El 11 de diciembre de 2020, y poco antes de dejar la Casa Blanca, el presidente Donald Trump emitió una proclamación oficial en apoyo a la soberanía de Mohamed VI sobre el Sáhara Occidental, territorio disputado por Marruecos y el Frente Polisario, infringiendo las resoluciones de la ONU y el consenso internacional y provocando una grave crisis en Oriente Próximo y el norte de África, era el precio de que Rabat reconociera al Estado israelí. Una vez más Tel Aviv consigue arrastrar a la superpotencia a ejecutar su propia agenda.
Según el medio alternativo estadounidense AXIOS, el asesor-yerno de Trump, Jared Kushner, y el asistente especial del presidente, Avi Berkowitz, así como un equipo de israelíes encabezado por el exsubdirector del Mossad, Ram Ben Barak, y el empresario judío marroquí Yariv Elbaz, llevaban dos años negociando con Mohamed VI la posibilidad de normalizar las relaciones con Israel a cambio de que EEUU reconociera la soberanía de Rabat sobre el Sáhara Occidental. Los marroquíes habían aceptado, pero el senador republicano Jim Inhof, defensor de los derechos de los saharauis, y también el exasesor de seguridad John Bolton, opuestos a la medida, consiguieron convencer al presidente de no remover esta delicada cuestión. Sin embargo, la salida de Bolton del Gobierno en septiembre de 2019 y los últimos choques entre Inhofe y Trump prepararon el terreno para que Kushner consiguiera su objetivo. «Impactante y profundamente decepcionante» es como calificó Inhofe la decisión de Trump, porque «los derechos del pueblo saharaui han sido negociados«.
Fue verter la gasolina sobre el fuego y de forma premeditada. Justo semanas antes, y después de casi 30 años de una paz frágil, el ejército marroquí había irrumpido en la zona de amortiguamiento patrullada por las Naciones Unidas. El Frente Polisario, como respuesta, declaró el regreso a la lucha armada para defender lo que queda de los derechos de los saharauis. Rabat no sólo niega la autodeterminación exigida por este pueblo, también rechaza la propuesta de la ONU de realizar un referéndum. Su propuesta es concederles el estatuto de autonomía dentro de la monarquía despótica, que cada vez se apoya más en la extrema derecha islámica.
Magreb, el pedazo africano de Oriente Próximo, vuelve así al escenario internacional. La última vez fue en 2001 cuando sus primaveras fueron aplastadas, secuestradas y canalizadas por las fuerzas reaccionarias domésticas y extranjeras.
Dos acontecimientos paralelos
1. En el Sáhara Occidental:
Trump abandona la ficticia neutralidad de EEUU en el conflicto, practicada por los siete presidentes anteriores del país, quienes ignoraron tanto el reclamo marroquí sobre este territorio como las demandas del Polisario para la independencia, por lo que carece de sentido que Trump alegue la supuesta deuda histórica que tiene EEUU con Rabat desde 1777 cuando Marruecos se convirtió en el primer país en reconocer al Estado norteamericano.
La mirada de EEUU hacia el Magreb sigue marcada por la Guerra Fría: considera a Marruecos y Túnez aliados mientras ignora a Argelia, el miembro del Movimiento no Alineado. «No tenemos ningún interés en que España esté allí; no es lógico que España esté en África», dijo Henry Kissinger al presidente argelino Bumedian; tampoco le interesaba un Estado saharaui independiente respaldado por Argel, temiendo que cayera en la esfera de influencia soviética. Argelia siempre sospechó que EEUU estuvo detrás de la Marcha Verde marroquí para ocupar aquellos territorios. Como recompensa, el rey alauí cedió a EEUU bases militares y en 2008 una ubicación para Africom (Comando Africano de EEUU) en la base militar en Tan, cerca de El Aaiún, Canarias y Tinduf. Debido a su ubicación geopolítica estratégica, Marruecos podrá desempeñar un destacado papel en las aventuras de la OTAN por la región. En 2019 el monarca compró armas estadounidenses por valor de 985 millones de dólares.
Trump ha ofrecido a Marruecos un regalo envenenado: no podrá fácilmente establecer su dominio sobre el Sáhara, solo tendrá un dolor de cabeza más. Que nadie menosprecie la fuerza de la dignidad de cientos de miles de personas que han preferido vivir en una situación extremadamente difícil a hacer reverencias a un dictador. El muro levantado por Rabat en el territorio ocupado, el más largo del mundo con más de 2.500 kilómetros y tres metros de alto, está sembrado de unas 7.000.000 de minas, que han asesinado, mutilado o herido a alrededor de 2.500 personas.
2. Normalizar las relaciones entre Marruecos e Israel
El hecho de que los asuntos del Magreb formen parte de la oficina de Oriente Próximo del Departamento de Estado de EEUU, que no de la Oficina de África, tiene una implicación directa: estará en el proceso de paz árabe-israelí.
Marruecos se convierte en el cuarto país en establecer relaciones diplomáticas con Tel Aviv después de los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y Sudán, una gran traición a los palestinos a cambio de nada.
EEUU está utilizando la fórmula de «soborno a cambio de reconocer a Israel» con los países que apoyan la causa palestina. Su objetivo es anular la «mayoría automática» favorable a los palestinos en la ONU, formada por los países asiáticos, africanos y latinoamericanos. Aunque Israel consiga la «neutralidad» de dichos estados en las votaciones, habrá ganado.
En mayo de 2018 Marruecos corta sus relaciones con Irán y aunque el pretexto fue «el respaldo de Teherán al Polisario (cosa que han negado ambos), no hay duda de que la medida fue una demanda israelí-saudí.
