El temor, el miedo a la represión policial impera en las calles de El Aaiún, donde los ciudadanos se refugian en las casas y «nadie habla», mientras que desde Marruecos se quiere recrear un clima de calma en la fantasmagórica capital del Sáhara Occidental. Aunque las tiendas están abiertas y parece que reina la tranquilidad, […]
El temor, el miedo a la represión policial impera en las calles de El Aaiún, donde los ciudadanos se refugian en las casas y «nadie habla», mientras que desde Marruecos se quiere recrear un clima de calma en la fantasmagórica capital del Sáhara Occidental. Aunque las tiendas están abiertas y parece que reina la tranquilidad, los ciudadanos no se mueven con libertad, los niños no comenzaron el colegio y la Fiesta del Cordero no ha logrado levantar los ánimos.
Después de que los líderes del Campamento Dignidad de Gdeim Izik y activistas prosaharauis fueran perseguidos y muchos de ellos detenidos en viviendas en El Aaiún, son pocos los que se atreven a hablar con los medios de comunicación para explicar cuál es la verdadera situación en la ciudad. Tres de las personas contactadas ayer por este periódico han condicionado sus testimonios a que se mantenga su anonimato, una de ellas exclamaba: «Hay guardias por todas partes». Otro saharaui residente allí nos alertaba de que «nos controlan los teléfonos».
El Aaiún vive una situación de «calma obligada», según palabras de uno de sus habitantes, y parece que «no por mucho tiempo», se atreve a afirmar. Lamenta que las calles sigan dominadas por las fuerzas de seguridad marroquíes y considera que este periodo de tranquilidad es ficticio y volverán las revueltas.
Retirada del ejército
Aunque Marruecos retiró a los soldados del ejército que participaron en los primeros días de represión, no se lo ha llevado demasiado lejos, ya que las carreteras que comunican con la ciudad siguen controladas por las milicias. «Carreteras a las que es mejor no salir», asegura un ciudadano, porque están sometidas a férreos controles militares.
Mientras, las calles de El Aaiún y los saharauis permanecen totalmente controlados por el resto de las fuerzas de seguridad del Gobierno: Gendarmería, Fuerzas Auxiliares y Policía.
La tristeza es la otra gran protagonista en El Aaiún, donde la población apenas celebró la Fiesta del Cordero (Aid Al Adha). Aunque las familias saharauis que tuvieron la ocasión se reunieron para pasar estos días juntas, apenas se oyeron demostraciones de júbilo ni alboroto de los más pequeños, los principales protagonistas de esta celebración.
«No puede haber alegría entre nosotros, la situación no es para eso precisamente», se queja por teléfono un residente de la ex provincia española.
Sólo siete puestos en libertad
Porque son días de pesadumbre para la población saharaui, cuyo número de detenidos supera el centenar, tal como había anunciado días antes el Polisario. Marruecos hizo oficial ayer el número de arrestos por los sucesos ocurridos desde que el 8 de noviembre se desmantelara violentamente el Campamento Dignidad, que ascienden a 132, de los cuales únicamente siete han sido puestos en libertad.
La Cárcel Negra de El Aaiún acoge a la mayoría de ese centenar, mientras que la de Salé, próxima a Rabat, recluye a ocho de ellos, que serán juzgados por un Tribunal Militar acusados de constitución de banda criminal. Sin embargo, se niega la existencia de desaparecidos, que según el wali (gobernador) de El Aaiún, Mohammed Jelmous, «son en realidad fugitivos» de la justicia que se esconden en el desierto.
La mirada está puesta ahora en los funcionarios marroquíes que recorren las casas expoliadas y los establecimientos desvalijados, más de 170, para recolectar testimonios de lo ocurrido y realizar un inventario de los desperfectos ocasionados durante las revueltas y los saqueos de grupos de colonos.
«Ya se empiezan a ver las primeras reparaciones de los daños sufridos», explica un residente, que sigue de cerca las obras de reconstrucción con las que se taparán las pruebas de los disturbios.
Fuente: http://www.publico.es/