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El Pentágono elimina pueblos enteros

Fuentes: Counterpunch

Traducido del ingles para Rebelión por J. M.

Si pensamos en todo lo que se refiere al proyecto de despoblación militar que nuestro gobierno anhela, por lo general pensamos en el desplazamiento que ocurrió en el pasado de los estadounidenses nativos cuando los trasladaron a nuevos asentamientos, durante la expansión continental de los Estados Unidos hacia el oeste.

Aquí en Virginia, sólo algunos estamos apenas conscientes de que también durante la Gran Depresión, los pobres fueron expulsados de sus hogares y sus tierras convertidas en parques nacionales. Pero nos distraemos y reconfortamos con la idea de que tales asuntos están profundamente enterrados en el pasado.

Ocasionalmente recibimos noticias de que  los desastres ambientales están desplazando a la gente de sus hogares, por lo general pobres o personas marginales. Pero estos incidentes parecen como daño colateral en lugar de limpieza étnica intencional.

Si somos conscientes de las más o menos 1.000 bases militares estadounidenses activas actualmente en unos 175 países del exterior, debemos darnos cuenta de que la tierra que ocupan podría servir para algún otro propósito en la vida de los pueblos de esos países. Pero seguro que esas poblaciones todavía están allí, que todavía viven – tal vez un poco incómodos – en esas tierras.

Sin embargo, el hecho es que los militares estadounidenses han desplazado y siguen desplazando para la construcción de sus bases a toda la población de aldeas e islas, en flagrante violación del derecho internacional, la decencia humana básica, y los principios que nos gusta decir a los demás que representamos . Los Estados Unidos también siguen negando a los desplazados el derecho a regresar a sus hogares.

La cuestión aquí no son los atentados o quemas de aldeas enteras, que por supuesto los Estados Unidos hacen durante sus guerras y sus no-guerras. Tampoco estamos tratando aquí los millones de refugiados creados por guerras como las de Irak y Afganistán o por los drones o aviones no tripulados de guerra que se utilizan por ejemplo en Pakistán. Trataremos los siguientes casos de desplazamiento intencional de determinadas poblaciones removidas porque estaban en el camino de la base a construirse y los obligaron a convertirse en refugiados en el exilio.

En las Filipinas, los Estados Unidos construyeron bases en tierras pertenecientes a los pueblos indígenas Aetas, que «terminaron revolviendo basura militar para sobrevivir«.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Marina de los EE.UU. se apoderó de la pequeña isla hawaiana de Koho’alawe para una serie de pruebas de armamento y ordenó a sus habitantes irse. La isla ha sidodevastada.

En 1942, la Armada desplazó a los habitantes de las Islas Aleutianas.

El presidente Harry Truman decidió que los 170 habitantes nativos del atolón Bikini no tenían derecho a su isla. Los desalojó entre febrero y marzo de 1946, y pasaron a ser refugiados en otras islas sin medios de apoyo o estructura social en el lugar. En los siguientes años, los Estados Unidos removerían 147 personas del atolón Enewetak Atoll y a todos los habitantes de la isla de Lib. Las pruebas de bombas atómicas y de hidrógeno de los EE.UU. dejaron como resultado la despoblación de islas habitadas en los momentos de las pruebas, y dieron lugar a futuros desplazamientos. A través de la década de 1960, los militares de los Estados Unidos desplazaron a cientos de personas del atolón Kwajalein. Así surgió un gueto de densamente poblado en Ebeye.

En Vieques, en las afueras de Puerto Rico, la Marina desplazó a miles de habitantes entre 1941 y 1947, anunció planes para desalojar a los restantes 8.000 en 1961, pero se vio obligada a retroceder y – en 2003 – dejó de hacer explosiones en la isla.

En la cercana Culebra, La Marina desplazó a miles de habitantes entre 1948 y 1950 y trataron de hacer lo mismo con los que quedaban durante la década de 1970.

La Marina está ahora mirando a la isla de Pagan como un posible sustituto de Vieques. La población ya ha sido retirada por una erupción volcánica. Por supuesto, cualquier posibilidad de retorno se vería muy disminuida.

A partir de la Segunda Guerra Mundial y continuando durante la década de 1950, los militares de EE.UU. desplazaron de sus tierras a un cuarto de millón de habitantes de Okinawa, o sea la mitad de la población, obligando a las personas a refugiarse en campos de refugiados y enviando a miles de ellos a Bolivia – donde se les prometió tierras y dinero, que no fueron entregados.

En 1953, los Estados Unidos hicieron un acuerdo con Dinamarca para eliminar 150 personas de origen inughuit de Thule, Groenlandia, dándoles cuatro días para salir o hacer frente a los bulldozers. Se les niega el derecho a regresar.

