«China, un país más viejo que la historia», dijo el general Charles de Gaulle al anunciar el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín (hoy Beijing) en 1964. Al mismo tiempo, respondía a las críticas que desde el otro lado del Atlántico le reprochaban el intercambio de embajadores. «Un país consciente y orgulloso de su inmutable […]
«China, un país más viejo que la historia», dijo el general Charles de Gaulle al anunciar el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Pekín (hoy Beijing) en 1964. Al mismo tiempo, respondía a las críticas que desde el otro lado del Atlántico le reprochaban el intercambio de embajadores. «Un país consciente y orgulloso de su inmutable perennidad, esa es la China de hoy», concluía de Gaulle.
China, con Egipto, India y Mesopotamia es en efecto una de las cunas de la civilización.
Aunque tiene numerosos rasgos comunes con otras sociedades antiguas, China posee una particularidad política, cultural, económica y social. Una especificidad que ha marcado profundamente su historia, las relaciones sociales y las relaciones con sus vecinos. En casi cinco mil años a través de los cuales se sucedieron 24 dinastías y centenas de emperadores, China ha entregado además a la Humanidad su saber, su refinamiento y sus invenciones: el papel, la imprenta, la brújula y la pólvora, la medicina tradicional. Fue influenciada por el confucianismo desde el siglo VI a.C., que definió las relaciones sociales basadas en la virtud y la armonía, una suerte de elitismo despótico, fundado en hombres de valía que antepondrían el interés general a los intereses personales característicos del «vulgo». Su influencia en China es comparable a la del cristianismo en Occidente. Aunque no es un movimiento político, el taoísmo como el budismo también han ejercido gran influencia. En la larga historia china, el peso de los juristas consejeros y la pesada administración burocrática, tuvieron un papel relevante desde la dinastía Qin (1644-1912) y trataron de imponerse a las concepciones confucianas. Era el poder fundado en leyes escritas, el arte del poder mediante el derecho -esencialmente punitivo- que buscaba la unidad y estabilidad del imperio.
Hasta nuestros días la historia milenaria de China ha estado dominada por la presión demográfica, los problemas ligados a la disponibilidad de tierras y su irrigación y a las relaciones entre el gobierno central y las provincias. En casi todos los ámbitos, China ha sido desde siempre una potencia centrada sobre sí misma, no expansionista. Estado unitario con 1,3 mil millones de habitantes, con 56 minorías étnicas y una etnia mayoritaria -los Han, 90% de la población-, pero con una lengua común, el putughua o mandarín estandarizado. Esta herencia cultural y política está representada por un Estado poderoso y hunde sus raíces en una antigua tradición imperial.
LA CIUDAD PROHIBIDA
En Beijing uno de sus símbolos más visibles y conocidos de esta tradición es la famosa Ciudad Prohibida, residencia del emperador durante cinco siglos y centro político de China. Fue construida por el emperador Yungle (1402-1424), de la dinastía Ming, después de haber expulsado a la dinastía mongola y luego del traslado de la capital de Nankín a Beijing. Yungle fue también quien lanzó un gran programa de construcción naval y contruyó una gigantesca flota bajo el mando del almirante Chen He, que exploró hasta las costas africanas del oeste.
Punto Final, acompañado por colegas del Diario del Pueblo estuvo en esta fastuosa morada construida gracias a la mano de obra de miles de trabajadores, orfebres y artistas chinos entre 1407 y 1420. Es un rectángulo enclavado en medio de Beijing (960 x 720 metros), símbolo del poder. En la fachada sur, el retrato de Mao cuelga en la Puerta de la Paz Celeste, mira hacia la célebre plaza de Tiananmen. Es aquí donde ocurrieron los acontecimientos de mayo-junio 1989. La plaza separa la entrada a la Ciudad Prohibida del Mausoleo de Mao, rodeado por una fila larguísima e ininterrumpida de visitantes. Hay una sucesión de puertas y palacios, habitaciones adyacentes, el memorial de Sun Yat Sen, jardines, gineceo, estatuas de leones gigantes, escaleras de mármol, puertas de hierro, pasadizos, corredores, recovecos, bóvedas y techos dorados arañando el cielo. La Puerta del Genio Militar(1) es el último obstáculo antes de la Colina del Carbón. Varios días son pocos para admirar tanto esplendor. Al oeste de la Ciudad Prohibida, separado por un foso con agua, el parque de Beihai y las actuales residencias oficiales en el Lago del Medio y el Lago del Sur.
