Las evidencias de que el Pentágono engañó a la comisión investigadora de los atentados del 11 de septiembre de 2001 cobran fuerza hoy, al trascender incongruencias entre los sucesos de aquel día y los testimonios del mando militar estadounidense. Fuentes citadas por el diario The Washington Post aseguran que la historia inicial contada por el […]
Las evidencias de que el Pentágono engañó a la comisión investigadora de los atentados del 11 de septiembre de 2001 cobran fuerza hoy, al trascender incongruencias entre los sucesos de aquel día y los testimonios del mando militar estadounidense.
Fuentes citadas por el diario The Washington Post aseguran que la historia inicial contada por el Departamento de Defensa sobre su reacción a los ataques «pudo ser parte de un esfuerzo deliberado para desorientar a al panel y a la opinión pública».
Evidencias acopiadas por la comisión constituyen motivos fundados para pensar que la cúpula castrense y oficiales de la aviación violaron la ley al falsificar información entregada al Congreso y al equipo investigador para «esconder la chapucera respuesta dada a los secuestradores de los aviones», señala el Post.
«Nosotros hasta hoy desconocemos por qué el Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD) nos dijo lo que nos dijo», comentó Thomas H. Kean, quien encabezó la comisión investigadora de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
En opinión de Kean, «hasta ahora la versión dada por el Departamento de Defensa parecía la verdad… a pesar de ser uno de los cabos sueltos que nunca se ataron».
El mayor general Larry Arnold y el coronel Alan Scott declararon ante el panel que el NORAD comenzó el rastreo del vuelo 93 de United Airline a las 9:16 de la mañana, sin embargo los investigadores determinaron que los aviones fueron secuestrados 12 minutos después.
La pesquisa puso además de relieve que la Administración del presidente George W. Bush y sus servicios de inteligencia subestimaron amenazas terroristas, y que el día de los ataques reinó el caos en el mando político y militar de la nación.
«Combatimos muchos fantasmas ese día», alegó ante la comisión el general Richard Myers, a la sazón presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores.
De acuerdo con el ex militar hubo confusiones y demoras en identificar las aeronaves comerciales secuestradas, debido a problemas en las comunicaciones con la aeronáutica civil, «tecnológica y de estructura».
Tal fue así, descubrió el panel, que cuando funcionarios de la Administración Federal de Aviación pidieron ayuda al Sector de Defensa Aérea del Noreste del Pentágono, los oficiales de guardia preguntaron si se trataba de una situación real o de un entrenamiento.