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Gambia

Elecciones sin suspense en el reino de Yahya Jammeh

Fuentes: Guin Guin Bali

Gambia celebró este jueves elecciones presidenciales. Sin embargo, nadie se atreve a plantearse siquiera que vaya a haber un ganador distinto del actual presidente, Yahya Jammeh (46 años), un dirigente excéntrico y autoritario que, tras alcanzar el poder mediante un golpe de estado en 1994, hostiga a periodistas, activistas de Derechos Humanos, opositores y homosexuales […]

Gambia celebró este jueves elecciones presidenciales. Sin embargo, nadie se atreve a plantearse siquiera que vaya a haber un ganador distinto del actual presidente, Yahya Jammeh (46 años), un dirigente excéntrico y autoritario que, tras alcanzar el poder mediante un golpe de estado en 1994, hostiga a periodistas, activistas de Derechos Humanos, opositores y homosexuales mientras gana elección tras elección entre acusaciones de fraude.

Por todo ello, estos comicios presidenciales han despertado poco interés en África occidental. La propia Cedeao se ha negado a enviar una misión de observación al considerar que «los preparativos y el ambiente político no incitan a la celebración de unas elecciones libres, justas y transparentes» y ha denunciado la represión y la intimidación constantes contra los partidos de oposición.

Gambia es un pequeño país incrustado entre Senegal y el mar. Apenas tiene 11.300 kilómetros cuadrados y una población que ronda los 1,8 millones de habitantes. En los últimos años ha logrado unas notables tasas de crecimiento económico superiores al 5 por ciento basadas, sobre todo, en una discreta pero sólida oferta turística que se apoya en una buena infraestructura alojativa, una razonable seguridad y una naturaleza espectacular, pero que tiene como punto negro el florecimiento de un boyante turismo sexual, sobre todo femenino.

Pero la aparente felicidad gambiana se quiebra apenas rascamos un poco en la superficie. El 59% de sus habitantes vive bajo el umbral de la pobreza. El golpe de estado militar de 1994 que depuso al hasta entonces único presidente que había tenido el país tras su independencia de Gran Bretaña, Dawda Jawara, no supuso el gran cambio que muchos gambianos ansiaban. Yahya Jammeh gobierna desde entonces con mano de hierro un país estable, sí, pero al que numerosas organizaciones de Derechos Humanos califican de auténtico infierno para aquellos que no siguen las consignas o veleidades de su líder nacional.

Jammeh, procedente de una humilde familia de agricultores de la etnia diola, se ha hecho conocido en todo el mundo por sus supuestos «poderes» para curar la diabetes, el SIDA o la impotencia masculina mediante la medicina tradicional, pero también por su persecución a periodistas, opositores y homosexuales. A estos últimos los llegó a amenazar de cortarles a todos la cabeza y les dio un plazo para que abandonaran inmediatamente el país. Así es Jammeh.

Un informe de Reporteros sin Fronteras de mayo de este año lo describe así: «Curandero, médico que asegura haber descubierto el misterio del SIDA, de la obesidad y la erección, Yahya Jammeh es un dictador delirante, imprevisible y violento. Ha prometido cortar la cabeza a los homosexuales para limpiar la sociedad gambiana. Paranoico, asegura estar dispuesto a matar a quien quiera desestabilizar el país, en primer lugar a los defensores de los Derechos Humanos y a los periodistas».

Pese a todo, a Jammeh, quien este jueves 24 de noviembre concurre a las urnas al frente del partido gubernamental Alianza para la Reorientación y la Construcción Patriótica (APRC, según sus siglas en inglés), le han salido dos rivales en estas elecciones. Se trata de Ousainou Darboe, de 63 años, líder del Partido Democrático Unido (UDP), un abogado formado en Canadá histórico opositor a Jammeh, y Hamat Bah, de 51 años, profesor y empresario que concurre a los comicios al frente de una coalición, Frente Unido, que agrupa a cuatro partidos opositores.

El problema radica en el férreo control que Jammeh detenta sobre todos los poderes del Estado y los graves impedimentos a la oposición y al trabajo de la prensa. Todo ello genera el caldo de cultivo necesario para que las sospechas de fraude sobrevuelen estas elecciones y de que el empeño de Darboe y Bah vuelva a caer en saco roto.

Fuente: http://www.guinguinbali.com/index.php?lang=es&mod=news&task=view_news&cat=3&id=2370