Es, posiblemente, el español que mejor conoce el conflicto del norte de Uganda. José Carlos Rodríguez Soto ha pasado 19 años trabajando como misionero comboniano con las víctimas de una de las guerras africanas más olvidadas. Después de dos años de conversaciones de paz en Juba (Sudán) entre el Gobierno ugandés y los rebeldes del […]
Es, posiblemente, el español que mejor conoce el conflicto del norte de Uganda. José Carlos Rodríguez Soto ha pasado 19 años trabajando como misionero comboniano con las víctimas de una de las guerras africanas más olvidadas. Después de dos años de conversaciones de paz en Juba (Sudán) entre el Gobierno ugandés y los rebeldes del Ejército de Resistencia del Señor (LRA en inglés), el líder rebelde, Joseph Kony, se ha negado a firmar y permanece con sus fuerzas escondido en el Parque Nacional de Garamba, en el vecino Congo.
¿Le ha sorprendido que Kony decidiera no firmar?
No mucho. El LRA más que un grupo rebelde se corresponde con el perfil de los señores de la guerra. Tienen prestigio, estatus, mujeres, un sistema de vida que les va bien. Si acaba la guerra se les acaba eso. Tienen que desmovilizarse, desarmarse.
Pero el Gobierno de Uganda le prometió no entregarlo a la Corte Penal Internacional (CPI), que le busca por crímenes contra la humanidad.
Es cierto que Uganda prometió no entregar a Kony a la CPI, pero a cambio de que fuera una sala especial del Tribunal Supremo de Uganda quien le juzgara. Y a Kony que le juzguen en La Haya o en Uganda le da igual, él sabe que ha cometido crímenes horrendos contra la humanidad. Él es consciente de que si se acaba la guerra le van a juzgar, como a Charles Taylor, es cuestión de tiempo. Esta gente que escucha la radio, sabe lo que ocurre en el mundo. Por eso no firma.
¿Kony debería ser juzgado en Uganda o en La Haya?
Tiene más sentido juzgarle en La Haya, porque los crímenes que ha cometido no son contra los ugandeses, sino contra la humanidad.
¿Cómo valora la actuación de la CPI en este caso?
Que exista la CPI es un paso gigantesco en materia de derechos humanos. Pero el fiscal anunció que abría la investigación de Uganda en rueda de prensa con el presidente Yoweri Museveni. Ahí pierdes la neutralidad, porque lo cierto es que el Ejército ha cometido crímenes que podrían ser considerados crímenes contra la humanidad.
¿Cree que el Ejército ugandés también debería ser juzgado en la CPI?
Habría que juzgarlo. La CPI, en teoría, podría. Pero, en la práctica, es difícil que la CPI pueda llegar a juzgar crímenes de gobiernos que están en el poder. En el caso de Uganda, necesita la cooperación del Gobierno para que le entreguen a Kony.
¿Cree, como ocurrió con Jonas Savimbi en Angola, que si Kony muere se acaba el conflicto de Uganda?
Estoy convencido. Porque la mayor parte de sus fuerzas son personas que han sido secuestradas. Y el Gobierno, pese a todos sus fallos, ha cumplido la aministía.
¿Cómo se explica que en todos estos años no hayan logrado capturar al responsable de que haya más de un millón de desplazados en el norte?
Una cosa es detener a un criminal de guerra en un hotel de Tenerife. Otra es detenerle en la selva muy tupida rodeado de 1.000 personas muy armadas. Objetivamente, eso es muy difícil. En 2005 la misión de la ONU en Congo intentó atacar al LRA en la selva de Garamba y el resultado fueron 14 soldados de Guatemala muertos. La cuestión es por qué no ha sido detenido antes [de que se instalara en la selva de Congo], cuando sí era posible. Ahí debo decir que el propio Ejército no se ha tomado en serio la seguridad. Porque, seamos sinceros, ha habido momentos durante los 22 años que ya dura el conflicto en que al Gobierno de Uganda esta guerra no le ha venido mal. Porque tenía al Ejército ocupado y porque en el fondo no les venía mal que una población percibida como enemigos políticos fuera debilitada por esta guerra. Usted se ha reunido con ellos. ¿Cómo es el LRA?
Cuando era mediador, los mismos capaces de matar a 300 personas de manera brutal me recibían con aspersiones de agua bendita y citándote la Biblia. La secta depende de un mesías iluminado, en este caso Kony, que toma las decisiones. Es una secta. Ésta por definición tiene un componente irracional y con esa irracionalidad es muy difícil dialogar.
¿Cómo se negocia con un lunático?
Como con cualquier persona. Un 90% de escucha y un 10% de tu propia aportación. Sobre todo escuchar. Para eso hay que tener una dosis enorme de mucho autocontrol. Porque entiendes el conflicto desde dentro pero los que mueren no son cifras sino personas por las que sientes afecto. ¿Qué lecciones trae de sus años en Uganda?
Una es que en cualquier situación de conflicto, hay que hablar, aunque sea con el terrorista más depravado. Si eso consigue salvar vidas, hay que hacerlo. Aunque tengas que humillarte. Te guste o no. ¿Qué posibles escenarios futuros ve en este conflicto?
Soy poco optimista de que pueda haber una nueva ronda de conversaciones de paz. El LRA, que está en el Parque de Garamba, ha secuestrado en los últimos meses a cientos de personas, en República Centroafricana, en el sur de Sudán, y en la RDC. Mi pronóstico es que quedará un conflicto de baja intensidad durante años, que seguirá siendo un aguijón clavado. A menos que ocurra algo que lo cambie todo.