A rey ausente, rey cuestionado. Eso parece pasarle a Mohamed VI, con sus largas desapariciones del país. El reciente Congreso de la Asociación de Colegios de abogados marroquíes, celebrado la semana pasada mientras el rey disfrutaba de sus vacaciones en Francia, ha hecho un llamamiento público para establecer una Monarquía parlamentaria en Marruecos «en la […]
A rey ausente, rey cuestionado. Eso parece pasarle a Mohamed VI, con sus largas desapariciones del país. El reciente Congreso de la Asociación de Colegios de abogados marroquíes, celebrado la semana pasada mientras el rey disfrutaba de sus vacaciones en Francia, ha hecho un llamamiento público para establecer una Monarquía parlamentaria en Marruecos «en la que el Rey reine pero no gobierne». Se trata de la proclama reivindicativa más radical hecha en el Reino alauita por un colectivo profesional. En el pasado, esta exigencia sólo había sido planteada por algún partido minoritario o unos pocos intelectuales.
El cónclave de los abogados marroquíes, con una presencia de un millar de congresistas se pronunció por establecer un régimen monárquico parlamentario, con clara delimitación de poderes y un reparto de las riquezas del país en el marco de un sistema de regiones «que garantice el derecho colectivo a la participación y a la elaboración de las decisiones políticas, económicas y culturales». Por otra parte, la declaración de los letrados, critica la actual Constitución que no considera democrática.
Este debate político coincidió con un aumento de la agitación social y con la ausencia del rey Mohamed VI del país. Una ausencia que provocó por otra parte una mini-crisis con Arabia Saudita, cuyo soberano se encontraba de visita privada unos días en Marruecos. El rey Abdalá bin Abdulaziz decidió in extremis acortar su estancia en Marruecos frente al desplante de Mohamed VI. El monarca saudí llevaba 15 días en el país magrebí esperando la aparición de su anfitrión, que seguía con sus «vacaciones» en el castillo de Betz en Francia, rodeado de sus amigos. El rey Abdalá visiblemente irritado abandonó Marruecos para regresar a Arabia Saudita.
Arabia Saudita ha sido el aliado más fiel e irremplazable de Marruecos en los momentos de crisis del reino alauita desde su independencia. La familia real saudí acudió a socorrer a sus hermanos marroquíes cuando el Palacio Real de Rabat se vio acosado primero por el movimiento nacionalista marroquí frustrado por lo que consideraba una independencia confiscada, después cuando el Ejercito intentó derrocar al rey Hassan II, y más tarde financiando al Reino marroquí en la guerra contra el frente Polisario con quien disputaba la soberanía de la ex colonia española. Más recientemente, la monarquía saudí ofreció a los Alauitas de Marruecos y a los Hachemitas de Jordania integrar el Consejo de Cooperación del Golfo, para escudarlos frente al ascenso de la «primavera árabe» que arriesgaba con llevarse por delante las monarquías conservadoras. Quizás sean estas razones suficientes para entender el enfado real de Abdalá con el comportamiento de su ahijado Mohamed VI.
Las «vacaciones» de Mohamed VI
El rey de Marruecos Mohamed VI abandonó el país el 10 de mayo pasado desde el aeropuerto sureño de Uarzazat. Sólo volvió a Marruecos un mes y medio después. No hubo entretanto ninguna comunicación palaciega creíble, ninguna imagen oficial, o una explicación plausible a tan prolongada ausencia. Sin embargo no era la primera vez este año que el soberano alauita partía «en vacaciones». Ya lo hizo en enero pasado en Francia, durante 19 días, posteriormente en una gira por África de casi tres semanas, de las que sólo una era visita oficial, y más tarde dos semanas en los países del Golfo. En total, en este último medio año, Mohamed VI no ha pasado más de tres meses en su país.
El monarca marroquí permaneció estas últimas semanas en el castillo de Betz, una residencia que construyó su padre Hassan II en la región francesa de Picardie. Los rumores sobre su interminable ausencia aludían a problemas de salud, a una convalecencia forzosa, o a su deseo de estar cerca de su madre enferma Lalla Latifa Hamou, viuda de Hassan II y actualmente casada con Mohamed Mediuri, que fue el jefe de la seguridad personal del difunto soberano marroquí. La hermana del rey, Lalla Asmae, desmintió hace unos días que el monarca estuviese enfermo. «Mi hermano goza de una excelente salud», aseguró la princesa alauita.
La tensión de los últimos días entre los reinos de Marruecos y de Arabia Saudita tiene más bien relación con la no-presencia del Rey Mohamed VI en Marruecos. El soberano saudí, Abdalá bin Abdulaziz, viajó a Marruecos a finales de mayo para descansar en su palacio residencial de Casablanca. El rey Abdalá de 89 años se encuentra muy enfermo, hasta el punto que varios medios de comunicación árabes le daban por «clínicamente muerto«. A su llegada a Marruecos, le recibió el primer Ministro Abdelilá Benkiran, y no el príncipe Mulay Rachid hermano del rey a quien corresponderían los honores protocolarios. Al monarca saudí, preocupado por la complicada sucesión al trono en su país, y la gravedad de los acontecimientos en Oriente Próximo, lo que menos le convenía era un desplante de sus anfitriones marroquíes.
