Como un eco perverso, una vez más, se repiten la noticia, que desde hace una semana, asoma discretamente en los medios internacionales: «La ciudad de Khunduz, capital de la provincia afgana del mismo nombre, es asediada por el talibán». Apenas un año atrás los medios estaban dando la misma exacta noticia, a l amanecer del […]
Como un eco perverso, una vez más, se repiten la noticia, que desde hace una semana, asoma discretamente en los medios internacionales: «La ciudad de Khunduz, capital de la provincia afgana del mismo nombre, es asediada por el talibán».
Apenas un año atrás los medios estaban dando la misma exacta noticia, a l amanecer del 28 de septiembre, pero del 2015, unos cien hombres del Talibán avanzaban hacia la ciudad norteña de Khunduz, de 300 mil habitantes, sin que los más de 7 mil efectivos del Ejército Nacional Afgano (ANA), que protegían la ciudad, pudieran impedir su avance. Para el mediodía más de la mitad de la ciudad había caído una vez más en poder del Talibán. En aquella operación, fueron liberados cientos de combatientes talibanes de la prisión central; al tiempo que se saquearon bancos, edificios del gobierno, las oficinas de la ONU y de la Cruz Roja; El Talibán, entonces, también se hizo de varios centenares de vehículos y hasta establecieron gobierno por primera vez en una gran ciudad, desde que la invasión norteamericana de 2001, en que se debieron replegarse de manera total, y por lo que se ve desde el 2013, momentánea.
La toma de Khunduz, fue sin duda la gran Mise-en-scène del nuevo jefe talibán el Mullah Akhtar Mansour, tras el tardío reconocimiento de la muerte de su legendario líder y fundador el Mullah Omar en 2013. Mansour, en mayo de este año sería alcanzado por un dron norteamericano, mientras transitaba en un vehículo terrestre en el sur de Pakistán y remplazado por Mullah Hibatullah Akhundzada, otro veterano de la vieja guardia, que enfrentó a los soviéticos.
La toma de Khunduz de 2015, se resolvió después del penoso espectáculo brindado por la aviación norteamericana, cuándo el 3 de octubre, en su desesperación por mostrar que los 14 años de ocupación y la infinidad de miles de millones de dólares invertidos, sin contar los muertos, ya que eso nunca cuentan, no fueron inútiles, atacando el atiborrado hospital de urgencias traumatológicas perteneciente a Médicos Sin Fronteras, el único que funcionaba en cientos de kilómetros a la redonda, la incursión norteamericana dejó entonces 42 muertos, entre pacientes, y personal de MSF.
La nueva toma, es parte de una operación de mayor envergadura iniciada el 29 de septiembre, que abarca desde Khunduz a la ciudad de Lashkar-gah, capital de la provincia de Helmand epicentro de la producción de opio, la mayor fuente de financiación de la guerra por parte del Talibán, donde controla 5 de los 14 departamentos y en estos momentos libran duros combates por la conquista de los otros dos: Khanshin y Nawa. De Khunduz a la Lashkar-gah, el al sur del país, hay una distancia de 950 kilómetros, lo que deja en claro de la capacidad operativa del grupo fundamentalista, en esa línea se han fortalecido dentro los departamentos de Bashran y Boland.
Tras el derrumbe de las defensas de Khunduz, los comandos talibanes tomaron varios distritos céntricos de la ciudad, desbordando a las Unidades de fuerzas especiales, del ANA, apoyado por asesores norteamericanos y a pesar de los continuos ataques aéreos.
Por su parte el Ministerio de Defensa de Afganistán negó la crisis de Khunduz, diciendo que las fuerzas del ANA respaldadas por la aviación, habían obligado a retroceder a los talibanes, aunque reconoció que existieron fuertes enfrentamientos en la zona. Mientras que el general de brigada Charles Cleveland, portavoz del comando estadounidense, respaldó las declaraciones del Ministerio de Defensa afgano.
Aunque la desmentida, se ha producido por parte de los primeros refugiados que han llegado a Kabul, respecto a la crítica situación en que se encuentra la población de Khunduz, solo en los primeros días han llegado a Kabul, desde Khunduz uno 330 kilómetros al norte, y de otras poblaciones cercanas como Taloqan y Mazar-i-Sharif, unos 15 mil refugiados, que se agregan a los 290 mil en lo que va del año, totalizando ya el millón trescientos mil desplazados internos en Afganistán.
A partir de la nueva tentativa del Talibán por hacerse de Khunduz, y tras 10 días de combates, el alimento ha comenzado a escasear disparándose los precios de manera exorbitante, para la ya diezmada economía de los pobladores, como ejemplo se puede señalar que una hogaza de pan que costaba 15 afganos, hace 10 días, ya ha alcanzado los 45. Por otra parte todas las escuelas, universidades y demás instituciones públicas y privadas han debido cerrar, al tiempo que prácticamente toda la ciudad ha quedado sin electricidad, ya que la principal central eléctrica, fue destruida por fuego talibán.
