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En el 95º aniversario del nacimiento de Billie Holiday

El recuerdo de una fruta extraña

Fuentes: pluralia.tv

Lester Bowie, del Art Ensemble of Chicago, prefería hablar de Gran Música Negra. Al fin y al cabo, jazz fue la palabra con la que los blancos estadounidenses despreciaron la música de los negros. Hoy trafican con ella los asimilados por las clases dominantes -Wynton Marsalis- o la utilizan como parapeto para el virtuosismo de […]

Lester Bowie, del Art Ensemble of Chicago, prefería hablar de Gran Música Negra. Al fin y al cabo, jazz fue la palabra con la que los blancos estadounidenses despreciaron la música de los negros. Hoy trafican con ella los asimilados por las clases dominantes -Wynton Marsalis- o la utilizan como parapeto para el virtuosismo de los que no sufren la historia contada en otra lengua. No formaba en esas filas Billie Holiday. La señora que canta el blues, nacida un siete de abril de hace 95 años y muerta en 1959, perteneció la estirpe del jazz libre. Por el que todavía hablan los condenados de la tierra y que milita con los sonidos rebeldes. Ese ruido que nace de los esclavos y que llega a su deformación expresionista en la desembocadura del saxofón de Albert Ayler. Pero Holiday, dueña de voz quebrada y firme al tiempo, se levantó antes. En 1939 recogió del profesor comunista Abel Meeropol el poema Strange fruit y lo convirtió en el puño cerrado contra la injusticia en el que sólo unas pocas canciones alcanzan a convertirse: ‘De los árboles del Sur brota una extraña fruta / sangre en las hojas y sangre en las raíces / cuerpos negros balanceándose con la brisa sureña / extraña fruta colgando en los chopos’.