Diego Garcia

La historia de Diego García está relatada magníficamente en el libro de David Vine, Island of Shame – Isla de la Vergüenza en español (n.del T.) . Entre 1968 y 1973, los Estados Unidos y Gran Bretaña exiliaron a entre 1.500 a 2.000 habitantes de esta isla en el Océano Índico. Bajo las órdenes y con el financiamiento de los Estados Unidos, los británicos confinaron a la gente en barcos en condiciones de hacinamiento y luego los dejó en los muelles de Mauricio y las Seychelles – tierras extranjeras y distantes y poco acogedoras para esta población indígena que había sido parte de Diego García por siglos. Documentos estadounidenses describen esto como una forma de «barrer» y «sanear» la isla.

Los responsables del desplazamiento de los habitantes de Diego García sabían que lo que estaban haciendo era ampliamente considerado salvaje e ilegal. Se idearon formas de crear una «cobertura lógica» para el proceso. Convencieron al siempre complaciente Washington Post de enterrar la historia, a la Reina de Inglaterra y su Consejo Privado consecuente en el Parlamento. El Pentágono mintió al Congreso y le ocultó sus pagos a los británicos con presupuestos del Congreso. Los planificadores incluso se mintieron a sí mismos. Habiendo previsto originalmente una estación de comunicaciones, concluyeron luego que los avances tecnológicos la hacían inútil. Así, los intrigantes de la Marina decidieron que una estación de combustible para los buques podría ofrecer una «justificación adecuada» para la construcción de una base que era en realidad un término sin sentido en sí mismo. Pero el Pentágono dio por terminado el asunto explicando a un Congreso reticente que la base sería una estación de comunicaciones, porque eso era algo que el Congreso aprobaría.

Los que trazaron el desalojo de los habitantes de la isla crearon la ficción de que los habitantes en realidad eran trabajadores migrantes y no nativos de Diego García. Sir Paul Gore-Booth, subsecretario permanente en el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido, descalificó a la gente de la isla calificándolos como «unos pocos Tarzanes o Hombres de Viernes, cuyos orígenes son oscuros». Esto estaba en contraste con el respeto y la protección otorgada a otras islas no elegidas por las bases a causa de las plantas raras, aves y animales que residen allí.

El 24 de enero de 1971, se les dijo a los restantes habitantes de Diego García, que había necesidad de salir o serían fusilados. Se les permitió tomar una pequeña caja con sus posesiones, pero debían dejar sus casas, sus jardines, sus animales, sus tierras, y su sociedad. Sus perros fueron cercados y asesinados en una cámara de gas mientras sus dueños observaban, esperaban ser ellos mismos cargados en buques para partir. Al llegar a la Isla Mauricio, fueron alojados en una prisión. Su destino no ha mejorado mucho desde entonces. David Vine los describe como muy indulgentes, deseando nada más que se les permita regresar.

Diego García es exclusivamente una base militar y en algunos aspectos más que una zona sin ley que Guantánamo. Los Estados Unidos han mantenido -y puede ser que aún lo hagan- a los reclusos allí, en la isla o en barcos amarrados en el puerto. La Cruz Roja y los periodistas no visitan el lugar. Los Estados Unidos tiene de facto el control de Diego García, mientras que el Reino Unido tiene técnicamente la propiedad. El Pentágono no está interesado en permitir que la gente de la isla pueda volver.

Isla de Jeju

El gobierno de Corea del Sur, por requerimiento de la Marina de los EE.UU., está en el proceso de devastar un pueblo, su costa, y 130 acres de tierras de cultivo en la isla de Jeju, con la instalación de una base militar masiva. Esta historia está mejor contada en el nuevo film de Regis Tremblay, Los fantasmas de Jeju . Esto no es una tragedia del pasado que remediar, sino una tragedia de este momento que se debe detener en el principio. Se puede ayudar. La película de Tremblay examina la historia de décadas de abuso de la gente de Jeju, y el movimiento de resistencia que se encuentra actualmente inspirando a otras iniciativas de lucha contra las bases en todo el mundo. La película comienza sombríamente y termina alegre. Recomiendo calurosamente organizar un evento en torno a la proyección de este film.

Palestina

No debemos descuidar señalar aquí que los Estados Unidos financia, arma y protege al gobierno de Israel que provoca el desplazamiento continuo de los palestinos y les niega el derecho al retorno.

«El pasado nunca está muerto. Ni siquiera es pasado», escribió William Faulkner.

David Swanson es autor de War is a Lie y vive en Virginia.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/06/06/how-the-pentagon-removes-entire-peoples/