LA GRAN MURALLA
PF contribuyó también a desgastar las viejas piedras y escalones de la Gran Muralla, vasta obra del genio humano, uno de cuyos tramos pasa a unos 50 kms al norte de Beijing. Es una fortificación militar de unos 8 m. de alto y 6 de ancho, que cubre de manera intermitente 6.700 km de oeste a este, con torres cada cierto trecho y que fue edificada para protegerse de las incursiones de los nómades del norte. Su construcción se inició en el siglo III a. C; fue destruida y reconstruida varias veces y terminada en el siglo XVII. Nuestra traductora nos dice, magnánima, luego de un alto en la penosa ascensión: «En su país hay muchas montañas, por eso es usted buen escalador». En una de las cimas, oteamos el horizonte y es tal vez uno de los momentos más sobrecogedores. Desde estos torreones edificados por el trabajo y la inteligencia humana, erosionados por el viento y el paso de la historia, se aprecia el despliegue esta serpiente de piedra que se desliza en un mar de montañas boscosas.
China tiene 22 provincias, más la «vigésimotercera» (Taiwán), cinco regiones autónomas (con minorías étnicas importantes) y cuatro grandes aglomeraciones urbanas (Beijing, Chongqing, Shanghai, Tianjin), además de dos regiones especiales (Hong Kong y Macao). Con el crecimiento económico de los años 90 las diferencias entre las regiones se han acentuado, y por ende su desigualdad. Hoy hay una China cosmopolita y emprendedora en la costa (Shanghai o Cantón) que posee un nivel de vida elevado y regiones del interior, la China «profunda», tradicional, cuyo crecimiento ha sido menor. En las regiones fronterizas occidentales existen varias minorías étnicas (uïgurs, mongoles, tibetanos, kazacos).
LA REVOLUCION DE MAO
La permanencia casi inmutable del sistema imperial durante varios milenios, solo sufrió una reforma en el siglo XIX como consecuencia de la guerra del opio y como coletazo de la modernización Meiji en Japón. Un tardío intento de monarquía constitucional (los 100 días, en 1898) del emperador Guanxu fracasó y los nacionalistas, letrados y reformistas, se radicalizaron y constituirían los cuadros de la futura China. Pero ni China ni Rusia figuraban en las previsiones de los clásicos como «tierras de revolución». Tanto Lenin como Mao tuvieron que inventar sobre la marcha, partiendo de la realidad de sus respectivos países. Sobre todo Mao, apoyándose en el campesinado y no en la masa obrera.
Los tanteos iniciales después de 1949 conocieron algunos logros y reveses: la reforma agraria a ultranza en los años 50, la revolución social y cultural de las Cien Flores y el Gran Salto Hacia Adelante, lanzado en 1958, que provocaron hambrunas y desórdenes y ocasionaron cierto descrédito del Gran Timonel. Mao volvería a tomar el control del Estado y del PCCH, gracias al proceso desencadenado por la revolución cultural en 1966, -algunos lo califican de guerra civil-, que pretendía erradicar la cultura tradicional (Confucio, entre otros) y la edificación de una nueva democracia forjadora de un hombre nuevo.
Después de la muerte de Mao, Deng Xiaoping, el Pequeño Timonel (1904-1997) y otros dirigentes rehabilitados, lanzaron en el XI congreso del PCCH (1978) una novedosa politica de reforma y apertura. Propusieron una reestructuración económica y Deng Xiaoping optó por privilegiar el acceso al Comité Central del PC de técnicos competentes, expertos y enunció las «cuatro modernizaciones: industria y agricultura; ciencias y tecnología, educación; defensa; y la apertura a la inversión extranjera y liberalización de la economía, en el marco de una política pragmática. Desde 1979, los opositores reclamarán la «quinta modernización» -el multipartidismo y la ampliación de garantías democráticas-. Las críticas a lo que muchos consideran excesos ultraizquierdistas del periodo maoísta fueron limitadas. Deng Xiaoping trató de preservar los instrumentos -el partido y el Estado, heredero este último de la grandeza imperial, sin los cuales toda transformación resultaba a sus ojos imposible-. La Constitución de 1982 definió en su artículo primero que China era «un Estado socialista de dictadura popular dirigido por la clase obrera fundado sobre la alianza de obreros y campesinos y el régimen socialista es el sistema fundamental de la RPCH…».
