Traducido por Guillermo F. Parodi
En Túnez, el pueblo expulsó al dictador. Su ejemplo fue seguido por el conjunto del pueblo árabe. Uno tras otro los dictadores están cayendo.
Las revoluciones que sacuden la orilla meridional del Mediterráneo anunciando el fin de las dictaduras, y también el final del tiempo de dominación y del neocolonialismo. Europa debe establecer verdaderas políticas de cooperación negociadas de igual a igual, con los pueblos, en adelante soberanos, del Sur.
El pueblo tunecino está de pie. Su libertad no se la debe ni a los supuestos beneficios del libre comercio ni de concesiones hechas por la dictadura. Su libertad, la adquirió con sus propias fuerzas, haciendo simplemente la revolución. Las únicas armas que tuvieron los tunecinos frente a sus opresores fueron: su valor, su determinación, su unidad y su amor por la libertad.
Como pueblo libre, no tiene nada que mendigar a nadie. Tiene más bien exigencias que formular.
El 14 de enero de 2011, la nación liberada se puso en marcha para construir un nuevo Túnez, un Túnez mejor. ¡Nuestro camino será difícil y largo, es cierto, pero hoy, todo resulta posible!
Las potencias europeas siempre han buscado proteger sus propios intereses en el sur del Mediterráneo, ignorando al mismo tiempo los del pueblo tunecino. A escala de Túnez, los intereses económicos europeos son enormes, las inversiones de capital europeas ascienden a más de 13 mil millones de euros, lo que representa cerca del ¼ de la inversión total en Túnez. Con a más de 1100 empresas que emplean, o más bien explotan, a más de 300.000 asalariados, las empresas de la Unión Europea son el segundo patrón en Túnez después del Estado, y sus ventas representan más de un 6% del PIB de Túnez.
Para preservar los intereses de sus transnacionales, la Comisión Europea y varios Gobiernos europeos, en particular, los gobiernos de Francia, Italia y España sostuvieron el dictador Ben Ali hasta el final, en su lucha contra el pueblo tunecino. Los discursos y las buenas intenciones nunca han cambiado nada de este estado de hecho. La asociación euro-mediterránea nos había prometido la prosperidad y la democracia, pero nos llevó al empobrecimiento y reforzó la dictadura que nos asoló.
El artículo 2 del Acuerdo de Asociación de 1995 que había establecido la UE y sus Estados miembros con Túnez, ¿acaso no dice que «el respeto de los principios democráticos y derechos humanos constituyen un elemento esencial del acuerdo»? ¿Acaso Ben Ali no era ya un dictador en 1995? Por supuesto que sí. ¿La UE y sus Estados miembros no estaban informados? Por supuesto que sí. ¿Qué significa entonces tal afirmación? La Unión Europea le debe excusas al pueblo tunecino.
El 14 de enero último, el dictador huyó dejando tras sí una deuda externa pública de cerca de 15,2 mil millones de euros. Para el año 2011, el servicio de la deuda se eleva a aproximadamente 575 millones de euros; cifra que iguala al presupuesto de la Salud Pública, o el de la enseñanza superior y la investigación científica.
En la actualidad, así como se ha liberado de la dictadura de Ben Ali, el pueblo tunecino quiere liberarse también de la carga de la deuda que le legó el dictador, para poder construir su propia democracia, autogestionarse y autoadministrarse de manera independiente y autónoma.
Un colectivo de asociaciones tunecinas, del que la asociación Raid Attac Cadtm Túnez que represento forma parte, acaba de enviar una carta al Gobernador del Banco Central de Túnez, pidiéndole que decrete inmediatamente una prórroga unilateral de la deuda pública de Túnez, a la espera de la elección de la Asamblea Constituyente prevista para el 24 de julio próximo, y la formación de un Gobierno democráticamente elegido. Durante el período de congelamiento de reembolsos, que debe hacerse sin acumulación de intereses retroactivos, deseamos poner en marcha una auditoría ciudadana de la deuda, a fin de determinar su parte odiosa [1], es decir la que no la servido a los tunecinos, y que debemos repudiar.
Desde siempre, la deuda perjudicó a los intereses de Túnez en vez de servirles. Ya, durante la segunda mitad del siglo XIX, fue una de las causas de la colonización del país. En efecto, bajo el pretexto de favorecer la prosperidad de Túnez, el Bey [2] ha sido estimulado para endeudarse generosamente, sobre todo con agentes franceses e italianos.
