Argelia optó ayer por el asalto militar a la planta de gas de In Amenas donde un grupo jihadista mantenía secuestrados a cientos de rehenes en represalia por la intervención francesa en el vecino Mali. La operación, iniciada al parecer con un bombardeo al que siguió el intento de asalto a la instalación, consiguió liberar […]
Argelia optó ayer por el asalto militar a la planta de gas de In Amenas donde un grupo jihadista mantenía secuestrados a cientos de rehenes en represalia por la intervención francesa en el vecino Mali.
La operación, iniciada al parecer con un bombardeo al que siguió el intento de asalto a la instalación, consiguió liberar a 600 secuestrados argelinos, según la agencia de noticias argelina APS, pero provocó a la vez una matanza en la que, según algunas fuentes, murieron alrededor de medio centenar de personas.
Aunque las informaciones que llegaban desde el lugar, en la frontera entre Argelia y Libia eran confusas, la agencia APS aseguró que también fueron liberados un francés, dos británicos y un keniano.
Pero el comando islamista aseguró que murieron 34 rehenes y que la operación militar había comprometido la vida de otros siete que permanecían en su poder, tres belgas, dos estadounidenses, un japonés y un británico.
Intentaron salir
«Aviones de combate y unidades de tierra han intentado tomar por la fuerza el complejo», añadió el portavoz del comando, que amenazó con matar a todos los rehenes si las fuerzas argelinas seguían intentado asaltar el complejo. Según su versión, el comando, dirigido por Mojtar Belmojtar, anteriormente ligado a Al Qaeda, intentó transportar a una parte de los secuestrados hacia el sur a bordo de varios vehículos, pero el Ejército los bombardeó matando a 34 de ellos y a 15 miembros del grupo secuestrador.
Además, la prefectura de Illizi anunció que otros 30 argelinos consiguieron escapar a los alrededores del complejo y la cadena argelina Ennahar aseguró que otros quince extranjeros escaparon. Entre los secuestrados se encontraba también un ciudadano vasco, Yann Desjeux, exmilitar, de 52 años y natural de Angelu, según «Sud Ouest». A pesar de que en un principio el rotativo señaló que Desjeux era el responsable de logística y aprovisionamiento del grupo francés CIS Catering, la empresa precisó que el exmilitar ya «no forma parte de nuestro personal». De acuerdo con `Sud Ouest’, Desjeux «está acostumbrado a misiones difíciles» y ha prestado servicio en otras plataformas petrolíferas de África.
Las informaciones confusas se sucedieron durante la jornada, y hasta la noche, el Gobierno argelino no dio por terminada la operación. Sin embargo,fuentes de seguridad indicaron que aún permanecían rehenes en la zona residencial del complejo. Argel reconoció que había víctimas pero no ofreció un balance en un primer momento. Según indicó una fuente de los servicios de seguridad a Reuters, al menos 30 rehenes y once secuestradores murieron.
Entre los rehenes fallecidos figurarían al menos ocho argelinos, dos japoneses, dos británicos y un francés, y entre los secuestradores fallecidos mencionaron dos argelinos -uno de ellos Tahar Ben Cheneb, un destacado comandante islamista en la región-, tres egipcios, dos tunecinos, dos libios, un maliense y un francés.
El ministro argelino de Comunicación, Mohamed Said, justificó la operación porque «permitió liberar a varios rehenes nacionales y extranjeros». «Un importante número de terroristas que intentó huir hacia un país limítrofe fue neutralizado», añadió. Afirmó que los secuestradores contaban con armamento moderno y pesado e insistió en que «si alguien cree que va Argelia va a negociar con terroristas está soñando».
El ministro no ofreció un balance de las víctimas mortales y se limitó a decir que había «un número importante de rehenes liberados y desgraciadamente, algunos muertos y heridos».
Preocupación occidental
Pero en las capitales occidentales de los países a los que pertenecen los secuestrados se mantenía la inquietud.
«Debemos prepararnos ante la posibilidad de que puedan llegar nuevas malas noticias», advirtió el primer ministro británico, David Cameron.
El presidente francés, François Hollande, señaló que «la crisis se desarrolla en condiciones dramáticas», pero añadió que «lo que está pasando en Argelia nos proporciona las razones para señalar que mi decisión de intervenir en Malí está justificada». El ministro argelino justificó el recurso a la fuerza explicando que las autoridades intentaron antes encontrar una solución pacífica pero los islamistas, «fuertemente armados», querían «dejar Argelia llevando con ellos algunos rehenes extranjeros para utilizarlos como «carta de chantaje».
