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El fenómeno Trump en perspectiva histórica

Fuentes: Diario ¡Por esto! (Mérida)

«Trump no es un fenómeno nuevo. Es la última y más agresiva expresión hasta la fecha de la derecha corporativa radical que intenta reafirmar su hegemonía corporativa y el control sobre la economía mundial y la sociedad estadounidense. Tiene sus antecedentes en las políticas y estrategias de Richard Nixon, Ronald Reagan y en el contrato […]

«Trump no es un fenómeno nuevo. Es la última y más agresiva expresión hasta la fecha de la derecha corporativa radical que intenta reafirmar su hegemonía corporativa y el control sobre la economía mundial y la sociedad estadounidense. Tiene sus antecedentes en las políticas y estrategias de Richard Nixon, Ronald Reagan y en el contrato por América de Gingrich (un programa asociado a la toma del Congreso por la derecha radical en 1994), a cuya mezcla Trump ha añadido sus nuevos elementos».

Tal es la valoración del lugar verdadero que corresponde en la perspectiva histórica al actual gobernante estadounidense, Donald Trump, según el autor, profesor y doctor en economía política Jack Rasmus, quien imparte cátedra en el Saint Mary´s College de California, en su más reciente ensayo titulado «Trump no es un fenómeno nuevo».

El doctor Rasmus, afamado por sus vaticinios políticos, expone que «Trump ha integrado a elementos del Tea Party separados por las elites del partido republicano en su purga posterior a las elecciones nacionales de 2012 y ha introducido la dosis de nacionalismo económico que necesitaba la derecha radical para profundizar sus nexos con la clase obrera tradicional, un paso clave en el camino para establecer en el futuro un verdadero movimiento populista de base fascista. Trump es una reacción política y económica de la nación a la crisis en la economía de Estados Unidos en el siglo XXI, que la administración Obama no pudo tratar con eficacia luego de la crisis de 2008-09. Comparte este papel histórico con los citados Richard Nixon, que representó una respuesta a otra declinación en el poder político corporativo económico de Estados Unidos en la década de 1970; Ronald Reagan, que fue una respuesta al estancamiento económico de esa década, y con el llamado Contrato para América, un programa asociado con la toma del Congreso por la derecha radical en 1994 tras la crisis inmobiliaria, el desplome del ahorro y el crédito, y la recesión de 1989 a 1992 en Estados Unidos.

Trump, unificando algunos de los elementos más agresivos de las élites del capital financiero, los fondos de cobertura, los bienes raíces comerciales, el capital privado, los especuladores de valores y sus similares, ha captado -al menos por el momento- importantes elementos de la clase obrera industrial de raza blanca en el medio oeste y sur del país, ha cooptado a dirigentes sindicales del comercio de bienes raíces y ha llegado a neutralizar líderes sindicales en algunas industrias manufactureras con falsas promesas de un nuevo renacimiento industrial. Se ha aliado firmemente al lobby de las armas y a la derecha religiosa.

Estos son los antecedentes que encuentran su expresión en el movimiento de Trump y las posiciones políticas y programas que ahora están tomando forma en el régimen del flamante presidente. Las élites económicas y políticas estadounidenses nunca han sido remisas a cambiar las reglas del juego a su favor cuando ello se ha hecho necesario para asegurar su hegemonía contra sus competidores capitalistas de otras naciones, en particular cuando crece demasiado su influencia o la potencial oposición interna de los trabajadores, los sindicatos y las minorías, incluso las liberales, intentan salirse de su papel de socios menores en las reglas.

Esta reestructuración de las reglas se ha producido no sólo en las década de 1970, 1980, y mediados del decenio de 1990, sino también con Obama-cuando se apreció que el régimen no era capaz de contener la competencia extranjera y la agitación interna. Las élites norteamericanas lo hicieron en escala aún mayor entre 1944 y 1947 e incluso antes, durante la primera guerra mundial. Pero las políticas fundamentales y la estrategia de Trump comparten una clara continuidad con anteriores reestructuraciones presentadas antes que él por Nixon y Reagan en las décadas de 1970 y 1980, respectivamente.

Igual que sus predecesores, Trump se presentó en respuesta a grandes desafíos populares nacionales y capitalistas extranjeros portadores de la agenda corporativa neoliberal, resalta Rasmus.

El fenómeno Trump debe considerarse una continuación de la Alianza de la derecha radical corporativa que ha estado creciendo en Estados Unidos desde la década de 1970. Y la oposición hoy es mucho más débil que entonces: el Partido Demócrata ha colapsado prácticamente y miopemente continúa en su camino neoliberal bajo el liderazgo de la facción que capturó su dirección desde 1992; los sindicatos no son más que una sombra de su pasado y además están divididos; la llamada prensa liberal ha sido completamente mercantilizada y demuestra que no tiene idea de cómo enfrentar el desafío. Lo que fue la extrema izquierda socialista prácticamente ha desaparecido de la organización demócrata condenando a los millones de jóvenes favorables al socialismo a tener otra vez que aprender las lecciones a partir de cero. Pero Trump y sus amigos les enseñarán y ellos aprenderán, vaticina Jack Rasmus.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/