En la incursión del año pasado, en que los talibanes mantuvieron el dominio de la ciudad poco más de 48 horas, murieron casi 300 personas, en esta oportunidad a poco menos de una semana que los hombres del Mullah Akhundzada, se encuentran en la ciudad el número de bajas se desconoce, pero se calcula no será menor a los mil, siempre y cuando la retoma de la ciudad no se postergue mucho más.
Algunas fuentes han informado que los combates casa a casa en las calles de barrio Khakani, en el occidente de Khunduz, habrían generado un gran número de civiles muertos.
Qué esperar…
Mientras el desangradero afgano persiste, el presidente Ashraf Ghani, no ha logrado avanzar en nada respecto a sus planes de paz, incluso la endeble alianza con su segundo el presidente ejecutivo Abdullah Abdullah, en permanente estado de zozobra, no da esperanzas para nada.
Mientras se sucedía la toma de Khunduz, en Bruselas se abría una conferencia para conseguir recursos para Afganistán, que le permitan mantenerse hasta el 2020. Los participantes han apoyado el programa de reformas presentado por Kabul. Y han comprometido su apoyo político y financiero. La cifra es de 15.200 millones de dólares, con lo que buscaran mantener la estabilidad política y económica, la consolidación del Estado y el desarrollo. A Bruselas asistieron los ministros de Exteriores de los Estados Unidos, Rusia, Irán, China, la India y Pakistán y representaciones de menor jerarquía de otras setenta naciones.
El representante Especial de la UE para Afganistán Franz-Michael Mellbin declaró que la conferencia también busca acelerar el encallado proceso de paz: «Si no logramos la paz, va a ser extremadamente costoso un futuro previsible».
Como para señalar su oposición a la conferencia de Bruselas y en conmemoración de los quince años de la invasión norteamericana los fundamentalistas, intensificaron los combates en cinco de las 34 capitales de provincias, mientras que ya dominan un tercio del país. La cúpula Talibán en un mensaje en recuerdo a la invasión norteamericano, volvieron a exigir a Washington el abandono del territorio afgano, y aseguraron el fracasó de todos los objetivos estadounidenses incluida, básicamente, la paz, la gobernabilidad y la eliminación del narcotráfico. Mientras, Barack Obama, que había anunciado en julio, que iba mantener unos ocho mil 400 hombres durante en 2017 en lugar de los cinco mil 500, que había anunciado en 2015. Obama sin duda está esperando la resolución de las elecciones norteamericanas en noviembre próximo para consensuar con su sucesor, los pasos más urgentes y quizá realizar el trabajo sucio antes de la asunción, es decir aumentar el número de tropas norteamericanas en Afganistán, visto la creciente actividad del Talibán y otros grupos como al-Qaeda y Daesh, abastecidos por los salafistas provenientes del frente sirio. Según el Departamento de Estado norteamericano, son aproximadamente 98 las organizaciones terroristas, de las que unas veinte tendrían presencia en Pakistán y Afganistán fundamentalmente, y otras organizaciones uzbekas, tayikas, turcomanas, kirguises y kazajas como el Movimiento Islámico de Uzbekistán, la Unión Yihad Islámica y Jamaat Ansarullah. Donde también actúan chechenos y daguestaníes del Cáucaso, los uigures (musulmanes chinos) del Mito (Movimiento Islámico del Turkestán Oriental) y del Mite (Movimiento Islámico del Turkestán del Este).
La única organización terrorista, que hasta ahora ha pactado con el presidente Ashraf Ghani, ha sido Hizb-Islami, el segundo grupo terrorista de Afganistán después de los talibanes, dirigido por Gulbuddin Hekmatyar, «El Carnicero de Kabul», que desde los años ochenta se ha mantenido en un delicado equilibrio entre el terrorismo y el narcotráfico y que no ha dejado de participar en cuanta confrontación hubo en Afganistán, a excepción y muy casualmente, contra los Estados Unidos.
En la administración afgana, desde hace año cumple funciones el general Abdul Rashid Dostum, ex líder de la milicia uzbeka acusado de crímenes de guerra, ahora es primer vicepresidente. Mientras que Abdul Rab Rasul Sayyaf, líder del grupo Tanzim-e Dahwat-e Islami-ye Afghanistan, (Unión Islámica para el Liberación de Afganistán) acusado de haber cometido crímenes de lesa humanidad durante la guerra civil, y responsable de haber involucrado a Osama bin Laden en la guerra contra los soviéticos, se postuló libremente a presidente en 2014.
Endeudamiento, estancamiento, pobreza y terrorismo, es la realidad afgana, que lleva varada en la violencia más de cuarenta años. Nadie ha encontrado soluciones y tampoco a nadie parece importarle demasiado esa realidad, más que a los afganos que se mantienen vivos y esos son cada vez menos.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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