La organización que genera y clasifica información sobre la comunidad latina en Estados Unidos, el Centro Hispano Pew a menudo pone a temblar a la derecha wasp (blanca, anglosajona y protestante por sus siglas en inglés) de ese país, que mira alarmada la creciente participación e influencia que esa comunidad está ganando en la sociedad […]
La organización que genera y clasifica información sobre la comunidad latina en Estados Unidos, el Centro Hispano Pew a menudo pone a temblar a la derecha wasp (blanca, anglosajona y protestante por sus siglas en inglés) de ese país, que mira alarmada la creciente participación e influencia que esa comunidad está ganando en la sociedad estadunidense. El más reciente estudio del centro, elaborado con base en datos provenientes de la Oficina del Censo de nuestros vecinos del norte, representa un nuevo motivo de inquietud para los sectores conservadores de EU, en tanto indica que la población de origen latino llegó este año a 56.6 millones de personas -la cifra más alta registrada hasta la fecha-, y que su tasa de crecimiento es 20 veces superior a la de la raza blanca que habita el país.
En esta ocasión el documento tiene un carácter esencialmente estadístico; pero numerosos trabajos anteriores del Pew dan cuenta del peso cada vez mayor que los latinos tienen en los ámbitos político, económico, social y cultural de la máxima potencia del mundo contemporáneo, así como de los procesos de desarrollo que tienen lugar en esa franja poblacional. Por ejemplo, el año pasado el centro reveló que la brecha digital que durante años separó a la mayoría blanca de los hispanos
(impreciso término que engloba a mexicanos, puertorriqueños, cubanos, venezolanos, españoles y varias otras nacionalidades de origen) se redujo en 16 puntos porcentuales durante el periodo 2009-2016. Según el estudio realizado sobre el particular, 84 por ciento de los adultos latinos usa habitualmente Internet, lo que los acerca a los empleos, las actividades gubernamentales, los servicios públicos, la actividad cultural y naturalmente la política. Este fenómeno, estrechamente relacionado con el hecho de que la comunidad latina es la demográficamente más joven de las que pueblan EU (más de la mitad de sus miembros tienen 33 o menos años), se liga también con que 65 por ciento de quienes integran ese grupo nacieron en suelo estadunidense (11 por ciento poseen la ciudadanía por naturalización), todo lo cual concurre a darle a los latinos un muy atendible potencial electoral.
Ese potencial intranquiliza a los wasp más recalcitrantes, a pesar de que un considerable sector de los latinos vota en favor del orden establecido (al fin y al cabo, un tercio de ese voto fue, en las recientes elecciones, favorable a Donald Trump), porque sus objeciones en última instancia no son políticas sino esencialmente raciales. El estadunidense blanco medio que vive alejado de los grandes centros urbanos, por regla general prejuicioso y escasamente informado, se conforma con rechazar a los llamados hispanos
a través de los lugares comunes del racismo y el elogio del estilo americano de vida
, sin saber ni querer saber más nada de ellos; pero los líderes de los grupos de derecha ponen buen cuidado en leer, cada año, la Encuesta Nacional sobre Latinos que regularmente publica el Centro Pew. Cuando éste divulgó su documento sobre el perfil demográfico de votantes latinos en 27 estados de EU, antes de los comicios de noviembre pasado, tanto los trumpistas
como las organizaciones del fundamentalismo conservador que operan más o menos en la frontera de la legalidad o detrás de ella, se basaron en sus datos para enfocar y reforzar sus respectivas campañas propagandísticas.
Los investigadores del Centro sostienen que EU tiene un futuro hispano
, con el puro argumento de sus curvas estadísticas y sus variables tendenciales (la organización enfatiza su carácter imparcial y afirma que en ningún asume posiciones favorables a la causa hispana
o a sus oponentes); pero sea cual sea el destino de los latinos en territorio estadunidense, las fuerzas políticas de ese país no pueden darse el lujo de minimizar o ignorar a la que hoy por hoy es la más dinámica y pujante de sus comunidades.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2017/08/06/opinion/002a1edi#texto