Según el ministro del Interior argelino, Daho Uld Kablia «la organización terrorista que atacó la base petrolera en In Amenas provenía de Libia y la operación fue planeada y supervisada por el terrorista Mojtar Belmojtar desde territorio libio».
Uld Kablia responsabilizó indirectamente a las autoridades libias de lo ocurrido al afirmar que habían expresado en «numerosas ocasiones a las autoridades libias su temor» y les habían solicitado «decenas de veces» que aseguran su frontera con Argelia.
Entre las medidas provocadas por la crisis, la empresa BP, una de las que explota la planta de gas, informó que evacuará a «trabajadores no esenciales» de Argelia. La secretaria de Estado e EEUU, Hillary Clinton, pidió a las embajadas y empresas estadounidenses en el Magreb y norte de África que revisen sus dispositivos de seguridad.
La planta de gas
La plataforma petrolífera de Tiguentourine, en la localidad de In Amenas es una explotación conjunta del grupo británico BP, el noruego Statoil y el argelina Sonatrach, situado a 1.300 kilómetros al sur de Argel, en pleno desierto junto a la frontera libia.
Representa el 18% de las exportaciones de gas del país y en ella están empleadas una 700 personas, la mayoría argelinos en subcontratas. Está conectada por tres gasoductos de 110 kilómetros a la red de transporte de gas argelina. A unos cuatro kilómetros cuenta con una base para alojar a los trabajadores, gestionada por la empresa francesa CIS Catering y una base militar.
Críticas de los países con rehenes al asalto de la planta de gas
El Gobierno británico se quejó de que no fue informado de antemano de la operación de rescate que lanzaron las fuerzas argelinas en la planta gasística y le hubiera gustado que así hubiera sido, según el portavoz del primer ministro, David Cameron. Cameron, que según «The Guardian se enteró de la operación vía satélite», hizo ver a su homólogo argelino, Abdelmalek Sellal, en conversación telefónica una vez iniciada la operación que estaba «extremadamente preocupado» por la «situación muy grave y seria» «El primer ministro argelino explicó que la situación estaba evolucionando muy rápido y que en opinión del Gobierno tenían que actuar inmediatamente», indicó el portavoz de Downing Street. «Los argelinos son conscientes de que nos habría gustado haber sido consultados de antemano», añadió. Un ciudadano británico murió en el asalto inicial de los secuestradores y se tiene constancia de que dos liberados con vida son naturales de Escocia. Por su parte el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, afirmó que «estamos ciertamente preocupados por las informaciones que llegan sobre la pérdida de vidas y pedimos aclaraciones al Gobierno de Argelia». Más duro fue el Gobierno japonés, que pidió a Argelia que cesara de forma inmediata la operación. Por teléfono, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, pidió a su homólogo argelino, Abdelmalek Sellal, que «considerara la vida de las personas como la más alta prioridad» y le expresó su mayor preocupación por la operación en curso. El viceministro de Asuntos Exteriores, Minoru Kiuchi, viajó a Argel para presionar al Gobierno argelino.
Mojtar Belmojtar, jihadista que actúa por libre en el Sahel Mojtar Belmojtar, que lidera el comando que ha asaltado la planta gasística de In Amenas, en Argelia, es un antiguo líder de AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico), que se desvinculó de este grupo y creó su propia katiba (unidad combatiente). Nacido en 1972 en Ghardaia (Argelia), combatió muy joven en Afganistán en 1991 donde perdió un ojo, lo que le valió el sobrenombre de «el tuerto». A su regreso a Argelia en 1993, al comienzo de la guerra civil, se unió al Grupo Armado Islámico (GIA). En 1998, se integra en el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), surgido del GIA y controla el contrabando de las rutas clandestinas del gran sur sahariano, donde establece lazos con tribus que le avisaban de los movimientos de las fuerzas de seguridad en la región. Replegado en el territorio de Azawad, forja alianzas con tribus tuareg. En 2007, el GSPC se transforma en AQMI y Belmojtar es reemplazado en el mando de la zona por Abdelhamid Abou Zeid, nombrado por el emir de este grupo, Abdelmalek Droukdel. Cuando estalla la rebelión tuareg en marzo de 2012, compra armas en Libia, y entre abril y junio se alía con los islamistas de Ansar Dine, que expulsan a los independentistas tuareg del MNLA de Gao, Kidal y Tombuctú. Pero en octubre Droukdel le destituye. Entonces, rompe con AQMI y se convierte en un actor independiente en el Sahel, creando su propia katiba, los «Firmantes con sangre». Se le achaca la muerte de cuatro franceses en Mauritaina en diciembre de 2007, el secuestro de dos canadienses en 2008 y el de tres catalanes y dos italianos en 2009.