haram la liberación de las niñas de Chibok decidió hablar claro, creyendo que la mejor forma de enfrentar a la insurgencia es revelar quiénes son sus patrocinadores. ¿Y quiénes son?… Nombró al exgobernador Ali Modu Sheriff y a un ex Jefe del Estado Mayor, el general Azubuike Ihejirika, como patrocinadores de Boko Haram… Los patrocinadores de Boko Haram están dentro del PDP y de la Presidencia. Son amigos conocidos del Presidente Jonathan. Los conoce y le conocen.»
Estas revelaciones, vehementemente negadas por el PDP y la administración del Presidente nigeriano Jonathan, plantean realmente una serie de importantes preguntas sobre las redes que apoyan y financian a Boko Haram, y cuándo, dónde y por qué se organizaron originariamente. Según información filtrada de inteligencia obtenida por la cadena de noticias nigeriana Premium Times, el exgobernador del Estado de Borno, y el aliado de Gookluck Jonathan, Ali Modu Sheriff, han sido unos de los principales financieros y organizadores de Boko Haram, llevando a cabo sus operaciones fuera del Chad (aunque también en el Chad después). Las comunicaciones fechadas obtenidas por Premium Times «pintaban el cuadro de lo que parece ser una poderosa estructura de apoyo regional que implica al presidente chadiano, a funcionarios nigerianos y a la República del Níger, encabezados por Sheriff, a quien la inteligencia presenta como una figura poderosa dentro de ese círculo».
Añádanse a esta información los hallazgos de un panel presidencial ordenado por el Presidente Jonathan:
«El informe rastreaba el origen de las milicias privadas, especialmente en el Estado de Borno, en el que Boko Haram brotó, y a los políticos que lo establecieron en el período previo a las elecciones generales de 2003. Al parecer, las milicias fueron armadas y utilizadas ampliamente como matones políticos. Tras las elecciones y habiendo conseguido su principal objetivo, los políticos abandonaron a su suerte a esas milicias al no poder continuar financiándolas y manteniéndolas ocupadas. Sin medios aparentes de subsistencia, algunas de las milicias gravitaron hacia el extremismo religioso, del tipo representado por Mohammed Yusuf.»
Hay realmente muchas preguntas que contestar aquí. ¿Es Sheriff simplemente un antiguo aliado que se ha escapado de control y ha decidido establecer su propio ejército privado para enriquecerse a sí mismo y a su patrón extranjero? Y a la inversa, ¿podría ocurrir que Sheriff siga vinculado, quizá sólo indirectamente, con el gobierno en Abuja? Las comunicaciones entre la red de Sheriff y los oficiales militares nigerianos datan de 2011, lo que parece sugerir al menos una conexión indirecta entre ellos. Obviamente, hay de por sí toda una compleja red de relaciones que conecta a los diversos partidos en Nigeria, así como a sus vecinos, con Boko Haram.
Según un memorándum de inteligencia de 2011 de los oficiales de campo en el Chad, «los miembros de la secta de Boko Haram se concentran en la región de Abeche, en el Chad, donde se entrenan antes de dispersarse. Esto sucede normalmente cuando el Sr. Sheriff visita Abeche». Por tanto, incluso el más conservador de los análisis tendría que admitir que hay indefectiblemente una conexión entre la política interna de Nigeria, especialmente dentro del partido gobernante, y los actores internacionales, que tienen su propia agenda. Y son esos actores, y sus motivaciones, los que merecen un análisis cuidadoso.
El conflicto regional y la guerra por los recursos
Las inmensas riquezas de África Occidental han sido siempre el premio a lograr tanto para las potencias coloniales como para los Estados poscoloniales. Nigeria se ha convertido en un actor global en términos de producción de petróleo -suministrando al menos el 8% de las importaciones de petróleo de EEUU-, aunque sería algo a debatir si esa producción ha supuesto algún beneficio para el pueblo nigeriano. Por toda la región, los intereses económicos han sido fundamentales en las políticas y agendas de una serie de Estados cuyos dirigentes tienen tanto la visión del dólar en los ojos como la de la hegemonía en las mentes. Esto no ha hecho sino acelerarse en los últimos años, sobre todo desde la guerra imperialista que derrocó al exdirigente libio Muammar Gadafi, quizá la única fuerza en África que proporcionaba estabilidad y mantenía derechos, más o menos, a actores periféricos como el Chad, Níger y otros. Naturalmente, aquellos gobernantes cuyas ambiciones sufrían a causa de Gadafi consideraron el impacto de su muerte de forma harto diferente.
