Los últimos datos del Departamento de Defensa muestran que 26.000 personas en el ejército sufrieron ataques sexuales, incluyendo violaciones, el año pasado. El estigma y los efectos negativos para los que se animan a denunciar.
Los altos generales de Estados Unidos admitieron que el ejército del país se está enfrentando a una «crisis» después de que saliera a la luz una serie de casos de abusos sexuales entre sus filas. El presidente Barack Obama llamó a los comandantes del ejército a la Casa Blanca para tratar los casos, mientras los miembros del Congreso presentaron proyectos para reformar la forma en que se manejan los casos de ataques sexuales en el Pentágono.
«Estamos perdiendo la confianza de las mujeres que sirven como soldados, por eso debemos solucionar este problema», señaló a los periodistas el jefe de Estado Mayor Conjunto, el general Martín Dempsey, en un vuelo desde Europa a Washington. «Eso es una crisis. En realidad debemos ser mejor que esto.» Los últimos datos emitidos por el Departamento de Defensa muestran que 26.000 personas en el ejército sufrieron ataques sexuales, incluyendo violaciones, el año pasado y más de 19.000 el año anterior. Mientras que la atención se enfoca primero en las víctimas femeninas, en más de la mitad de los casos aquellos que fueron atacados o violados eran hombres. La indignación se esparció por las revelaciones en los últimos días de que dos miembros del ejército asignados para llevar a cabo un programa preventivo de ataques sexuales habían sido arrestados por sospecha de abusos.
Un oficial de la fuerza aérea había sido arrestado acusado de manosear a una mujer en un estacionamiento en Virginia, y un sargento del ejército en Texas está detenido por cargos relacionados con tres mujeres, una de las cuales puede haber sido seleccionada por él para ejercer la prostitución.
La senadora Kirsten Gillibrand, una demócrata de Nueva York, presentó un proyecto de ley que les daría más poder a los fiscales militares más que a los comandantes para decidir cuáles son los casos de ataques sexuales que hay que juzgar. Los objetivos de Gillibrand son aumentar el número de gente que denuncia esos delitos sin temor a la represalia y darles poder legal a los fiscales militares.
La legislación, que muchos expertos en justicia del ejército dijeron que creían que era clave para ponerle freno al problema, está ganando apoyo pero también provocando ambivalencia en el Capitolio, donde muchos legisladores son reticentes a quitarles los poderes de fiscales a los comandantes del ejército. Tampoco se ponen de acuerdo sobre el tema de si los crímenes sexuales deben ser elegidos para un tratamiento fiscal distinto que otros crímenes.
No es claro que la medida de Gillibrand tal como está escrita tenga suficientes votos para ser aprobada, aun cuando el Comité del Senado de las Fuerzas Armadas cuenta con un record de siete mujeres ocupando bancas. «Cuando se presenten las acusaciones», dijo la senadora Claire McCaskill, demócrata por Missouri y ex fiscal, «tienen que tener el poder y el peso de las autoridades pertinentes». Pero otros dicen que creen que remover al comandante de la fiscalía ayudará a aumentar la inmensa cantidad de ataques sexuales no reportados por víctimas que le temen a las represalias. «El informar es el mayor problema ahora», dijo la senadora Susan Collins, la co-sponsor republicana del borrador de ley de Gillibrand. «Debemos quitar el estigma y las consecuencias negativas» de informar los delitos.
El fracaso del ejército para contener los problemas de abuso fue puesto de relieve la semana pasada, cuando un oficial de la Fuerza Aérea y un sargento del ejército que dirigían programas de prevención de ataques sexuales fueron acusados ellos mismos de ataques. El secretario de Defensa, Chuck Hagel, ofreció hasta ahora soluciones poco entusiastas, como reentrenar a los directores de los programas de ataques sexuales. Se esperan, sin embargo, más medidas.
«El secretario está frustrado, enojado y decepcionado sobre estas acusaciones así como por la crisis en la disciplina y los niveles que implican», dijo Cynthia Smith, una vocera del departamento de Defensa. «Practicamos el imperio de la ley en todo el mundo», dijo con un tono irónico Eugene R. Fiell, quien enseña justicia militar en la escuela de Leyes de Yale.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-220155-2013-05-17.html