SOCIALISMO Y MERCADO
El inicio de las reformas precedió en más de diez años a la perestroïka de Gorbachev y dio lugar a ásperos enfrentamientos no sólo ideológicos en el seno del PCCH. Deng Xiaoping había sido su inspirador, y luego de largos años de haber sido separado de su dirección, volvió junto a otros dirigentes a conducir el PCCH. Refiriéndose a las transformaciones emprendidas, el Pequeño Timonel dirá: «El nuestro es un nuevo esfuerzo que nunca fue mencionado por Mao, nunca emprendido por nuestros precursores y nunca intentado por ningún país socialista. No existe ninguna experiencia de la que podamos inspirarnos. Estamos obligados a aprender de la práctica, tanteando nuestro propio camino».
En ese mismo sentido, varios dirigentes chinos que le sucedieron han prolongado esta reflexión. Jian Zemin, en el XIV congreso del PCCH en 1992 expresó: «No tenemos como objetivo cambiar la naturaleza de nuestro régimen socialista, sino que queremos su perfeccionamiento y desarrollo (…) estamos realizando un segundo salto histórico (…) nos encontramos en la fase primaria del socialismo (…) este proceso histórico durará un siglo (…) exigirá la lucha de varias generaciones (…) El desarrollo económico es nuestra tarea principal (…) Debemos utilizar la tecnología avanzada y la experiencia de países capitalistas (…) El éxito de nuestra experiencia aportará una gran contribución a la causa del socialismo y al progreso de la Humanidad…Debemos aprovechar las coyunturas favorables para acelerar nuestro desarrollo, establecer una economía socialista de mercado (…) Nuestra vía al socialismo se debe desarrollar en un contexto de paz, un entorno favorable que asegure la modernización socialista de nuestro país (…) aceptando la coexistencia en lo que incluso respecta a la reunificación de nuestra patria, el concepto de un Estado y dos sistemas -Taiwán, Hong Kong- (…) El socialismo no es sinónimo de pobreza, pero como no es posible que todos sean ricos al mismo tiempo, hay que autorizar y alentar a algunas regiones y personas a enriquecerse antes que otros para dar el ejemplo y alcanzar así la prosperidad común (…) Hay que crear gradualmente una economía de mercado socialista manteniendo la propiedad pública y la remuneración según el trabajo, que permita la coexistencia de varios regímenes de propiedad y de modos de remuneración…».
Es un vasto programa y todo ello sobre la base de los «principios directores», esto es: proseguir en la vía socialista, ejerciendo una dictadura democrática popular fundada en el papel dirigente del PCCH y el pensamiento de Mao.
Escucho al responsable de las relaciones exteriores del Diario del Pueblo, Zhao Jiaming, y no puedo dejar de evocar la China de los años 50, impregnada tal vez de un voluntarismo igualitarista pero fundada en la justicia social. Como ve el escepticismo en mi rostro, echa mano a otras explicaciones en la misma línea. Entiendo por qué Deng Xiaoping había lanzado al inicio del proceso de reformas en los años 80 el famoso: «¡Enriqueceos!» Deng Xiaoping estuvo en Francia durante su juventud, en la segunda década del siglo veinte, y ha debido conocer la célebre expresión del político liberal galo François Guizot en plena industrialización capitalista…
INVERSIONES EXTRANJERAS
Numerosos inversionistas extranjeros han aprovechado la apertura económica favorable al arribo de capitales del exterior. Es el caso de un industrial francés de la industria agroalimentaria, Elie Assouline, instalado desde hace diez años en China, quien no escatima elogios ante la estabilidad y gobernabilidad del país, benéfica -dice- para el business. «El crecimiento económico de este país desde hace veinte años no podría haberse realizado si no hubiese contado con la capacidad de organización y disciplina del Estado chino y del PCCH». Me mira sonriente y añade: «Yo no soy comunista ni de lejos, pero para este país ha sido una suerte tener este marco institucional y político que ha hecho posible una nueva China, que no es Europa y que tiene otra historia».
Efectivamente, en la lógica empresarial el Estado chino es garante de la permanencia de las reglas del juego en lo que a inversión, beneficios privados y cumplimiento de los contratos se refiere. Pero obliga a las empresas a la formación y contratación de personal chino, fija la política de salarios y admite el libre juego del mercado, manteniendo el control público de las decisiones de largo plazo. «Hace unos meses nos llegó la última y perentoria comunicación gubernamental que decía: desde el mes próximo, se deberá proceder a un aumento general de salarios del orden del 20% (…) Los representantes de los trabajadores están siempre muy de acuerdo con la dirección de la empresa, son nuestros colaboradores, a diferencia de lo que ocurre en Francia o en su país. Mire, yo creo que sin un mínimo de organización a todos los niveles del Estado, hubiese sido imposible garantizar el sustento a 1.300 millones de personas», agrega el empresario galo.