Quizá no haya habido en los últimos años un líder tan ambicioso como el Presidente chadiano Idriss Déby, que ha jugado un papel fundamental en toda la historia de Boko Haram, desde las acusaciones de que su gobierno les ha proporcionado un puerto seguro a los intentos, posiblemente auténticos o posiblemente falsos, de auspiciar un alto al fuego entre el grupo terrorista y el gobierno nigeriano. Ha estado vinculado con el anteriormente mencionado Sheriff, el supuesto cerebro de la red de Boko Haram. La información de inteligencia proporcionada por diversas fuentes parece indicar una conexión directa. Además, en un cable diplomático de EEUU de 2009 publicado por WikiLeaks se revelaba:
«Un veterano extremista chadiano bien entrenado, Abu Mahjin, con limitados vínculos con los asociados de al-Qaida, viajó recientemente a Nigeria. Puede que esté planeando dirigir o facilitar una operación terrorista…, se afirmaba, ‘un probable extremista chadiano con base en Nigeria con muchas ganas de conseguir más fondos… no está claro cuándo recibirá esta financiación adicional’.»
¿Podría ser que Abu Mahjin actuara como intermediario de facto entre ciertos elementos en Nigeria y Chad? Es muy probable que, por lo menos, la conexión entre el Chad y Boko Haram date de la propia transformación de esa organización en una entidad terrorista.
Pero, ¿qué puede el Chad ofrecer? Y, ¿por qué ellos?
Para responder a la primera pregunta, hay que sumergirse en la historia reciente para ver cómo Déby llegó al poder. Curiosamente, su ascenso a la presidencia se debió directamente a Gadafi quien, tras años de guerra con el Chad -guerra en la que el mismo Déby dirigió a sus tropas contra las fuerzas libias-, apoyó a Déby contra el antiguo gobierno de Hissène Habré que había estado acogiendo a grupos libios anti-Gadafi con estrechos vínculos con la inteligencia estadounidense, como el cada vez más relevante General Hifter. Como la revista Time señalaba en 2001: «Si bien el alcance de la relación de Déby con Gadafi sigue siendo confuso, se sabe que Libia equipó al ejército de Déby con al menos 200 todo-terrenos Toyota equipados con cañones de 23 mm fabricados en la Unión Soviética». Es muy probable que el respaldo militar a Déby fuera mucho más allá de lo que ahí se reconoce.
En cualquier caso, la guerra emprendida por la OTAN que derrocó a Gadafi en 2011 cambió de forma radical el carácter político de la región. De repente, alguien como Déby podía perseguir sus propias ambiciones regionales sin tener siempre encima el ojo vigilante de Gadafi, que estaba en contra de cualquier fuerza que tratara de desestabilizar África Occidental al servicio de las corporaciones occidentales. Con una arraigada red de contrabando de armas y combatientes, a finales de 2011, el Chad se convirtió en el punto de tránsito principal para muchas de las armas (y combatientes) procedentes de Libia. Aunque gran parte del material militar pasaba por la región del Sahel, probablemente en manos de la igualmente nebulosa al-Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), es probable que una cantidad importante del mismo fuera a parar al Chad. Los arraigados vínculos con elementos del ejército libio sólo aumentan las posibilidades de que el Chad se convierta en un refugio y/o conducto de innumerables armas y combatientes.
Por tanto, mientras Libia se derrumbaba y las armas y combatientes seguían fluyendo, de repente el Chad se encontró en una posición de fuerza, capaz finalmente de perseguir una agenda para enriquecerse, o al menos enriquecer a Déby y a la pandilla que hay a su alrededor. Pero, ¿qué es lo que él quiere?
En los últimos años, los descubrimientos de petróleo por toda la cuenca del Chad han transformado la forma en que los Estados de África Occidental contemplan su futuro económico. En el corazón de la cuenca está el lago Chad, rodeado por las naciones del Chad, Camerún y Níger. Según una evaluación de 2010 de US Geological Survey (USGS), «se estima que la cuenca del Chad contiene un volumen de 2.320 millones de barriles de petróleo, 14.650 billones de metros cúbicos de gas natural y 391 millones de barriles de líquidos de gas natural». El tamaño potencial de estos recursos está realmente abriendo el apetito de unos cuantos, tanto en la región como a nivel internacional.
