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El Cuerno de África se abisma hacia el desastre

Fuentes: Rebelión [Imagen: la sequía en el Cuerno de África amenaza la vida de 20 millones de personas]

El día 1 de enero, el mismo que Etiopía ingresaba a los BRICS, se dio a conocer el memorándum de entendimiento con Somalilandia que permite a Addis Abeba establecerse en una franja de 20 kilómetros sobre el golfo de Adén, por 50 años, en la región de Berbera, para utilizarla como base militar y puerto comercial, área que ya cuenta con fuertes inversiones de los Emiratos Árabes Unidos (EAU). A cambio, Somalilandia conseguirá participación accionaria en Ethiopian Airlines, la compañía aérea más grande del continente y en Ethio Telecom (Compañía de Telecomunicaciones de Etiopía). El acuerdo termina con la imperiosa necesidad del país del Cuerno de África de conseguir un acceso marítimo libre y mucho menos oneroso que los altos tributos que debía pagar Djibouti para la utilización de sus puertos, por donde hasta ahora llegaba y salía todo el comercio exterior etíope.

Todo sería un éxito prodigioso para Etiopía salvo por un detalle, Somalilandia es una región del norte de Somalia que en 1991, en medio de la guerra civil que siguió al derrocamiento del presidente Siad Barre, se declaró independiente de Mogadiscio. Esta acción, que nunca fue aceptada por ninguno de los gobiernos somalíes que se sucedieron desde entonces, tampoco había tenido el reconocimiento, hasta ahora, de ningún gobierno del mundo. Por lo que como dijo el presidente del Estado rebelde, Musa Bihi Abdi en el discurso de firma del memorándum, “La República Federal de Etiopía se convertirá en el primer país africano que reconoce oficialmente a la República de Somalilandia”, acuerdo que el presidente somalí, Hassan Sheikh Mahmoud, al día siguiente declaró nulo.

La decisión de Addis Abeba, que desafía abiertamente la postura de Mogadiscio respecto a la región en disputa, retrotrae la relación somalí-etíope a la guerra de Ogaden (1977-1978) en la que los etíopes consiguieron quedarse con la mayoría de los territorios en disputa y que desde entonces Somalia, por su guerra civil y posteriormente sometida al constante acoso del grupo tributario de al-Qaeda, al-Shabaab, no ha conseguido avanzar en sus reclamos.

La crisis en ciernes agrega más temperatura a las ya muy tórridas aguas del Mar Rojo y del Golfo de Adén desde que las fuerza Houthies de Yemen, dando apoyó efectivo a Palestina en respuesta al genocidio que ejecuta en Gaza el engendro sionista, prácticamente ha paralizado el tránsito comercial por eses paso obligado hacia y desde el Canal de Suez, lo que preanuncia una nueva crisis económica global, por lo que se espera una respuesta armada de los Estados Unidos y sus socios judíos (Ver: Huracanes al sur del mar Rojo).

Así es que Etiopía suma un fantasma más a los muchos que acosan a los 110 millones de ciudadanos, que van desde guerras civiles entre las diferentes regiones que podrían balcanizar al país, como ya se ha visto en el caso de Tigray (2020-2022), una guerra que se terminó de saldar con casi un millón de muertos, un capítulo que no está terminado y del que todos presuponen que solo es cuestión de tiempo que el conflicto vuelva a arder; o los casos de Amhara, Oromo y Benishangul, en constante rebeldía contra, Addis Abeba. A lo largo de 2023 se registraron innumerables acciones armadas entre los grupos separatistas amharas y las Fuerzas de Defensa Nacional de Etiopía (Ver: Etiopía: Preámbulos a una nueva guerra). Y en menor medida también en las otras dos regiones.

Además el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, debe atender la creciente posibilidad de que a partir de la finalización del llenado de la Gran Represa del Renacimiento Etíope tanto Sudán, a pesar de la guerra civil, como Egipto, decidan resolver en una guerra lo que en las largas negociaciones diplomáticas no se ha logrado (Etiopía-Sudán-Egipto: Muchos motivos para una guerra.). También habría que considerar que a ese frente podría sumarse, por otras razones, Eritrea.

Es clave considerar que, dada su estratégica ubicación geográfica, Etiopía es uno de los más importantes escenarios africanos en la puja, por ahora solo comercial y diplomática, entre China y Estados Unidos, en la que también juegan intereses Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Turquía, que intenta emerger como el gran gendarme de la región y del mundo musulmán pretendiendo que nada suceda sin su auditoria.