Air Liquide, es otra empresa francesa implantada en más de ochenta países con alrededor de 50 mil empleados. Establecida desde 1990 en China, donde dispone de setenta plantas y un personal de cuatro mil personas, Air Liquide es una empresa de licuefacción y suministra productos químicos derivados del oxígeno, nitrógeno e hidrógeno necesarios a la industria y en el ámbito de la salud. Uno de los ejecutivos chinos de Air Liquide de la ciudad de Zhangjiagang, al borde del Yangtsé (región norte de Shanghai, 800.000 habitantes) nos explica que la empresa realiza una cifra de negocios del orden de los 15 millones de euros, el 82% generado fuera de Francia. Ante nuestra gran estupefacción, cuando abordamos el asunto de las relaciones dirección-empleados, el ejecutivo chino nos dice que los representantes de los trabajadores siempre están de acuerdo con la empresa, y agrega: «Además es en nuestro propio interés, porque la empresa proporciona trabajo y además muchos somos accionistas de la misma…». La presencia en China de transnacional miembro del Cac 40 y del Dow Jones data en realidad de 1916, la época de las «concesiones internacionales» que fueron arrancadas a cañonazos a China por las potencias europeas y EE.UU.
RELACIONES CON AMERICA LATINA
En Zhangjiagang se encuentra también el orgullo de la industria del acero chino, Shagang, presidida por Shen Zenrong, de la poderosa asociación de productores metalúrgicos y del acero. Ingeniero, forma parte del grupo de emprendedores que asistió a los trabajos del XVIII congreso del PCCH. Shagang Group produce 80 millones de toneladas de acero, que se exportan por el puerto fluvial a orillas del Yangtsé. Sus socios son, entre otras, grandes empresas: Fox, Concast, Morgan USA y Korean POSCO.
La apertura de la economía china hacia América Latina (importación/exportación) se ha realizado hasta ahora principalmente con Brasil, Argentina y Chile, con un volumen de intercambio comercial de 3.777 millones, 475 millones y 161 millones de dólares respectivamente. Es en Zhangjiagang donde existe un gigantesco puerto franco con mercancías de todos los países. El director nos conduce a un gran hangar y nos muestra las centenas de palets con vinos chilenos y franceses y como improvisado sommelier, elogió las conocidas cualidades de los mostos chilenos y galos.
Suzhou, a algunas decenas de kilómetros de Shanghai y al sur de Zhangjiangang, es la región de la antigua capital de la seda, que se ha transformado como toda la provincia en un complejo industrial y una zona destinada a la exportación e importación, donde han anidado numerosas empresas chinas y extranjeras. Una de ellas es la planta metalúrgica alemana SMS Siemag, especializada en metalurgia y máquinas para dicha industria. Decenas de otras empresas extranjeras se han instalado en estas «zonas especiales»: industrias químicas, textiles, maderas y de alta tecnología.
Por la tarde, la TV china quiere conocer la opinión que nos ha merecido la visita de varios días en este pulmón económico de China. Miro a mis interlocutores y les recuerdo la manida frase del presidente Deng Xiaoping cuando, refiriéndose a las disquisiciones relativas a si había que emprender la vía socialista o la vía capitalista de desarrollo, dijo con su célebre pragmatismo: «Poco importa que el gato sea blanco o negro, lo que importa es que cace ratones». Detrás de las cámaras advierto unas sonrisas y para mis adentros pienso que tal vez lo que no dijo Deng Xiaoping es que esos bichos son muy hábiles e inteligentes y que a veces pueden desbaratar las trampas tendidas por los felinos, sean estos de cualquier color…
Nota:
(1) Varias puertas y palacios se suceden desde la entrada sur hacia el norte de la Ciudad Prohibida: la Puerta del Mediodía, el palacio de la Armonía Suprema, el palacio de la Armonía del Medio, el palacio de la Armonía Preservada, el palacio de la Armonía Celeste, el palacio de la Pureza Celeste, la Puerta de la Pureza Celeste, el palacio de la Tranquilidad Terrestre, el palacio de la Elegancia o de las Jóvenes Bellezas, el palacio de la Eterna Primavera, el palacio de la Gran Supremacía, el palacio de la Tranquilidad Complaciente, la Puerta de la Fortuna Espléndida, la Puerta de los Antepasados, el palacio de la Eterna Armonía, de la Perfección Imperial, el Pabellón de los Sonidos Agradables, el Gineceo y la Puerta de la Verdad Pura.
Paco Peña. En Beijing, Shanghai, Zhangjiangang y Suzhou, China.
Fuente: Publicado en «Punto Final», edición Nº 808, 11 de julio, 2014