I
La cumbre del G20 celebrada en Bali, Indonesia, los días 15 y 16 de noviembre estuvo marcada por cuatro eventos: la declaración de Kristalina Georgieva, directora del FMI en el sentido de que el mundo esta dividido por una fractura que genera graves peligros para la economía global; el encuentro Joe Biden-Xi Jinping, probablemente el evento geopolítico más importante del año, realizado en el contexto de las enormes tensiones provocadas por la cuarta crisis del estrecho de Taiwan; la caída dos misiles de fabricación soviética en Polonia, cuyo desenlace ya conocemos, pero que en el momento de la cumbre fue motivo de una gran preocupación y probablemente actuó como catalizador para superar las diferencias que impedían llegar a consensos; y, finalmente, el acuerdo tras álgidas discusiones de que permitió arribar a una declaración común, la cual si bien condenó la invasión rusa a Ucrania y cuestionó al presidente Vladimir Putin por sus amenazas de emplear armas nucleares, al mismo tiempo reconoció la inexistencia de unanimidad sobre la conflagración en Ucrania. La cumbre se realizó en Indonesia, ese quiasma entre Asia y Oceanía, al que confluyen las corrientes migratorias, mercancías, artes e ideas de India, China, Japón, Australia y Nueva Zelanda etc. El cónclave de los hombres más poderosos del mundo fue presidido simbólicamente por un personaje mítico: el águila Garuda, avatar del dios Vishnu, deidad encargada de preservar el mundo, quien en esta ocasión tenía la difícil misión de evitar que la grieta que hoy divide al planeta se abriera un poco más.
II
Cristalina Georgieva, directora del todavía superpoderoso FMI, reiteró en la cumbre algunas de las ideas que había expuesto en un articulo publicado el 23 de mayo, en la página del Fondo Monetario Internacional, del cual es coautora, y donde señala que el COVID y la guerra, encadenaron una calamidad tras otra, provocando una sinergia negativa la cual ha auspiciado agudos problemas para la economía mundial: alteró las cadenas productivas, ocasionó fragmentación geoeconómica, generó fuerzas desintegradoras amenazantes para la economía global, convulsionó el abasto de alimentos, desquició los flujos de inversión, suscitó inflación y alentó marejadas migratorias. Por si esto fuera poco, abundó la poderosa funcionaria, la deuda se ha vuelto insoportable para países y familias. En ese contexto, remató, es indispensable vencer las fuerzas desintegradoras. En ese sentido las sanciones contra Rusia, y los países que cooperen ella, acendran en vez de desactivar los encrespados problemas de la economía global. El caso es particularmente dramático en el ámbito de la ciencia y la tecnología, remató, ámbitos donde la cooperación es indispensable en el corto, mediano y largo plazo.
III
Simon Pierani calificó en Il Manifesto Global a la reunión Biden-Xi como el acontecimiento del año. Debemos recordar el contexto del encuentro, la explosiva cuarta crisis del estrecho de Taiwan, la más grave en los ámbitos diplomático y militar en las relaciones entre Estados Unidos y China, cuyo resultado desfondó aún más las relaciones bilaterales ya de por si deterioradas en tiempos de Donald Trump. Al concluir la reunión hubo varios signos de distensión relativa. Biden dijo que no hay signos de que China invadirá Taiwan. También aseveró: no es momento de una nueva Guerra Fría. A lo cual se suma el anunció de que Anthony Blinken, Secretario de Estado visitará próximamente Beijing. Por su parte el diario Chino Global Times publicó la opinión de diversos analistas que coincidieron en señalar que la actitud del mandatario chino de buscar el entendimiento con Estados Unidos se debe a que la República Popular China quiere paz, para proseguir su desarrollo, resolver la relativa ralentización de su economía y afrontar el enorme problema de la creciente demanda de empleo juvenil, tarea de proporciones prometeicas si tomamos en cuenta el volumen de la población del gigante asiático.
IV
El encuentro Biden-Xi Jinping, se desarrolló en medio de tensiones insólitas en Ucrania y en Taiwan. El pasado 12 de octubre la mancuerna Biden-Harris, presentó una glosa de la Nueva Estrategia de Seguridad Nacional, de EU. El documento reconoce una lucha estratégica por el poder global con China. La competencia incluye los ámbitos diplomático, economíco y militar Para afrontar dicha contienda propone una estrategia dual, basada en la búsqueda de cooperación con el gigante asiático, pero sin dejar de prepararse para una eventual contienda militar. El encuentro de los mandatarios de EU y la República Popular China parece haber cumplido el cometido establecido en la estrategia norteamericana, reestableció un marco de cooperación y suavizó un poco las relaciones bilaterales que habían caído a su punto más bajo desde que Nixon reestableció las relaciones diolomáticas entre ambos países.
En su discurso proununciado durante la cumbre del G20, el presisidente Xi Jinping postuló la existencia de una crisis multidimensional provocada por peligrosos ingredientes: pandemia, recesión e inflación. Pero el punto más importante de la crisis, diagnosticó el mandatario chino, es la caducidad de las instituciones de la gobernabilidad global, que según su criterio reclaman, un importante rediseño, del que podemos inferir el reclamo de una mayor participación de China en instituciones como el FMI y el BM. Por su parte el importante diario chino Global Times culpó de la guerra en Ucrania al expansionismo de la OTAN. El presidente de la RPCH pidió no usar los alimentos y los energéticos como armas y abogó por un mundo incluyente.
V
La caída en Polonia de dos misiles de fabricación soviética puso en una enorme tensión a la reunión. Los asistentes vislumbraron y temieron una escalada del conflicto. Afortunadamente señaló posteriormente el presidente Xi Jinping las partes respondieron racional y calmadamente. Los medios occidentales reseñaron la cumbre como un triunfo del G7 que logró imponer la condena a la invasión rusa y a las diversas amenazas de usar armas nucleares proferidas por el presidente Vladimir Putin. En contrapunto, los medios chinos, entre ellos el ya citado Global Times, interpretó el cónclave como una victoria de la concordia. Según la editorial llamada “La cumbre disipó las nubes, aplazó las diferencias y construyó un piso común” (Global times 17/nov/22) la reunión, logró importantes acuerdos para conjurar el peligro real de una recesión de la economía mundial. El diario establece una analogía con lo ocurrido hace 50 años, cuando en la Conferencia de Bandung, Indonesia, Zhou Enlai propuso posponer las diferencias y anteponer las necesidad de enfrentar problemas comunes.
La reunión logró atemperar un poco el conflicto interimperialista que ha provocado una grieta en el sistema económico mundial. El encuentro Biden-Xi representó un importante hecho geopolítico que instauró una mínima coordinación en el marco del conflicto sino-estadounidense por el poder global. La declaración final del G20 recogió una condena a Rusia por la invasión a Ucrania pero reconoció la existencia de diferentes enfoques sobre la causa del conflicto y las posibilidades de solucionarlo. Por esta ocasión el águila Garuda logró parcialmente su cometido y logró mantener –al menos provicionalmente- el mundo unido, pero las tensiones provocadas por los conflictos interimperialistas e intercapitalistas siguen haciendo brotar chispas en la gobernabilidad, la economía y la seguridad mundial.
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