En el entorno de la familia real saudí, llegó a generarse un manifiesto descontento por el hecho de que el rey Mohamed VI ni siquiera se dignó visitar a su huésped real, algo que había hecho siempre que el rey saudí venía al país. Para paliar este enfado, algunos medios de comunicación marroquíes insistían en que Mohamed VI volvería al país justo a tiempo de «visitar al soberano saudí» antes de que abandonase Marruecos. Cansada de esperar, la familia real saudí, abandonó el viernes por la tarde Marruecos, y no hubo encuentro real.
Erdogan ninguneado
En algunos estamentos marroquíes no se oculta la inquietud que suscita el abandono del país durante 45 días por el rey de Marruecos. Los primeros síntomas de la gravedad que ha supuesto el vacío institucional creado tras el viaje del rey al extranjero, ya surgieron con la visita del primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan a principios de junio. Dada la estatura internacional del jefe de gobierno de Ankara, y el papel de potencia que juega Turquía en el Oriente Próximo, el encuentro del Rey Mohamed VI y Tayyip Erdogan era casi obligado. Tan es así, que el jefe de la diplomacia marroquí Saadedin el Otmani, la anunció como inminente, posiblemente recibiendo indicaciones del entorno de Palacio. Sin embargo, Mohamed VI no consideró necesario viajar a Marruecos y recibir al mandatario turco, quien se marchó de Rabat claramente molesto. El supuesto boicot hecho por algunos «medios económico-financieros» y «grupos de presión» marroquíes al viaje de Erdogan, si lo hubo, pasa en este caso a segundo plano.
El abandono del rey suscitó aún más preocupación que en el pasado, en que ya se produjeron hechos similares, dada la situación tan delicada que atraviesa el conflicto del Sahara occidental, con un aumento notable de las presiones internacionales sobre Marruecos para alcanzar una solución definitiva al conflicto, y la crisis del gobierno en Rabat. El rey debe arbitrar la crisis surgida en el Ejecutivo marroquí tras la decisión hace ya un mes del Partido nacionalista Isticlal de abandonar el gobierno presidido por el islamista Abdelilah Benkiran. Mohamed VI, desde París, conminó al partido que preside Hamid Chabat, a no abandonar el gobierno, y esperar su vuelta. Pero el soberano no pareció otorgarle más importancia y continuó sus vacaciones en Francia. Ante el portazo de los nacionalistas, al jefe de Gobierno Benkiran solo le quedaban las opciones de dimitir, de convocar Elecciones anticipadas, o de gobernar en minoría, lo que resultaría extremadamente complicado.
Vacío institucional
El periodista Ali Anuzla, reflejando este estado de hecho, publicó hace días un editorial cáustico, sobre lo que llamó «ausentismo real». El director del periódico en red Lakome, acusó al soberano alauita de «acapararse todas las prerrogativas institucionales», grandes y pequeñas, civiles y militares, políticas, militares y juidiciales. Ali Anouzla, que ya fue condenado a un año de prisión en 2009 por haber publicado un artículo sobre los problemas de salud del rey, consideraba ahora sus ausencias injustificadas e inexplicadas. Es más, le señalaba como responsable de la actual crisis de Gobierno, interrogándose si el soberano «tiene derecho» a ausentarse del país sin dejar quien le sustituya en caso de necesidad, «como se hace en cualquier país del mundo». «El ausentismo del rey plantea un problema constitucional, político y moral», concluía Anuzla, que no dejaba de señalar que Marruecos ha estado ausente en la política exterior de «multitud de reuniones y conferencias internacionales» que reúnen lo más granado de la diplomacia internacional.
La inquietud extendida en Marruecos llegó a alcanzar la cúpula militar marroquí, según fuentes diplomáticas. Las Fuerzas Armadas Reales (FAR), verdadera columna de la articulación del país y garantes de su independencia, son conscientes del vacío que supone la ausencia del Rey en caso de crisis. La situación en el Sáhara Occidental y la inestabilidad en toda la región del norte de África, dejan a la cúpula militar huérfana institucionalmente a la hora de tomar decisiones, ya que el Rey concentra en sus manos todos los poderes militares y de seguridad.
Las Fuerzas Armadas marroquíes tienen sus prerrogativas claramente estipuladas por la Constitución, y no tienen competencia en el terreno político. Sin embargo, como cualquier estamento del estado recibe la influencia, la preocupación y la inquietud de la población. Cualquier inestabilidad institucional le afecta profundamente y no puede permanecer indiferente a los destinos del país.
En este contexto, la declaración del Congreso de abogados, suena como una exigencia de primera importancia, en un país que se ve sometido a los efectos de la crisis económica internacional.
Fuente: http://www.estrelladigital.es/mundo/Marruecos-rey-vuelven-gritos-democracia_0_1415859222.html