En esta lista de interesados, y quizás quien tendría que ocupar el primer lugar, figura Francia, que en vista de la pérdida de poder e influencia en el Sahel occidental, ya expulsada de Mali, Chad y Níger, procura restablecer su presencia en el Cuerno de África y la cuenca sobre el golfo de Adén y el mar Rojo, por lo que desde hace años articula la voluntad de Etiopía para restablecer el papel militar de ese país, sobre el Mar Rojo, por lo que a este juego de equilibristas sin red al que se somete el premier Ahmed, se acaba de agregar un nuevo ingrediente, el acuerdo con las autoridades gubernamentales de Somalilandia,

Son varias y decisivas las naciones que han acompañado la postura de Mogadiscio, entre ellas Djibouti, fundamentalmente por las pérdidas económicas, Sudán y Egipto, cuyo presidente, Abdel Fattah al-Sisi, se comunicó con el presidente somalí un día después de la firma del acuerdo para darle su apoyo.

Somalia en defensa propia

El presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamud, en vista de la crisis, ha viajado a Eritrea en procura de lograr un acuerdo de seguridad mutua con el presidente Isaias Afwerki, en vista al memorando acordado por Etiopía y Somalilandia, lo que de alguna manera puede volver a agitar la siempre inestable frontera etíope-eritrea, en vista de la nueva crisis entre Addis Abeba y Asmara, a raíz del Acuerdo de Cese de Hostilidades entre el gobierno federal de Etiopía y la insurgencia del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray en noviembre del 2022, guerra en la que Eritrea fue un importante aliado militar de Etiopía, ya que también sobrelleva la siempre caliente situación de los tigrayanos eritreos que aspiran a unirse a sus hermanos del sur.

El urgente acuerdo que finalizó la guerra en noviembre del 2022 fue interpretado por el presidente Afwerki como una traición y un desprecio a vida de los soldados de las Fuerzas de Defensa de Eritrea sacrificados en pos de sostener el Gobierno de Ahmed, por lo que desde entonces las relaciones entre ambas naciones se retrotrajeron a los tiempos previos a la “guerra fría” que siguió al largo conflicto eritreo-etíope que se inició en 1998 y que tras dos duros año de combates que dejaron cerca de 100.000 muertos, la guerra, con sus más y sus menos, quedó congelada hasta los acuerdos de 2018, lo que permitió que Abiy Ahmed obtuviera el Premio Nobel de la Paz del año siguiente.

En su viaje a Asmara, el presidente somalí también pretende visitar Ankara para encontrarse con el presidente Tayyip Erdogan, quien en este contexto se encuentra en una disyuntiva crucial para sus políticas en el Cuerno, ya que la base militar más importante con que cuenta Turquía fuera de su territorio se ubica próxima a la capital somalí, donde ha dado entrenamiento a las fuerzas policiales de ese país desde 2017. Aunque también Erdogan tiene sustanciales acuerdos estratégicos y comerciales con Etiopía, por lo que deberá buscar muy cuidadosamente un equilibrio en la región. Así que muy posiblemente intente demorar el viaje de su par somalí  para repensar su estrategia para enfrentar este contexto, donde tiene mucho para perder y nada para ganar.

Por su parte la khatiba terrorista al-Shabbab, hasta ahora el principal factor de inseguridad en el país, que desde 2011 ha generado multitudes de ataques y atentados produciendo una sangría que sobrepasa las 7.000 vidas, se manifestó en contra del acuerdo de Etiopia-Somalilandia, por lo que se estima que en el marco de esta crisis no atacará objetivos somalíes e incluso se espera que los muyahidines puedan comenzar a operar contra la “provincia rebelde” e incluso lo intenten con Etiopia, donde ya han operado en varias oportunidades.

Además de esa buena noticia, se conoció en diciembre último la decisión de Naciones Unidas de levantar el largo embargo de armas que sufría Somalia desde hace 30 años. La intención inicial de esta medida era  colaborar con la lucha antiterrorista, aunque ahora Mogadiscio seguramente aproveche esta nueva situación para modernizar las Fuerzas Armadas somalíes, que también habían sido sancionadas por el Consejo de Seguridad de la ONU entre 2009 y 2018 por la sospecha de que militares de alto rango vendían armas a los insurgentes.

Una vez más la guerra es parte del paisaje en un Cuerno de África que se abisma hacia el desastre.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.