El acuerdo otorga unos momentos de felicidad a Benjamín Netanyahu, acorralado por la justicia y por los propios ciudadanos del país.
Hay más pompa en el asunto de la «normalización» que realidad: no habrá intercambio de embajadas (de momento), sino «oficinas», e incluso no hay ninguna garantía de que esta relación sea duradera, en 1994 Rabat y Tel Aviv se enviaron delegaciones y en 2000 las retiraron. Existe ya un comercio bilateral y viajes turísticos e incluso Marruecos reconoce la doble nacionalidad de sus ciudadanos con Israel.
La decisión de Trump puede tener una corta vida si Biden la anula. Pero recuerden que en 2013 la entonces embajadora demócrata de EEUU ante la ONU, Susan Rice, pidió que se incluyera una cláusula de monitoreo de los derechos humanos a la misión de mantenimiento de la paz de la ONU (MINURSO) y cuando Marruecos se negó y canceló los ejercicios militares conjuntos regulares, el Gobierno de Obama abandonó la propuesta: EEUU necesita más a Marruecos que este a EEUU.
Las consecuencias de una peligrosa jugada
Uno, es probable que Trump no haya pensado en las consecuencias de estas dos decisiones. Dos, sí lo ha hecho, pero «el fin justifica los medios» o tres, pretendió colocar a la Administración Biden ante hechos consumados, poniendo al próximo presidente en un grave aprieto.
Trump sabotea los (no) esfuerzos de la ONU en buscar una vía pacífica de solucionar el conflicto a través de un referéndum y consultas locales.
La ONU ha avisado de que mantiene su propia política respecto al Sáhara Occidental y no reconoce la soberanía de Marruecos, humillando al presidente de EEUU.
El Polisario advierte de que regresará a la lucha armada y está por ver si este cambio beneficia los intereses de EEUU en 2021, con el «expediente de Irán» sobre la mesa de presidente Biden.
¿Veremos a los soldados israelíes entrenando al ejército marroquí con técnicas «antiterroristas» para luchar contra todo un pueblo? La monarquía marroquí en el pasado ya se benefició de los servicios del Mossad, en octubre de 1965 la agencia secuestró al opositor izquierdista Mehdi Ben Barkaen en París para que fuera asesinado por los agentes marroquíes y policías franceses. La presencia de Israel en Marruecos representa una nueva amenaza a las demandas de democratización de las poblaciones del norte de África.
EEUU ha enviado un mensaje: ya que el Sáhara Occidental no puede independizarse y tener su propio Estado, Palestina tampoco podrá. Entonces, ¿veremos un frente unido entre los saharauis y los palestinos luchando contra Israel desde el Líbano, por ejemplo?
El «regalo» también puede provocar una guerra entre Argelia y Marruecos.
Afectará a África, la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Organización de la Unidad Africana en su reunión de 1975 consideró a Israel un «régimen racista» que al igual que «Sudáfrica tiene un origen imperialista común». El controvertido Shimon Peres invitó a Israel a algunos judíos etíopes para demostrar que no era un Estado racista. Desde entonces ha llovido mucho, y en favor del Estado judío.
Israel podrá acceder al inmenso mercado africano y a sus recursos naturales como agua, petróleo, madera, diamantes y oro.
Trump y Netanyahu consiguen la integración de Israel en la región, no a través de una justa resolución del conflicto con los palestinos, sino comprando a los líderes árabes: a los emiratíes con la autorización de la venta de decenas de F-35 por 23.000 millones de dólares y a los sudaneses al borrarlos de la lista de los patrocinadores del terrorismo, lo cual demuestra la arbitrariedad de colocar la etiqueta «terrorista» a un estado o una persona. Pero Jartum puede suspender esta «normalización» si el Congreso de EEUU se niega a ofrecer inmunidad a los dirigentes de Sudán ante las demandas presentadas por las víctimas de ataques terroristas que se les atribuyen.
Trump, que ha fracasado en todos sus objetivos en la política exterior (respecto a China, Irán, Corea del Norte, Rusia o Turquía), ahora podrá presumir de «entrar en la historia» aunque sea con artimañas. El presidente que ha sido la pesadilla de los palestinos no consiguió un acuerdo semejante al de Arabia Saudí. Países como Catar, Túnez, Irak, Siria, Líbano tampoco tienen tal intención, y si Argelia tuvo la tentación, el suegro de Kushner hizo que se le pasara. Los saudíes, que han impulsado el infame Acuerdo Abraham pretenden ganar tiempo para preparar la opinión publica de los «musulmanes», evitando protestas. Por lo que están forzando a otros países (como Pakistán) a reconocer a Israel y normalizar el pacto con los ocupantes de Palestina para ser el último en hacerlo. Riad necesita alianza con Tel Aviv ante el enemigo común iraní, sobre todo durante la presidencia de Biden.
Podrá afectar al suministro del gas argelino a España y «por casualidad» beneficiar al gas esquisto estadounidense. De hecho, el país americano desbancó este año a Argelia como primer exportador de gas natural a España, que hoy importa el 27% de sus necesidades de EEUU.
El balance de las fuerzas en el norte de África se inclina aún más en favor de las fuerzas reaccionarias. Es hora de una ofensiva del frente del progreso.
La decisión unilateral del Gobierno de Trump fue aplaudida por Bahréin, Emiratos Árabes y Omán como apoyo a la «integridad territorial de Marruecos», mientras la Unión Europea y Argelia la criticaron duramente. De cuál es la postura de China y Rusia, dos miembros del Consejo de Seguridad con derecho a vetar la decisión de EEUU, en el próximo artículo.
Fuente: https://blogs.publico.es/puntoyseguido/6849/sahara-occidental-en-la-telarana-de-intereses-de-eeuu/