Los tipos de intereses aplicados sobre los préstamos contra bonos, las condiciones de los préstamos hipotecarios, las comisiones y los desvíos masivos de fondos operados por los miembros del tribunal del Bey, empobrecieron la regencia que se encontró enfrentada a una grave crisis financiera que sirvió de pretexto a los gobiernos franceses, italianos e ingleses para instaurar un «comisión financiera» tripartita que tomó el control de las finanzas del Estado. Algunos años más tarde, Túnez se había convertido en una colonia francesa.
Tras la independencia, Túnez se vio obligado a contratar créditos con Francia con el fin de readquirir sus propias tierras a los colonos franceses que se habían apropiado de ellas bajo el régimen colonial. He aquí cómo el Túnez independiente se volvió a envolver con la deuda.
Bajo el régimen de la dictadura de Ben Ali, el endeudamiento de Túnez empeoró sensiblemente. El ritmo de crecimiento de la deuda pública conoció una crecimiento medio anual del 58,7%, contra un crecimiento medio de 42,0 % por año registrado anteriormente. Durante la última década este ritmo se aceleró considerablemente para alcanzar un nivel récord de 89% por año en promedio.
En 1987, fecha del golpe de Estado de Ben Ali, la deuda externa pública de Túnez ascendía a 2.5 mil millones de euros, hoy es de 15.2 mil millones de euros. A pesar de que Túnez reembolsó durante el mismo período más de 23 miles millones de euros. Túnez se convirtió, durante el largo reino de la dictadura, en un proveedor neto de capitales a causa de la deuda. Como consecuencia, Túnez financia a los ricos acreedores del Norte y no lo contrario.
Al mismo tiempo, la pobreza, el desempleo y el poder adquisitivo medio se deterioraron significativamente: más del 10% de los tunecinos viven actualmente por debajo del umbral de pobreza, la tasa de desempleo sobrepasa un 15% y afecta en 3 de cada 4 casos a jóvenes menores de 34 años, que son sobre todo licenciados de la universidad. El SMIG [3] sobrepasa apenas 120 euros y el salario mensual medio se sitúa por debajo de 250 euros.
Queda totalmente claro que la mayoría de las tunecinas y de los tunecinos no se benefició de este sobreendeudamiento. Sólo una minoría la aprovechó. El dictador y su entorno son los que más se han beneficiado con la deuda. Sus haberes, que se encuentran en el extranjero, ascienden a varios miles millones de euros, cantidad similar al monto total de la deuda externa pública, si no es mucho mayor.
Recientemente, la televisión del Estado tunecina mostró decenas de millones de euros y dólares que han sido descubiertos por la comisión de lucha contra la corrupción, ocultos en uno de los palacios del dictador, prueba suplementaria de que una parte importante del dinero de la deuda fue desviada por el dictador y su entorno.
Durante la dictadura de Ben Ali, en el período comprendido entre 1987 y 2009, Túnez se transformó en fuente de financiación, en particular, para las instituciones financieras extranjeras por un monto de 6,5 mil millones de dinares.
Túnez no puede responder a las necesidades sociales enormes de una parte importante de sus ciudadanas y sus ciudadanos, y trabajar con posibilidades de éxito en la construcción de un futuro mejor sin liberarse, antes, de la pesada carga de la deuda odiosa de la dictadura.
La Unión Europea y sus Estados miembros tienen una oportunidad histórica de probar su compromiso con los valores universales de los derechos humanos, actuando en el sentido en que la historia que avanza, ahora mismo, a grandes pasos en la orilla meridional del Mediterráneo.
Sí, es posible hoy, que actuemos, de un lado y del otro del Mediterráneo, para lograr la democracia, la prosperidad, la paz y la amistad entre los pueblos, en el marco de un respeto mutuo por la soberanía y la autodeterminación.
La cuestión de la anulación de la deuda odiosa es un tema central en este proyecto de un Mediterráneo libre, pacífico y democrático.
Notas del Traductor.
[1] Deuda Odiosa: figura del derecho internacional. Se caracteriza como odiosa toda deuda contraída por un gobierno ilegítimo; cumpliéndose que el prestamista conoce su ilegitimidad y que no ha sido utilizada por el gobierno para bien del pueblo. Dadas esas condiciones la deuda se denomina odiosa y puede considerarse una deuda del régimen y no del país, y por lo tanto puede ser repudiada por el mismo.
[2] Bey: es un título de origen turco adoptado por diferentes tipos de gobernantes dentro del territorio del antiguo Imperio otomano. Fue también el título de los monarcas de Túnez hasta 1957, año de proclamación de la república (fuente: Wikipedia).
[3] SMIG: salario mínimo interprofesional garantizado en Francia, por sus iniciales en francés.
Bruselas 24 de marzo 2011
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