En los últimos años, todos los países de la cuenca han expresado firmes deseos de empezar a explotar esas reservas. Sin embargo, hasta el momento, Nigeria no ha podido hacerlo debido a la insurgencia de Boko Haram. E&P (Exploration & Production), la publicación de Hart Energy, señalaba en marzo de 2014:
«Las esperanzas de incrementar la exploración petrolífera en la cuenca del lago Chad en Nigeria se han truncado debido a los brutales ataques del islámico Boko Haram y a los terroristas de la secta Ansaru en la región nororiental del país… Entre 2011 y 2013, el gobierno nigeriano invirtió 240 millones de dólares para facilitar las actividades exploratorias de gas y petróleo en la cuenca del lago Chad… Las prospecciones de petróleo allí realizadas «obtuvieron resultados muy prometedores que pueden propiciar este año la exploración de gas y petróleo», dijo en 2013 el Vicepresidente nigeriano Namadi Sambo… Pero las letales actividades de los insurgentes de Boko Haram interrumpieron todos los planes».
Por tanto, aunque Nigeria se vea forzada a poner entre paréntesis su exploración petrolífera y el desarrollo de la cuenca del Chad, sus vecinos, sobre todo el Chad, continúan con las suyas. Como explicó el Dr. Peregrino Brimad: «La insurgencia de Boko Haram ha facilitado convenientemente al Chad, bajo el gobierno de Idriss Déby, un acceso sin restricciones al petróleo bajo suelo nigeriano a través de las perforaciones petrolíferas 3D desde dentro de sus fronteras territoriales, que el país está exportando». Por tanto, en el verdadero estilo de «Me bebo tu batido» de Daniel Plainview, Déby está involucrado en el desvío de las riquezas petrolíferas de Nigeria, y está exportándolas a cambio de beneficios masivos para él y sus compinches. Pero, desde luego, el Chad no está solo en esas acciones, cuenta con la compañía de Camerún y Níger, quienes están haciendo precisamente lo mismo.
Por encima y por detrás de estas prácticas se halla la antigua potencia colonial, Francia, el antiguo amo colonial del Chad, Camerún y Níger. En la actualidad, el papel dominante de Francia sigue vigente ya que su puerto de Le Havre es el destino final del petróleo sin refinar extraído bajo los pies de los africanos occidentales. Ni que decir tiene que hay intereses muy poderosos tanto en África como en Europa que quieren asegurar que el flujo de su precioso petróleo prosiga sin cesar. Además, harán lo que sea para impedir que la mayor potencia africana exportadora de petróleo, es decir, Nigeria, pueda meterse en medio de sus manejos.
Y esta rivalidad regional es, al menos en parte, la razón por la que Boko Haram tiene realmente potencial para desencadenar un conflicto internacional. El pasado octubre, después de que las fuerzas del ejército nigeriano lanzaran una ofensiva contra Boko Haram, la subsiguiente batalla se derramó a través de la frontera entre Nigeria y Camerún, donde, dependiendo de a quién se crean, las fuerzas nigerianas se retiraron o se pusieron a perseguir a los sospechosos de Boko Haram. Murieron en total 107 militantes de Boko Haram, junto a ocho oficiales del ejército camerunés y docenas de civiles. De esa forma, la guerra por los recursos se transformó en una guerra abierta. La desestabilización de toda la región no está ya muy lejos de eso.
Es precisamente el peligro de una desestabilización regional lo que ha hecho que muchos observadores por todo el mundo empiecen a morderse las uñas. El peligro obvio es que África Occidental se convierta, como el Sahel y la mayor parte del Norte de África, en un lugar de extremismo y terror. Sin embargo, la cuestión más apremiante de todas es por qué. ¿A quién le interesa que se desestabilice toda la región? ¿Cuál es el contexto geopolítico y global para comprender unos temas decididamente complejos e interconectados?
La parte II del artículo examinará dicho contexto geopolítico y estratégico, detallándose cómo EEUU y ciertas potencias europeas están explotando la situación en beneficio propio.
Eric Draitser es el fundador de StopImperialism.com. Es un analista geopolítico independiente que vive en la ciudad de Nueva York. Puede contactarse con él en: [email protected]
Fuente Parte I: http://www.counterpunch.org/2015/01/27/unraveling-the-mystery-of-boko-haram/